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El lector desconocido

La cubierta de un libro nos susurra, nos llama, nos quiere seducir; el texto de contratapa nos habla, nos crea la necesidad de abrir el libro para seguir escuchando la historia que vive dentro. Durante cuarenta años, Roberto Calasso elaboró un sinfín de textos de contratapa para la editorial italiana Adelphi. Cien cartas a un desconocido (Anagrama, 2007) lleva por título el libro en el que se reúne parte del trabajo de Calasso como artista de contratapas, en las que invitaba al lector a que pasara y se sintiera cómodo con la lectura.

Escribe Ricardo Meinhold

Cuando salía de estudiar, a mediados de los años noventa, tenía por costumbre, sacrificando el pobre presupuesto de la semana, comer una hamburguesa donde La Tía Veneno quien, cada vez que le compraba, tenía el inquietante gesto de cambiar el aceite para darme tranquilidad, y luego me iba a ver los libros usados que vendían afuera del instituto. Era divertido ojear, más que hojear, aquellos viejos ejemplares (aún no cundía la cultura de los libros pirata que, para ser honesto, eran mucho más legibles que los actuales), sobre todo porque si bien vendían muchos especializados, la mayoría era de literatura. Fue allí que, sin planearlo ni saberlo, recibí mi primera lección como potencial editor: los libros solo tenían tres oportunidades para capturar la atención del potencial lector. Primero, el título —de cuya originalidad dependía el primer acercamiento—; segundo, la portada —cuyas fotos o ilustraciones, diseño o color podían abrirte el apetito (o desilusionarte para siempre)—; y tercero, la breve reseña en la solapa o la contracubierta dependiendo del país y del presupuesto de la editorial. Cada una, o todas juntas, determinarían la decisión final: comprarlos o no.

Yo me guiaba por la reseña. Entonces no contaba con mi actual escepticismo y confiaba ciegamente en ella. Con los años aprendí que, por lo general, es un espacio para la publicidad y el palabreo. Se parecen más a los avances de las películas, cuyo propósito es vender el boleto para una vez en la butaca, descubrir que el tráiler de marras era mejor que el filme completo. ¿Cuántas veces compraste un libro donde la contracubierta te prometía una aventura sin fin, un viaje inolvidable, o un romance perfecto, un mundo desconocido y, al finalizar el primer capítulo, descubrías que se te caía de las manos?

Pero también aquella breve nota, ese ajustado texto, podía ser, más allá del marketing, una verdadera invitación… la de ese primer lector, el editor, quien entusiasta busca compartir su experiencia con un segundo lector —y luego un tercero, y así hasta el infinito— acerca de una obra y un autor del que quizá nadie, o pocos, conoce. Así lo entiende Roberto Calasso (Florencia, 1941), director literario de la prestigiosa editorial italiana Adelphi, para quien cada comentario acerca de un libro es una suerte de breve ensayo.

Nacido en el seno de una familia de clase alta de la región de Toscana, vivió siempre en un ambiente intelectual. Su abuelo materno fue profesor de filosofía y editor, su tío materno llegó a ser ministro de Educación después de la Segunda Guerra Mundial y su madre, una erudita alemana, fue traductora literaria. Su padre fue decano de la facultad de Derecho de la Universidad de Roma, ciudad donde el futuro editor estudió filología inglesa. Políglota, este hombre propio del renacimiento habla también el francés, inglés, alemán, español y, no contento con ello, griego y latín.

Escritor de ensayos memorables como K. —acerca del checo Franz Kafka— o Las bodas de Cadmo y Harmonía —sobre la mitología de la antigua Grecia—, sus textos son una estimulante reflexión sobre la cultura para el lector contemporáneo. Pero también es autor de libros donde reflexiona sobre aquella otra vocación donde concluye que «La edición tiene que ser una pasión».

El motor de la mejor editorial de Italia actualmente se permite el lujo de publicar solo lo que le gusta, decisión que en un principio le hizo perder dinero. Actualmente dedica solo cuatro horas de trabajo administrativo en su despacho para, una vez en su casa, dedicarse al verdadero trabajo de editor: leer.

Escribir acerca de este editor, ensayista y escritor demandaría más espacio del que dispone esta breve crónica. Así que ahora solo hablaremos de lo que él llama íntimamente cartas (lo que nosotros vulgarmente denominamos reseñas) para comunicarse con aquel lector desconocido. Para él se trata «de decir pocas palabras eficaces, como cuando se presenta un amigo a un amigo. Superando ese leve embarazo que existe en todas las presentaciones, incluso, y sobre todo, entre amigos. Respetando, al mismo tiempo, las reglas de la buena educación, que imponen no subrayar los defectos del amigo presentado».

Aquellas cartas también pueden ser un vínculo que une todo un catálogo y lo hace coherente, como un solo proyecto, una sola visión o, como él lo llama, «un libro único», independientemente de los diferentes temas que aborden los libros que lo conformen.

Portada del libro en castellano que recoge una selección de contratapas trabajadas por Roberto Calasso para la editorial Adelphi.

Honestidad tal vez sea la palabra clave para elaborarlas y esperar que suceda ese encuentro que Calasso imagina de este modo: «Observemos a un lector en la librería: toma un libro en sus manos, lo hojea y, durante algunos instantes, está del todo ausente del mundo. Oye que alguien habla, y que solo él lo siente. Acumula fragmentos casuales de frases. Cierra el libro, mira la portada. Después con frecuencia, se detiene en la solapa, de la que espera una ayuda. En ese momento está abriendo —sin saberlo— un sobre: esas pocas líneas externas al texto del libro son, en efecto, una carta: una carta a un desconocido».

La publicidad, que es también parte del proceso editorial, no tiene por qué estar reñida con esa potencial presentación de amistad. Después de todo, en esa especie común que compartimos nosotros los lectores, todos somos conocidos.


Ricardo Meinhold Gálvez nació en Lima en 1971. Es editor y escritor. Ha colaborado para revistas como SOHO Perú y URL, Una revista de libros. Ha sido editor de la revista Beppo de la Escuela de Edición de Lima. Es especialista en finanzas y considera la edición como una manera de influir, para bien, pero sobre todo para mal, en la sociedad.

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