El pasado 10 de octubre, el Ejecutivo promulgó la Ley del Libro y la Lectura, la cual busca acortar la brecha de acceso al libro. ¿Qué impresiones ha suscitado esta iniciativa, en cuanto a acciones concretas de acercamiento al libro y la lectura? Aquí te dejamos las respuestas de Pablo Cotrina1, Karen Calderón2 y Juan Miguel Marthans3.
En torno a la ley, ¿basta solo con la exoneración del IGV y la protección a las editoriales para conseguir un real fomento de la lectura en el país?
Pablo Cotrina: La exoneración del IGV ayuda a que la industria no se vea penalizada por los impuestos debido a que no se puede tratar el libro como un comodity, pero para un fomento de la lectura hay que hacer estrategias separadas. El Plan Lector y otras iniciativas privadas exitosas de lectura pueden tener continuidad con esta medida.
Karen Calderón: Son medidas necesarias para coadyuvar a las políticas de fomento de la lectura en nuestro país. Sin embargo, creemos que, de manera complementaria, se pueden trabajar en otros formatos que van de la mano con la capacitación o formación de mediadores de lectura. Por ejemplo, diseñar y ejecutar un Plan Nacional de Mediación de Lectura, en donde la comunidad educativa de la educación básica regular, la educación técnica y universitaria, los gestores culturales vinculados al mundo del libro (bibliotecas, editoriales, instituciones del Estado, entre las principales) puedan trabajar en el fomento de la lectura de manera obligatoria (política de Estado con presupuesto asignado).
Juan Miguel Marthans: La exoneración del IGV es un gran paso. Enorme. Ahora, vivir esta incertidumbre cada cierto tiempo solo indica la poca relevancia que le da el Gobierno a las políticas culturales en cuanto a mercado editorial. El real fomento del ecosistema editorial se dará cuando se plantee y desarrolle un verdadero fortalecimiento de la red de bibliotecas, como espacios culturales activos, modernos y con contenido actualizados.
¿Qué papel juegan las librerías en el fomento de la ley, pues no se les ha tomado en cuenta en cuanto a la promoción de la lectura en el país?
Pablo Cotrina: Las librerías son una parte fundamental del eslabón de la cadena del libro, sin embargo, integrarla dentro de la promoción de la lectura es difícil porque la librería es, sobre todo, un vendedor y para un plan de promoción de lectura el acceso continuo a los textos es crítico y debe ser gratuito. Eso no lo provee una librería, más sí una biblioteca o un entorno de lectura diseñado en casa o en otros medios digitales.
Karen Calderón: Las librerías, como parte de la cadena de distribución son muy importantes pues son una plataforma de acceso al libro. No obstante, es importante recordar que el acceso al libro o aprender a leer son derechos educativos y culturales que debemos defender. En cuanto a la ley del libro, creo que sería mejor indagar cuál es la propuesta que sobre este sector tiene el Ministerio de Cultura. En cuanto al trabajo del fomento de la lectura, es importante entender que el libro es un producto cultural que se vende y, por lo tanto, las familias deben poder adquirir libros sin la preocupación de la economía familiar. Entonces, sí creo importante consultarles.
Juan Miguel Marthans: Las librerías son agentes relevantes dentro del ecosistema del libro, pero no son determinantes en un plan de desarrollo de la lectura o de promoción del libro en el país. Y esto por varias razones y antecedentes que se han dado. Las librerías son espacios comerciales, en su gran parte la mercadería que manejan es importada y el vínculo con las editoriales nacionales —medianas y pequeñas— muchas veces se ve empañada por la falta de cumplimiento de los compromisos, además de la priorización de atención a productos de alta rotación —que no está mal, pero muestra su rol principalmente como agente comercial.
¿Cuál deberían ser las propuestas de mejora del Ejecutivo sobre la ley, para articular un sólido fomento del libro y la lectura en el país?
Pablo Cotrina: Lo mejor que pueden hacer es seguir en comunicación con los distintos gremios de toda la cadena del libro (editores, librerías, bibliotecas, autores, distribuidores) para recoger las necesidades cambiantes que tienen y atenderlas con medidas paliativas o de protección, por ejemplo, reducir el impacto de los precios del papel y los insumos para producir libros, los precios distintos que tiene un mismo libro en distintas plataformas, los estímulos para creación y más. Integrar a los privados en iniciativas conjuntas para el fomento de la lectura también es una necesidad que el Ejecutivo puede ayudar a articular.
Karen Calderón: Lo ideal sería que la Política Nacional del Libro y la Lectura tenga un mayor alcance en cuanto a su difusión, y pensar que una ley del libro futura debe acoger un programa nacional donde se garantice el trabajo del fomento de la lectura para acortar brechas. Un programa que permita diseñar cursos de formación o capacitación según tipos de lectores; que garantice el fomento en diversas lenguas (nacionales y extranjeras); que permita recoger data sobre qué tipo de lectores tenemos, cuál es la brecha en temas de acceso al libro, de comprensión lectora; de bibliotecas por número de ciudadanos. Es importante que los programas nacionales propongan panoramas y resultados para que los contenidos de estos se revisen todo el tiempo, y se planteen siempre mejoras para el fin común: que la mayor parte de la población tenga acceso al libro.
Juan Miguel Marthans: La red de bibliotecas es lo primordial. Es lo que permitirá al sector editorial mejorar la calidad de sus propuestas. Eso se lograría con propuestas editoriales serias, que maduren rápido y que sean viables. También es de gran relevancia la profesionalización de los agentes del sector. Muchas veces el entusiasmo de muchos desaparece al poco tiempo, y eso es por no contar con una serie de herramientas para entender cómo se comporta el mercado editorial. Por otro lado, se hace necesario el fortalecimiento de las instituciones que representan a los agentes del sector editorial. El mundo del libro no es hacer ferias únicamente, ni mantener agrupaciones débiles y que parecieran tener una única voz. En los últimos años se han generado iniciativas que promueven el estímulo a nivel de la oferta editorial, activar la participación gratuita de un grupo de editoriales dentro de las principales ferias (incluso su propia feria), la entrega de los estímulos económicos (que definitivamente aporta), pero ver qué se estimule la demanda a través de actividades… Sería interesante ver eso, le daría dinamismo e inyección económica al sector.
1Pablo Cotrina es editor con experiencia en edición comercial y académica. Ha dirigido distintos proyectos editoriales, como director nacional del fondo editorial de la Universidad César Vallejo. Asimismo, posee un máster en edición por la Universidad de Salamanca (España). Actualmente es docente de la Escuela de Edición de Lima.
2Karen Calderón es productora editorial, gestora cultural y cuenta con un máster en edición (España). Es profesora universitaria y magíster en Literatura Peruana y Latinoamericana por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Actualmente es directora de la Casa de la Literatura Peruana y docente de la Escuela de Edición de Lima.
3Juan Miguel Marthans es editor especializado en publicaciones no periódicas, con cerca de veinte años de experiencia en el sector editorial. Ha dirigido cerca de 350 publicaciones de diversas temáticas. Actualmente es director de la Escuela de Edición de Lima y del Centro de Desarrollo Editorial y de Contenidos, la cual es una propuesta que va de la mano con la EEL y que se expande a toda Latinoamérica en busca de estudiantes, docentes y autores de la región.