La muerte del destacado escritor estadounidense coloca el punto final a una de las etapas trascendentales de la literatura. Aquí te dejamos un breve repaso de su trayectoria, marcada por la tragedia y una genuina vocación por la escritura.
Hace un año, Siri Hustvedt, esposa de Paul Auster, anunciaba que el autor padecía de un penoso cáncer de pulmón. Dicha enfermedad lo alejó por periodos de su quehacer literario, sin embargo, ello no fue impedimento para la publicación de Baumgartner (2024), la última novela de Auster.
Tras su dolorosa partida, lectores, críticos y autores consideran que esa obra configura el testamento del escritor, basado en el repaso de los recuerdos de toda una vida. Y es que si algo destaca en Auster es su completa honestidad al momento de escribir, esa sinceridad que el lector es capaz de retribuir con el beneficio de una lectura comprometida y devota.
Como celoso guardián de la tradición «faulkneriana», las obras de Auster se enmarcan dentro del retrato paisajístico, una pincelada de los Estados Unidos de los años 80 y 90, en la que supo capturar la esencia del estadounidense volcada a la nueva era, tras la despedida de los años dorados, a través de sus novelas.
Obras como 4 3 2 1, Leviatán (su novela más política), la Trilogía de Nueva York (aclamada por la crítica como uno de sus mejores trabajos), El libro de las ilusiones, entre otros, conforman parte del canon literario de Auster.
Mención aparte merece La invención de la soledad, uno de los trabajos más queridos por parte de los lectores. En esta novela, el autor reflexiona sobre la paternidad, el dinero, la soledad y la literatura. Y es que la obra de Auster bebe precisamente de estos tópicos, con lo cual se configura no solo un universo particular, sino también una visión propia de la vida misma.
Duele pensar que, pese a su gran legado, sus últimos años estuvieron marcados por la tragedia. Con la enfermedad a cuestas, Auster tuvo que cargar además de ello con la muerte de su hijo y su nieta, las cuales se dieron en circunstancias poco claras. Con su partida, se cierra una etapa que da como resultado el verdadero sentir y vocación por las letras y la creación. De algún modo, nos vamos quedando solos.