El cineasta francés Jean-Luc Godard acaba de fallecer este 13 de septiembre a los 91 años. Considerado el padre de la nouvelle vague francesa, logró cautivar gracias a su acidez crítica y por la poesía de sus imágenes.
Jean-Luc Godard ha sido considerado un revolucionario en el mundo del cine. El largometraje À bout de souffle (Sin aliento) se convirtió la primera gran obra del director, cambiando los paradigmas de lo que se había hecho anteriormente en la industria cinematográfica. A lo largo de su carrera, ha realizado alrededor de ciento treinta y un títulos como director, entre los que destacan las cintas Le Mépris (El desprecio), Bande à Part (Banda aparte) y Alphaville, en las que se observa una tendencia a reescribir las reglas del cine.
Una forma innovadora de hacer películas
Hablar de Jean-Luc Godard significa hablar de libertad individual. Su trayectoria estuvo marcada por una obra amplia y de calidad, al mismo tiempo de un deseo por tomar riesgos y dejar una huella de originalidad. En sus películas se refleja un deseo por dejar una huella, lejos de los alardes de Hollywood.
El cine de Godard tuvo una estrecha relación con el lenguaje y la literatura. De esta forma, pudo construir un mundo de referencias que sirven como modo de expresión y vínculo comunicador con el espectador. Sus guiones, mayormente improvisados, no solo le dieron libertad creativa, sino que también estos estaban en una constante evolución que va tomando forma a lo largo del rodaje hasta el montaje final. Por ello, sus películas están llenas de mensajes que requieren ser decodificados y una búsqueda del sentido por parte de la audiencia.
Por ello, el cineasta es considerado un innovador por haber incorporado la literatura como medio de comunicación en el que el director busca exponer sus reflexiones. Así, por medio de las palabras, Godard busca exponer que el lenguaje es imperfecto, por lo que sus películas están dotadas de un lenguaje poético para encontrar un sentido al propio lenguaje y que sus personajes se sientan libres.