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La cocinita editorial

No es lo mismo editar que corregir. Este espacio propone demostrarlo. Aquí, a partir de algunos textos cortos inéditos de ficción y no ficción, nos ejercitaremos en la identificación de vicios retóricos y argumentativos dentro de cada párrafo. Todos están invitados a participar con sus publicaciones.

Escribe: Carlos Chávarry

Para inaugurar este espacio, el señor Aaron Vizcardo (redactor, docente de teatro, escritor, a fin de cuentas, tal como se presenta) tuvo las buenas vibras de enviarnos este artículo. Juguemos un poco para ver las mejoras y posibilidades que podría tener este breve texto de no ficción.

La versión original se puede encontrar aquí: https://bit.ly/3TmFB7x

Contemporáneos

Aquellos que nacimos en la década del 90 gozamos de un privilegio que escapa a la crisis y parodia política de nuestro tiempo. Algunos dicen que es solo comida, mentira. Otros dicen que solo sirve para abultarnos el vientre, verdad. Lo cierto es que pasaron treinta años desde que se inaguró el primer Sanguchón Campesino.

El comentario

Es un buen comienzo como párrafo. Desde el principio se nos anticipa que habrá humor («algunos dicen que es solo comida… / …otros que solo sirve para abultarnos el vientre»), aunque las palabras y el tono de las frases son formales. En ello hay un quiebre lúdico buscado por el autor. ¿Y en qué radicaría ese quiebre? En la (falsa) promesa que hace al lector: empieza hablando con seriedad sobre una época y una situación de crisis nacional que llega hasta la actualidad, pero finaliza con una referencia a un espacio inusual para hablar, precisamente, de una crisis nacional: una sanguchería.

Estamos, entonces, ante un inicio que parece de ensayo y que, desde el punto de vista de las intenciones, funciona. Sin embargo, hay que reconocer que cuesta algo de trabajo entender de buenas a primeras eso de (la) parodia política de nuestro tiempo. Podríamos imaginar que el autor se refiere a la clase política actual, ¿cierto? Quizá pueda mejorarse esa línea. Algo similar sucede con la frase final. Como que después de la mención al local queda un vacío, falta un remate que cierre el círculo.

¿Y se podría mejorar la construcción del párrafo como tal? Es posible. Experimentemos un poco: Quienes nacimos en los años noventa gozamos de un privilegio que escapa a la crisis económica y la debacle política de nuestro tiempo. Algunos dicen que se trata solo de comida. Mentira. Otros dicen que solo sirve para abultarnos el vientre. Verdad. Lo cierto es que pasaron treinta años desde que se inauguró el primer Sanguchón Campesino. [El de la vuelta de mi casa. Allí donde un barrio entero olvida sus penas].

Ahora bien, no se escapa la palabra mal escrita en la última frase, un pecadillo si, además, se encuentra en el primer párrafo, el que sirve de arranque de todo el cuerpo del texto.

Un niño hace berrinche y señala el letrero despintado. El padre accede y se dirige a la caja, el primer romance. La oferta gastronómica es variada (aunque siempre pedimos lo mismo) pocos son los que, aventurados por un súbito deseo de controlarlo todo, deciden probar la carta entera.

El mismo niño ahora es un adolescente y regresa borracho del quinceañero al que no fue invitado. Ahora el letrero es luminoso, signo de la modernidad y fiel soporte de la actividad nocturna. En 2009 una enchilada mixta tenía un valor de 10 soles. Son tiempos violentos, pero sabemos que el local es un refugio ante a la ebriedad, el consuelo, la celebración o simplemente la prueba de que estábamos aburridos y no teníamos mejor idea que comer.

El comentario

Nuevamente estamos ante un juego divertido del autor. Contrasta dos párrafos para dejar entrever la decadencia de quien alguna vez fue niño. Se trata del antes y el ahora de un individuo (un ahora que sigue siendo del pasado). Pero, también aparecen más dificultades en la construcción que podría confundir a los lectores. Ejemplo 1: cuando dice que el padre va a la caja y hay un primer romance. ¿Romance por qué? ¿Por pagar? ¿Y romance de quién? ¿Del padre o del hijo? Además, se desgasta innecesariamente el truco retórico de complementar las frases como sucedió en el párrafo anterior (oración, mentira, oración, verdad). Ya no era necesario utilizar ese recurso aquí. Ejemplo 2: cuando habla de la oferta gastronómica y se enlaza a lo de «pocos son los que, aventurados por…». Si después del paréntesis siguiera un punto seguido, todo tendría más sentido.

Algo más que podría (en condicional) hacer algo de ruido: la conexión entre el párrafo uno y dos. Como que hay un corte entre el primer bloque y el segundo. En principio, porque el anterior tuvo comienzo de ensayo y este, más bien, tiene espíritu de crónica, y porque no hay algún dato o referencia que vincule el uno con el otro. Es un salto arriesgado.

El tercer párrafo fluye mucho mejor. Solo habría que cuidar la coma después del año («En 2009, una enchilada…»), la repetición de la palabra «a» («ante la ebriedad»), y la ambigua referencia a eso de refugiarse del consuelo y de la celebración. Esto último, mencionado así, suena a que las personas evitamos consolarnos o evitamos las celebraciones. Quizá eso no era lo que se quería decir inicialmente y podría trabajarse mejor.

Lo mejor de este tercer bloque es el remate: «Estábamos aburridos y no teníamos mejor idea que comer». La peruanidad al mango.

En aquel tiempo todavía se conmemoraba el aniversario y todo estaba a mitad de precio. Con mis amigos cercanos comprábamos dos para cada uno, después del colegio. De pronto veíamos a la gente del barrio y a sus familias. También aparecían viejos conocidos que se aproximaban por el rumor. Recuerdo que el último aniversario con esa promoción causó resonancia en mi grupo. Uno de mis amigos se compró cuatro, el resultado: le tuvieron que sacar el apéndice.

El comentario

Es un párrafo muy bueno, sobre todo porque el impulso lúdico del autor se mantiene, no decae. Nos ofreció humor y, a la mitad del artículo, continúa la línea del humor. No fue un compromiso en vano. Si tuviéramos que hacer ajustes al bloque, solo sería en las referencias al lugar (no vendría mal hacernos recordar a los lectores que se sigue hablando de la sanguchería) y el tipo de producto que se consume (¿enchiladas o hamburguesas?). Tres oraciones también podrían estar mejor explicadas. Una es la de que en esa época «todavía se conmemoraba el aniversario». Se puede presuponer que es el aniversario de fundación del local, ¿verdad? Si esto fuera así, cabe pensar que eso se repetiría cada año, en alguna fecha específica. Lo malo es que aquí se está forzando mucho a que el lector rellene en su cabeza esa suposición que se queda flotando en un espacio vacío/ambiguo. La segunda frase en cuestión es la de que aparecían los viejos conocidos «por el rumor». No queda muy claro eso. ¿Por qué una promoción se convertiría solo en un rumor? ¿La promoción no era, más bien, un hecho verificable? (Más aún después de 15 años). Quizá allí faltó apuntalar algo. La tercera línea a revisar es la del «último aniversario con esa promoción». Nuevamente, aquí se vuelve a lo que se mencionó líneas arriba, de que aparentemente se está hablando de una fecha que se repetía año tras año y que era aprovechada por el negocio en términos de marketing, pero no queda claro por la manera como se ha estructurado el texto. Algo adicional es que la palabra «resonancia» (tan manoseada por el mundo del coaching) no dice mucho, tal vez podría reemplazarse por «impacto» o un término similar, menos rebuscado.

Con todo, el cuarto bloque es muy ameno con lo que narra y tiene un gran remate con el personaje que enferma y es operado de emergencia por tanto comer. Eso equilibra, hasta ese momento, todo lo que se ha contado a favor de la sanguchería: comer así tiene un precio. Este recurso le hace ganar verosimilitud al relato. Y cuando algo gana verosimilitud, crea empatía con el lector. Uno se siente cómplice de lo que lee.

Ese fue el último párrafo a analizar. Los invitamos a que ingresen al texto completo (el link está al inicio de esta página) para que sepan cómo termina la versión original de Aarón. Les aseguramos que se divertirán.

No olviden que siempre pueden enviar sus publicaciones de ficción y no ficción para someter sus primeros párrafos a este breve ejercicio de edición. El correo de recepción de sus textos es noticias@cdeyc.com. Pueden enviarlos con sus nombres propios o seudónimos. Nuevamente, están todos invitados a participar, sea cual sea la edad y profesión.

Muchas gracias por la confianza.

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