La forma en que se dividen las palabras define cómo se estudian y se usan. Así se pueden catalogar las lenguas según su morfología.
La morfología es una disciplina de la lingüística que se encarga de la estructura interna de las palabras, las reglas de formación y las maneras en que se relacionan entre sí. La palabra proviene de morfo-, que significa forma, y –logía, estudio o conocimiento. La unidad mínima de estudio en esta área es el morfema, que se define como la unidad más pequeña con significado en la lengua.
La morfología clasifica las lenguas en tres grupos:
Lenguas aislantes
Estas son aquellas lenguas cuyas palabras se forman por componentes con significado propio, fácilmente separables a menudo por una sola sílaba. A este grupo pertenecen muchas lenguas asiáticas.
Lenguas aglutinantes
Este grupo está constituido por las lenguas cuyas palabras se componen por lexemas y afijos claramente separables; cada uno con un significado referencial o gramatical bien definido. Algunas de estas lenguas son el japonés o euskera.
Lenguas fusionantes
A este conjunto pertenecen aquellas lenguas cuyas palabras se pueden estructurar en afijos y lexemas, similar a las aglutinantes, pero al contrario de estas los límites entre los morfemas son difíciles de distinguir por la tendencia a fusionarse entre sí. En este grupo se encuentran el español y el portugués.
Cabe señalar que algunas lenguas no pertenecen a ninguno de los tres grupos.