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El Día del Corrector de Textos

Hoy, 27 de octubre, se conmemora y reconoce la labor del corrector. Es cierto: su desempeño es poco reconocido, pero resulta vital en cualquier tipo de texto.

Detrás de un libro —sin importar si estamos ante narrativa o no ficción— hay un grupo de profesionales que componen la cadena editorial, cada uno responsable de un proceso antes de que un ejemplar llegue a las manos del lector. Uno de estos profesionales indispensables es el corrector de estilo. Cuando se habla de él automáticamente viene a nuestra cabeza la imagen de una persona rigurosa; sobre todo, de un enemigo de las «licencias» literarias. Pero la labor del corrector va más allá de reparar en los errores ortográficos. Así que, a manera de conmemoración, en esta nota explicaremos qué se encierra detrás de este oficio que carga con un halo de misterio.

El trabajo central del corrector de estilo es asegurarse que los textos sean comprendidos por el lector al que va dirigido. Este profesional debe conocer a profundidad las reglas ortográficas y gramaticales, así como los modismos, expresiones, usos del lenguaje y otras características propias del idioma. Asimismo, bajo su responsabilidad está revisar las erratas, la puntuación y otras convenciones tipográficas. Sin la labor del corrector de estilo muchos libros resultarían difíciles de entender, pues las faltas ortográficas, gramaticales y sintácticas pueden representar grandes obstáculos entre lo que el autor quiere decir y lo que efectivamente dice.

El Día del Corrector de Textos fue instituido por la Fundación Litterae, porque el 27 de octubre también se celebra el nacimiento de Erasmo de Rotterdam, un filólogo y humanista holandés que se dedicaba a corregir y traducir el latín con el afán de hacerlo más legible.

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