Cada 23 de abril se celebra el Día Internacional del Libro en diversos países del mundo. Esta celebración se oficializó en 1996 y, al año siguiente, los autores y los lectores agendaron esta fecha con la finalidad de aplaudir las creaciones, fomentar la lectura y difundir la industria editorial. El Perú no ha sido ajeno a esta festividad, por lo que en este día las librerías y organizaciones culturales llevan a cabo diversas actividades relacionadas a promover el gusto por los libros.
Los libros son mágicos. Son capaces de transportarnos a mundos nunca imaginados, a épocas pasadas y futuras, y estar en contacto con diversos personajes gracias al poder de la imaginación. Desde nuestra niñez hasta la vejez, los libros siempre nos han acompañado en las diversas etapas de la vida. No solo nos han enseñado a desarrollar habilidades en el lenguaje, sino que también han potenciado nuestra capacidad creativa e intuitiva. Al estar en contacto con ellos tenemos la oportunidad de compartir conocimiento, crear comunidades y conectarnos con lectores de otras partes del mundo. Por ello, en el Día Internacional del Libro es preciso rendirles un homenaje por abrirnos la posibilidad de realizar grandes viajes a pesar de la distancia.
¿Por qué se celebra el 23 de abril?
Esta fecha se debe a que el 23 de abril de 1616 murieron los escritores Miguel de Cervantes, William Shakespeare y Garcilaso de la Vega. Este día también coincide con la muerte y el nacimiento de otras figuras literarias como Maurice Druon, Haldor K. Laxness, Vladimir Nabokov, Josep Pla, Manuel Mejía Vallejo y William Wordsworth. Sin embargo, el primer Día Internacional del Libro se celebró el 7 de octubre de 1926. De acuerdo con el portal de National Geographic, Fue el escritor catalán Clavel Andrés, quien tuvo la idea de conmemorar el natalicio de Cervantes, por lo que propuso de establecer un día oficial a la Cámara Oficial del Libro de Barcelona. Desde ese entonces, el 7 de octubre quedó marcado como la Fiesta del Libro Español. Dos años más tarde, Clavel replicó esta proposición en Cataluña y Madrid.
¿Cómo se creó el Día Internacional del Libro?
En 1995, la Unesco aprobó celebrar este día tras la propuesta de la Unión Internacional de Editores de fomentar la cultura literaria y protección de la propiedad intelectual. En ese sentido, la organización tiene el objetivo de apoyar la creatividad, la diversidad y la igualdad de acceso al conocimiento; así también como defender el libro y el derecho del autor. No fue sino hasta el año siguiente, en el que los autores y lectores decidieron llevar a cabo una serie de actividades para festejar a las creaciones.
Con el fin de nutrir la tradición, cada año, la Unesco elige a una ciudad en específico como la capital mundial del libro. Así, incentiva una venta accesible para todos los habitantes del lugar seleccionado y se incentiva la lectura por medio de diversas actividades culturales. En 2001, la primera capital del libro fue Madrid. Un año después, fue el turno de Alejandría. Hasta el momento, dentro de América Latina, las ciudades seleccionadas han sido Bogotá, Buenos Aires y Guadalajara.
Perú: La importancia de las librerías y la industria editorial
Dentro del contexto peruano, los lectores tienen la oportunidad de asistir a diversos eventos orientados a influenciar la pasión por la lectura. Gracias al Ministerio de Cultura, se han venido promocionando una serie de actividades que han logrado que las librerías locales organicen la «Noche de Librerías» y ofrezcan descuentos al público. Dentro del circuito nacional, se puede apreciar que han ido apareciendo cadenas de librerías, así también como independientes. Estas han demostrado presentar una atmósfera distinta, a partir del cual buscan establecer una conexión diferente con el lector. Guillermo Rivas, gerente de Book Vivant, destaca que «las librerías siempre han sido espacios de transformación y de encuentro, refugio de la diversidad y la tolerancia. Por ello, permiten establecer conversaciones, exponer ideas, aprender, aceptar lo diferente, y que uno pueda divertirse».
En el ámbito local, una de las librerías que ha está dejando un impacto es La Rebelde, la cual busca visibilizar la literatura femenina. Soledad Cunliffe, una de las fundadoras, destaca que «hoy es hora de leer lo que están escribiendo las mujeres, de descubrir a grandes autoras que pasaron desapercibidas en su momento, y a conversar sobre este y muchos otros temas. Nuestras sociedades están cambiando y la literatura va cambiando con ella». Asimismo, hace énfasis en que «cada vez hay más mujeres en todas las etapas de la cadena del libro: escritoras, editoras, agentes, libreras y, por supuesto, lectoras».
Por ello, se debe resaltar que las librerías han venido cumpliendo un rol fundamental en la sociedad peruana, que es el de impartir la lectura. Sin embargo, esta tarea no sería posible gracias a los libreros, quienes son considerados más que un vendedor: se convierten en nuestros amigos y nos ayudan a seleccionar los títulos que van acorde a nuestro perfil. En muchas ocasiones, su memoria es una especie de bases de datos que acierta ante las peticiones del cliente. Así, se va construyendo una empatía con el cliente. Respecto a la labor de los libreros, Rivas afirma que «vender libros es algo más que un comercio de productos: se necesitan habilidades específicas. Es necesario una amplia aptitud para el diálogo y una gran capacidad de escucha. Para vender almas, el librero no solo debe ser un lector dedicado, sino también un lector de lectores».
También, hay que tener en cuenta cuál ha sido el papel de la industria editorial peruana respecto al fomento del gusto de los libros. Más que una empresa enfocada a la producción de materiales, se ha podido apreciar que han ido apariendo títulos con los que se buscan satisfacer las diversas expectativas y gustos del público. Para Gracia Angulo, editora de publicaciones de la Biblioteca Nacional del Perú, «la esencia de la industria la constituyen los lectores, sin quienes la industria no existiría. Es pensando en ellos que los editores desarrollan un trabajo de curatorial para construir un catálogo que genere interés». En nuestro país, los sellos transnacionales e independientes han ido marcando un crecimiento, el cual ha permitido acercar la lectura al público. Angulo destaca que, «aunque el confinamiento constituyó una brecha que aún no se ha superado del todo, hay cierto repunte en la industria ante el regreso de las ferias y otros espacios de difusión. Además de la ampliación de los canales de venta, sobre todo para editoriales pequeñas, que se abrieron en la pandemia».