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Escoge la vida: «Trainspotting» y el espiral de las adicciones    

Hace treinta años, se publicó la novela Trainspotting del escritor escocés Irvine Welsh. Considerada una obra de culto, fue aclamada inmediatamente por la crítica. En 1993, año de publicación, fue llevada al teatro y, tres años después, tuvo una adaptación al cine por Danny Boyle. Con el paso del tiempo, el texto ha sido catalogado de culto. También, sentó las bases a que Welsh siga explorando el mundo underground a través de la secuela Porno (2002) y la precuela Skagboys (2012).

Si alguna vez viste la película Trainspotting, es imposible que no recuerdes a Rent, Sick Boy, Spud y Begbie. Esta cinta está basada en la novela homónima del escritor Irvine Welsh. Publicada en el año 1993, la obra fue aclamada por la crítica y acercó a la lectura a aquellos que, rara vez, se acercaban a los libros. A través de un lenguaje áspero y proveniente de las calles, el autor sumerge al lector en la vida de los cuatro jóvenes que nacieron en el lado duro de la vida, de los que no tienen otra salida que escapar, o amortiguar el dolor de existir. Así, para amortiguar la desesperación, el universo de estos personajes oscila entre las drogas, el fútbol, las fiestas y el rock and roll

El efecto Irvine Welsh

Nacido el 27 de septiembre de 1958, Irvine Welsh creció en el barrio obrero de Muirhouse, Edimburgo, y dejó la escuela a los dieciséis años. A lo largo de varios años, cambió varias veces de trabajo hasta que emigró a Londres con el movimiento punk en el año 1978. A fines de la década de los ochenta, volvió a Escocia, donde trabajó para el Edinburgh District Council, a la par que terminaba sus estudios universitarios y se enfocaba a la escritura.

Irvine Welsh, el escritor de la novela Trainspotting. Foto: La Tercera.

Un sello característico de Welsh es que comparte sus personajes en diversas novelas. Así, conforma un mismo universo dentro de su escritura. Dentro de la forma, una de las características principales, es la tendencia del autor a no regirse por las normas ortográficas y en el dialecto nativo escocés, teniendo énfasis en las formas de habla de la clase trabajadora. Asimismo, hay constantes referencias a la cultura popular, especialmente al fútbol y a la música rock. De esta forma, el escritor busca plasmar su propia identidad por medio de sus personajes y sus historias.

De izquierda a derecha: Spud (Ewen Bremmer), Begbie (Robert Carlyle), Mark Renton (Ewan McGregor) y Sick Boy (Johnny Lee Miller). Adaptación cinematográfrica de la novela Trainspotting, producida por Film4. Foto: RPP.

Siendo su primera novela, Trainspotting está dividida en siete segmentos y narrada a partir de diferentes perspectivas. Sin embargo, lo que tienen en común es que en estas voces narrativas se puede apreciar una vida al límite. Ambientada a finales de los años ochenta, en medio de la convulsión del Sida, la historia presenta una narrativa cruda, pero por momentos llena de humor negro. El autor se centra en el grupo de amigos conformado por Mark Renton, Sick Boy, Spud y Begbie, pertenecientes a ese Edimburgo oscuro, de las bajas clases sociales y los jóvenes atrapados en la miseria. Sin poder encontrar una salida a la falta de oportunidades, ellos se sumergen en el mundo de las adicciones del que será imposible escapar. Ante esta realidad representada, el lector puede sentir repulsión. Aunque, también, llegar a empatizar con los personajes. Por ello, Irvine Welsh no quiere dejar una moraleja, sino que su propósito es retratar a la generación de un momento determinado de la historia.     

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