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El recuento de un 2024 lleno de éxitos

Un año más termina. Y el Centro de Desarrollo Editorial quiere compartir contigo los logros y las satisfacciones de las cuales has sido parte este 2024 y que nos animan a afrontar nuevos retos en este 2025.

En marzo, dentro de la Escuela de Edición, abrimos un curso muy especial: Empezar un Proyecto Editorial desde Cero, el cual estuvo dirigido por Víctor Malumián y Hernán López Winne, editores y cofundadores de la editorial Godot de Argentina.

De izquierda a derecha: Hernán López Winne, Víctor Malumián y Diego Barros

En mayo sumamos a nuestro equipo de docentes de la Escuela a Diego Barros, editor argentino de larga experiencia en torno al mundo del libro. Con él dimos comienzo a los cursos de Edición de Libros y Materiales Educativos, y Editing en el Proceso Editorial, asignatura indispensable para conocer cómo se gestionan los contenidos.  

También se sumó la lingüista Fiorella Moreno, quien dicta los cursos de Gramática, Ortografía y Puntuación. De este modo, fortalecimos a nuestra plana docente, con miras a ofrecer muchas más iniciativas educativas para este 2025.

Nuevos programas

Este 2024 significó el despegue de muchas iniciativas. En ese sentido, colocamos dentro de nuestra oferta educativa nuevos programas que han fortalecido a nuestra institución. De este modo, en octubre iniciamos el Programa de Escritura Académica, propuesta que busca perfeccionar a nuestros estudiantes en la elaboración de textos propios del sector académico, como el artículo y el ensayo, así como la redacción de proyectos de tesis. Cabe mencionar que ha sido uno de nuestros programas más solicitados.

Por otro lado, uno de los proyectos más ambiciosos del Centro de Desarrollo Editorial en este año fue la creación de la escuela de escritura creativa Capítulo Uno, cuya convocatoria a la primera promoción del Programa de Escritura Creativa se encuentra en curso. Dicha iniciativa tiene una duración de diez meses y brinda las herramientas y técnicas necesarias para que los participantes desarrollen el oficio de la escritura. El programa está conformado por seis cursos más un laboratorio editorial y tendrá como docentes a César López, Katherine Pajuelo, Lenin Heredia y Nancy García, quien nos acompañará desde México. El curso culminará con una publicación conjunto con todos los participantes.

Libros a la orden

Finalmente, el 2024 también significó la reactivación y potenciamiento del lanzamiento de publicaciones dentro de los distintos sellos del Centro de Desarrollo Editorial. De este modo, títulos como Kafka: Seres inquietantes y Ribeyro en dos ensayos, del autor peruano Miguel Gutiérrez, presentados en junio y diciembre respectivamente, se suman a nuestra producción editorial, la cual aloja valiosos rescates literarios que iniciaron con la publicación de la segunda edición de la novela Perro con poeta en la taberna, de Antonio Gálvez Ronceros, en el 2023.

En tanto, apareció también el sello Lorem Ipsum, con el lanzamiento del libro testimonial de Virginia Galindo, Cada día es un momento para recordar en un futuro. Así también, para nuestro sello 10/6, la versión en inglés del libro El bosque de Cucho, del autor peruano Luis Galli, el cual fue presentado en Estados Unidos y Canadá.

A todos ustedes muchas gracias por acompañarnos, y a todo el equipo del Centro de Desarrollo Editorial las gracias por ser parte de cada aventura que se inicia y se mantiene en nuestra institución.

Te invitamos a permanecer con nosotros y vivir la experiencia editorial en primera fila. Feliz y próspero 2025.

El «editing»: meollo del oficio editorial

El trabajo con manuscritos y textos originales de autores es una de las fases principales del proceso de manufactura del libro. Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de editing? En el siguiente artículo, Diego Barros, editor y sociólogo de la Universidad de Buenos Aires, precisa este y otros conceptos respecto a la etapa decisiva de una publicación.

Por Diego Barros

En su Lección inaugural en el College de France «Escuchar a los muertos con los ojos» (2007), el historiador francés Roger Chartier (1945) afirmó: «Los autores no escriben libros, ni siquiera los suyos. Los libros, manuscritos o impresos, son siempre el resultado de múltiples operaciones que suponen decisiones, técnicas y competencias muy diversas».

En este y en tantos otros análisis en torno al libro y a la lectura, Chartier ha echado luz sobre la especificidad y significación de la tarea del editor, una profesión que, según afirma, surgió en Francia hacia 1830, al separarse definitivamente del impresor y del librero.

En efecto, buena parte de aquellas «múltiples operaciones» a las que hace referencia Chartier, pueden resumirse en lo que en la jerga editorial se conoce con el nombre de editing, y en donde confluye una sucesión muy variada de miradas profesionales que no solo terminan transformando el manuscrito del autor sino que le dan al mismo una serie de valores agregados que, se suponen, hacen posible la adecuada llegada de un libro a sus destinatarios.

Un recorrido guiado por el know-how editorial

A examinar de modo sistemático y en profundidad las implicancias del llamado editing, está destinado el curso Editing en el Proceso Editorial a dictarse en la Escuela de Edición de Lima todos los miércoles, a partir del 12 de febrero.

Partiendo de la indispensable distinción —a veces no tan claramente evidente para muchos— entre «texto» y «libro», este curso abordará las diferentes dimensiones y etapas propias del trabajo del editor, un profesional —una vez más con Chartier— que puede ser definido «… en tanto coordinador de todas las posibles selecciones que llevan a convertirse en un libro, y al libro en mercancía intelectual, y a esta mercancía intelectual en un objeto difundido, recibido y leído» (Cultura escrita, literatura e historia. Conversaciones con Roger Chartier).

Haciendo especial foco en la relación fundante que la define —la que se entabla entre el autor y el editor— las clases guiarán a los alumnos en el abordaje, en una primera instancia, del estatus del manuscrito producido por el autor, así como de los modos posibles en que un editor debe posicionarse para juzgar un producto que es expresión de la plena subjetividad de su creador.

Así, se espera poder dar respuesta a preguntas tan cruciales como: ¿Es posible emitir un juicio crítico objetivo de un texto con dichas características?, ¿Es posible hacerlo sobre una materia en la que el editor no se encuentre formado profesionalmente? Y aún más: ¿es posible enjuiciar un texto ficcional y, en todo caso, cómo debe hacerse de un modo profesional? Las respuestas a estos y otros interrogantes de este tenor, no hacen sino tematizar la condición del editor en tanto un «lector profesional», tema frente al cual se impone presentar algunas sugerencias y recomendaciones cuando se está frente a un texto para su publicación posterior.

Pero lo cierto es también que más allá de poder postularse para la actividad editorial un cierto flujo ideal de trabajo, a la vez se vuelve necesario abordar algunos casos específicos de libros, en función de los diferentes géneros discursivos y formatos editoriales.

La edición, entre textualidades y materialidades

Pero así como a la hora de abordar el editing se pone en juego la «textualidad del libro», se impone también prestar atención a la “materialidad del texto”, es decir, a ese conjunto de intervenciones relacionadas con los aspectos visuales y materiales que hacen al libro como objeto. Así, el editing incluye vérselas también con los efectos que el diseño gráfico, el tratamiento de los para-textos y, desde luego también, la materialidad misma en tanto todos esos aspectos pueden dar lugar a modos de apropiación bien diferentes por parte de los lectores, volviendo aún más crucial las prácticas editoriales.

Poniendo a dialogar en todo momento la experiencia concreta al frente de procesos editoriales con un ejercicio de conceptualización desde una perspectiva sociocultural, se espera que este trayecto formativo contribuya a mejorar las prácticas cotidianas de los editores y, de algún modo, poder coincidir con el fundador de Anagrama, Jorge Herralde, cuando afirma que «… el valor intangible aportado por un buen editor a los autores y a los títulos incorporados a su catálogo es el aura que su sello logra transmitir a los lectores; esto es, la garantía de calidad, trabajo bien hecho y continuidad de los criterios ofrecidos por el conjunto de las obras previamente publicadas» (Un día en la vida de un editor y otras informaciones fundamentales).

Sobre Diego F. Barros (Buenos Aires, 1964)

Sociólogo especializado en temas culturales. Doctorando en Ciencias Humanas (Universidad de San Martín). Posee más de treinta años de experiencia haciendo, pensando y enseñando la edición. Es  docente de la Escuela de Edición de Lima en los cursos de Edición de Libros y Materiales Escolares, Mercado Editorial y próximamente Editing en el Proceso Editorial.

Editar para la escuela

Diego Barros, sociólogo de la Universidad de Buenos Aires y docente del curso Edición de Libros y Materiales Educativos de la Escuela de Edición de Lima, define algunos conceptos básicos acerca de la edición de productos del sector educativo, así como la complejidad implícita que eso supone.

Por Diego Barros

Fue tal vez Oscar Wilde quien mejor definió el rol del editor al sentenciar que «… no es más que un intermediario útil». Con la sagacidad y la ironía que siempre lo caracterizó, el escritor no hizo sino ir al hueso de la incumbencia más decisiva del oficio editorial: la de la intermediación. En efecto, ubicado exactamente en el medio entre el autor y lector, el editor se define, tal como lo hace el historiador del libro y la lectura Roger Chartier, «…por su papel como coordinador de todas las selecciones que llevan a un texto a convertirse en libro, y al libro en mercancía intelectual, y a esta mercancía intelectual en un objeto difundido, recibido y leído».

En tanto práctica intelectual, la edición logró consolidarse en las últimas décadas como un campo teórico y metodológico propio dentro de las ciencias humanas, aunque siempre bajo una mirada pluridisciplinar. Si bien dicha consolidación del saber editorial lo habilitó para aplicar su «caja de herramientas» más allá de los productos de que se trate, no puede dejar de reconocerse que cada uno de ellos tiene también sus propias especificidades.

Este es el caso de la edición de libros y materiales destinados a la escuela, en la que entre otras características propias se encuentra el particular lugar que ocupan los procesos de intermediación. De allí que los libros de texto, los de literatura infantil y juvenil de prescripción escolar y las plataformas digitales educativas —la llamada edición escolar—sea uno de los segmentos más complejos del variado universo de productos editoriales.

Una complejidad bien compleja

En primer lugar, la edición escolar impone una complejidad única y tiene que ver con el hecho de que sus productos deben pasar por el tamiz de la currícula que impone la autoridad educativa. Como ningún otro producto del variado universo editorial, sus contenidos —científicos o literarios— deben atravesar por una doble “aduana”. Por un lado, deben responder a los lineamientos curriculares pero, además, sus contenidos —especialmente los científicos— deben ser intervenidos didácticamente —porque serán utilizados en situaciones de enseñanza-aprendizaje— y también procesados o adaptados a las diferentes edades de los lectores a lo largo de la vida escolar.

Sean los libros cuya finalidad es la de enseñar a leer y a escribir o los de materias como Matemática, Física o Química propias de la escuela secundaria; sea la necesidad de cubrir —también según las edades— la variedad de los géneros propios de la literatura, todo catálogo de materiales destinados a su uso en las aulas plantea exigencias específicas que los editores deben atender.

En segundo lugar y por lo dicho anteriormente, todos los productos editoriales escolares demandan un atento cuidado de sus aspectos visuales y materiales. Así, por ejemplo, la enseñanza de las ciencias exige que la edición intervenga no solo sobre los textos sino que también opere con la amplísima gama de recursos visuales indispensable para ello (ilustraciones, cartografía, fotografías, documentos, gráficos, cuadros, tablas, etc.).

Por su parte, la literatura infantil reclama siempre la convocatoria a ilustradores, lo cual le exige al editor cuidar los aspectos visuales tanto como los textuales. En ambos casos, la incorporación de estos recursos gráficos debe contemplar un envase, o maqueta, que los contenga funcional y estéticamente y, a su vez, una cuidada plasmación material final de los productos, sea física o digital.

Pero la complejidad que convierte a la edición para la escuela en una de las más exigentes —también desde el punto de vista de su inversión económica—, reside en la particularidad única de su lector, como se sabe, razón última tanto de autores como de editores. También aquí, cualquiera de los géneros editoriales destinados a la escuela plantea a sus editores la particularidad de pergeñar un producto e intervenir editorialmente en él teniendo delante de sí la paradoja de que el lector final de sus productos no será quien lo elija.

En efecto, en todos los productos de la edición escolar existe un lector final (el alumno) pero, también, el que podría denominarse como “lector interviniente”. Se está haciendo referencia aquí al docente —individual, grupal o institucionalmente considerado según los casos—, que es quien selecciona el material que considera más adecuado para el trabajo con sus alumnos, los lectores finales.

Sea por expresar el indispensable encuentro entre contenido científico adaptado editorialmente con perspectivas didácticas; sea por la demanda que pesan sobre sus piezas desde el punto visual y material o, finalmente, por la complejidad en la figura de sus lectores, la edición escolar reúne característica que le son bien propias.

Conocer sus implicancias puede resultar de gran utilidad tanto para los autores como para los usuarios. Pero analizar y tener presente la significación de sus «razones editoriales», resulta decisivo para quienes deben ponerlas en práctica: los editores.