Javier Arévalo: «En lo cultural, el Mincul no tiene ninguna orientación política. Hacen actividades, pero no hay una guía definida».

Javier Arévalo es escritor, periodista y promotor cultural. Tuvimos la oportunidad de hablar con él para que comparta su visión acerca de los hábitos de lectura en nuestro país, las limitaciones que tiene el Plan Lector para revertir estos problemas y lo que se podría aplicar para redireccionarlo.

CDEYC: ¿Qué agentes de la industria editorial se quedaron fuera de la nueva Ley del Libro?

Javier Arévalo: La nueva Ley del Libro no está enfocada directamente —como en las anteriores—, a vender la idea que con beneficios tributarios o con exoneraciones de impuestos vamos a generar más lectores. La industria lo que necesita son lectores. Los lectores de todo el país son formados en las escuelas, donde los niños tienen acceso al libro y a la lectura. El Estado tiene como meta hacer que cada niño en este país tenga acceso a una biblioteca. Ese es un objetivo que impacta en toda a industria editorial.

CDEYC: ¿Qué beneficios brinda esta nueva Ley del Libro?

J. A.: He trabajado desde hace diez años para que esta ley tenga el enfoque de ahora. El impulso de la industria es que tenga clientes, o que se vea beneficiada hasta que logre tenerlos. Por ejemplo, para que una industria como la del teatro o de la lectura logre tener un público, ese público tiene que ser educado en el uso y en el deseo de su producción. La lógica desde el Estado no es colaborar con una industria, es formar un sujeto que desea leer o que sabe y desea la experiencia y el beneficio que le da leer. Hasta ahora eso no había ocurrido. Si tú piensas en 50 000 escuelas públicas y 100 000 escuelas privadas, y en todas ellas se logra tener una biblioteca con estándares de calidad internacional, entonces habrá editores, libreros, bibliotecarios, promotores de lectura, maestros. Y los demás usuarios estarán beneficiados, incluso la industria editorial. Esto es porque los libros tienen que comprárselos a alguien; los autores tienen que hacer los libros; los diseñadores tienen que ilustrarlos y diagramarlos; las imprentas imprimirlos. Toda la cadena está atada a una sola visión: que un ciudadano peruano, en general, y un niño, en especial, tengan acceso a una biblioteca. Ese es el verdadero foco. La industria debería verse así. Las exoneraciones jamás han formado un solo lector en nuestro país.

Javier Arévalo: La verdad es que el país tiene tantos problemas para comprender en qué consiste una biblioteca, que cree que una tablet es una biblioteca.

CDEYC: ¿Ha habido algún tipo de estímulo dirigido al sector cultural como para superar la crisis debido al covid-19?

J. A.: Hubo varias actividades enloquecidas para soltar dinero. La última compra de libros se hizo sin consulta y sin orientación alguna. Solo para repartir dinero entre un grupo de personas de la industria. Precisamente eso es lo que ocurre alrededor de la gestión cultural, ha estado tan abandonada que no tiene foco. Todos esos libros que van a comprar ahora ¿a dónde van a ir?, ¿qué sistema de bibliotecas tenemos para que los recepcione? Han comprado imprudentemente. En lo cultural, el Mincul no tiene ninguna orientación política. Hace actividades, pero no hay una guía definida.

CDEYC: ¿Esto se debe a problemas ocasionados por la antigua ley del libro?

J. A.: Hemos tenido una ley del libro enfocada en disminuir el pago a los importadores y ofrecer beneficios tributarios a la industria. Terrible. Esa lógica es la que nos tiene atados a un país donde siete de cada diez adolescentes no comprenden lo que leen. El foco no es darme a mí, como importador de libros, el beneficio dudoso de no pagar el 18%. Como editor, he sido beneficiado por la ley del libro. He colocado libros de animación a la lectura por el Grupo La República. Esto fue más atractivo para los socios porque nos devolvían el IGV. Con esto, el editor podía recuperar mucho del dinero. En especial cuando se vende más de quince millones de libros, como yo. ¿Eso hizo posible que haya más lectores? Los libros que vendí eran de bajo costo, precisamente pensando que serían usados dentro del Plan Lector. Mientras tanto, las editoriales que han publicado mis novelas con un tiraje de mil ejemplares están beneficiadas por el retorno del IGV. ¿Quién más se beneficia con esto? Algunos pocos lectores. Es cierto que las importaciones del libro benefician a los lectores, pero ¿quiénes son lectores en este país? Siempre son grupos favorecidos, con recursos para desarrollar su hábito lector y su comprensión de lectura; han tenido una mayor instrucción, un mayor respaldo de la familia que los ha provisto de libros. Ese sector es pequeño. Esa lógica tenía que cambiar, y ya cambió.

CDEYC: ¿Cómo ha afectado esta pandemia en el fomento de la lectura en niños y jóvenes?

J. A.: Hubo un impacto mediático de algunas acciones realizadas por gente independiente que han publicado libros y que han llamado la atención sobre la necesidad de que los niños tengan acceso al libro en cualquier situación, y más en una situación de encierro. La municipalidad de Pueblo Libre, en una pequeña iniciativa de un grupo de promotores y generadores de cultura, en poco más de tres meses, ha llevado más de cinco mil libros en préstamos a niños del distrito. Además, en medio de la pandemia se aprobó la Ley del Libro. Su impacto dentro de la pandemia ha sido bueno para los niños.

CDEYC: ¿Han existido otros canales? ¿O solo se ha llevado libros impresos a los niños y jóvenes?

J. A.: Hay un gravísimo problema respecto a la distribución de tablets. Primero, es necesario aclarar que el problema no fue las tablets y la corrupción que se insinuó que hubo. Sobre ese tema no tengo mucho conocimiento. La verdad es que el país tiene tantos problemas para comprender en qué consiste una biblioteca, que cree que una tablet es una biblioteca. Nadie realiza estas preguntas al Estado: ¿Qué libros has conseguido? ¿Qué bibliotecas virtuales has contratado para que los niños puedan acceder a alguna lectura? Eso no lo preguntan, solo ven al aparato como si fuera mágico y los condujera directamente a libros que puedan leer. Otro problema es el analfabeto funcional digital, que es muchísimo más grave que el analfabeto funcional analógico. Tenemos un grave problema de concepción de lo que es acceder a la lectura. Acceder a la lectura no es tener una computadora o un celular. Este país tiene dos o tres celulares por habitante, pero no lee. No usa el celular para leer, y quienes leen en el celular, leen algo que corresponde con la pobreza de su lenguaje y la pobreza de su curiosidad.

CDEYC: Se está viendo que plataformas como YouTube o Spotify están empezando a crear espacios de diálogo para los lectores. ¿Crees que se lograrán aprovechar las nuevas tecnologías de forma adecuada para el fomento de la lectura?

J. A.: Uno se hace lector desarrollando gusto y hábito lector en determinado momento. Nosotros tenemos una población que es Homo videns de memes, de figuritas de calatas y calatos, de jueguitos. Pero no lee, y no porque no le guste leer. El problema con el peruano es que no desarrolló las habilidades y destrezas necesarias, el vocabulario necesario para poder leer algo de profundidad. Solo ve; como te digo, es un Homo videns. Los vídeos y los memes los satisface. Esto no es únicamente el caso peruano, es un mundo entero que ha cedido al Homo videns tan naturalmente como la aparición de los memes. En la actualidad, la misma universidad peruana se basa en la lectura de sumillas. Por ejemplo, el profesor reparte sus sumillas entre sus alumnos y sobre eso estudian; no usan libros, ni textos completos. Solo sumillas o resúmenes que sirven al alumno para memorizar algunas cosas y dar el examen. Eso es porque no hay lectores, hay reproductores y memoristas de textos. Un lector es un sujeto altamente competente que devora información continuamente, cuyo vocabulario se expande en función del desarrollo neurológico al tejer nuevas conexiones neuronales, lo que le permite procesar toda esa información veloz y críticamente. Eso no tenemos. Tú le puedes otorgar celulares o tablets a todo el mundo, pero no lo usarán para leer porque no tienen el hábito.

CDEYC: En la industria del libro hay muchas propuestas que alientan el Plan Lector y cada editorial tiene una selección propia para este proyecto. Ante tanta variedad, ¿cuáles crees que deberían ser los lineamientos a considerar para la gestación de un buen Plan Lector?

J. A.: Se deben tener dos consideraciones cuando hablamos en este país sobre el Plan Lector. La primera: el Plan Lector Nacional, que yo diseñé en el 2006, supone una meta nacional de lectura de un libro al mes para el alumno y su maestro, que se realiza en biblioteca. Un Plan Lector es una estrategia pedagógica que adopta una escuela para promover la lectura dentro de la escuela entre los alumnos, sus maestros y la comunidad. En ese sentido, un Plan Lector empieza a estar atado a diferentes consideraciones por parte de la escuela. Inicialmente, muchas de ellas creían que el Plan Lector está enfocado en la literatura. Pero el Plan Lector, como estrategia pedagógica, lo que busca es desarrollar hábito y gusto. El modelo que se ha instalado en las escuelas es el que proponen las editoriales con libros para niños, púberes y adolescentes normalmente anclado en literatura. No tendría que ser así. Si una editorial quiere innovar tendrá que remar en contra de lo que ya está establecido. Yo siempre recomiendo a los colegios que adopten libros de ciencia y divulgación porque el Plan Lector no es el curso de Literatura, ni de Comunicación. Pero muy difícilmente lo entienden y esto es así porque no son lectores. Tenemos seis de cada diez maestros que no comprenden lo que leen. Si tú trasladas eso al mundo escolar, vas a encontrar una escuela paporretera donde la lectura es escolarizada. Es decir, lees para dar examen o lees para que te evalúen lo que has leído. No como una estrategia de animación lectora, sino como un curso pedagógico enfocado en la nota y no en un desarrollo de hábitos. La escuela peruana no está enfocada en lo que necesita realmente, aun cuando curricularmente debería estarlo en el desarrollo de competencias, de habilidades y destrezas. Eso es lo que teóricamente debe hacer, y en la práctica lo que hace es seguir produciendo el clásico modelo del estudiante que memoriza textos de un libro porque tiene la obligación de recordarlo, porque si no recuerda, no sabe. Esa educación es la del tercer mundo y es la que tenemos nosotros.

CDEYC: Con respecto a esta propuesta que hiciste en el 2006, ¿se puede decir que las editoriales la han tergiversado a su beneficio?

J. A.: No es así. La escuela tiene una estructura de la que no se mueve. Las editoriales someten a sus demandas a la escuela privada. El Plan Lector, desde las editoriales, no ocurre para la escuela pública, solo en la privada. En esta última nunca se ha leído la norma, y nunca les interesó. Fue un impacto publicitario para ellos y una meta. Fue allí cuando hubo todos estos líos donde demandaron a los colegios porque había acuerdos entre los directores y las editoriales. El director cobraba su viaje a Miami para hacer que compren cualquier libro. Estaba pensado solo para que los compren, no para que los lean. Luego, el profesor obligaba a los niños a leer porque «por algo compraron». Esto hacía que en lugar de lograr un círculo virtuoso fuera un círculo vicioso. A pesar de ello, el Plan Lector Nacional fue lo único que impactó en las cifras de ventas anuales de las editoriales. Si tú miras las cifras del 2006 y las de ahora, la compra de libros tiene una diferencia extraordinaria; tanto para los títulos, las editoriales y los autores, ese año fue fabuloso.

CDEYC: ¿Cómo se realiza un proyecto de fomento de la lectura?

J. A.: He tenido muchas acciones de promoción de lectura. Trabajo principalmente en tres áreas: incidencia política, impacto mediático e intervención directa. En cuanto a la incidencia política, donde diseñé el Plan Lector Nacional en el 2006, en el 2009 descubrí que el Ministerio de Educación no tenía una Dirección Nacional de Bibliotecas Escolares. Yo no lo sabía. Era inconcebible, yo no lo podía creer; cuando lo he contado en otros países nadie lo podía creer. En ese momento montamos tres bibliotecas con un financiamiento hecho por la empresa Rímac Seguros, que nos brindó 50 000 dólares. Lo hicimos con un programa que se llama Un Millón de Niños Lectores, que luego se independizó para ser manejada por otra empresa que creé con mi exesposa. Ella se quedó al frente del proyecto.

CDEYC: Actualmente, los jóvenes tienen mucho entusiasmo para apoyar al fomento de la lectura. ¿Qué sugerencias darías a las actuales generaciones?

J. A.: Como te decía, mi trabajo es en tres campos: en incidencia política, en impacto mediático y en intervención directa. Me meto a una escuela o una biblioteca, busco financiamiento y la pongo a trabajar. Yo no quiero vivir de montar bibliotecas o hacer ciudades de promoción de lectura; las hago enfocado en una política: tiene que producirse. Estas funcionan, más que nada, bajo mi intervención directa; para que las instituciones me hagan caso debo tener impacto mediático; y cuando aparece en los medios de comunicación porque es algo bacán, los funcionarios quieren participar y te prestan atención, eso pasa porque haces presión social. Lo que yo le digo a cualquier promotor, es que no haga cualquier tontería como si le hiciera un bien al mundo. Las buenas acciones son tontas. Tienen que estar enfocadas en una política, llamar la atención con una actividad. Por ejemplo, hay un proyecto que se llama Biblioteca de la Confianza. Llamar «biblioteca» a una casita con libros empieza a deteriorar el concepto muy maltratado en este país de lo que es una biblioteca. El ciudadano peruano común ignora qué es una biblioteca. Si tú pones una estantería con cuatro libros lo llama «biblioteca»; Promolibro distribuyó unos paneles con treinta libros y también los llamó «biblioteca», y dijo que creó mil bibliotecas en este país. Llamar a todo eso «biblioteca» es como si yo tuviera una carretilla con una sartén para hacer arroz chaufa y dijera que tengo un chifa. Por eso ahora hablo específicamente del servicio de biblioteca que debe existir. Un servicio es una cosa muy compleja: espacio, presupuesto para adquisición de materiales, un plan de acción. En este último, en el plan de acción de promoción de lectura, es donde se han quedado todos. Hacen actividades a cada rato. Si yo pongo libros en un parque no es para pasarme veinte años promoviendo la lectura en ese espacio, es para exigir que existan bibliotecas. Si pongo libros en el parque es para que me miren. Pero los promotores tienen que tener un norte, un objetivo; y este objetivo tiene que ser uno político y a la vez ciudadano. Si no lo tienen claro, pueden hablar conmigo. Es crucial tener esto en claro; de lo contrario convierten la lectura en cosas como «hago mi librito y se lo regalo a los niños pobres», eso es una tontería con la que no vamos a llegar a nada. Yo les digo a todos que nosotros no somos los que tendríamos que hacer estas cosas. Promolibro ponía esos módulos de lectura en cualquier casa. Imagínate que podría pasar si algún pedófilo se acerca y ofrece su casa. De pronto tiene una veintena de niñitos leyendo en su sala. Entra una niña a esa casa y la pueden hasta violar. No puede ser. Esta clase de servicio tiene que nacer de la municipalidad con su biblioteca, igualmente de un colegio, con el cuidado que deben tener los niños cuando se acercan a estos lugares. No puede ser cualquiera.

CDEYC: Tiene que ser un establecimiento con las medidas adecuadas, con las funciones para cada persona y sus normas básicas adecuadamente reglamentadas.

J. A.: Como cualquier servicio. Tú no vas a un chifa si el dueño no cumple con ponerte un baño. Todos los servicios tienen un estándar de calidad. En este país, el estándar de calidad educativo no existe. Tú puedes montar tu colegio sin patio y sin biblioteca, sin laboratorio de química o sin instrumentos musicales, con un salón, carpeta y pizarra. Eso es inaceptable, pero eso ocurre porque a las instituciones no les interesa la educación de los peruanos. Este es un país controlado por mafias de droga y piedras. Al ciudadano común le importa un bledo, y quien pone a los presidentes son los consultores, los mineros y la industria de la coca. A ellos no les importa tu hijo o el mío, no les importamos absolutamente nada; solo somos consumidores de algo. Por eso el transporte público es miserable, donde la gente pierde su vida entera viajando, encima es ultrajada abollada, gritada, ultrajada por un sujeto que apenas sabe hablar. Lo más triste es que la gente le hace caso, le dicen que avance y avanza. Es una locura. Debemos exigir que existan bibliotecas es una demanda necesaria.

Si hay gente animada a promover la lectura, que se comuniquen conmigo porque vamos a remecer todo. Exigiremos a la próxima presidencia que para el 2025 no exista ninguna escuela sin una biblioteca, para que los niños ejerzan su derecho a leer. En este momento estoy buscando nueva gente que se preocupe por este país, para ello hay que formarla, agruparla y lanzarla con organizaciones que lo puedan soportar. Con los representantes que tengo en las siete regiones tengo una estrategia que será debatida. Ellos son profesionales con bibliotecas, con sus experiencias en promoción de lectura, con sus módulos, son personas que ya han hecho algo. Son los primeros por sus logros cosechados, luego de ellos vendrán todas las personas que quieran participar. Yo pienso que es más fácil formar líderes como mi exesposa, con quien hemos ganado premios internacionales en Inglaterra. El mundo empieza a mirarte cuando haces cosas, por eso tienes que empezar a hacerlas.

Más allá del Plan Lector

Es estas semanas, con una Ley del Libro prácticamente estrenada y que cuenta con nuevas perspectivas, se ha hablado acerca de cómo afectará a la lectura. El escritor y promotor cultural Javier Arévalo nos habla sobre la importancia de la lectura, su fomento para el desarrollo del país y el Plan Lector.

El fomento a la lectura es uno de los principales objetivos que todo país debe tener en cuenta para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos. Gracias a la lectura se desarrolla la concentración, el sentido crítico y se fortalece la libertad creativa. Por ello, la realización de proyectos que se enfoquen en su desarrollo es de vital importancia para la actividad cultural nacional.

Tuvimos la oportunidad de conversar con Javier Arévalo, escritor de amplia trayectoria y uno de los iniciadores del Plan Lector. El Estado debe «formar un sujeto que desee leer, o que sepa hacerlo, y desee la experiencia y el beneficio que le da leer», nos dice, por lo que la promulgación de la nueva Ley del Libro a inicios del mes ha sido un gran avance para la formación de ciudadanos con estas características. También nos señala que en la anterior ley del libro, la atención estuvo centrada en los beneficios económicos y tributarios que ella ofrecía para editoriales e importadoras de material bibliográfico. Por su parte, los lectores beneficiados bajo este marco legal eran personas selectas que contaba con los recursos suficientes para desarrollar este esencial hábito. En contraposición, la actual ley permite el desarrollo de todos los agentes que participan en la cadena de producción de la industria.

Arévalo reconoce que el camino para lograr un cambio sustancial en el fomento de la lectura es largo, y en este se encontrará una gran variedad de problemas.

Javier Arévalo: «En lo cultural, el Mincul no tiene ninguna orientación política. Hacen actividades, pero no hay una guía definida».

Arévalo reconoce que el camino para lograr un cambio sustancial en el fomento de la lectura es largo, y en este se encontrará una gran variedad de problemas. Entre las dificultades ―que se deben solucionar por parte del Estado― está la entrega de tablets sin una estrategia que permita su adecuado uso. En ese momento saltan a la luz las siguientes preguntas: «¿Qué libros has conseguido?, ¿qué bibliotecas virtuales has contratado para que los niños puedan acceder a alguna lectura?». Esto evidencia la falta de un mayor interés por parte de las instituciones encargadas de fomentar la lectura.

Otro problema a resolver, en el corto plazo, es el del Homo videns —este término acuñado por Giovanni Sartori que representa a «una criatura que mira pero que no piensa, que ve pero que no entiende»—. Si bien el escritor dice que esto es un síntoma global, también destaca que el problema en el Perú «es que no [se] desarrollaron las habilidades y destrezas necesarias, el vocabulario necesario para poder leer algo de profundidad». En este sentido, la cercanía de ambos problemas (las tablets y el Homo videns) se han vuelto un mal cada vez más incontenible que alejan a los niños de regiones apartadas de su derecho a la lectura.

Arévalo hace mención a la importancia de las bibliotecas y realiza serios cuestionamientos acerca del concepto que se tiene de ellas en el Perú. De acuerdo con él, la idea de una biblioteca se ha ido desvirtuando por varios factores, entre los que destacan la falta de interés de las autoridades, los grupos de poder hegemónicos y la carencia, por mucho tiempo, de un verdadero sistema de bibliotecas. A esto, añade que el Plan Lector no debió ser entendido como un sinónimo de leer únicamente obras literarias, sino que es una estrategia pedagógica para fomentar el hábito y el gusto a la lectura. Por ello, lo que permitirá el desarrollo completo de un buen Plan Lector es la inclusión de lecturas con corte científico y de divulgación.

Y es que la promoción de la lectura no debe ser simplemente hacer pequeñas actividades, sino que estas tengan un objetivo claro y a largo plazo. Para ello, brinda algunos consejos a los jóvenes interesados en la promoción de la cultura y gestión de proyectos. Si deseas conocer cuáles son estos consejos, te invitamos a leer la entrevista que le hicimos en el siguiente enlace: Javier Arévalo: «En lo cultural, el Mincul no tiene ninguna orientación política. Hacen actividades, pero no hay una guía definida».

Mundo editorial: Gris Tormenta

Desde hace un par de años, el taller editorial Gris Tormenta viene publicando la colección Editor, una serie de libros en torno a la labor que cumplen los diferentes actores del sector editorial. Su última aventura es el libro de Ignacio Echevarría, Una vocación de editor, una aproximación a la labor editorial de Claudio López Lamadrid.

A la hora de comprar un libro, la mayor parte de las personas suele centrarse en dos aspectos: qué es lo que tiene que contar y quién escribe. Quienes tienen un hábito de lectura arraigado, añaden a lo anterior la forma de presentación del libro: se fijan si la tapa es dura o blanda, la calidad del papel y la casa editorial que lo publica. Por último, aquellos que participan de la industria del libro son mucho más meticulosos: de cuánto es el tiraje, quién prologa el libro, qué premios ha ganado el autor o si hay una institución detrás que apoya la producción del libro.

La amistad entre Claudio López Lamadrid e Ignacio Echevarría data de hace más de cuarenta años en Tusquets. Varios años después se reencontraron en PRH, Claudio como director editorial e Ignacio como editor de mesa. (Fotografía de El Cultural)

No son muchas las editoriales que tengan un espacio en el cual se reflexione sobre el funcionamiento de la larga cadena humana que subyace a la producción de un libro. Por ello, el taller editorial Gris Tormenta lanzó una serie enfocada en el mundo del libro, que se suma al trabajo que inició Tomás Granados con Libros Sobre Libros, incónica serie del Fondo de Cultura Económica; y Trama Editorial, a cargo de Manuel Ortuño, con su colección Tipos Móviles.

Bautizada como Editor, la colección de Gris Tormenta está dirigida a visibilizar el proceso que está detrás de la realización de un libro. En este sentido se resalta la importancia del editor, el traductor, el compilador y demás personas, quienes hacen posible la publicación. También dará pie a las peripecias que surgen en torno a las labores de la crítica, retórica o filosofía literaria del mundo editorial.

El primer número de esta colección apunta a problematizar el proceso de la traducción en Perder el Nobel (2018). ¿Es el traductor un «instrumento óptico que permite “enfocar” una obra escrita en lengua extranjera»? Marta Rebón, quien traduce y escribe el prólogo de este ensayo de Laura Esther Wolfson, le da al lector una primera respuesta al hablar sobre lo importante que es el traductor para otorgar conocimientos a un público más allá de las fronteras nacionales y lingüísticas.

En el segundo número se aborda el proceso de la formación de un escritor y la paradoja entre los premios obtenidos y los apuros de una persona común. Las posesiones (2019), de Thomas Bernhard, desarrolla este tema a partir de la comparación de su vida financiera y su postura literaria ante la vida.

El tercer libro de esta colección, a cargo de Ignacio Echevarría y presentado recientemente, se adentra en la figura del editor Claudio López Lamadrid, querida y respetada figura del mundo editorial iberoamericano. Este libro, que se debate entre el ensayo y el testimonio, explica cuál es la función de un editor, así como la relación de esta figura y sus autores. Sin duda, Una vocación de editor (2020) se convierte en un libro indispensable para comprender a profundidad la labor del editor y su intrínseca participación en la creación de cualquier texto.

Con estos tres primeros libros, la colección Editor sienta una base sólida con la que pretende exponer al público los acontecimientos que ocurren en el ambiente editorial y nutrir más las exigentes bibliotecas de las personas vinculadas al mundo del libro.

La Biblioteca Nacional del Perú se prepara para cumplir 200 años

En medio de la crisis sanitaria, y a puertas del bicentenario de la República, la Biblioteca Nacional del Perú se encuentra preparando una extensa propuesta cultural que será llevada a todo el país. Conversamos con Ezio Neyra, jefe de la BNP para que nos cuente acerca de los proyectos que tiene dicha institución, que está por cumplir 200 años.

Las bibliotecas públicas y municipales deben ser agentes culturales muy activos. En algunos países, donde es evidente el compromiso del Estado con el desarrollo cultural, las bibliotecas son espacios en los que se brinda al público servicios como mediatecas, visitas guiadas a las instalaciones, talleres artísticos diversos, una nutrida agenda cultural, e incluso están interconectadas con otras bibliotecas locales. Y conforme la oferta de actividades se incrementa, se convierten en espacios que son más que silenciosas estanterías, se transforman en ejes sociales y culturales integrados entre sí. Lamentablemente, en nuestro país este servicio se ha visto bastante abandonado, especialmente para aquellas personas que viven más alejadas de las ciudades más grandes. Ezio Neyra, jefe institucional de la Biblioteca Nacional del Perú, no es ajeno a esta realidad y concibe a las bibliotecas como un motor de desarrollo con una gran influencia en la sociedad, de tal manera que puedan cerrar grandes brechas sociales e incluso «llegar a mejorar la salud de las personas y ayudar a reducir la pobreza».

De acuerdo con Neyra, las bibliotecas deben brindar materiales bibliográficos y documentales, considerando «las necesidades de formación que tiene la comunidad específica a la que atiende». Un ejemplo práctico de este concepto se está desarrollando en las llamadas Estaciones de Bibliotecas Públicas, que actualmente se ubican en los distritos de El Agustino, Rímac o La Victoria. Esta última se encuentra cerca del emporio comercial de Gamarra, por lo que se tiene planeado realizar una serie de servicios y talleres específicos que aporten al desarrollo de los pequeños empresarios de la zona. Para lograr esto, es fundamental la realización de un estudio de usuarios potenciales, que permita conocer las necesidades informativas que sean más urgentes para esta comunidad.

La Biblioteca Nacional también tiene un gran proyecto que involucra la descentralización del conocimiento, con miras a establecer un Sistema Nacional de Bibliotecas para poder abarcar todo el país. Para llegar a esta meta, se realizarán diversas labores como el envío de funcionarios de la Biblioteca Nacional a cinco regiones del Perú o la puesta en marcha de bibliotecas móviles en Lima y dos ciudades de otros departamentos.

Otra forma de ampliar sus fronteras es la integración del mundo digital a los recursos que dispone la Biblioteca Nacional. En este sentido, se digitalizará todo el material bibliográfico que posee, para luego unificarlo en un catálogo virtual. También se creará el portal web Memoria Perú: Recorridos por el patrimonio de la BNP, donde se propone la revaloración del patrimonio bibliográfico nacional. Pero todo esto es a futuro. En el presente, la Biblioteca Nacional ha lanzado desde hace dos meses su Biblioteca Pública Digital, con más de 6000 archivos entre libros y audiolibros de la literatura contemporánea en castellano.

Por otra parte, Ezio Neyra hace hincapié en la actitud a ser tomada por las autoridades municipales para fomentar las bibliotecas a su cargo, que deben ser concebidas como espacios de cultura con objetivos diferentes a los que puede plantear las estaciones de bibliotecas públicas y la Biblioteca Nacional. También recalca que «la sociedad civil tiene un papel muy importante que jugar en favor de las bibliotecas públicas. Los vecinos no se pueden desentender de esta responsabilidad». En este sentido, resalta la preponderancia del público, sea lector recurrente o no, sobre la calidad en los servicios que las bibliotecas ofrecen.

En cuanto a la nueva Ley del Libro, Neyra señala una diferencia que existía con la del 2003: «Esa sí era una ley que principalmente tenía que ver con la industria editorial y partían de una premisa equivocada, la premisa de que para hacer del Perú un país de lectores, necesitamos una industria editorial fortalecida». La nueva ley del libro otorga un fondo de 16 millones de soles para el fomento de la lectura de forma permanente. Además de ello, la Biblioteca Nacional ha solicitado un millón de soles adicionales para la compra de libros destinados a las cinco estaciones de bibliotecas públicas y para la Gran Biblioteca Pública de Lima. Todo esto resalta la nueva actitud tomada por el Gobierno para mejorar el nivel educativo y cultural de los peruanos.

Además, hay cuatro estrategias que se desarrollan con motivo de los 200 años de creación de la Biblioteca Nacional. Estas se centran en la mejora de la infraestructura, el fortalecimiento del acceso a la información, la implementación del Sistema Nacional de Bibliotecas y la modernización de los procesos bibliotecológicos. Estas estrategias están divididas en más de treinta proyectos, entre los cuales se hallan los cinco programas académicos que ofrece actualmente, así como la remodelación de la Gran Biblioteca Pública de Lima, el lanzamiento de la revista Libros y Ciencia —coeditada con el Concytec—, así como la Gaceta Bibliotecaria del Perú, considerada por Neyra como «el órgano comunicacional de las bibliotecas públicas». De igual forma se piensa realizar la bibliografía peruana de los últimos años que había sido dejada de lado.

Si quieres enterarte de más detalles sobre estos temas te invitamos a revisar la entrevista completa en el siguiente enlace: Ezio Neyra: «Una biblioteca pública debe estar en capacidad de atender a todos los grupos sociales y con servicios de calidad».

Ezio Neyra: «Una biblioteca pública debe estar en capacidad de atender a todos los grupos sociales y con servicios de calidad».

Ezio Neyra Magagna es escritor, editor y el actual jefe de la Biblioteca Nacional del Perú – BNP. Conversamos con él para que nos cuente acerca de los proyectos que tiene la BNP para descentralizar el acceso a la lectura en el país, así como darnos su opinión sobre la nueva Ley del Libro y los nuevos fondos que se otorgaron desde el estado a causa de la emergencia sanitaria.

CDEYC: ¿Qué características debe tener para ti una biblioteca pública?

Ezio Neyra: Son varias. Lo esencial de una biblioteca pública es que debe convertirse en un motor de desarrollo de la comunidad a la que atiende. Cuando digo «motor de desarrollo» pienso en una biblioteca pública que pueda ayudar en procesos educativos o académicos, que pueda tener una incidencia real en muchos temas que uno normalmente no asocia con las bibliotecas. La biblioteca normalmente es entendida como un repositorio de libros que sirve para procesos educativos y formativos. La idea que estamos promoviendo desde la BNP es que las bibliotecas públicas pueden incidir en todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas. Visto así, una biblioteca puede reducir las brechas de género, puede llegar a mejorar la salud de las personas o ayudar a reducir la pobreza. En líneas generales, como idea esencial está la de las bibliotecas como motores de desarrollo. En cuanto a sus características, debe ser una biblioteca que, por un lado, se construya de la mano de la comunidad que atiende; es decir, las bibliotecas deben dar acceso a materiales bibliográficos y documentales. Pero no materiales bibliográficos y documentales que sean construidos de manera arbitraria, sino que sus colecciones estén construidas teniendo en cuenta las necesidades de formación que tiene la comunidad específica a la que atiende. También cubre necesidades de acceso a la cultura que estas comunidades puedan tener. Por ejemplo, si estamos hablando de una biblioteca que está atendiendo a una comunidad donde la mayoría son personas dedicadas a la pesca, entonces la biblioteca puede construir una colección que tenga muchos materiales sobre esa actividad que permita a los pescadores mejorar su labor.

CDEYC: Las bibliotecas, en ciertos países, ofrecen diferentes servicios como una mediateca, visitas guiadas a las instalaciones, talleres artísticos, interconexión con otras bibliotecas locales, espacios para la socialización, entre otras facilidades. ¿Qué tan grande es la brecha en estos aspectos que presenta nuestra realidad?

E. N.: Enorme. Lamentablemente, hablando del caso peruano, el Estado le ha fallado a su ciudadanía en términos de garantizar una estructura bibliotecaria que sirva para acceder a la formación y la cultura. Esto es algo objetivo; basta con mirar el Registro Nacional de Municipalidades que se hace año a año. En el 2012 había más de 850 bibliotecas públicas municipales, y seis años después, en el 2018, nos encontramos con unas 480 bibliotecas públicas municipales, de un total de más de 1850 municipios distritales y provinciales que hay en el país. Eso muestra que hay una buena parte del territorio que no está cubierto por los servicios bibliotecarios. También muestra ―y esto es una idea que he ido repitiendo una y otra vez― cómo las autoridades de todo nivel de gobierno han ido retirando la prioridad que deberían tener. Cuando se crea la Biblioteca Nacional el 28 de agosto de 1821 ―que se convierte en la primera biblioteca pública del Perú―, el edicto de creación firmado por don José de San Martín muestra que la biblioteca pública era entendida como una institución que debía ayudar con tres valores republicanos que se empezaron a promover: la libertad, la igualdad y la justicia. Pienso que, casi 200 años más tarde, cuando uno levanta la mirada y ve alrededor, la situación actual de las bibliotecas públicas no tiene en el imaginario social, y para nuestras diferentes autoridades, el mismo nivel medular de importancia que tenía a comienzos de la República. La brecha es grande. Hay aproximadamente 1400 municipalidades que no cuentan con bibliotecas públicas y municipales, a pesar que tienen la obligación por ley.

CDEYC: Es una pena muy grande. Esta brecha es más grande de lo que cualquiera esperaría.

E. N.: En cuanto a bibliotecas públicas y municipales, sí. A ese universo también podemos sumarle las bibliotecas universitarias, escolares, patrimoniales, especializadas, de instituciones públicas. Son más de 500 bibliotecas en total. Pero, públicas y municipales solo son las que mencioné, 450 bibliotecas para los más de 1800 municipios.

Ezio Neyra: «El edicto de creación firmado por don José de San Martín muestra que la biblioteca pública era entendida como una institución que debía ayudar con tres valores republicanos que se empezaron a promover: la libertad, la igualdad y la justicia».

CDEYC: Con respecto a la nueva Ley del Libro, ¿qué beneficios traerá el FondoLibro para las bibliotecas?

E. N.: Antes de contestarte específicamente debo acotar algo. Cualquier sistema de bibliotecas públicas que funcione con calidad en el mundo tiene que cumplir con tres requisitos. El primero es que la institución que sea el ente rector y promotor del sistema ―en el caso peruano es la BNP, en otros países son otras instancias― debe ser capaz de estar presente en todo el territorio. Debe haber al menos un representante en cada uno de los departamentos del país. En segundo lugar, está todo lo que tenga que ver con capacitación. Es muy importante que exista un sistema de capacitaciones constante con alcance nacional, que procure llegar a la mayoría de bibliotecarios del país. El tercer punto tiene que ver con la compra pública de libros o la donación de libros para bibliotecas públicas municipales. En la actualidad, la BNP, como ente rector, ha venido satisfaciendo estos tres requisitos, aunque de forma parcial en cuanto a las necesidades de capacitación. No se ha podido desplegar funcionarios en el territorio; tampoco se ha podido ―esto por un tema de legislación― adquirir los materiales bibliográficos para reforzar bibliotecas públicas y municipales. La nueva Ley del Libro, que reconoce el derecho a la lectura y crea el FondoLibro, tiene un punto que es de enorme importancia porque facilitará la implementación del Sistema Nacional de Bibliotecas. Esta ley obliga que se ejecute a menos el 20% del total de los fondos disponibles en FondoLibro para la compra anual de materiales bibliográficos, que permitirá dotar a las bibliotecas públicas y municipales. Esto es, de cara a las bibliotecas públicas, lo más importante porque permite, por primera vez en la historia de las bibliotecas públicas del país, que haya una ley que asigne fondos anuales para estos fines que tienen que ver con el desarrollo de las colecciones bibliográficas en el país. Hay muchísimas bibliotecas públicas en el país que no adquieren libros nuevos en años o en décadas, han venido trabajando con donaciones. En ese sentido, esta ley crea mejores condiciones para el desarrollo e implementación del sistema nacional de bibliotecas.

CDEYC: ¿Qué tanto se le permite avanzar a la red de bibliotecas públicas en los próximos tres años con este fondo de los 16 millones?

E: N.: Ojo que esa ley no es por tres años. Lo que es por tres años son los beneficios tributarios para las editoriales, no la ley. Eso es una confusión que lamentablemente hay porque esta nueva ley se está entendiendo como una ley del libro, cuando no es una ley solamente del libro. Es una ley que mira al ecosistema de la lectura y del libro de manera amplia, lo que la hace distinta a la ley del 2003. Esa sí que era una ley que principalmente tenía que ver con la industria editorial y partía de una premisa equivocada; la premisa de que, para hacer del Perú un país de lectores, necesitamos una industria editorial fortalecida. Yo discrepo de eso. Una industria editorial fortalecida, por sí sola, no crea las condiciones necesarias para la formación de lectores. Esta nueva ley da beneficios tributarios a las editoriales por tres años y crea otras condiciones ―entre ellas FondoLibro― de manera permanente. FondoLibro está creado por ley, y para eliminarlo se necesitaría la derogación del FondoLibro a través de otra ley. En este sentido, yo soy muy optimista con el impacto que esta ley pueda tener para las bibliotecas públicas y municipales. Con el correr de los años esta ley, y en particular este articulado de las compras para bibliotecas, va a permitir que se cierren cada vez más las brechas que existen para el acceso a materiales bibliográficos y documentales de calidad, actualizados y demás.

CDEYC: Fuera del enfoque tributario y económico, ¿qué problemas no podrán resolverse con esta nueva promulgación de la ley del libro y la lectura?

EO: Con toda honestidad, no sé aún —y probablemente nadie sepa— cuál será el impacto de esta ley para el sector de la lectura y el libro. Es algo que vamos a ser capaces de saber con el correr de los años, de la misma manera que con la ley del 2003. Con el paso del tiempo nos fuimos dando cuenta del impacto que tuvo, en particular para la industria editorial. Desde mi punto de vista, 17 años más tarde, tenemos un sector editorial peruano mucho más numeroso en cuanto a cantidad de agentes editoriales. Tenemos editoriales mucho más bibliodiversas respecto del pasado. También tenemos un sector editorial mucho más profesionalizado. Para no correrme de la pregunta, yo diría que una de las más grandes deudas de esta nueva ley es no declarar la inafectación del I.G.V. al libro. Lo que se ha vuelto a aprobar es la exoneración de I.G.V. al libro por un plazo de tres años, mientras que lo otro le daría un carácter permanente. Estoy convencido de que en el futuro esa será la lucha de quienes están interesados en promover una nueva legislación alrededor de la lectura y el libro. Declarar la inafectación habla de un Estado que apuesta verdaderamente por el libro, y que entiende plenamente la importancia del libro. No como una mercancía equiparable a una mesa, una silla o una maceta, sino como un vehículo de transmisión de información, de cultura, de construcción de identidades. Justamente por eso, requiere un tratamiento particular y extraordinario. Esa es la carencia más grande de esta nueva legislación. Cuando uno levanta la mirada y pasa por todo Latinoamérica se encuentra con que los únicos dos países que ponen I.G.V. al libro son Guatemala y Chile. Los demás países no. Eso es señal de que deberíamos ir hacia eso. Por otra parte, si bien 16 millones de soles es una cantidad importante con la que no se había contado antes, sigue siendo una cantidad insuficiente. Tenemos que apuntar a un fondo aún mayor para los fines que se plantea en FondoLibro.

CDEYC: Quizá lo que falta no es dinero, sino recursos humanos. Más participación por parte del público. Como mencionas, esta nueva ley apunta a un espectro amplio del sector, donde se incluye, en algún sentido, también al lector.

E. N.: Esa es una de las cosas buenas de esta ley. A diferencia de la ley anterior, esta pone al lector en el centro. En la anterior, el centro eran las editoriales. En la actualidad, se parte de la lógica de trabajar y fortalecer al sector editorial para que devenga en mejores libros para el lector. Partir de la lógica de abrir bibliotecas públicas va en beneficio del lector. Además, la nueva ley reconoce el derecho a la lectura. Gracias al reconocimiento de la lectura como un derecho va a ser posible trabajar, por ejemplo, en conseguir más presupuesto o hacer diferentes acciones en favor de estos temas.

CDEYC: Viendo el contexto actual de la pandemia, ¿la BNP ha logrado adaptarse a la virtualidad? Cuando pase esta pandemia, ¿este canal de comunicación permanecerá?

E. N.: El reto más grande que hemos tenido como consecuencia de la pandemia ―y esto es algo que se puede extrapolar a todas las bibliotecas― ha sido lograr que la biblioteca sea considerada como una institución que brinda beneficios pertinentes para los usuarios. Incluso en coyunturas como esta, donde nos hemos dado cuenta que las actividades que más sufren son las que muchas autoridades consideran que no son necesarias o fundamentales. La cultura y el acceso a la lectura es siempre un derecho que debe estar al mismo nivel que otros derechos fundamentales de las personas. Ese ha sido el reto más grande, construir programas culturales, académicos, así como nuevos servicios que los nuevos usuarios puedan considerar pertinentes. Lo que nos ha permitido la pandemia, entre muchas cosas, es darnos cuenta de que hay mucha población a la que no hemos podido atender desde a BNP. Antes de la pandemia, realizábamos las actividades de manera presencial tanto en la sede de San Borja como en las otras sedes que tiene, todas en Lima. Los ciudadanos de otros lugares del Perú difícilmente accedían a estos servicios, así como a la programación cultural y académica. Esta crisis nos ha ayudado a generar una creciente cantidad de nuevos usuarios de Lima y de todas partes del Perú, e incluso en el extranjero. Todo lo que se ha venido haciendo ha llegado para quedarse. No solo eso, cuando se encuentre la vacuna y la crisis sanitaria quede atrás, en ese escenario, es muy importante que las bibliotecas ―la BNP incluida― aprendamos a convivir de manera muy natural en tres entornos: un entorno virtual, el cual debemos fortalecer; un entorno presencial que volverá a estar presente y debemos seguir fortaleciendo; y un entorno remoto, es decir, brindar servicios ―no desde el internet porque mucha gente no accede― a través de bibliotecas móviles y llevarlas a la gente, o de préstamos de libros, libros por delivery, o gracias al servicio de llamadas telefónicas al servicio Aló BNP. Este es un servicio dirigido a adultos mayores donde un bibliotecario ofrece un menú de lecturas tanto literarias como informativas. Definitivamente, esto ha llegado para quedarse y debemos seguir fortaleciéndolo cada vez más; pero, sin descuidar los otros dos entornos. Es un reto aprender a vivir en estos tres ámbitos.

CDEYC: Has mencionado diferentes públicos. ¿Cómo imaginas el perfil de estos usuarios?

E. N.: Eso es relativo. Nosotros tenemos seis bibliotecas públicas: la Gran Biblioteca Pública de Lima de la avenida Abancay, y cinco Estaciones de Bibliotecas Públicas. Como parte del fortalecimiento de la presencialidad estamos haciendo proyectos de infraestructura en estas seis bibliotecas. Por un lado, hay un proyecto de inversión muy grande de más de 30 millones de soles para hacer una modernización total de la Gran Biblioteca Pública de Lima. Por el otro, hemos empezado desde este año con la modernización de las cinco estaciones que tenemos. En la biblioteca que tenemos en El Agustino ya hemos iniciado y la vamos a entregar en unas seis semanas; y durante el primer semestre del año que viene se hará lo mismo con tres bibliotecas más, de las cinco que tenemos. Parte de esta intervención incluye un estudio de usuarios potenciales, que consiste en entrevistar a vecinos que viven cerca, o que tienen acceso, a la biblioteca de ese distrito. Esta información nos permitirá conocer cuál es el público usuario más común en la comunidad específica que atiende, por ejemplo, la biblioteca de El Agustino. A partir de este conocimiento de la comunidad podemos ofrecer, en consecuencia, servicios pertinentes. El año que viene, otra de las bibliotecas que vamos a intervenir es la biblioteca de La Victoria que está a pocas cuadras de Gamarra. Antes de trabajar, el conocimiento que tenemos sobre el público usuario es que esta biblioteca puede tener un impacto muy grande en favor de los pequeños empresarios de Gamarra. Entonces, la biblioteca que tenemos en La Victoria puede convertirse en un motor de desarrollo para esa comunidad de pequeños empresarios de Gamarra, a partir de una serie de servicios y talleres específicos que se puedan dar para ellos. Es difícil hablar de un perfil general del público usuario de una biblioteca. Una biblioteca pública debe estar en capacidad de atender a todos los grupos sociales y con servicios de calidad. Además de eso, las bibliotecas públicas deben añadir a eso el conocimiento que tienen sobre la comunidad que atienden para saber cómo atenderla mejor, qué necesidades de información hay que satisfacer, qué servicios hacen falta, y así sucesivamente.

CDEYC: ¿Existen puentes de comunicación con las bibliotecas municipales?

EO: Sí. Por ejemplo, hemos conversado con el municipio del Rímac porque allí está una de las estaciones de bibliotecas que vamos a intervenir. Antes de julio del año que viene esta biblioteca va a estar completamente renovada. No solo en infraestructura, también en mobiliario ―estantería, iluminación, pisos y otras cosas más― y en mejores servicios. El trabajo que estamos haciendo incluye un acercamiento a la comunidad. Por otra parte, y como les dije a las autoridades del Rímac, es importante que ellos también abran su biblioteca municipal y que inviertan en ella. Que la BNP apueste por mejorar sus propios locales o por comprar libros para las bibliotecas públicas no debe significar que las autoridades se olviden de las suyas. Lo que hacemos nosotros es ayudar a que las bibliotecas sean mejores. En ese esfuerzo, las municipalidades también tienen un rol muy importante que jugar. Siempre he creído que los vecinos tienen un gran papel por desarrollar en favor de las bibliotecas públicas. Los vecinos no se pueden desentender de esta responsabilidad, ellos tienen mucho que decir y pueden aportar mucho para el sostenimiento de las bibliotecas. Envíen cartas a sus alcaldes pidiendo una biblioteca de calidad. Muchas veces, estas iniciativas salen mejor de lo que uno espera. Innumerables pedidos de esta naturaleza, desde la sociedad civil organizada, han tenido un efecto muy favorable en las autoridades.

CDEYC: ¿Qué planes existen para conmemorar los doscientos años de la Biblioteca Nacional del Perú?

E. N.: Estamos trabajando en cuatro ejes estratégicos que incluyen alrededor de 30 proyectos. El primero de ellos es el de «Mejoras de infraestructuras de servicios», dentro está la remodelación de la Gran Biblioteca Pública de Lima y de las cinco estaciones que mencioné. Un segundo eje tiene que ver con el acceso a la información. Aquí está el lanzamiento de la colección Lectura, Biblioteca y Comunidad, que es una serie de libros sobre temas que dan el título a la colección. También está un proyecto de inversión en digitalización de material bibliográfico documental relacionado con el proceso de independencia. Estamos hablando de más de 200 mil materiales que se prevé digitalizar. Hace dos meses hemos lanzado la Biblioteca Pública Digital, que da acceso a más de 6000 libros y audiolibros contemporáneos en castellano de manera gratuita. Estamos en proceso de adquisición de un millón de soles invertidos para la compra de libros para la Gran Biblioteca Pública y de las cinco estaciones. Para febrero o marzo vamos a lanzar un portal que se llamará Memoria Perú: Recorridos por el patrimonio de la BNP. Será una web de micrositios temáticos multimedia que permitirá recorrer, promover y difundir el patrimonio con el que contamos. También se amplió la oferta de programación académica. Hasta hace poco la biblioteca solo ofrecía el programa de Arte e Historia Peruanos; ahora son cinco los programas académicos: Historia y Arte Peruanos, Historia del Perú, Literatura Peruana, Bibliotecología, y ahora mismo está sucediendo el programa de Ciencias. También vamos a lanzar una revista que se llama Libros y Ciencia en coedición con el Concytec. Luego, un tercer eje es la implementación de Sistema Nacional de Bibliotecas. Para ello, trabajamos en un documento muy importante para nosotros porque nos va a permitir tener mayor claridad de hacia dónde estamos yendo; lo llamamos Estrategias de Implementación del Sistema Nacional de Bibliotecas. Por un lado, nos permite la articulación territorial entre la Biblioteca Nacional y las diferentes bibliotecas públicas del país. Por el otro lado, desde el año entrante se permitirá poner en cinco departamentos del Perú a cinco funcionarios de la Biblioteca Nacional que ayudarán en este esfuerzo de una mejor articulación. Lanzaremos hacia finales de noviembre el portal del Sistema Nacional de Bibliotecas, donde se incluirá un centro de recursos para la formación de bibliotecarios. Habrá más de ochenta recursos diferentes para que los bibliotecarios del país puedan acceder, implementar y mejorar las herramientas de gestión que tengan. Incluirá, entre otras cuestiones, el Registro Nacional de Bibliotecas y un mapa de geolocalización de bibliotecas. Otra cosa que habrá son los bancos de modelos de proyectos bibliotecarios con planos arquitectónicos de bibliotecas pequeñas, medianas y grandes para la costa norte, sur o central dependiendo del tipo de clima; lo mismo para bibliotecas ubicadas en las zonas de la sierra, y para los climas más tropicales en la selva del país. En el primer trimestre del año entrante, pondremos en marchar al menos tres bibliotecas móviles, en tres ciudades diferentes del país: Lima y dos ciudades más para empezar. Lo último en este eje es que vamos a relanzar una publicación emblemática de la Biblioteca Nacional ―que no se publica desde hace varios años― llamada Gaceta Bibliotecaria del Perú, y que aspira a convertirse en el órgano comunicacional de las bibliotecas públicas en el país. El cuarto eje estratégico que estamos trabajando para los doscientos años de la Biblioteca Nacional lleva como nombre Modernización de los Procesos Bibliotecológicos. Para empezar, estamos trabajando en la innovación de la gestión de las colecciones. Implementaremos un nuevo formato para la catalogación que se llama RBA en la Biblioteca Nacional del Perú. Este es un formato utilizado por muchísimas de las mejores bibliotecas del mundo, y que en nuestra biblioteca todavía no aparece. Estamos recibiendo el depósito legal de publicaciones digitales. Por otro lado, hemos empezado a actualizar la bibliografía peruana. La Biblioteca Nacional tiene la obligación de publicar año a año la bibliografía de todas las publicaciones que se han hecho en ese año. Ahora mismo hay una brecha de diez años, donde no se ha hecho esta bibliografía peruana. Este año vamos a publicar la bibliografía peruana del 2019, 2018 y 2017. El año que viene aparecerán la bibliografía del 2020, 2016 y 2015, lo que irá cerrando esta brecha que existe. Otro proyecto fundamental, en este eje, para la Biblioteca Nacional, es la unificación de nuestros catálogos. Actualmente, un usuario accede a unos seis catálogos diferentes para saber lo que tenemos y acceder a un material específico. A partir del próximo año ―esperamos que sea desde el primer trimestre― los usuarios van a poder acceder a todo lo que hay en la Biblioteca Nacional a través de un solo catálogo unificado. Y son muchos proyectos más en los que estamos trabajando, solo te he menciono unos cuantos.