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Cuatro características de la redacción científica

Elaborar un texto científico puede parecer abrumador debido a la rigidez que define al campo de estudio. Aquí presentamos algunos puntos a tener en cuenta.

La redacción científica es una forma de redactar que sirve para informar observaciones y resultados de determinada investigación en una manera regida por convenciones específicas. Debido a su público objetivo, la lectura de este tipo de texto no es para el público en general, y se caracteriza por ser muy rígida, directa y tener términos poco comprensibles para personas externas al ámbito de investigación.

A continuación, algunas características de este tipo de escritura.

Precisión

Al escribir un texto científico, es necesario apegarse a la idea de un modo exacto, sin adornos retóricos. El lector debe percibir únicamente lo que el autor tiene en mente. Por ello, deben usarse las palabras con la mayor propiedad y precisión posibles, con su significado o sentido peculiar, de manera que exista una correspondencia directa entre el significado y el concepto que con ellas se quiere expresar.

Claridad

Las ideas deben ser presentadas de forma simple, transparente y directa, de manera que su comprensión sea rápida, sin ambigüedades, redondeos o juegos retóricos. Esto implica también que las oraciones y palabras estén organizadas de manera que se pueda acceder a la idea de manera directa.

Brevedad

Las ideas se deben presentar en pocas palabras, sin oraciones introductorias o frases que alarguen la comprensión. Las palabras deben transferir información directa hacia el cerebro del lector, sin ambigüedades. Mientras menos palabras se usen y más precisas sean, el texto será mejor recibido, y con ello la idea que buscas transmitir.

Variedad

A pesar de que se aconseja tener precisión, claridad y brevedad al presentar las ideas y no emplear demasiados recursos retóricos, es necesario no abusar de la monotonía de las palabras y frases. La repetición solo demuestra que el escritor tiene un repertorio léxico pobre. Es necesario mantener un punto medio entre la sobrecarga de recursos retóricos y la repetición, de manera que el lector se mantenga entretenido y comprenda nuestras ideas a la primera.

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