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Juan Carlos Cortés, de Abducción Editorial: «Creo que lo que más define la editorial es que lo hacemos porque nos gusta».

Escribe Talía Chang

Sacar adelante una editorial independiente es un reto, y más en un país como Chile, donde la competencia multinacional es una de las más fuertes de la región. Sin embargo, gracias al trabajo de Juan Carlos Cortés y su equipo, Abducción Editorial tiene siete años de vida y sus libros son algunos de los más buscados en la Furia del Libro, la feria de editoriales independientes más grande de Chile.

Pasando de la ciencia ficción a la poesía japonesa, Abducción ha cambiado mucho a lo largo de los años, pero nunca se aleja de su meta principal: el placer de llevar al lector a otro mundo, con una propuesta editorial novedosa y de calidad. Conversamos con Juan Carlos Cortés para que nos cuente un poco lo que ha sido su desarrollo.

¿Cuánto tiempo con este proyecto en marcha?

Este es el séptimo año que tenemos como editorial. En un comienzo, todas las editoriales, como todos los proyectos artísticos, tienen un deseo muy grande de definirse. Se llama Abducción por algo, partimos muy enfocados en la ciencia ficción. Empezamos con Burocracia de Santiago Ambao, un autor argentino que saca libros en España, y es ciencia ficción dura. Yo creo que en ese tiempo teníamos un formato semiformal. También Opio en las nubes, que antes solía circular en fotocopias; nosotros conseguimos los derechos y lo publicamos, pero allí ya se nota que salimos un poco de la ciencia ficción, es más fantasmagórico. En un inicio parecía que nos íbamos por ese lado. Ahora, si uno entra a nuestra página o a nuestras redes sociales, podrá ver que publicamos los libros que nos gustan. Y ese es el filtro: libros que nos gusten. Ahora somos más otakus, sacamos libros japoneses como el de Chika Sagawa, que es una de las primeras veces que sale una edición en español. Este año vamos a sacar otro de Juno Uza, un compadre que hizo una de las primeras novelas de ciencia ficción en Japón. Igual ahora se están mezclando un poco las cosas, pero en general nuestra definición es esa: publicar las cosas que nos gusten. Y estamos en un sector cultural muy específico también. Nosotros tenemos una librería, y allí se nota que nuestros gustos por la literatura de género, no solamente de género literario, sino de diversidad, LGTBIQ+, las cosas asiáticas, las cosas chinas, japonesas, por allí vamos. Creo que lo que más define la editorial es que lo hacemos porque nos gusta, y lo pasamos bacán haciéndolo, y creo que va a seguir viva mientras sigamos haciéndolo así.

Burocracia, de Santiago Ambao. Abducción Editorial, 2016.

Se puede ver que la editorial ha cambiado bastante de formato. Al comienzo se veían un poco como Tusquets y ahora tienen muchas estéticas.

Sí, de hecho, sacamos el formato de Tusquets, incluso la forma como está escrita la contratapa: poner una cita, hablar un poco del plot, un poco del autor. Ahora somos más escuetos. Por ejemplo, en el de Philip K. Dick pusimos «uno de los maestros de la ciencia ficción», en otro pusimos «se trata de unos amigos que tienen una banda». Me parece que en general, las editoriales en Chile desde hace unos cinco años estábamos todos anagramizados, todos queríamos ser Anagrama, o Tusquets. A las finales, la edición independiente va por un lado muy distinto. Nosotros por ejemplo ahora hacemos cosas más visuales. Antes no nos preocupaban estas cosas. Pero ahora ponemos diseños en el reverso, hojas de guarda de otro color, de otro material. Somos un equipo de cuatro personas, pero yo era el más motivado. Hacía muchas directrices, y antes yo leía en Kindle, entonces no tenía un apego al libro-objeto. Ahora que tenemos una librería hemos aprendido muchísimo que el libro sea una experiencia. Entonces sí, ha cambiado caleta (mucho).

Un ejemplo es Ducks Space. Es de un cantautor gringo, Daniel Johnston. Kurt Kobain usaba la polera de su disco Hi, How Are You? Es el más famoso, el que tiene una ranita, por eso mucha gente lo conocía. Este loco hace una música enfermísima, y por lo mismo este cómic son patos espaciales que van a matar al diablo de su planeta para erradicar el mal del mundo.

Space Ducks, de Daniel Johnston. Abducción Editorial, 2019.

Tienen ciencia ficción, anime, Rafael Chaparro que tiene un nicho específico, y el cantante Daniel Johnston.

Sí, todos son de nicho, pero un nicho que está en crecimiento. Por ejemplo, el de Rafael Chaparro, cuando lo tenemos en feria, mucha gente que lo leyó en fotocopias hace mucho tiempo —sobre todo porque es una novela súper juvenil— y cuando lo ven se sorprenden: «¡Oh, no sabía que existía el libro!». Además, como nosotros nos distribuimos en librerías independientes y por nuestras redes sociales, mucha gente que compra en librerías de cadena, como Antártica y Librería Chilena, que son las de mall, en general no se encuentra con este libro. La gente se sorprende mucho cuando lo encuentra.

Opio en las nubes, de Rafael Chaparro. Abducción Editorial, 2016.

¿Cómo les ha ido el 2020?

El 2020 estuvimos parados por el tema del dinero, hay mucho trabajo que nosotros hacemos gratis, pero imprimir es el problema. 

Imprimir es, a veces, más de la mitad del presupuesto.

Sí, es muy caro, hay que tener capacidad de inversión en ese momento. Pero, por otro lado, el 2020 fue bacán porque todos estuvieron encerrados, y tú podías hablar con todo el mundo por internet. Entonces hablamos con mucha gente, con muchos autores, y el 2021 vamos a sacar seis libros. Nosotros éramos una editorial que sacaba dos libros al año, y ahora nos pegamos el salto a seis. Así que en realidad de lo malo salió algo bueno. Este 2021, como te adelantaba, viene un libro de Juno Uza; también se viene una autora francesa, Anne Scott, que es conocida en Francia, pero en el extranjero más se conoce porque es amiga de Virginie Despentes, la de Teoría King Kong, es la que estaba con la Despentes cuando pasó lo que cuenta en ese libro. Igual ella (Despentes) es el enganche, más allá de ser una gran escritora. En nuestra librería nos enfocamos principalmente en publicaciones independientes, entonces tenemos muchos fanzines, también revistas que hacen agrupaciones o artistas solos, y de allí sacamos libros visuales que también vamos a publicar, entre otras cosas.

¿Qué es la Furia del Libro?

La Furia es la feria más bacán de Chile, no hay duda de eso. Es incluso más importante que la Filsa. Lo que pasa es que los actores que la hacen son muy distintos. La Filsa en el fondo es la feria hecha por las grandes industrias, entonces son puestos que cuestan como tres millones de pesos, para nosotros es imposible asistir. En general, entre los independientes se agrupan para estar presentes allí, o piden fondos. De ese modo la inscripción está pagada por el Ministerio de Cultura. No obstante, la Filsa está tomada por dos o tres editoriales que son las transnacionales, como Planeta o Penguin Random House. En el fondo, el público que va se guía por eso, porque son las cosas que ya conocen, pero hay pocas propuestas.

En cambio, la Furia, que creo que tiene más de diez años, inició muy chica. Se hace en el GAM (Centro Cultural Gabriela Mistral), que está cerca de la plaza de la Dignidad, y es un encuentro. Porque en la Filsa trabajan vendedores, pero en la Furia trabajan los editores. Esa es la gran diferencia. Tú vas y conversas con las personas, los conoces; las actividades son bacanes; y escritores chilenos realmente actuales están presentes en las charlas. Tampoco es por desmerecer tanto a la Filsa, pero el contraste es muy grande, es la gran empresa contra la empresa a la que le importa. Por ejemplo, en la Filsa te encuentras a Hernán Rivera Letelier todos los años, que, si bien es un gran escritor, en Chile todos los años hay escritores nuevos que son interesantes, y eso no se ve.

Nosotros llegamos a la Furia en nuestro primer año de editorial. Los organizadores fueron muy generosos, nos conocíamos un poco y nos permitieron tener un stand que era muy pequeño. Nos fue bacán, vendimos caleta. Un poco porque en ese tiempo vendíamos con el corazón, nos desmadrábamos vendiendo los libros. Ahora tenemos un stand completo y se venden solos, ya tienen vida propia. Eso es algo que se agradece caleta, dan espacio a editoriales nuevas, respetan también a las que están hace tiempo metidas, en el fondo siento que la Furia es trabajo entre amigos, de gente que le interesa y que estudió la cosa. Yo fui al magíster de Edición de la Universidad Diego Portales y muchos de los que fuimos allá tenemos editoriales y trabajamos así.

¿Qué se debe editar, por ejemplo, para autores que ya están publicados, que ya tienen como cierto nombre, cierta tradición, como Chaparro o Philip K. Dick? Porque un autor nuevo, en cierta forma, se puede moldear, pero un autor consagrado es distinto.

Con los chicos siempre bromeamos con que debemos trabajar con autores muertos. Los vivos son complicados, no les gusta que les toquen la obra, y tienen opinión para todo. Ojo, está bien que se involucren.

Entonces con autores consagrados, como Philip K. Dick, lo que hicimos fue una traducción en latinoamericano, no en «españolísimo». Philip K. Dick está traducido en España y está traducido con joder o coño. Para nosotros es un poco incómodo leerlo así. Además, en las traducciones españolas, por desvirtuación del monopolio que tienen, todas sus obras se parecen; si tú lees Anagrama, todos los libros son iguales. Con autores consagrados es interesante el ejercicio de traducirlos para Latinoamérica. En Argentina eso se hace bastante, suelen traducirlo en argentino, como para ellos mismos. Lo de las traducciones es una discusión gigante, pero lo ideal es que suene local para todos.

Humano es, de Phillip K. Dick. Abducción Editorial, 2018.

Por otro lado, lo que ocurre con autores consagrados como Chaparro es que muchos no tienen distribución, a menos que estén editados en España. Es un buen ejercicio localizarlos dentro de Latinoamérica. Por ejemplo, traer para acá a un autor mexicano, peruano o colombiano, y en otros sellos aparte de los que los han publicado. Del mismo modo, a nuestros autores chilenos llevarlos a otras partes mediante alianzas, y que se hagan conocidos así.  

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