Carlos Vela es presidente de la Asociación de Escritores Independientes del Perú (EIP) y socio fundador de la editorial Pesopluma. En esta entrevista comenta sus impresiones sobre la aprobación de la nueva Ley del Libro y sobre el futuro de las industrias culturales en el Perú.
CDEYC: ¿Qué te ha parecido la aprobación de esta nueva ley?
CARLOS VELA: Definitivamente es un avance respecto del marco legal que existía hasta el momento. Sin embargo, hay bastante que trabajar en el mediano plazo para perfeccionar el mismo marco legal.
CDEYC: El Congreso ha dado tres años más de exoneración. ¿Crees que es tiempo suficiente?
C. V.: Lo que el sector estaba trabajando, sugiriendo y en lo que hay un consenso es que debe establecerse un horizonte más amplio para trabajar en el mediano y largo plazo. Por eso, la propuesta de nosotros como gremio es que se trabaje sobre la inafectación del I.G.V. De modo que de acá a tres años —que es un horizonte bastante corto— no tengamos que entrar en la misma discusión. Lamentablemente no se ha podido, pero es mejor tres años a que esto haya sido dejado de lado.
CDEYC: ¿Qué retos hay que superar para que de una vez se haga una inafectación permanente para el I.G.V. del libro?
C. V.: Hay varios aspectos a trabajar. No solo hay que entender la importancia de la industria editorial, sino de la industria cultural en general para el país. A nivel político, lo que nosotros hemos visto en varios años de trabajo es que todavía no se termina de entender que la lectura, el libro y las industrias culturales en general también generan desarrollo, tanto económico como social. Nos ayudan a construir una nueva ciudadanía. La lectura ayuda a que las personas desarrollemos otro tipo de capacidades, con las cuales vamos a estar mejor preparados para tomar decisiones más acertadas. Ese trabajo todavía no termina de calar en las autoridades, quienes son las que finalmente están tomando las decisiones, en este caso en el legislativo. Tenemos que trabajar para que terminen de entender la relevancia y la importancia de hacer un marco legal a largo plazo para que las industrias culturales se consoliden como una industria. Actualmente en el Perú no lo son. Ese trabajo hay que hacerlo; y hacerlo pronto en distintas esferas de los organismos públicos. En el marco de la ley del libro se ha hablado mucho de esto, y se ha aprobado en el Congreso. Sin embargo, hay responsabilidad de otras instancias: de los ministerios, y no solamente de Cultura, el cual, efectivamente, está encabezando esta lucha porque está bajo su rectoría. Todos los temas relacionados con el libro y las industrias culturales deberían trabajarse de manera intersectorial y transversal. Deberían involucrarse el Ministerio de la Producción; también el de Transportes y Comunicaciones para trabajar en la circulación del libro; asimismo, los gobiernos locales y regionales, que tienen una rectoría para el establecimiento de bibliotecas públicas, que han sido muy descuidadas durante los últimos diez años. Entonces, hay distintas instancias en las que todavía se debe insistir para articular todos estos esfuerzos, nuevamente, con una mirada a largo plazo que no termina resolviéndose en tres años.
CDEYC: ¿Cómo ha estado el sector editorial con respecto a esta nueva ley en el período desde junio hasta esta semana que se dio la nueva ley? ¿Hubo mucha expectativa? ¿Qué les preocupaba?
C. V.: Nosotros, como Asociación de Editoriales Independientes del Perú, venimos trabajando por lo menos desde hace cuatro años junto con la Biblioteca Nacional del Perú, el Ministerio de Cultura y la Cámara Peruana del Libro en un proyecto más o menos consensuado entre todas las partes sobre lo que debería ser una ley del libro integral. En este camino, y más durante este año, hemos venido insistiendo para que esto se trabaje no sobre la marcha —como ha sucedido en los últimos años— ya estando muy cerca a la fecha de vencimiento. Nosotros insistimos desde abril. Claro, se ha cruzado con la pandemia y una serie de crisis que ha afectado al país en general, a todos los sectores, pero sí hemos estado atentos. Parte de este trabajo ha incluido reuniones con la Comisión de Cultura del Congreso, con el fin de alcanzarles alguna información de casuística muy específica que si no estás en el sector no la conoces. Hemos cursado información con el Ministerio de Economía, de Educación, con la Biblioteca Nacional. Esta combinación ha incluido no solo nuestra voz, que muchas veces puede suponerse que es parcializada, sino que hemos tratado de trabajar en conjunto con otros agentes, de modo que se ha pensado el marco legal en beneficio de los ciudadanos. Si nosotros solamente pensamos como un beneficio de la oferta, y no hay demanda, no es un trabajo que pueda generar resultados en el largo plazo, que es lo que queremos. Felizmente, sí hubo articulación durante el año, y ha salido un proyecto de ley mejor que el que se estaba formulando al inicio del año. Definitivamente ha tenido sus frutos. Ha podido ser mejor, pero ha tenido buenos resultados.
CDEYC: ¿Quisieras agregar algo?
C. V.: Sí, desde Editoriales Independientes del Perú (EIP) insistimos que la ley del libro es uno de los ejes que busca el desarrollo del sector editorial y generar el hábito de la lectura. Pero no es el único. Nosotros creemos que la ley sola no va a generar nada. La ley tiene que venir de la mano de un proceso de compras públicas de parte del Estado, que sea transversal, inclusivo y descentralizado. Otro eje es la política nacional del libro, la lectura y las bibliotecas. Esta política nacional viene trabajándose por lo menos desde hace tres años, pero todavía no termina de concretarse, y lo que te permite es tener un horizonte de diez años para que la estrategia del libro y la lectura no dependa de la autoridad de turno, sino que haya un camino de seguir más allá de los puestos del Estado. Si bien la ley es un paso importante, todavía falta que los otros ejes se concreten. Con ello, recién vamos a poder tener resultados en el mediano y largo plazo. Por otro lado, un apunte que destacamos del trabajo que se ha hecho es que se ha podido incluir un fondo para el libro que no existía antes. Este es importante para que se generen compras públicas para las bibliotecas. También es importante que se haya incluido el tema de la estadística para poder medir cuáles son los resultados de lo que se está sacando ahora y hacer los ajustes necesarios sobre la marcha. En este momento, cualquier estadística es usada tanto a favor como en contra, dependiendo de quién lo mida. Nosotros hemos insistido bastante que se mida sobre lo que se está proponiendo. Y si hay que hacer ajustes, que se hagan durante la marcha para obtener los resultados que se estaban esperando. Además, hay un aspecto de la ley que se ha hablado mucho, que es la inafectación y la exoneración del I.G.V. Hay un beneficio tributario, que es la devolución de I.G.V. de las facturas de gasto por la producción del libro. Durante los diecisiete años de la Ley del Libro (anterior) hubo una barrera administrativa impuesta por Sunat, por la cual solo obtenían este beneficio las grandes empresas editoriales. Lo que se ha hecho es irse al otro extremo. Ahora mismo, se ha establecido un techo para que solo puedan acceder las microempresas editoriales. El techo es muy bajito y no permite que, en un proceso de crecimiento constante, más empresas puedan acceder. Yo creo que se ha pecado un poco de irse al otro extremo y no se ha evaluado un punto medio. Ese es un efecto que había que corregir pronto, pensando de aquí a tres años según las métricas que se arrojen. Además, si bien se ha aprobado la ley ahora en octubre, falta que el Ejecutivo lo promulgue y esperamos que sea esta semana. Para que haga efecto, esta ley tiene que reglamentarse. El año pasado, en octubre también, se realizó la prórroga del libro. El reglamento salió hasta junio de este 2020. Nosotros vamos a insistir para que eso no vuelva a ocurrir, porque eso es un horror. Estuvimos seis meses sin que los grandes beneficios que se habían logrado con la prórroga del año puedan usarse, sin que las empresas pudieran acceder a las mismas. Por otro lado, otro de los grandes puntos a favor que tenía la prórroga del año pasado fue un fondo de S/16 000 000, que por primera vez incluía una prórroga de la Ley del Libro, pero estos fondos no se trasladaron hacia el Ministerio de Cultura hasta el mes de setiembre. En vez de que Cultura haya tenido un año para ejecutar ese presupuesto, está teniendo tres meses y medio. En el caso de otros S/16 000 000 que hay para el Ministerio de Educación, entendemos que aún no han llegado y no sabemos si van a llegar. Ese dinero estaba destinado a la compra de libros para bibliotecas escolares. Entonces, de cara a esta nueva ley, nosotros lo que esperamos es que —y en esto vamos a insistir— el Ejecutivo promulgue el reglamento y salga de todas maneras este año. De modo que podamos empezar el 2021 con una ley que pueda aplicarse, y no solo un discurso. Lo otro es que los fondos se trasladen también a inicios de años para que Cultura pueda desarrollar, a lo largo de doce meses, el presupuesto de manera eficiente. Finalmente, es importante tener estas cosas en el radar para que la ley pueda concretarse de manera eficiente y se trabaje con tiempo durante el año.