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The Paris Review: George Plimpton, el editor que vivió para contarlo

Hace poco tiempo, Acantilado publicó —en dos voluminosos y hermosos tomos— cerca de un centenar de entrevistas aparecidas en The Paris Review, icónica revista fundada en 1953 en París, pero que vivió su mayor tiempo en Nueva York, en el mismísimo departamento de George Plimpton, uno de sus editores y fundadores.

Escribe Ricardo Meinhold

La publicación en castellano de las más destacadas entrevistas aparecidas en The Paris Review —por la editorial Acantilado en dos bellos tomos de casi 3000 páginas—, se convirtió en una arriesgada apuesta editorial en plena pandemia. Y hoy leo las entusiastas reseñas sobre la calidad de las entrevistas —y de los entrevistados—, género que The Paris Review llevó a la excelencia. Lo que no mencionan dichas notas, y quizás desconozcan algunos de los afortunados compradores, es que aquellas entrevistas resumen el espíritu de la revista desde su primer número: dar cabida al quehacer literario más que a la crítica; no dejarla de lado, pero sí subordinarla a la creación poética, dramática o narrativa. De sus fundadores, quien mejor la representó —además de ser el más longevo de sus editores— fue George Plimpton.

Dos tomos con cerca de 3000 páginas convierten a The Paris Review (Acantilado, 2020) en un libro imprescindible para todo amante de la literatura y de las buenas entrevistas.

Plimpton no solo fue un editor fuera de serie, también fue unos de los miembros más originales de aquel ecléctico grupo que creó el llamado «nuevo periodismo» o, más bien, una variante que él bautizó como «periodismo participativo», que consistía en estar ahí en primera persona. No solo informar contando una historia, sino contarla desde dentro.

Proveniente de una familia distinguida, nació en Nueva York en 1927. Estudió en varias escuelas (fue expulsado de una de ellas) antes de ingresar a la Universidad de Harvard en 1944. Allí ensayó sus primeros escritos en The Harvard Lampoon, una revista de humor editada por estudiantes desde 1876; fue miembro también de varios clubes exclusivos de la universidad; sin embargo, tuvo que interrumpir sus estudios para cumplir el servicio militar, graduándose finalmente en 1950 y continuando inmediatamente sus estudios en Lengua inglesa en el King’s College de la Universidad de Cambridge en Inglaterra hasta 1952.

Luego en París en 1953 junto a los escritores Harold L. Humes y Peter Matthiessen fundó The Paris Review, revista que se caracterizó desde sus inicios por publicar nuevos escritores que con el tiempo se convertirían en grandes nombres del mundo literario como Philip Roth, Jack Kerouac, Italo Calvino, Jean Genet, Samuel Beckett o V. S. Naipaul, entre otros. William Styron, uno de sus primeros editores, lo dejó claro desde el primer número: dar la bienvenida en sus páginas a los buenos escritores y a los buenos poetas, a diferencia de las revistas literarias de entonces (y aún de ahora) que son principalmente de crítica. Y lo lograron. Actualmente la revista es una suerte de agencia literaria que conecta al escritor con la editorial.

George Plimpton fue su editor por cincuenta años y para él descubrir entre tantos manuscritos un texto que revelara un potencial poeta o escritor era una de las cosas más excitantes de su trabajo, emoción que contagiaba a todo su equipo que lideraba con encanto y pasión.

Casi al mismo tiempo empezaron las entrevistas, primero con E. M. Foster —a quien Plimpton conocía de sus épocas de Cambridge—, iniciando así la serie «Escritores en el trabajo» que con los años se volvió una sección importante y esperada de la revista. Lo que las caracterizaba era mostrar al lector el trabajo creativo desde dentro, la carpintería literaria, la ética propia de cada escritor, de cada creador. Para ello se realizaban las entrevistas en varios días, algunas veces incluso en plena proceso creativo. No eran entrevistas directas. Había un trabajo de edición donde el material era depurado hasta lo esencial, sin perder por ello su frescura y autenticidad.

Ahora canónica, la lista de los entrevistados produce vértigo: Graham Greene, W. H. Auden, Saul Bellow, Jorge Luis Borges, William Burroughs, Truman Capote, Isak Dinesen, T.S. Eliot, Ernest Hemingway, Norman Mailer, Henry Miller, Joyce Carol Oates, Dorothy Parker, Kurt Vonnegut, John Updike, Raymond Carver, James Baldwin, Ray Bradbury, Joan Didion, Susan Sontag, Milan Kundera, Gabriel García Márquez, George Steiner, Haruki Murakami, Hunter S. Thompson, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa… y no sigo porque me duelen los dedos de tanto teclear.

Pero Plimpton también fue un aventurero, espíritu que le permitió practicar (inventar) ese periodismo participativo que fue la otra actividad que rivalizó con la de editor. Publicadas desde 1958 principalmente en la prestigiosa revista Sports Illustrated, pero también en Esquire y Harper´s, sus crónicas y reportajes narraban la experiencia desde dentro como cuando jugó en el estadio de los Yankees lanzando para ambos equipos, o se enfrentó en una pelea de exhibición a tres rounds con el campeón mundial semipesado Archie Moore o esa ocasión en que bajo la dirección de Leonard Bernstein, tocó el y triangulo y los platillos con la Filarmónica de Nueva York. Éxitos y fracasos (sobre todo estos últimos) cuya experiencia plasmó en textos risueños y entrañables, pero sobre todo honestos. Como escribió alguna vez: «Por muchas humillaciones que sufriera, si uno seguía siendo el observador, lo que vivía y aprendía podía escribirse después. Y había mucho que contar».

En el año 2003, pocos meses después que The Paris Review cumpliera 50 años, George Plimpton murió mientras dormía —sin duda escribiendo algún reportaje imaginario— en su casa neoyorkina, donde también se editaba la revista.

En estos tiempos posmodernos donde tomar una foto con un smartphone, publicar una noticia, o emitir una opinión en Twitter y otras redes sociales convierte a cualquiera en «periodista» algo se hace extrañar: la honestidad y la responsabilidad. Porque en el pasado el reportero, el fotógrafo, el editor sabían que eran los ojos a través de los cuales los lectores y los ciudadanos podían entender mejor el complicado mundo que los rodeaba. Por eso en esta época de fake news e información sin ningún filtro, bien vale la pena acercarse al legado de George Plimpton y descubrir que el rigor y el entretenimiento pueden ser también las dos caras de una misma moneda.


Ricardo Meinhold Gálvez nació en Lima en 1971. Es editor y escritor. Ha colaborado para revistas como SOHO Perú y URL, Una revista de libros. Ha sido editor de la revista Beppo de la Escuela de Edición de Lima. Es especialista en finanzas y considera la edición como una manera de influir, para bien, pero sobre todo para mal, en la sociedad.

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