Este 27 de abril se cumplen 135 años del nacimiento del escritor peruano Abraham Valdelomar, uno de los principales cuentistas, junto a Julio Ramón Ribeyro. Su obra representó el tránsito del modernismo a la vanguardia, por lo que es considerado el forjador de la literatura peruana contemporánea al lado de José María Eguren y César Vallejo.
Abraham Valdelomar es un personaje que no necesita presentación. Según la crítica, fue un escritor calificado de integral, un calificativo que pocas veces se da en el Perú. Su producción literaria reflejó una coherencia estética, tanto en su faceta como narrador, poeta y periodista. Uno de sus principales logros fue ser el pionero del cuento moderno en la literatura peruana. Superó las tradiciones de Ricardo Palma y toda aquella nación sin matices que había estado presente desde mediados del siglo XIX. Sus relatos, los cuales el mismo llamó «criollos», en los que compaginó la visión trágica de la vida con su extremo. También, representó la armonía del mundo familiar en la provincia, a través de los recuerdos evocados de la infancia.
Nacido el 27 de abril de 1888, en el departamento de Ica. A una edad temprana, su familia se trasladó al puerto de Pisco, donde cursó la primaria, la cual culminó en Chincha. Más adelante, se mudó a Lima para cursar la educación secundaria. En 1905, ingresó a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, pero abandonó los estudios al año siguiente para incursionar en el periodismo. Trabajó como dibujante en las revistas Aplausos y silbidos, Monos y Monadas, Actualidades, Cinema y Gil Blas, en la que también se desempeñó como director artístico. En 1909, aparecen publicados sus primeros versos en la revista Contemporáneos. Al año siguiente, sus cuentos fueron publicados en las revistas Variedades e Ilustración Peruana. Asimismo, fueron apareciendo por entregas sus novelas cortas La ciudad de los tísicos y La ciudad muerta.
A partir de 1915, Valdelomar comenzó a colaborar con el diario La Prensa, donde tuvo a su cargo la sección «Palabras», dedicada a la crónica política. Se hizo popular por sus burlas a los políticos del momento y es ahí donde comenzó a hacerse conocido por su pseudónimo del «Conde de Lemos». Además, escribió los llamados Cuentos chinos, en los que hacía una crítica a la Óscar R. Benavides. En el mismo periódico, publicó sus «Crónicas frágiles» y los «Diálogos máximos», en los que transmitía sus conversaciones con José Carlos Mariátegui. Además, de sus crómicas «Impresiones» y la columna «Fuegos fatuos». Por esos años, frecuentaba el Palais Concert, ubicado en el jirón de la Unión, un punto de encuentro de importantes personalidades del momento,
En 1916, fundó la revista Colónida, con la que inició un movimiento intelectual del mismo nombre. Este logró juntar a una generación de artistas y escritores que buscaban la ruptura con el academismo hispano, y la libre renovación de temas y estilos. En ese mismo año, publicaron Las voces múltiples, en el que destacaron los poemas más conocidos de Valdelomar: «Tristitia» y «El hermano ausente en la cena pascual». Sin embargo, el escritor destacaría por sus creaciones en el campo de la narrativa cuentística. Sus cuentos fueron publicados en periódicos y revistas, los cuales reunió en dos volúmenes: El caballero carmelo y Los hijos del Sol. Estando en Ayacucho, sufrió una caída que le causó una fractura en la columna vertebral. Con apenas treinta y un años, Abraham Valdelomar falleció el 3 de noviembre de 1919.
Un patrimonio cultural
Este 2023, gracias a una solicitud de la Biblioteca Nacional del Perú, cinco unidades bibliográficas de Abraham Valdelomar, escritas entre 1914 y 1921, han sido declaradas Patrimonio Cultural de la Nación. Las obras corresponden a las cinco primeras ediciones de la producción del escritor, las cuales representan una gran relevancia, importancia, valor y significado para la cultura del Perú.
Estas obras corresponden a cuentos, ensayos, libros y poemas históricos, cuyas características permiten diferenciarlas de otros ejemplares, permitiendo conocer su historia y procedencia. Estos ejemplares contienen autógrafas y dedicatorias Valdelomar a Ricardo Palma, Raúl Porras Barrenechea y José María Eguren. Además, contienen anotaciones hechas por Manuel Beltroy.