Un día como hoy, hace 120 años, nació la escritora Marguerite Yourcenar, novelista, ensayista, dramaturga, poeta y traductora francesa. Hija de la alta burguesía franco-flamenca, fue la primera mujer en ser admitida en la Academia francesa y su obra es considerada como catalizadora de belleza y sabiduría. Entre sus principales trabajos destacan Memorias de Adriano y Opus nigrum.
Se dice que Marguerite Yourcenar no recibió una educación tradicional. Sin embargo, aprender latín y griego en su juventud amplió su concepción crítica y estética respecto a las civilizaciones del periodo clásico.
Su primera obra fue publicada en 1929, bajo el título de Alexis o el tratado del inútil combate, novela epistolar que abarca el tema del amor homosexual. Sin embargo, el reconocimiento no llegaría sino hasta 1951.
Madurez literaria
La publicación de Memorias de Adriano significó un punto de inflexión en cuanto a la concepción de la novela histórica. La obra presenta un monólogo del emperador romano Adriano, quien se dirige a su sucesor en distintas epístolas.
En palabras de Lucía Vogelfang, docente de la cátedra de Literatura Francesa de la Universidad de Buenos Aires, para el diario La Nación, «Yourcenar recupera la tradición de la novela histórica, pero no solo para dar vida y revivir un mundo lejano e imaginario, sino también para situarlo en la continuidad de las formas civilizatorias y culturales, para recomponer y ampliar el paisaje intelectual, y para crear una complicidad entre el presente y la historia».
Por otro lado, Opus nigrum supuso la consolidación de Yourcenar como narradora. La obra se ambiente en la época del Renacimiento y narra la vida ficticia de Zenón, médico y alquimista asentado en la ciudad de Flandes.
La novela mezcla distintos sucesos de esta etapa, como las consecuencias del Concilio de Trento y la reforma protestante. Para la autora, esta narración «condensa la condición del hombre a través de esa serie de acontecimientos que llamamos historia».
A 120 años de su nacimiento, el refinamiento de su prosa continúa inspirando a lectores y escritores que, a semejanza de Yourcenar, buscan —tal vez, inútilmente— capturar la belleza del mundo y la palabra en unas cuantas páginas.