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Caretas: setenta años y un epitafio

La revista Caretas supo marcar una época importante, e inolvidable, en la historia del Perú con una larga lista de aciertos y una línea editorial que era una firma particular. Hoy, la que fue símbolo de innovación y capaz de sortear mil y un problemas, está sumida en una oscuridad que parece definitiva.

Escribe: Ricardo Meinhold

Mi hermano y yo, cuando éramos niños, todos los meses esperábamos ilusionados la llegada de la National Geographic. Papá había suscrito a mi hermano mayor a la revista y yo miraba con envidia su nombre impreso en la blanca etiqueta del sobre en que llegaba. Creo que allí empezó mi gusto por las revistas. No son como los diarios que —salvo en ciertas ocasiones— desechas al final del día. No. Las revistas son un objeto que, por no depender necesariamente de la actualidad, no tienen una corta vida. Un diario lo hojeas en el quisco, lo lees rápidamente en la mañana. La revista en cambio exige un tiempo, unos rituales para disfrutarla.

Y como objeto, la revista tiene sus secretos. NatGeo estaba escrita en inglés (en aquel entonces aún no existía la versión en español, menos su canal de televisión), pero sus increíbles fotografías eran suficientes. Te contaban historias. Y es que todas las revistas deben generar una complicidad con sus lectores. Así lo entendí cuando a escondidas hojeaba otra revista emblemática de mi infancia y adolescencia: Caretas. Mirar la foto de la penúltima página a escondidas con la intuición de ver algo prohibido es el primer recuerdo que tengo de ella. Más tarde fueron sus portadas las que llamaron mi atención por su ironía y provocación, su rebeldía y su libertad.

Enrique Zileri (1931 – 2014), pieza clave en la construcción de una revista que fue, durante muchos años, sinónimo del mejor periodismo.

Fundada en 1950 por la legendaria Doris Gibson y Francisco Igartua, fue este último quien le puso el nombre en honor a la revista argentina Caras y Caretas, pero también como crítica al gobierno del dictador Manuel Odría. Aunque su diseño también lo hizo el mismo Paco y la revista adquirió rápidamente prestigio, es a partir de los años sesenta, cuando Enrique Zileri asume la codirección y la convierte en semanario, que se transforma en una publicación clave de la segunda mitad del siglo XX.

Hablar de Caretas sin detenerme en el nombre de Enrique Zileri, es imposible. Hijo de la fundadora, Doris Gibson, y del diplomático argentino Marco Aurelio Zileri, nació en Lima en 1931, estudió como interno en varios colegios de Lima primero y en Estados Unidos después. Aceptado en la Universidad de Cornell no pudo asistir por problemas económicos, algo que como él mismo comentaría resultó siendo algo bueno. Trabajó en una agencia de publicidad donde tuvo relativo éxito, pero aburrido de la monotonía decidió renunciar y viajar por Europa. Fue allí qué empezó su primer contacto con la revista enviando crónicas de aquellos viajes. A su retorno, a mediados de los años cincuenta, empezó a trabajar directamente en la redacción. Solo doce años después, a la salida de Igartua para refundar la revista Oiga, él tomó la posta.

Enrique Zileri entendió lo que ya se practicaba en las grandes revistas norteamericanas, que la publicación no podía depender solamente de la diaria actualidad. Debía ofrecer algo diferente que enganche al lector. Lo hizo dándole un espíritu liberal a la revista a través de una ironía crítica que se traducía en portadas políticamente incorrectas, textos de estilo irreverente, un diagramado moderno y original, secciones ancla que medían y contextualizaban el momento político, u otras más frívolas que mostraban la vida social de la clase media y alta limeña; personajes inolvidables como la China Tudela y comunicación con sus lectores a través de cartas, pero sobre todo practicando un periodismo de investigación que hizo escuela. Muchos de los grandes nombres del periodismo peruano como César Hildebrandt, Fernando Ampuero, Fernando Rospigliosi, Luis Jochamowitz, Gustavo Gorriti, Jaime Bedoya, Cecilia Valenzuela, Beto Ortiz… —y no sigo porque se me acaba la tinta— trabajaron en Caretas. Ni que decir de los fotoperiodistas como Oscar Medrano o Víctor Chacón Vargas, entre muchos otros, quienes le brindaron una personalidad visual característica a la revista. Su prestigio permitió también que en sus páginas colaboraran plumas como las de Augusto Elmore, Rodolfo Hinostroza, Raúl Vargas, Rafo León y Mario Vargas Llosa.

Zileri era un editor a la antigua, cuya personalidad y temperamento daban la hora en la redacción. De temperamento volcánico es ya una leyenda sus gritos en cada cierre y los artefactos que volaban por las ventanas. Pero no era algo gratuito. Su perfeccionismo lo hacía siempre detectar defectos: corroborar nuevamente los hechos, redactar mejor esa frase, desarrollar aún más el reportaje, encontrar una buena foto, revisar aquella diagramación o colocar mejor ese aviso, cualquier imperfección que afeara la edición en proceso. Porque Zileri escribía, reporteaba, editaba, diagramaba, escogía fotos, inventaba títulos al mismo tiempo que dirigia la revista.

«Ser un editor es ser un pesado eternamente y nunca estar contento con ninguna edición y nunca tener la edición soñada», esa fue la mejor definición que él encontró para su oficio.

A la vez que fue editor fue un gran periodista, logró que su semanario de actualidad marcara la agenda. Ningún presidente, dictador o personaje público se salvó de alguna portada, una investigación o del simple ridículo que muestra nuestra fauna política prácticamente desde que somos una república. Esto le costó clausuras, persecuciones, huelgas de hambre y deportaciones que, como galones, mostraban su independencia.

Pero la revista que alcanzo la cima con Enrique Zileri, ha perdido protagonismo en los últimos años y ha ido decayendo por no adaptarse a los cambios —o hacerlo mal—. La llegada de las plataformas digitales, las nuevas formas de entender los contenidos o el poco interés por los potenciales lectores de los sectores sociales emergentes afectaron su circulación. La realidad peruana había cambiado y era necesario abordarla con aquellas nuevas herramientas. Más tarde, problemas financieros y la muerte de Enrique Zileri en agosto del 2014, quien siempre fue motor del semanario, dio origen a rencillas familiares sin resolver que terminaron por ahogar la revista. La empresa editora actualmente ha entrado en proceso de liquidación.

En 2010, Enrique Zileri contestó a un periodista que le preguntó por un hipotético epitafio para la revista: «Me estás pidiendo algo imposible, impensable. Todo el esfuerzo de Caretas ha sido derrotar lo efímero… Si tuviera que cerrar, diría: “Esto es temporal”».

Ojalá así sea y, más pronto que tarde, se recupere y vuelva a convertirse —como dijo el poeta Carlos German Belli— en «la memoria del país».


Ricardo Meinhold Gálvez nació en Lima en 1971. Es editor y escritor. Ha colaborado para revistas como SOHO Perú y URL, Una revista de libros. Ha sido editor de la revista Beppo de la Escuela de Edición de Lima. Es especialista en finanzas y considera la edición como una manera de influir, para bien, pero sobre todo para mal, en la sociedad.

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