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Celebrando a Lima

La capital peruana está de fiesta. Veamos algunas ocasiones donde su presencia se hace sentir más allá de una mención honrosa.

Escribe Juan Molina

Imagen: Pasado, presente y futuro, de Sherman Meléndez

Lima cumple un año más de vida. Fundada en 1535, la Ciudad de los Reyes está presente en la literatura peruana desde sus inicios y ha sido configurada desde diferentes puntos de vista. Las costumbres de su gente, el espacio físico y una miríada de sucesos históricos la han marcado en sus más de 480 años de creación con la llegada de los españoles al territorio incaico. A continuación, presentamos algunas ocasiones donde ha sido la protagonista:

Acta de fundación de la ciudad de los Reyes del Perú (1535)

Es el más antiguo documento, del que se tiene registro, donde se menciona a la capital peruana. En ella se establece el traslado de la capital desde la zona andina de Jauja a esta parte de la costa porque: «el dícho pueblo de xauxa se fundo arríba en la sierra no estava vísto para que el dícho pueblo estuvíese mejor fundado». En el mismo documento se establece que hubo una inspección de la zona, lo que dio como resultado que nuestra actual ciudad fuese el lugar perfecto para evangelizar a los indios y vivir como católicos. Además, se señala que «se llame desde agora para siempre jamas la cíbdad de los Reyes el qual hizo y poblo en nombre de la Santísíma trinidad».

Acta de Fundación Original de la Ciudad de Lima expuesta en la Biblioteca Municipal de Lima. Fuente: diario El Comercio

«El Perú es Lima» 

Una de los silogismos más conocidos por los peruanos se le atribuye al escritor Abraham Valdelomar. La frase dice: «El Perú es Lima, Lima es el Jirón de la Unión, el Jirón de la Unión es el Palais Concert y el Palais Concert soy yo». Por ese tiempo, la frase hace referencia a la ciudad capital como el centro de la vida intelectual. Como director de la revista Colónida, el Conde de Lemos se encargó de reunir a los más notables pensadores jóvenes de su época, como Eguren, Mariátegui y Vallejo, quienes fueron parte de aquel grupo iconoclasta que surgió en Lima hace ya un siglo.

El interior del Palais Concert

Lima de veras (1948) – Chabuca Granda

Lima no es una mención en una frase estrambótica o el espacio donde se desarrolla algún acontecimiento real o ficticio. Lima es un organismo vivo que respira, llora y, en especial, canta. La famosa compositora de valses criollos lo sabía y dedicó esta magnífica pieza a la hermosa ciudad que la vio florecer. Con su marinera y sus personajes pintorescos, la letra expresa los bailes propios de la ciudad y las añoranzas de un pasado esplendoroso.

Tus siluetas recortadas quitan luz al paredón

La callecita engalanada cede paso a la ilusión

Sombras que ocultan miradas, celos de inmensa pasión

Coquetería desgranada en jaranas de cajón 

Chabuca Granda (1920-1983)

Lima, la horrible (1964) – Augusto Salazar Bondy

Desde su aparición, fue considerado como un texto desafiante —e incluso traicionero— por las cúpulas intelectuales de la época. Salazar Bondy aseveró que Lima era fea porque toda su estructura social se basaba en el falso enaltecimiento de un glorioso pasado colonial. De esta forma, en Lima se observaba su vana belleza barroca que «lo tiraron abajo los sismos, la putrefacción, la polilla, los alcaldes». Mientras tanto, la juventud limeña se iba adoctrinando, involucionaba desde la rebeldía hasta el conservadurismo y esa es la sociedad que heredaba la ciudad de los Reyes.

Lima la horrible, en edición de Populibros Peruanos

Mañana, las ratas (1984) – José B. Adolph

Es el año 2034. Los estados-nación han desaparecido, y Lima ha dejado de ser una capital como tal. La ciudad original se encuentra en una podredumbre terrible donde diversas agrupaciones marginales han empezado a invadir sus calles y llamar a la reforma. Los recuerdos y anécdotas de Tony Tréveris marcarán el camino desolador que enfrentan sus calles: las avenidas Larco, Arequipa, Vega y Tacna ahora son atravesados por una enorme vía expresa en la cual está permitido atropellar a los transeúntes que no usan los puentes peatonales. El Centro Cívico y sus alrededores se encuentran infestados de las «ratas», seres humanos rechazados por las grandes corporaciones; mientras tanto, el interior del Cerro San Cristóbal se ha convertido en la base de operaciones del Directorio Regional.

Mañana, las Ratas (Minotauro, 2020)

Este es mi mundo este es mi Dios (1999) – Juan Manuel Champi

Es de noche en la ciudad. Los edificios nacen de una bruma azul que bien podría ser el Río Hablador, o simplemente una calle mal iluminada. Lo cierto es que estos pequeños rascacielos de Lima se encuentran doblemente empequeñecidos: hay un puente que, de estar de pie, podría ser lo más alto de esta obra del pintor arequipeño; mientras que la imponente cruz del Cerro San Cristóbal brilla en el centro y arriba del cuadro, que marca la altura máxima del antiguo apu de la ciudad de Lima; alrededor de su larga falda, las luces tratan de alcanzar la cima, lo que da la ilusión que el cerro está danzando. Está vivo. Los edificios, por su lado, hacen su último manotazo de ahogado usando su reflejo para crecer; pero es inútil, como todo reflejo se termina por desvanecer en el infinito.

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