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Alfredo González Prada: el custodio del Apóstol de la muerte

Según el crítico literario Luis Alberto Sánchez, fue un escritor «escritor conciso, refinado y culto», sin que ello le haya hecho justicia a su obra. En esta nota, conoceremos un poco más acerca de la labor Alfredo González Prada, como autor y editor, a quien debemos el cuidado y divulgación de la obra de su padre, Manuel González Prada.

La obra de Alfredo González Prada inició entre los intrincados senderos de la poesía. De hecho, sus inicios se gestaron en el legendario grupo Colónida, liderado por Abraham Valdelomar. Sin embargo, pronto forjó una carrera diplomática que lo llevaría a radicar fuera del Perú durante muchos años. Sin embargo, esto no truncó su vínculo con las letras, pues ejerció como compilador y editor de muchas de las obras de su padre, el llamado Apóstol de la muerte Manuel González Prada.

En paralelo, también tuvo un breve paso por la prensa peruana, como redactor del diario La Prensa. En tanto, mientras fungía como miembro activo de Colónida realizó una contribución a la antología poética Las voces múltiples (1916). En tanto, se dice que abandonó la carrera diplomática debido a que tras el ascenso al poder de Luis Miguel Sánchez Cerro el 8 de diciembre de 1931, Luis Miró Quesada de la Guerra, codirector del diario El Comercio, fue nombrado canciller; por tanto, González Prada decidió no trabajar al lado de quien fue enemigo de su padre durante muchos años.

Tras ello y la muerte de Felipe, su único hijo, en 1933, Alfredo se dedicaría a recorrer Europa, parte de Sudamérica y Estados Unidos, a la vez que se encargaba del manejo de distintos emprendimientos editoriales. Por ejemplo, fue el encargado de publicar Elegías de la cabeza loca (1937), del poeta Alberto Ureta, al igual que Pensamientos, de Fernando Tola. Su proyecto más ambicioso fue la recopilación y edición de nueve volúmenes de la prolífica obra de su padre, las cuales fueron publicadas en una exquisita edición. Dicha tarea no fue fácil, ya que González Prada dejó una vasta obra dispersa en manuscritos muchas veces indescifrables y algunos de ellos perdidos. La titánica labor fue continuada por Luis Alberto Sánchez.

Su cercanía con el círculo literario lo llevó a cooperar con el poeta César Vallejo —y a escribir un estudio sobre su obra—, así como también con José Carlos Mariátegui, entre otros intelectuales de la época. Alfredo González Prada falleció el 27 de junio de 1943, tras lanzarse del piso 22 del edificio Hampshire House de Nueva York, frente al Central Park.

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