fbpx

Bob Dylan cumple 80 años

Por los ochenta años del cantante, la revista Uncut recopiló anécdotas de músicos reconocidos como Paul McCartney o Elton John, donde recuerdan a Dylan en distintos momentos de su excéntrica vida. 

Un día como hoy en 1941, en Duluth, Minnesota, nació Robert Allen Zimmerman. Ahora conocido como Bob Dylan, se le considera una de las figuras más influyentes en la música popular del siglo veinte y comienzos del siglo veintiuno. Inició su carrera como cantante de folk y siguió explorando otros géneros musicales. Gran parte de su trabajo más influyente data de la década de 1960; entonces, sus letras tuvieron un contenido importante de protesta social y filosofía. Su trayectoria de compositor le valió el premio Nobel de Literatura el 2016. De acuerdo a la Academia sueca, se le otorgaba el galardón por «haber creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición de la canción estadounidense». 

El número 289 de la revista Uncut, denominada por su página web como «el hogar espiritual de la gran música rock», dedicó una sección especial donde varios músicos de talla mundial relataron anécdotas y dedicaron saludos a Bob Dylan por su onomástico. Ellos relatan cómo lo conocieron, y enfatizaron su creatividad y claridad de ideas para llevar a cabo todo lo que se proponía, por más descabellado que pareciera. Se recopiló algunos de estos testimonios; la traducción viene directamente de la revista. 

Paul McCartney: «Estábamos siendo buenos chicos»

No estoy seguro si le gustará que esté diciendo esto, pero aquí vamos. Fue en el hotel Delmonico entre la avenida 59 y Park Avenue en Nueva York en agosto de 1964. Estábamos todos en un cuarto de hotel siendo buenos chicos, tomando nuestro whisky con Coca-Cola ―era un afterparty, me parece―. Dylan llegó y se fue a su cuarto con una pipa. Ringo entró a ver qué pasaba. Y así encuentra a Dylan armando, y fumó un poco. Regresó al cuarto y le preguntamos «¿Cómo fue?», a lo que Ringo dice «El techo está como moviéndose hacia abajo…». Todos corrimos hacia el cuarto diciendo «¡Danos un poco, danos un poco!». ¡Y así fue la primera noche en que todos nos drogamos por primera vez! 

De izquierda a derecha: Linda y Paul McCartney, Sara y Bob Dylan, Cher y Gregg Allman, 1976

Van Morrison: «Estábamos cerca del Acrópolis» 

Tengo un buen recuerdo de la vez que Bob y yo estábamos cerca del Acrópolis de Atenas. Se estaba filmando para Arena [como se ve en el documental de la BBC One Irish Rover: Van Morrison In Performances], en junio de 1989, y Bob coincidentemente estaba de gira por Grecia en ese tiempo. Así que simplemente fue algo muy espontáneo, muy del momento el hecho de que nos juntáramos. Estuve diciéndole a los productores sobre haber venido antes a Grecia y sobre ir a la Colina de las Musas (Pholopappos Hill), así que sugerí que Bob y yo fuéramos e hiciéramos algo. Fue todo muy llevadero. Bob era una gran persona con quien pasar el tiempo, muy relajado y ameno. Siempre ha sido así conmigo. Pasamos un buen rato tocando allí. Y déjame decirle, ¡felices 80, Bob! 

Bob Dylan y Van Morrison, 1998

Robbie Robertson: «Una experiencia increíble y loca» 

La banda vino de un lugar totalmente diferente de la ruta usual. Con The Hawks tocamos en bares muy rudos, no en cafés. No conocíamos la música folk. Luego este tipo viene, el rey de los cantantes de folk, con una idea muy audaz para un experimento. Me hice amigo de Bob muy pronto. Comencé a entender realmente la magia de su talento. Pero cada noche que tocábamos [en la gira del 66] la gente nos abucheaba y nos tiraba cosas. Fue una experiencia increíble y loca. Sabíamos que estábamos mejorando todo el tiempo. Solo teníamos que tocar para el otro. Bob no cedía. El mundo estaba mal y nosotros estábamos bien. Después de eso, al comienzo del 67, con todos nosotros moviéndonos hacia Woodstock, tuvimos la oportunidad de inventar música nueva. No sé si he visto a Bob Dylan más relajado que con Big Pink. Simplemente fue divertido. The Hawks se convirtió en The Band e hicimos nuestro primer disco. Recuerdo perfectamente la mirada de Bob cuando oímos Music From Big Pink. Podías ver el orgullo en sus ojos.  

Bob Dylan y Robbie Robertson

Elton John: «Me arrinconó» 

T-Bone Burnett, que conoce muy bien a Bob, me contó de estas rejas de hierro forjado que hace Bob. así que lo fui a visitar con David y Zachary, mi hijo que acababa de nacer. Bob estaba allí con un sweater y un cigarrillo armado. Nos mostró su estudio y el lugar donde hacía las puertas. Luego me arrinconó y dijo: «Tengo este álbum nuevo, quiero tocarlo para ti». Reprodujo Together Through Life completo en un reproductor de casete, ¡y fue fantástico! Como cualquier artista, cuando tienes algo nuevo para tocar estás emocionado, pero también estás muy nervioso: «¿qué están pensando?». Fue maravilloso verlo tan emocionado con su música. Nunca ha perdido esa pasión; siempre está tratando de cambiar las cosas. Es un hombre increíble ―no sabes nada de él, pero siempre está haciendo algo artístico. Ya sea pintar, hacer rejas, esculturas o escribir, nunca para―. Tiene ochenta años y todavía es tan bueno como lo era en los 60, pero en una forma totalmente diferente. Admiro eso. ¿Como podrías no hacerlo? 

Bob Dylan y Elton John

Carolyn Hester: «Es cierto lo de Buddy Holly?»

Estaba tocando en Gerde’s Folk City en Greenwich Village una noche de 1961 e introduje «Lonesome Tears» diciendo «Esta es de Buddy Holly, que me la enseñó». Antes de darme cuenta, alguien con un sombrero pequeño acercó su silla casi hasta mi altura. Dijo: «¿Es cierto lo de Buddy Holly? Tengo la mejor opinión de él. Un placer conocerte, soy Bob Dylan». Seis meses después, Bob hizo dedo hasta un club en Boston donde estaba tocando y hablamos con el manager para dejarlo ser mi telonero. Después dijo «He estado viviendo con Dave Van Ronk y me ha estado ayudando a conseguir conciertos, pero son muy pocos y muy alejados entre sí. Puedo tocar la guitarra y la armónica. ¿Dónde vas a estar después?». Le dije que estaba a punto de hacer un álbum para John Hammond. Ya tenía un guitarrista, Bruce Langhorne, así que le pregunté a Bob: «¿Te molestaría tocar la armónica?», y me dijo «Allí estaré». Ya de vuelta en Nueva York en septiembre, John juntó a la banda en un apartamento prestado en el Village. Nos sentamos en una mesa de picnic en el área de cena. Dylan estaba en frente de mí, Bruce estaba junto a mí, al frente de John Hammond, Bill Lee estaba parado con su doble bajo. John estaba absolutamente fascinado por Bob, que acabó tocando en tres canciones del álbum (Carolyn Hester, de 1961). Me enorgullece mucho cuando pienso que allí comenzó Bob. 

Carolyn Hester y Bob Dylan

María Muldaur: «Un Maserati trucado»

Conocí a Bob cuando estaba en Greenwich Village. Para mi sorpresa, ocasionalmente aparecía después de que me mudé a LA. Mientras hacía mi primer álbum solista, toqué en un recital acústico en el Ash Grove con Daniel Friedberg y David Nichtern, que escribió «Midnight At The Oasis». De pronto veo a Bob, Roger McGuinn y Spanky And Our Gang. Escucharon el set y luego nos juntamos. El amigo de Bob, Louie Kemp, también estaba allí; estaban conduciendo un Maserati trucado, muy elegante. Conducimos hasta mi pequeña cabaña en Laurel Canyon, bebimos vino rojo y escuchamos música. Eso es lo que hacíamos en ese entonces. Si alguien tenía un álbum nuevo, íbamos todos a la casa de alguien y lo escuchábamos proactivamente, como si estuviéramos viendo una película. No era música de fondo para una fiesta. Luego las guitarras salían, así que nos sentábamos juntos y tocábamos para cada uno. Recuerdo que le pedía a Bob que cantara «Corinna, Corinna», porque me encanta cómo lo hacía. Su fraseo era impecable, muy expresivo. 

Bob Dylan y Maria Muldaur

Roger McGuinn: «Jugamos basketball» 

A inicios de los años 70, yo vivía en Malibú. Bob venía de vez en cuando para jugar billar y ver películas. Un día estábamos jugando basketball ―él era bastante bueno, yo no― y de pronto mencionó: «Quiero hacer algo distinto, algo como un circo». Luego hizo una canasta con la pelota. Unos meses después estaba en Nueva York cuando Larry Sloman me dijo que Bob estaba en The Bitter End. Encontré a Bob y Jacques Levy sentados en una mesa pequeña en el cuarto de atrás, bebiendo brandy. Bob gritó: «¡McGuinn, justo estábamos hablando sobre ti!». Nos dijo sobre el tour que él y Jacques estaban armando, y luego me invitaron a unirme al grupo. Yo tenía mis propios conciertos programados alrededor de esas fechas, así que rechacé la invitación. Larry me llamó a la mañana siguiente: «¿Dylan te invitó a su gira anoche y lo rechazaste? ¡Esa no es una buena idea!». Con la cabeza un poco mareada, llamé a mi agente y le dije que pospusiera las fechas de mi concierto. La idea de Dylan del «circo» que mencionó durante nuestro juego de basketball en Malibú algunos meses atrás se convirtió en el Rolling Thunder Revue.

Joan Baez, Roger McGuinn y Bob Dylan
Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn