fbpx

Hernán López Winne: «… es un error ingresar al mercado editorial solo con el entusiasmo»

El cofundador de Ediciones Godot, coautor del libro Independientes, ¿de qué?, y organizador de la Feria de Editores se encuentra en Lima por estos días y conversó con nosotros acerca de la labor editorial, las traducciones, entre otros temas propios del mundo del libro. En marzo de 2024, Hernán junto a Víctor Malumián y la Escuela de Edición de Lima tienen preparado un curso que será una gran oportunidad para quienes están por comenzar o ya tienen en marcha un proyecto editorial.

Por Marco Fernández

¿Qué impulsa a una persona a formar una editorial, en un mercado que aparentemente está saturado de empresas que, de algún modo, ofrecen los mismos servicios respecto a la elaboración de un libro?

En el 99.9% de los casos es el entusiasmo o la pasión por los libros y la lectura. De hecho, en el libro que publicamos con Víctor (Malumián), Independientes, ¿de qué?, en todas las entrevistas editores de distintos países nos dijeron lo mismo. Eso sería, por así decirlo, el inicio. Sin embargo, con resultados claros, es un error ingresar al mercado editorial solo con el entusiasmo. Así empezamos todos para luego darnos cuenta de que en el camino se deben mirar otras cosas para que sea un negocio rentable, como qué libro publicar o si te gusta o no un libro. Es un poco la mirada del editor, tal como señalaba Roberto Calasso: separar la biblioteca personal del catálogo de la editorial. Hay un montón de libros que nos llegan todo el tiempo, algunos nos gustan, otros no, pero la decisión de publicarlo es otro salto. Ahí es donde el entusiasmo queda relegado bajo la viabilidad financiera del libro.

Sabemos que en el rubro existen las grandes editoriales y las independientes. En el caso del segundo tipo, y esto lo has hablado mucho en Independientes, ¿de qué?, en tiempos de crisis, ¿qué significa ser un editor independiente?

Una pregunta difícil. Considero que lo primordial es la mirada sobre el catálogo, ya que hay que observar ciertas variables para que un título sea rentable: no pagar una fortuna por adelanto de derecho de autor, si por ahí el libro tendrá 800 páginas, probablemente sea inviable pues deberá venderse a un precio elevado. Pero también está el otro factor, que es lo que llamamos «editoriales independientes», en el que el catálogo está pensado en torno a determinada estética, calidad literaria e intereses específicos de la editorial, y no meramente por el efecto del éxito comercial rápido. En esto se diferencian de los grandes grupos que sacan cincuenta novedades por mes, bajo una lógica de bestseller. De ese número, dos o tres títulos deben funcionar muy bien y el resto se salda o se destruye. Personalmente no me gusta demonizar ni a uno ni a otro, porque dentro de las independientes hay de todo. No es que las multinacionales sean el diablo y el resto los buenos. Sin embargo, hay una lógica en la que de un lado está la necesidad de golpes de efecto permanentes, por una cuestión financiera, y del otro está más la idea de catálogo donde si la pegas con un título resulta fantástico. Pero lo que realmente prima es una estética particular y la intención de forjar un catálogo a largo plazo que contenga títulos rentables.

La independencia editorial, ¿tiene que ver con manejar pocos recursos, pero contar con un catálogo nutrido?

Podría ser, pero es posible que surjan discusiones en torno a ello. Supongamos que un millonario decide lanzar sellos como Siruela y Atalanta (libros de lujo en tapa dura que son espectaculares). Uno podría pensar que forma parte de un gran grupo multinacional, pero es posible que alguno diga que esta persona, llamémosle Conde Siruela, es independiente porque maneja mucho dinero. Por último, otros argumentarán que es independiente porque no pertenece a ningún grupo y publica lo que quiere. Me parece que la discusión no gira en torno a que se es independiente por manejar recursos o no, sino que pasa por lo que se publica. Es decir, el catálogo.

En todo caso, también es tener en cuenta qué cosa se publica. Digamos que no se trata solo de tener a un puñado de autores en cartera, sino también de desarrollar ese ojo de editor para saber quién debe ser publicado…

Es lo que hablábamos hace poco. Está bien publicar lo que te gusta o te parece interesante, pero no se debe perder de vista la rentabilidad. Si publicaste un libro que te parece buenísimo y no vendió nada, y publicas el siguiente y tampoco generas ventas, algo estás haciendo mal. Tal vez no eran títulos adecuados, o faltó una estrategia comercial para darles movimiento, o lo que fuere, pero en definitiva hay un factor que no funciona.

Ediciones Godot lleva quince años en el rubro editorial y, entre sus diversos atributos, se caracterizan por rescatar autores como Zweig y recientemente con Joseph Roth. ¿Bajo qué criterios se producen estos «rescates»? Pues, podríamos ser muy categóricos y objetar por qué se dejó a este autor fuera y a este sí se le revalora.  

Hay varias cuestiones. En este caso sí es necesario que la obra del autor nos interese. También hemos publicado a Walter Benjamin y a Virginia Woolf, que son súper clásicos. Sumado a ello, damos una mirada a lo que falta de esos autores, es decir que no se ha publicado o que se puede traer al mercado. Los cuentos completos de Virginia Woolf salieron bajo una edición de Seix Barral hace poco. Nos va a generar una competencia muy fuerte, claro que sí, pero durante muchos años la única edición de los cuentos fue una de Alianza, allá por los años 90, de los cuales quedan muy pocos ejemplares dando vueltas. Vimos que faltaba eso y apostamos por ello. En el caso de Benjamin ya era un clásico, pero creímos pertinente aportar nuevas traducciones de textos clásicos de él, algunos más conocidos que otros, como Diario de Moscú, que no es tan conocido, pero que igual entra en esa categoría de traer textos de un autor. Con Zweig sucedió que los libros que venían circulando de él eran los de Acantilado y cuando entró en dominio público vimos la posibilidad de traerlo con ediciones y traducciones argentinas, a un precio más accesible que los libros de Acantilado. Dicho sea de paso, Acantilado empezó no hace mucho a generar impresiones locales aquí en Argentina, pero históricamente sus precios eran muy elevados, ya que se trataba de libros importados.

Zweig y Roth han sido grandes aportes de Godot hacia decenas de lectores fanáticos de estos autores. Pero, también han tenido críticas justamente por temas de traducción. Sin embargo, es posible tomar ciertas licencias en beneficio de un determinado grupo de lectores.

La traducción la vemos como una postura ideológica o como una posición frente a la tarea de publicar. En el caso de Zweig, Roth y de Dublineses de Joyce (traducida por Edgardo Scott) nuestra mirada fue apostar por traducciones rioplatenses, porque los libros se hacen acá al igual que las traducciones. Ahora, si bien tenemos buena distribución en América Latina, la mayor cantidad de libros circulan en Argentina, por ello, hacerles llegar a los lectores una traducción con impronta rioplatense nos pareció interesante. Ahora, es cierto que nos han llegado comentarios en los que un lector decía que le parecía extraño que un personaje dijese que «estuvo con una mina», término que significa «mujer». No sé si es un lunfardo, pero es un término muy familiar en Argentina. No creo que en otros países se use, pero por el contexto se entendía. Además, el personaje en esa historia no estaba hablando en alemán liso y llano, sino en jerga. Entonces, la traductora eligió el término «mina» y lo bancamos. Puedes tener esas críticas, pero la respuesta es que cada uno tiene su mirada y lo que hay que hacer es defenderla. Nuestro argumento es ese: la toma de postura frente al trabajo que hacemos.

Aquí entrarían en juego muchos factores, como la labor del traductor y, más allá de ello, la edición del libro. Ahora, se habla mucho de la «edición cuidada», pero cuidar la edición no debe tomarse, quizás, como algo rígido, sino que el editor debe tener cierta libertad para meter mano en la obra de un determinado autor.

Todos los que tienen una editorial cuidan la edición de sus libros. Me parece que cuando se dice «edición cuidada» o «traducción cuidada» es redundante. Lo que sí existen son posturas. En nuestro caso tratamos de intervenir lo menos posible, sobre todo en las traducciones. En los textos de autores argentinos o libros que nos proponen, ahí sí nos metemos más para proponer ciertos puntos. Obviamente, si hay algo que no se entiende o palabras fuera de registro se trabaja con la traductora o el traductor. Es una postura nuestra respetar el trabajo del traductor. Además, sería contradictorio meterte y cambiar todo lo que has mandado a traducir. Estarías trabajando el doble y en vano.

En otros temas, ¿cuál es la realidad de la industria del libro en Argentina, en el marco de la recesión?

Muy complicada, sobre todo por el tema del papel. No es algo propio del país, sino que es una crisis mundial. En algún momento escaseará de verdad. Lo que sucede es que el papel está atado al dólar y, bueno, somos un país que se devalúa constantemente. Eso es un problema grave, ya que no solo es la escasez, sino que es una materia prima que no está atada al dólar oficial. Entonces, cuando hay una devaluación los presupuestos de imprenta se vienen abajo. Incluso ha pasado que los impresores no pasan presupuestos porque no se sabe cuanto será el total. El contexto socioeconómico actual ha generado impactos en diversos sectores. En el caso del libro, se registra cerca del 20% de disminución en las ventas.

A pesar de todo lo que está pasando en el Argentina, Ediciones Godot se ha mantenido a flote y, no solo eso, sino que han sacado adelante diversas iniciativas como la Feria de Editores, algo que no es poca cosa en medio de la gran incertidumbre que se vive en Argentina.

Creo que la feria cristaliza un momento de efervescencia social y todo lo acontecido en los últimos años. En la última edición vinieron más de cincuenta editoriales de Latinoamérica, muchas de ellas sin presencia en librerías. Todo eso configura un mapa interesante para un evento consolidado en la escena local.

En ese caso, vemos también que las ferias abren oportunidades de negocio. ¿Consideras que debe generarse siempre un espacio donde se hagan precisamente estos intercambios?

Claro que sí, de hecho, este año hicimos un evento específico para editores, libreros y traductores, para que se conozcan entre sí y generen vínculos. Quizás durante la feria misma no cierres un trato, pero si estrechas un vínculo que puede redituar a futuro.

¿Cuál sería tu principal consejo para aquellos que quieren arrojarse a esta locura de la vida editorial?

Hagan bien los números. La verdad que hoy en día empezar un proyecto editorial no es caro, porque las disponibilidades técnicas te permiten hacer tiradas cortas de cien o doscientos ejemplares, o tiradas digitales con las que puedes arrancar, pero la clave es tener en claro las cuentas. Vean bien los presupuestos, hablen con sus contactos e identifiquen cuales son las oportunidades que tienen en el mercado. Nosotros cuando empezamos tampoco teníamos claro esto, a decir verdad, nadie piensa en eso al principio. Además, en ocasiones, el entusiasmo siempre le gana a las cuestiones financieras.

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn