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El intervalo del diablo, Alfredo De Cossio

Alfredo de Cossío: «Escribir, para mí, es un acto de descubrimiento. Uno descubre su novela mientras la escribe».

A propósito de la reciente publicación de la novela El intervalo del diablo (Colmillo Blanco), entrevistamos al escritor peruano Alfredo de Cossío para hablar acerca de los temas que motivaron la historia detrás de la obra, así como las fuentes de inspiración y las causas.

Entrevista Erick Saavedra

El intervalo del diablo se presentará este jueves 25 de marzo a las 8:00 p. m. a través del Facebook de la editorial Colmillo Blanco. Los comentarios estarán a cargo de los escritores Erick Benites y Luis Francisco Palomino.

La novela muestra la conexión entre dos mundos diferentes, Europa y Perú. Va de frente a la acción y a partir de ahí se desarrollan los personajes.

Para mí es muy importante que la lectura sea fácil. Puedo disfrutar de una literatura muy lírica, aprecio mucho a los autores que tratan de construir el lenguaje de sus novelas; pero cuando yo escribo, lo que quiero es que el lector se enganche y se le haga fácil, que cuando se dé cuenta ya haya leído cuarenta páginas en veinte minutos. Es lo que a mí me gusta. Siempre estoy pensando en crear contenido interesante, en la historia, en los personajes. Soy amante de los escritores que crean sus propios mundos, aquellos que ponen la mirada en los aspectos de la sociedad que no mucha gente conoce, como el black metal noruego.

Se presentará este 25 de marzo a las 8:00 p. m. Los comentarios estarán a cargo de los escritores Erick Benites y Luis Francisco Palomino.
Ya está disponible en la librería El Virrey.

Hay un cuento brillante del chileno Álvaro Bisama titulado «Death Metal». ¿Qué otro referente en la literatura latinoamericana podemos encontrar que hable acerca de metal extremo?

¿Que hable del heavy metal extremo? No se me viene a la cabeza ninguno. ¿Si tuve alguna fuente de inspiración específica? No, no con el tema. Mi fuente de inspiración fue la música. Para escribir una novela acerca de esto iba a un concierto de una banda que se llama Amon Amarth, una banda sueca de death metal, y curioseando en el evento de Facebook vi que muchos participantes del concierto tenían fotos como las de los álbumes de los músicos de black metal noruego, con cruces invertidas, caras pintadas de blanco y negro —lo que se llama corpse paint—, una tumba y una lápida. Entonces me llamó mucho la atención, y dije «acá hay mucho material». Y comencé a escribir un poco sobre los personajes, la trama. Me inspiré de dos fuentes, la primera fueron algunas novelas de Don DeLillo, que es un autor ítalo-americano, uno de mis autores preferidos; y las películas de los hermanos Coen, como The Big Lebowski o Barton Fink, donde los personajes se ven envueltos en situaciones caóticas, fuera de su control, conocen gente que los meten en conspiraciones o de repente tienen un amigo obsesivo que los mete en problemas. Agarré esos elementos y fui pensando en la novela.

Se nota bastante esa dinámica conflictiva que acabas de exponer y también, la estética de estas bandas. También es una experiencia porque, en Latinoamérica, lo religioso es un tema tabú; y el death metal es uno de esos géneros musicales que toma referentes religiosos.

La novela trata sobre el black metal, ese estilo es el que tiene esa onda pagana, anticristiana. Yo escucho todo tipo de heavy metal, incluido el black metal; conozco varias bandas, tengo discos. Pero descubrí que había una corriente de black metal peruano —que en la novela se exagera—. Ese fue el punto de partida. Digamos que en la superficie la novela trata de la movida del black metal en el Perú, pero el tema que yo quería desarrollar era la identidad: cómo los jóvenes a veces buscan los aspectos más incomprendidos o antisociales para imponerse en la sociedad, para decir «aquí estoy y así soy». Nosotros somos una sociedad religiosa, mayormente cristiana, católica y conservadora, y qué mayor forma de alienación que alguien buscando la música nórdica, tan ajena a nuestra realidad, que ataca los valores cristianos típicos de nuestra sociedad. Yo dije: «Uy no, aquí tenemos un tema bueno para la novela».

Es interesante el conflicto de la identidad, aquello con lo que uno se identifica y la herencia que tiene de Latinoamérica.

Sí, para mí era muy importante. Muchos de estos temas, de esos conflictos, se me fueron ocurriendo mientras escribía. No soy de esos escritores que tienen todo mapeado al comenzar. Como dice Paul Auster, «si ya tengo todo en mi cabeza, ¿para qué escribir?». Escribir, para mí, es un acto de descubrimiento; uno descubre su novela mientras la escribe. Todo el tema de la peruanidad que aparece en la novela, y mucho de la figura paterna del Tincho, el papá de Satana, se me fue ocurriendo mientras la escribía. Y planteo preguntas. Me gustan mucho las novelas que plantea inquietudes, interrogantes y no plantea respuestas; es lo mejor de todo. Primero, a un músico, a un artista: ¿qué lo hace peruano? En realidad, estas preguntas se pueden aplicar a cualquiera: ¿qué nos hace peruanos?, ¿qué es ser peruano?, ¿soy menos peruano porque toco música nórdica?, ¿o soy más peruano si cambio y ya no toco black metal, sino cumbia? Estas preguntas se me ocurrían mientras escribía la novela, y las introduje para usarlas como parte de la narrativa.

Estamos en el año del bicentenario, así que es interesante tratar el tema de la identidad peruana con algo que nos es ajeno, como el black metal. Por otro lado, ¿por qué optaste por juntar dos realidades tan diferentes como la de Perú y los países nórdicos?

Me parece bacán la idea de una novela en la que nos adentramos en un ambiente tan ajeno, a lo que se considera normal en otras sociedades, porque solo hablamos de bandas que no tocan heavy metal únicamente, sino que han escogido tocar el tipo de metal más extremo y que tiene detrás una filosofía o una historia muy cargada de violencia. Toda la parte de la historia de la banda Mayhem es verdad, no lo inventé yo. Quería que el lector conozca algo, que si no es por la novela nunca lo va a conocer, o nunca va a saber que existe. De esa manera busqué plantear un cuestionamiento interesante de quiénes somos, qué nos hace peruanos, cuál es nuestra forma de pensar. Mientras más escribía, más se metía en mi cabeza la idea de que no solo sería una movida musical, sino que lo iba a convertir en una tribu, porque las reglas son tribales, las reuniones, los códigos, el líder de cada banda es como el jefe de una tribu. También, la idea de comenzar cada parte con la letra de una canción era para hacer de la lectura una experiencia inmersiva para el lector.

¿Cómo pasan estos eventos (los de la banda Mayhem) a formar parte de la psique de cada personaje?

Bueno, lo que pasó con el black metal es que hubo asesinatos, suicidios, quema de iglesias. Fue un momento muy problemático que ocurrió en Noruega. Hoy todos esos músicos ahora están en sus cincuentas. Siguen tocando black metal, pero muy pocos se siguen pintando la cara, muy pocos siguen con la filosofía. Yo lo exageré en la novela, al asegurar que aquí hay gente que toma eso como su propio evangelio, prácticamente su modelo de vida, como si fueran la mitología griega. Aquella vez que Euronymous, el guitarrista de Mayhem, haya dicho tal cosa, o el momento en el que Dead, el vocalista, caminó por el bosque antes de suicidarse, son mitos. Todo para decir que esa tribu urbana, esa movida de black metal noruego, necesita de eso para sentirse parte de algo más grande que ellos, para sentirse importantes, contestatarios, que es parte de lo que se cuenta.

¿Qué novelas de rock te han influenciado?

Novelas de rock… Ahora estoy viendo mi biblioteca, acá, de frente. De rock no he leído muchas novelas. Lo que sí he leído son novelas de gente obsesionada por algo. Por ejemplo, hay una novela de Don DeLillo que se llama Fin de campo. Se trata de un jugador de fútbol americano, estudiante, en Estados Unidos, que relaciona las estrategias de fútbol americano con estrategias bélicas, y los personajes están obsesionados con el fútbol americano o con la guerra. Ese es mi tipo de influencia, o en todo caso, Los detectives salvajes de Bolaño. Son poetas, pero desde mi punto de vista, la novela los plantea como rockstars. Ulises Lima y Arturo Belano, los grandes personajes de la narrativa de Bolaño, son prácticamente rockstars. Y también la aproximación que hace Vila-Matas, autor catalán, sobre la misma literatura. Leerlo me hizo pensar que tú puedes hacer una literatura que se adentre en todo tipo de arte, una literatura musical, por ejemplo. Y no importa que hables de una banda que el lector no conozca; el hecho de hablar de esas bandas y explicar de qué tratan y qué expresan. Todo esto puede hacer que cualquier lector se enganche. No tiene tanto que ver con que haya leído novelas de rock o metal, sino que sean novelas que enganchen, que hagan migrar cualquier tipo de expresión artística de una u otra manera.

La literatura sirve como medio o plataforma para poder aprender nuevos temas. Eso me trae a la cabeza: antes de la pandemia, ¿asistías a conciertos de rock?

Sí, fui a Vivo por el rock, vi a Slipknot. Estuvo bueno. Lo que pasa es que yo escucho todo tipo de rock, en general. No escucho solo metal. Tengo un polo de Rush, una banda de rock progresivo que estuvo vigente desde los setenta hasta hace cinco años. Si tú ves mi colección de discos, gran parte es heavy metal, pero también escucho a Phil Collins. Es igual con la literatura. La cosa es leer de todo; al igual que en la música, escuchar de todo. Pero si hay un género o subgénero que tiene más potencial literario, creo que lo elegí bien, no hay subgénero musical que tenga la historia del black metal, en el rock no hay. Claro, están Jimi Hendrix, Jim Morrison, sus novelas son las típicas historias de abuso de drogas. Pero ese tipo de historias está muy tocada, y durante la investigación, lo poco que encontré es acerca de todo lo que pasó en Noruega, entre los años 1991 y 1993, y eso me bastó para escribir la obra.

¿Qué bandas estás escuchando ahora y qué novelas estás terminando de leer?

Bandas de música, escucho muchísimas. Mis bandas preferidas las divido en contemporáneas, metal y clásicas. En contemporáneas mis bandas preferidas son The Smashing Pumpkins, Tull, Radiohead, Marilyn Manson, Deftones. Las clásicas son Genesis, Rush, Pink Floyd, Beach Boys, King Crimson. Y de metal, Metallica, Enslaved, Morbid Angel. Y ahora he comenzado a escuchar un subgénero musical que se llama math rock, donde lo matemático entra en lo rítmico, los patrones rítmicos son secuencias numéricas, ahí escucho a This Town Needs Guns, banda inglesa, y otra banda que se llama Delta Sleep; son bandas actuales, vigentes.

Sobre lo que estoy leyendo, acabo de terminar Los errantes de Olga Tokarczuk, una escritora polaca que hace algunos años ganó el Nobel. También estoy leyendo a Peter Handke, el alemán que también ganó el Nobel. He estado completando la bibliografía de Don DeLillo, Vila-Matas. He estado leyendo a Javier Cercas, Paul Auster. También estuve leyendo a Sebald, un autor alemán que falleció en un accidente automovilístico, escribía estas novelas ochenta por ciento ensayísticas y veinte por ciencia ficción, que se supone es la tendencia hoy en día. Yo cuando escribo trato de no cerrarme mucho. Algo que siempre nos repetía el profesor de la maestría que fui a estudiar a Barcelona es que la tendencia de la literatura de ficción, hoy en día, es que tiene que ser en primera persona; tiene que ser digresiva, ensayística y de alcance global. Por eso, cuando escribí El intervalo del diablo, quería que la historia se desarrollara en Perú, pero que también trate sobre lo que pasó en Noruega. Yo bromeaba y decía «estoy escribiendo la primera novela peruano-noruega de la historia», porque quería que tuviera un alcance más global. Pero la novela que estoy escribiendo ahora sucede en Barcelona, y en otras partes de Europa. Es una novela más extranjerizada.

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