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Un libro esta Navidad, por favor

Un libro siempre será una gran opción para regalar a alguien que quieres, más aún en fechas navideñas. Regalar un libro es la oportunidad de mostrar cuánto conoces a una persona, así como para que te conozcan más a ti. Además, ¿a quién no le gustaría recibir un libro en Navidad?

Escribe Ricardo Meinhold

Mi papá me regaló mi primer libro cuando tenía nueve o diez años. Le estaba comprado a mi hermano mayor un set para construir maquetas de casas de cartón estilo chalé que fueron una novedad en aquellos años. Entre la felicidad de mi hermano y las sonrisas cómplices de mis padres, mientras caminábamos hacia la caja de la librería, noté que yo seguía con las manos vacías: se habían olvidado de este servidor. Sin más, atiné a coger lo primero que llamó visualmente mi atención: «¡Quiero este libro!», exclamé. La silenciosa sonrisa de papá me indicó que había comprendido su olvido. Sin más, tomó el libro y se lo entregó a la vendedora junto con el set de casas, ante la sorpresa de mamá por lo que, sospecho, debió ser el precio de aquel ejemplar: una edición en tapa dura a todo color del cómic estadounidense Turok, el guerrero de piedra del que nunca había oído en mi corta vida. Eso sí, la emoción me dura hasta el día de hoy, que ya peino canas.

No me regalaron otro libro hasta que tuve diecinueve años —cuando «éramos muy pobres y muy felices» como escribió Hemingway en París era una fiesta—. En esa ocasión era arrastrado por mi compadre Kike, un entrañable amigo de la secundaria, quien buscaba tácitamente mi aprobación para elegir algún título, ya que ambos compartíamos entonces intereses vagamente intelectuales. Los compraba en la calle, cerca al mercado de Jesús María, nuestro distrito de la infancia. De gustos eclécticos, fue probablemente el primer intelectual que conocí. En algún momento de aquellas pesquisas bibliográficas, me regaló no recuerdo si El siglo de las luces de Alejo Carpentier o Pájinas libres —sí, pájinas, con j— de Manuel González Prada en una edición original, de segunda mano, pero en buen estado. Aquel libro fue sin duda el origen de mi gusto por la lectura.

Algunos años después, ya siendo un ciudadano independiente, me regalé una biografía de Jorge Luis Borges titulada Biografía total, con el magro sueldo de practicante bancario, en la librería El Virrey cuando se ubicaba en la calle Miguel Dasso. El libro era costoso, pero la bella foto de la portada que mostraba al gran poeta y cuentista argentino con ambas manos cruzadas sosteniendo su bastón, me miraba cada vez que entraba a husmear en aquel desaparecido local sanisidrino, y un día decidí ceder a su invitación.

Estos recuerdos vienen juntos a mi memoria cuando escucho a muchos amigos preguntarse qué pueden regalar en estas fiestas navideñas: ese nuevo videojuego, el perfume de moda, esas zapatillas de marca, aquella muñeca con sus accesorios o aquel tren de juguete que nunca tuviste. Las opciones parecen casi infinitas. Preguntas van y respuestas vienen. ¿Qué le puedo regalar a mi hijo, a mi enamorada, a mi madre, a la tía Catita? Desde mi pequeña y reaccionaria tribuna me atrevo a sugerirles la siguiente alternativa: regalen un libro.

¿Un libro? Sí, un libro. Contra todo lo que parezca, es una inmejorable opción que recomiendo explorar. Inmediatamente, se plantea esta pregunta: pero, ¿qué libro comprar? Y las siguientes: ¿Qué género elegir? ¿Con muchas páginas, tapa dura o blanda, con sobrecubierta, clásico o moderno, traducción al español latino o de la península, con solapas o sin ellas, letra grande o pequeña, hojas de papel satinado o reciclado, portada simple o elaborada, de autor extranjero o nacional, editorial recomendada o desconocida…? Tranquilidad. Vamos despacio, por las piedras. No es tan complicado. Salvo que conozcas exactamente los gustos del destinatario te recomiendo que pruebes regalando libros de literatura. Piensa un poco en sus intereses y descubrirás que siempre hay un libro para cada persona, sin importar la edad. Si eres un lector entrenado, escoge ese título que despertó tu gusto por la lectura o el que te gustaría recibir. Si no, puedes empezar obsequiando un libro de cuentos o una antología de poemas. No pienses tanto en autores como en temas universales, con los que cualquiera se pueda identificar. Aunque un libro no se debe juzgar por su portada, sí es un complemento perfecto. Adaptándose a tu presupuesto, puedes encontrar libros de tapa dura o con ilustraciones para los más pequeños, incluso si aún no saben leer. También con hojas de fino papel couché o papel biblia, o ejemplares con letras grandes y anchos márgenes para una mejor lectura; con sobrecubierta o cartoné hasta el convencional libro de tapa blanda. Y si aquella persona no deja su smartphone ni para dormir, allí están los libros digitales y audiolibros, aunque personalmente me inclinaría por el libro impreso.

Pero, además del objeto en sí mismo que puedes envolver como quieras para luego observar la reacción de tu amigo, de tu hija o de tu padre, el libro brinda beneficios que no pueden dar los regalos «convencionales». El libro se puede disfrutar desde el primer momento que lo abres y lo hojeas, tiene larga vida (si lo sabes cuidar), lo puedes leer en cualquier lugar, nunca te sentirás solo mientras estés sumergido en su lectura, a la vez que entretiene aviva tu espíritu crítico, y se puede compartir, cuidando, claro está, que te lo devuelvan.

Y aunque no practicamos, como en Islandia, la maravillosa costumbre (adquirida durante la Segunda Guerra Mundial cuando las duras restricciones reducían las importaciones salvo para el papel, situación que privilegió al libro) de regalarlos en Navidad para, terminada la cena, disfrutar su lectura, su olor a nuevo o la sensualidad que brinda recorrer sus páginas con los dedos al calor de la chimenea, nunca es tarde para empezar.

En cada uno de los tres momentos que he recordado recibí algo diferente, pero permanente. Primero, un objeto lleno de vida y color; después, unas historias donde los humanos somos otros sin dejar de ser los mismos; y, por último, unos referentes —o como escribió Borges, precursores— a quiénes recurrir en busca de aliento en momentos de desánimo, orden cuando estamos sumidos en el caos o dudas cuando nos hacen creer que todo anda bien.

Finalmente, regalar libros es también una declaración de intenciones: la certeza —para todas aquellas personas a quienes has obsequiado— de que tú también disfrutarías recibiendo uno.


Ricardo Meinhold Gálvez nació en Lima en 1971. Es editor y escritor. Ha colaborado para revistas como SOHO Perú y URL, Una revista de libros. Ha sido editor de la revista Beppo de la Escuela de Edición de Lima. Es especialista en finanzas y considera la edición como una manera de influir, para bien, pero sobre todo para mal, en la sociedad.

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