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Panamá y Colombia: Tres libros sobre el tres de noviembre

El tercer día de este mes se recuerda la separación de ambos países y la importancia del Canal en este hecho. Luego de más de un siglo, las causas aún son debatibles y motivo de diversos libros.

Noviembre es el mes patrio de Panamá, y en su tercer día se recuerda la famosa separación que este país tuvo de Colombia. El contexto sociopolítico que se necesitó para la independencia de Panamá ha sido estudiado desde diversos ángulos que interpretan y ficcionalizan sus causas y consecuencias. Especialmente, aquellas que están ligadas al Canal de Panamá y la intervención de otros países.

En conmemoración a este importante día en el país del istmo, te presentamos tres libros que abordan el tema.

Con ardientes fulgores de gloria (Grijalbo, 1999), de Juan David Morgan

Planeta hizo una edición de esta obra el 2017.

Para escribir esta novela histórica, Morgan realizó una exhaustiva investigación sobre el proceso que llevó a la creación de su país en los inicios del siglo XX, el conflicto que significó su separación de Colombia y la intervención de Estados Unidos para iniciar una de las construcciones más importantes de América: el Canal de Panamá. La obra ha sido tan importante para su autor que se tomó el trabajo de escribirla nuevamente, pero desde la óptica colombiana en ¡Arde Panamá! (El Áncora Editores, 2003)

Yo tomé Panamá: una novela histórica (Anagrama, 2012), de Rodolfo Leitón

El autor también hizo una autoedición de este libro el mismo año.

Las cosas nunca son tan simples como las deseamos y cuando se trata de asuntos políticos es fácil buscar un culpable. La primera novela de Rodolfo Leitón narra la vida del coronel Philippe Bunau-Varilla, hombre que decidió volver realidad su más ambicioso sueño: la construcción del Canal de Panamá. Escrita como una biografía de Bunau Varilla, se cuentan sus estudios en París, el ascenso a director del proyecto del Canal de Panamá, su juego para descartar a Nicaragua y su el papel que jugó en la independencia de un país destinado a unir dos océanos.

Un camino entre dos mares. La creación del Canal de Panamá (Espasa Calpe, 2004), de David McCullough

Con esta obra de carácter histórico, el autor busca que los lectores presten atención al lado más humano de este suceso. Se calcula que cerca de 25 000 personas perecieron durante su construcción, producto de enfermedades y una geografía muy accidentada, llena de pantanos y constantes lluvias. A todo ello, hay que sumarle el juego político y los avances tanto médicos como de ingeniería que se obtuvieron para construir este importante proyecto de comunicación internacional.

La obra fue publicada originalmente en 1977 bajo el sello de la editorial Simon & Schuster, y se convirtió rápidamente en un bestseller que obtuvo los premios National Book Award for History, Francis Parkman Prize, Samuel Eliot Morison Award y el Cornelius Ryan Award.

Cuatro libros del «más allá»

Ante lo inevitable del final de la vida, en estas novelas se especula sobre la naturaleza de la muerte y cómo es el mundo fuera del plano terrenal.

Si hay algo que todos los seres humanos sabemos es que vamos a fallecer. Este inevitable destino ha sido estudiado desde diversos campos del conocimiento. La literatura lo ha empleado como insumo durante siglos y en todas las sociedades para comprender su naturaleza, aceptar su llegada, lidiar con lo que ocurre cuando nuestros seres queridos se van o si existe otra realidad después de su llegada. 

Desde la cultura y cosmovisión en la que se identifican mejor, los siguientes autores buscaron comprender para qué sirve la muerte, qué ocurre en el universo de los muertos y, a partir de aquí, trazar una idea sobre lo que es la vida y cuál es el sentido de ella. 

Pedro Páramo, de Juan Rulfo (1955)

Edición de RM, 2005.

Juan Preciado va a buscar a su padre a Comala, un pueblo donde todos están muertos. Juan Rulfo reelabora el universo de los muertos como un lugar caliente, donde casi no hay aire, y las personas cumplen su condena por todas las maldades que cometieron en vida. Se dice que esta obra arrancó el género de realismo mágico, y actualmente forma parte de la lista de las 100 mejores novelas en español del siglo XX, del periódico El Mundo.

Rosa Cuchillo, de Oscar Colchado (1997)

Edición de Alfaguara, 2009.

Rosa Wanka recorre distintos parajes de la sierra peruana y de los tres mundos de la cosmología andina ―kay pacha, qqhu pacha y hanaq acha― buscando el alma de su hijo Liborio, reclutado por Sendero Luminoso. En el inframundo, es guiada por su perro Wayra, quien la protege y le advierte de los peligros de este viaje. Oscar Colchado mezcla oralidad, mitología y narración en esta novela que recorre el mundo de los vivos y el de las almas, ambos atravesados por el terror de la guerra interna de esos tiempos. 

Las cinco personas que encontrarás en el cielo (The Five People you Meet in Heaven), de Mitch Albom (2003)

Edición de Hyperion Books, 2003.

Eddie tiene 83 años y ha trabajado casi toda su vida en un parque de atracciones de una pequeña ciudad en Estados Unidos. Un día cualquiera, fallece salvando a una niña de un accidente con una montaña rusa. El cielo no es el paraíso que imaginaba, sino un lugar donde se encontrará con cinco personas que determinaron el curso de su vida de alguna u otra manera. Cada una de ellas lo lleva a recordar pasajes de su vida, y le obligan a reflexionar sobre el sentido de su existencia.

Las intermitencias de la muerte, de José Saramago (2005)

Edición de Alfaguara, 2005.

Como en muchos de sus libros, Saramago inventa una situación hipotética y la lleva al extremo. En este país anónimo, y en un tiempo que no se menciona, a partir de la medianoche del 1 de enero nadie muere. La gente celebra su victoria contra este destino que siempre se creyó inevitable, y disfrutan de su nueva inmortalidad. Mientras tanto, los filósofos, científicos y autoridades religiosas tratan de entender por qué esto ocurrió, y la Iglesia católica pasa a sentirse amenazada por el suceso, ya que pone en duda uno de los principales fundamentos de su dogma, que es la muerte y resurrección de Jesucristo. La muerte es un personaje más que evoluciona a lo largo de la novela.

Fernanda Trías gana el premio Sor Juana Inés de la Cruz 2021

La escritora uruguaya es la nueva ganadora del tradicional de la FIL Guadalajara con una novela que buscó ser distópica y fue, con el tiempo, premonitoria.

Mugre rosa (Literatura Random House) se terminó de escribir en diciembre del 2019, tres meses antes de que el Covid-19 fuera declarado pandemia. Coincidentemente ―o no, dependiendo de cómo se quiera ver―, la novela trata de una enfermedad que aparece de un momento a otro y toma por asalto una ciudad portuaria que, por las descripciones, se parece mucho a Montevideo. La protagonista descubre, un día sin mucho de particular, cómo un gran grupo de peces muertos aparece en la playa, y a partir de ese momento, se levanta la alarma. Este mal tiene la forma de un viento rojo sobre el que no se sabe mucho, y avanza con el viento. Este podía colarse por los resquicios más pequeños de cualquier ventana, y el afectado despertaba en medio de picazones. Después de un tiempo, junto a síntomas parecido a una gripe, la piel se llena de escamas.  

La autora dice que entregó la novela y se olvidó un poco del tema; unos meses después, se desencadenó la pandemia. Para distraerse del encierro que azotaba Bogotá, ciudad donde la autora vive hace seis años, decidió entregarse a la escritura. En mayo o junio de ese mismo año, se lo devolvieron de la editorial para una lectura final, y recién entonces fue consciente de las similitudes con la situación sanitaria que se estaba viviendo en ese momento. Tal como afirma en una entrevista a la revista Gatopardo en agosto del presente año, «Al principio sentí cierta desilusión porque yo quería generar un mundo extraño, que el lector se sumergiera en un extrañamiento, y dije: “ahora se va a sentir mas cercano, parecido al presente”».

Fernanda Trías nació en Montevideo en 1976. Además de escritora, es profesora de inglés y traductora certificada. También es autora de La azotea (2001), Cuaderno para un solo ojo (2002), La ciudad invencible (2014) y No soñarás flores (2016). Actualmente vive en Bogotá y da clases de escritura creativa en la Universidad Nacional de Colombia.

La entrega del premio se realizará el 1ero de diciembre en Expo Guadalajara, durante la edición número 35 de la FIL Guadalajara. La anterior ganadora fue la argentina Camila Sosa Villada, con Las Malas (Tusquets, 2020).

Lecturas que erizan la piel

Si este Halloween estás planeando quedarte en casa, puedes sentir el verdadero terror de la fecha leyendo cualquiera de estos libros.

Escribir terror es uno de los retos más grandes que puede tener un escritor en la actualidad. Con tantas plataformas de contenido, las películas de miedo pueden sobrepasar fácilmente cualquier intento de transmitir la inseguridad y el rechazo que una simple descripción de asesinatos, almas en pena, monstruos deformados o casas embrujadas. Pero en la historia de la literatura ha habido, y sigue habiendo, maestros en causar miedo, adrenalina y retratar sus peores pesadillas con palabras.

A continuación, te presentamos algunos de los mejores relatos de terror, tanto clásicos como contemporáneos. Aunque son de distintas épocas y lugares geográficos, los vincula el poder combinar elementos clásicos del terror con los horrores de la vida cotidiana.

El extraño caso de Dr. Jekyll y Mr. Hyde, de Robert Louis Stevenson (1886)

El doctor Henry Jekyll crea una poción que puede separar las partes más bondadosas de las más terribles de una persona. Cuando el doctor la bebe, se convierte en Edward Hyde, un criminal capaz de cualquier acto cruel y espantoso. Esta novela se ha convertido en un símbolo de la cultura occidental sobre el conflicto interior del ser humano entre el bien y el mal, y una precursora en mostrar lo que ahora conocemos como trastorno disociativo de la identidad.

Frankenstein o el Prometeo moderno, de Mary Shelley (1816)

Se dice que, a partir de este libro, Mary Shelley inauguró el género gótico y de terror. El doctor Frankenstein decide jugar a ser Dios y crea a un ser vivo. Pero este, como se trata de partes sumadas de varios cuerpos, es un auténtico monstruo y, lo peor de todo, tiene libre albedrío. Mientras Frankenstein se aterroriza de su creación, este ser vaga por el mundo asustando a la gente; por ello, acumula rencor contra su creador y todos los que lo rechazan. Más allá de la anécdota, la autora le dio un soplo filosófico a la obra al cuestionar la moral científica, el libre albedrío, lo que implica otorgar una vida y el enfrentamiento implícito entre el ser humano y su creador, preguntas que permiten seguir teniendo conversaciones sobre la obra y que sea leída hasta la actualidad. 

It, de Stephen King (1958)

El Rey del Terror no podía menos que aparecer en esta lista. Entre sus múltiples libros de terror y suspenso, la historia del payaso secuestrador de niños es una de las más emblemáticas de la literatura de horror contemporánea. El libro no solo muestra gráficas escenas de sangre y al payaso más aterrador de la historia, sino que este reencarna los miedos personales más profundos de cada uno de los siete personajes principales, tanto en su adolescencia como 27 años después. Además de provocar terror, King aborda temas muy importantes y atemporales, como el racismo, la violencia doméstica, la dependencia emocional y los prejuicios.

El quinto hijo, de Doris Lessing (1988)

La historia se centra en un bebé llamado Ben, el quinto hijo de una pareja que vive en Inglaterra, a finales de los sesenta. A diferencia de los otros hermanos, Ben tiene un aspecto raro, un hambre insaciable y arrebatos violentos que atemorizan a toda la familia. Aparte de las situaciones de tensión que se viven en la familia debido a este hijo peligroso, Doris Lessing también explora la situación terrorífica y real de unos padres que no aceptan a su hijo tal como es, del mismo modo que hacen con aquellos que no cumplen sus expectativas y desestabilizan el tipo de vida que quieren llevar.

Cuentos malévolos, de Clemente Palma (1904)

Los cambios tecnológicos y sociales de inicios del siglo veinte influyeron fuertemente en la narrativa del hijo de Ricardo Palma. Herejes, vampiras, demonios, mujeres que se sacan ojos y esperanzas gustosamente destrozadas pueblan las páginas de esta antología de cuentos, escrita por uno de los padres del cuento peruano moderno.

Informe sobre ciegos, de Ernesto Sabato (1961)

Aunque se trata de un capítulo de la novela Sobre héroes y tumbas, puede leerse por separado sin que pierda su sentido. Fernando Vidal Olmos, el protagonista, es un hombre atormentado que vive alejado de la sociedad e inicia su propio descenso a los infiernos, convencido de que los ciegos conspiran para dominar al mundo. Para los críticos, esta sección expone la visión del escritor sobre la soledad y la búsqueda de la identidad. Por la independencia que tiene del libro original, la editorial Libros del Zorro Rojo ha publicado una edición el 2013, con ilustraciones a carboncillo por Luis Scafati.

Los peligros de fumar en la cama, de Mariana Enríquez (2009)

La escritora argentina trae al movimiento del siglo veintiuno todos los elementos del terror clásicos, como las brujas, apariciones de espectros y muertos que vuelven a la vida. Son relatos breves y tienen todos los otros elementos de miedo de nuestros tiempos, e indagan en el terror que se oculta en lo cotidiano.

Escritores famosos y sus gatos

Junto al trabajo de estos grandes autores, hubo siempre un gato (o varios) rondándolos. Estas son las relaciones entre escritores mundialmente conocidos y sus compañeros felinos.

Enigmáticos, impredecibles, ágiles, y muy suaves y tiernos, se han escrito innumerables libros sobre los gatos a lo largo de la historia, y siempre se especula sobre qué ocurre dentro de su cabeza. Este ser ha inspirado obras clásicas en todas las culturas, desde «El gato negro» de Edgar Allan Poe (1843), hasta la novela Soy un gato de Natsume Soseki (1906).

Al ser tranquilos e independientes, pero a la vez muy atractivos para mirar, los gatos han acompañado a varios escritores a lo largo de la historia. A continuación, hablaremos de la relación entre algunos escritores con sus gatos, y cómo influenciaron en su obra.

Julio Cortázar

A uno de sus gatos le puso Teodoro W. Adorno, pero a diferencia del filósofo alemán, este era francés. Apareció en su vida cando vivía en Saignon, al sur de Francia, y era un gato callejero que venía a visitarlo. Así como llegó a su vida se fue, y hasta se dignaba a ignorar al escritor cuando se lo cruzaba en el pueblo. El escritor se explaya sobre este gato en su libro La vuelta al día en ochenta mundos (Siglo XXI, 1967). También tuvo una gata llamada Flanelle, «franela» en francés, por su suave pelaje. El amor que le tenía a Flanelle se ve reflejado en el cuento «Orientación de los gatos», del libro Queremos tanto a Glenda (1980).

Julio Cortázar y Flanelle.

Jorge Luis Borges

El escritor tuvo dos gatos, llamados Odín y Beppo. El primero en honor al dios de la mitología nórdica; el segundo, por el gato de Lord Byron. Beppo siempre estaba alrededor de Borges, le gustaba dormirse en su regazo y jugar con sus cordones. Falleció a los quince años, y fue una gran pérdida para el escritor. Se dice que, al ver a su gato mirarse al espejo, le dedicó un poema llamado en su libro La cifra, publicado en 1981: «El gato blanco y célibe se mira/ en la lúcida luna del espejo/ y no puede saber que esa blancura/ y esos ojos de oro que no ha visto/ nunca en la casa son su propia imagen». Odín, por otro lado, no fue tan conocido como Beppo, pero se dice que sobrevivió casi diez años a la muerte del escritor.

Izquierda: Jorge Luis Borges y Odín. Derecha: Jorge Luis Borges y Beppo.

Ernest Hemingway

En los años treinta, cuando Hemingway vivía en Key West, Florida, un capitán de barco le regaló un gato llamado Snowball. El gato tenía polidactilia, es decir, más dedos de lo habitual en sus patas traseras y delanteras. Ambos vivieron varios años en Key West, donde Snowball fue padre de gatitos que también tuvieron la misma condición que él, a pesar de que la madre contó con la cantidad común de dedos. Hoy, esta casa es la Ernest Hemingway Home and Museum, y entre los objetos personales del escritor allí expuestos también alberga a todos los descendientes de Snowball. Todos tienen polidactilia y están bien alimentados y cuidados.

Ernest Hemingway y Snowball.

Charles Bukowski

El irreverente y pesimista Bukowski, que buscaba destapar la cruda realidad en su literatura, tenía un lugar especial en su corazón para los gatos. Cuando envejeció y ya tenía algo de dinero, se mudó a un barrio suburbano con su esposa Linda Lee y llegaron a tener nueve gatos, que entraban y salían de su casa cuando quisieran. En su libro On Cats (Cannongate, 2015), publicado de manera póstuma, demuestra sin reservas el amor que sentía por los gatos. Para el autor, «Es bueno tener un montón de gatos alrededor. Si uno se siente mal, mira a los gatos y se siente mejor, porque ellos saben que las cosas son como son. No hay por qué entusiasmarse y ellos lo saben».

Charles Bukowski y uno de sus gatos.

 Elena Poniatowska

La escritora mexicana tiene dos gatos, llamados Monsi (macho) y Vais (hembra), en honor al autor y su amigo personal Carlos Monsiváis, que también era amante de los gatos. Se les ve siempre acompañando a la autora cuando llegan los periodistas a entrevistarla. Monsi es popular en la parroquia de Chimalistac, al sur de la Ciudad de México, donde suele participaren las misas, y los feligreses prefieren cargarlo para que no pasee por la iglesia.

Elena Poniatowska y Monsi.

Niñas protagonistas en la literatura

En el Día Internacional de la Niña hemos compilado algunas de las pequeñas protagonistas más relevantes en la historia de la literatura, tanto clásicas como contemporáneas. 

La literatura es uno de los mejores reflejos de la realidad. En los libros se pueden hallar todo tipo de personajes, desde héroes inspiradores, personas de doble cara, madres, romances complicados y antihéroes. Entre estos, no pueden faltar las niñas o adolescentes que, además de reflejar la realidad de su época, son modelos inspiradores de cómo la personalidad de mujeres fuertes se puede forjar desde muy chicas.

A continuación, algunas de las niñas y jóvenes más impactantes en la literatura mundial y latinoamericana.

Literatura mundial:

Jane Eyre (Jane Eyre, de Charlotte Brontë, 1847)

Aunque la mayoría de la novela transcurre mientras Jane es una adulta viviendo en la sombría casa del señor Rochester, su carácter se moldea por todas las vicisitudes que tuvo que vivir como una niña huérfana. Aunque al comienzo de la novela Jane sufre todos los abusos de la familia de su tío y después en el orfanato, logra salir de estas experiencias con un carácter estoico y una ética de trabajo que forman a la futura institutriz.

Ana (Ana la de las tejas verdes, de Lucy Maud Montgomery, 1908)

Ana tiene un origen similar al de Jane Eyre. Es huérfana, y su historia comienza cuando los hermanos Cuthbert la adoptan por error, ya que pensaban que era un niño. Sin embargo, Ana termina conquistando a los hermanos con su inmensa ternura, su facilidad para empatizar, su explosiva imaginación y aprecio a toda la naturaleza que la rodea.

Las hermanas March (Mujercitas, de Louisa May Alcott, 1868)

Jo, Beth, Amy y Meg son tan distintas entre sí como pueden ser un grupo de hermanas, pero el amor que se tienen enseña que esas diferencias se pueden convertir en ventajas a la hora de superar los desafíos y los ritos de paso que ellas deben atravesar. Como en toda familia de muchos hermanos, no faltan los  conflictos y peleas entre ellas, pero, a final, las hermanas se complementan y se enseñan que ninguna forma de ser es más correcta que la otra.

Matilda (Matilda, de Roald Dahl, 1988)

A los dos años, Matilda aprende a leer y escribir sola. A los cuatro años, consigue llegar a la biblioteca local, y devora libros. Con el tiempo, descubre que tiene poderes telequinéticos. Sin embargo, en su casa y en su escuela prefieren menospreciarla y encajarla en un molde. Con la ayuda de su profesora, la señorita Honey, Matilda aprenderá a valorarse a sí misma y a tomar el control de la vida que desea. Este clásico infantil de Roald Dahl es uno de los libros más referenciales para todos los ratones de biblioteca.

Ana (El diario de Ana Frank, 1947)

A los trece años, Ana tuvo que dejar su casa, escuela, gata y amigos atrás para ir a ocultarse con su familia en un pequeño espacio detrás de las oficinas de su padre. En su diario, que ahora es un clásico mundial, reporta la vida diaria de vivir aislada con ocho personas, y todas las tensiones que esto implica. Entre la fuerza que debe tener para afrontar la situación, se pueden ver las preocupaciones clásicas de una adolescente y su capacidad para captar la belleza en esta situación extrema.

Literatura latinoamericana:

Ximena (Ximena de dos caminos, de Laura Riesco, 1994)

Ximena tiene unos cinco años cuando comienza la novela. Vive con sus padres en una mina de Pasco, y a través de la novela vemos con sus ojos todas las vicisitudes que puede tener una niña tan pequeña con respecto al mundo que la rodea, sus cuestionamientos sobre las diferencias entre las personas que habitan su casa, los visitantes y los trabajadores de su padre.

Xóchitl (El mundo sin Xóchitl, de Miguel Gutiérrez, 2001)

Aunque puede ser un personaje algo controversial debido a la relación incestuosa con su hermano, Xóchitl es una niña con carácter fuerte y un gran don de mando, tanto para con su hermano como con las personas mayores que la rodean. No teme buscar lo que quiere hasta el final de sus días.

Claudia (Los abismos, de Pilar Quintana, 2020)

Claudia tiene ocho años y vive con sus padres en un departamento lleno de plantas, que parece una selva. Su vida comienza a voltearse cuando la relación entre sus padres se empieza a resquebrajar, y junto a ella descubrimos todas las grietas que tiene la vida de su madre que la afectarán a ella en el proceso. Claudia aprenderá a contentarse con su nueva realidad y a no esperar más de lo que esta pueda brindarle.

Quién es Abdulrazak Gurnah, Nobel de Literatura 2021

El escritor tanzano residente en el Reino Unido superó a todos los candidatos preferidos. Se trata del primer escritor africano y negro en ganar el Nobel desde Wole Soyinka, en 1986.

Abdulrazak Gurnah recibió el premio de la Academia Sueca por su «penetración intransigente y compasiva en los efectos del colonialismo y el destino del refugiado en el abismo entre culturas y continentes». Nació y creció en Zanzibar, actual Tanzania, en 1948. Formó parte del grupo étnico victimizado por parte del presidente Abeid Karume, que inició una persecución a los ciudadanos de origen árabe cuando el país se liberó de la colonia inglesa. Por ello tuvo que huir del país hacia Inglaterra, a los dieciocho años. Solo pudo retornar a Tanzania en 1984, poco antes de la muerte de su padre.

Gurnah ha publicado diez novelas y un número de relatos cortos. Aunque su lengua natal es el swahili, su lengua literaria es el inglés. El centro de su obra es mostrar el quiebre en la vida de un refugiado y visibilizar el colonialismo en nuestros tiempos. Esto se puede ver en su novela Desertion (2005), donde el héroe convencionalmente europeo regresa a casa de sus escapadas románticas en países exóticos.

Las memorias también ocupan un lugar primordial en su obra, debido a que comenzó su carrera literaria en el exilio. Su primera novela, Memory of Departure (1987), trata sobre una independencia fallida, y toma lugar en el continente africano. En ella, el protagonista busca formar parte de la vida de su tío adinerado en Nairobi, pero en lugar de esto es humillado y tiene que retornar a su familia disfuncional, con un padre alcohólico y una hermana que debe prostituirse. Una de sus novelas más notables es Paraíso (1994). En ella se relata la historia de Yusuf, un joven que es ofrecido por su padre a un mercader árabe como esclavo a cambio del pago de una deuda. Yusuf entonces viaja con la caravana del hombre por África Central y algunas partes del Congo, donde se encuentran con tribus hostiles, animales salvajes y terrenos difíciles de navegar. Esta quedó como finalista para el Booker Prize y el Whitebread Prize for Fiction, y fue decisiva para que la Academia Sueca lo nombrara como ganador del Premio Nobel de Literatura del presente año.

Algunas de las influencias más importantes del escritor son Joseph Conrad, Salman Rushdie, V. S. Naipaul y Jamaica Kincaid. Antes de su jubilación, se desempeñó como profesor en el Departamento de Inglés de la Universidad de Kent. Su campo académico es el colonialismo y poscolonialismo de África, India y el Caribe.

Solo hay tres libros traducidos al español, y todos forman parte de editoriales ya extintas: En la orilla (2003), publicada por editorial Poliedro, y Paraíso y Precario silencio (1998) publicadas en El Aleph.

Andrés Beláustegui: «No hay buena época para leer esos libros. La única buena época es la que corresponde a cada uno».

Entrevista por Talía Chang

Conversamos con el cofundador de la editorial Compañía Naviera Ilimitada sobre su catálogo, la traducción en Argentina y la proliferación de la lectura durante la pandemia.

La industria editorial argentina es una de las más amplias de la región. Se caracteriza por la variedad de catálogos y propuestas, así como por posicionar a nuevos autores dentro del canon literario de Latinoamérica, tanto de Argentina como de otros países. Compañía Naviera Ilimitada contribuye a esta inmensa variedad con libros sobre matemáticas, ensayos póstumos y novelas de variados temas. La mitad del catálogo se compone de traducciones, principalmente de traductores argentinos.

Andrés Beláustegui y Claudia Arce iniciaron Compañía Naviera Ilimitada Editores en el 2018. Ya tienen tres años en el mercado, con un catálogo de once libros de ficción y no ficción. En esta entrevista, Andrés nos cuenta sobre cómo nació el curioso nombre de la editorial, habla del catálogo y sobre la amplia tradición de traductores en Argentina. También mencionó cómo lograron sortear las dificultades de la pandemia y la sorprendente manera que esta contribuyó en llevar a más personas hacia la lectura.

Compañía Naviera Ilimitada distribuye sus libros en Argentina, Chile, Perú y Uruguay. Está presente en Facebook e Instagram.

¿Cómo surgió el nombre de la editorial?

Al momento de buscar el nombre jugamos con varias listas. A mí se me ocurrió la palabra «naviera» por la relación entre libros y barcos, por los viajes. A Claudia le pareció muy fría, pero a los dos días me dijo que le gustaba, pero que le íbamos a poner «Compañía naviera ilimitada». Y a mí me encantó la desmesura del nombre. «Compañía» exacerba la frialdad, pero al ponerle «naviera» la desmesura, quedaba en evidencia y tenía un tono más agradable, y finalmente, la palabra «ilimitada» como un juego con las compañías de sociedad de responsabilidad limitada y demás. La idea de una compañía naviera que transporta mercadería entre puntos distantes nos gustaba mucho, la idea de conectar el mundo, lugares lejanos, diferentes uno del otro y de llevar cosas de un lado a otro en términos de mercancía.

Desde el comienzo queríamos publicar principalmente ficción y, con el tiempo, publicamos no ficción, pero con alguna impronta narrativa. Por el momento, tenemos tres libros de no ficción: El ultimo teorema de Fermat (2019) de Simon Singh, una historia de las matemáticas desde Pitágoras al presente que se escribió con la excusa de contar la resolución y el teorema de Fermat. Después publicamos Un hombre sin patria (2020), el último que publicó Kurt Vonnegut en vida, un libro de ensayos cortos compuesto de memorias sobre diferentes temas que le preocupaban en sus últimos años: la literatura, la política, el destino del mundo, siempre con esa cuota de humor característica de Vonnegut. Y también publicamos Corazones estallados (La política del posthumanismo) (2019), un pequeño libro de ensayo de un autor argentino llamado J.P. Zooey, bastante provocativos y con un humor particular sobre la lectura, la tecnología y cómo estas nos cambian por el lado de la individualidad y la subjetividad. Por el lado de la ficción publicamos libros en español original y traducciones, aquí están Hugo Salas, Mariana Sández y Maru Leonhard, tres autores argentinos con distintos recorridos, y en traducciones tenemos a J. P. Donleavy, con la novela Cuento de hadas en Nueva York (2018); publicamos un autor inglés contemporáneo que se llama Alex Pheby con su libro Marionetas (2019); y dos libros de la autora finlandesa Tove Jansson, El libro del verano (2019) y La verdad increíble (2020). Esta autora fue conocida en el mundo entero por sus personajes infantiles, Los Mummin, y estamos publicando su obra para adultos, que no había circulado tanto en español.

Algunos de los libros traducidos. Imágenes sacadas de la cuenta de Facebook de la editorial.

Tove Jansson es una autora que ha sido difundida en español en los años setenta con Editorial Sudamericana, y más recientemente, la editorial española Siruela publicó El libro del verano (2014). Ese fue el primero que publicamos. Y el resto de los libros jamás habían sido traducidos. Por ahora tradujimos La verdad increíble y pensamos seguir traduciendo el resto, porque la verdad es una autora con gran nivel, sorprende que su obra de adultos no haya circulado más. Suponemos que el éxito y la envergadura de su figura como ilustradora y autora infantil opacó esta parte de su obra, pero es un hallazgo del que estamos muy contentos.

Nuestra idea es publicar mitad y mitad con los autores argentinos. Hasta ahora tenemos once libros, de los cuales cinco son de autores argentinos y seis son traducciones. Por el momento solo hay nacionales, pero deseamos publicar autores de otras partes de Latinoamérica e incluso de España. Vamos armando el catálogo según lo que nos interesa.

Algunos de los libros escritos por autores argentinos. Imágenes sacadas del Facebook de la editorial.

¿Son autores argentinos contemporáneos?

Los cuatro autores argentinos que publicamos son contemporáneos y tienen distintos recorridos. Por ejemplo, la novela que publicamos de Mariana Sández fue la primera que hizo, su libro de cuentos es una reedición. Su novela se llama Una casa llena de gente (2019), y el libro de cuentos, Algunas familias normales (2021). Este había circulado en una edición muy chiquita hace unos años. J. P. Zooey es otro autor argentino en nuestro catálogo ―usa un seudónimo y tal vez por eso suene extranjero―. Tiene publicadas cinco novelas, si no recuerdo mal, y este es el primer libro de ensayos, que es Corazones estallados. De Hugo Salas publicamos su tercera novela y cuarto libro, se llama Hasta encontrar una salida (2018), y la otra autora argentina es Maru Leonhard, Transradio (2020) es su primera novela y el primer libro que publica. Allí, nuestra idea es mezclar autores con diferentes trayectorias y eventualmente de diferentes épocas. Queremos que el corazón de nuestro catálogo sea literatura contemporánea, y con eso queremos decir siglo veinte y siglo veintiuno, pero no descartamos ir un poco más atrás y revisitar algún clásico. Para publicar, tanto clásicos como nuevos libros, es cuestión de buscar. Por lo menos acá en Argentina hay para todos los gustos y solo es cuestión de encontrar los autores y los libros adecuados o lo que creemos adecuado para la editorial, pero solo es cuestión de buscar porque en la historia de la literatura y en la producción actual hay mucho, es sorprendente. Siempre quedan libros olvidados o perdidos por un tiempo, y siempre hay editores que hacen el trabajo de encontrarlos, y también con obras actuales solo es cuestión de leer y encontrar lo que uno encuentra adecuado.

En Argentina hay una gran tradición de traducciones, especialmente al español latinoamericano. Esto ayuda a que la lectura de libros en la región no se vea dificultada por el español ibérico. ¿Cómo eligen traducir en español neutro?

El español neutro no es un término que me interese usar. Pero sí buscamos traducir en un español más amable para el lector latinoamericano. A la hora de traducir es necesario tomar muchas decisiones, porque las palabras varían por país, y a veces optamos por una variante más rioplatense, por decirlo de algún modo ―con este término buscamos tanto a Uruguay como a las otras provincias de Argentina, porque todas hablan de maneras distintas―. Pero si encontramos alguna palabra más utilizada en varias regiones, preferimos esa. No es algo sencillo porque, como una vez dijeron, en España tienen una sola lengua, pero los latinoamericanos somos políglotas. Cada país tiene sus formas, sus costumbres, sus formas de usar el lenguaje, y eso de alguna forma nos vuelve más capacitados para apreciar todas esas variantes. Entonces, tratamos de replicar eso.

Nuestras traducciones, por el momento, tienen diversos orígenes. El último teorema de Fermat tiene una traducción de Bernardo Recamán Santos, un matemático y traductor colombiano que había traducido la primera edición de este libro en la editorial Norma. Es una excelente traducción, y tiene la amabilidad de poder leerse en varios países de Latinoamérica sin sonar demasiado colombiano. Después, Cuento de hadas en Nueva York es una traducción de los años 70 hecha por los mejores traductores argentinos, Enrique Pezzoni; él tradujo, por ejemplo, Lolita, Moby Dick, y otras grandes obras. Lamentablemente, esas traducciones ya no están vigentes por una cuestión de derechos, aunque no estoy seguro de ello con respecto a Moby Dick. Un hombre sin patria la adaptamos junto con el traductor, Daniel Cortés Coronas, un español que había hecho también una edición en su país, y la trabajamos con él para hacerla más latinoamericana. Sacamos las palabras más duras o algunas frases hechas que en Argentina u otras partes de la región no son habituales. Marionetas de Alex Pheby fue una traducción propia, y trabajamos mucho con el traductor para llegar a un tono que refleje la sutileza del original, pero teniendo presente un lector latinoamericano. Ojalá nos esté saliendo, porque a veces es muy difícil pensar en un lector de Colombia, Venezuela, Perú, Chile, México o Argentina entendiendo lo mismo, pero es lo que intentamos.

Sus traducciones, de todos modos, han sido las más amables a lo largo del tiempo. Porque hay varios libros a lo largo de la historia contemporánea y son más comprensibles que los traídos de España.

Sí. Es una cuestión de tradición y también de idiosincrasia de cada país. En los años sesenta y setenta en Argentina se tradujo mucho para todo Latinoamérica, nuestras ediciones intentaban llegar con mucha fuerza al continente. En España, por cuestiones de costumbre y de gusto, quieren la variante ibérica y no les gusta cuando se sale de eso. Pero estas traducciones generan entre los lectores latinoamericanos. Aquí hay algunas editoriales que prefieren ir por la traducción rioplatense y no despegarse demasiado de la forma argentina de hablar. Es algo que el mercado te marca, pero la idea de poder recibir traducciones de diferentes países con variantes más locales no me parece nada mal. Desde el inicio, nuestra idea fue llegar a todos los países latinoamericanos, así que optamos por este español neutro, que en realidad no existe en sí; más bien, es el idioma local mezclado con palabras más utilizadas en Colombia o en Venezuela. Parafraseando al escritor y traductor Marcelo Cohen, para construir un español neutro es necesario buscar palabras de diferentes tradiciones que tengan mayor uso, y eso da una idea de ese tono de traducción que no es de ningún lado en específico, pero siempre se recibe bien.

Hacemos la traducción que cada libro requiere. Por ejemplo, para los libros de Tove Jansson, que eran traducciones del sueco, tuvimos que buscar a Christian Kupchik, un gran traductor, escritor y periodista, que vivió mucho tiempo en Suecia ―sus hijas viven allá y conoce varias lenguas nórdicas―, e hicimos con él varias traducciones de cero. También encargamos la traducción de Marionetas. En caso de que las traducciones estén bien y haya que trabajarlas poco o nada, como la de El último teorema de Fermat, tratamos de usar esas. También ocurre que hay traducciones buenas, pero ya no son vigentes, especialmente por la época que fueron hechas. Por ejemplo, cuando quisimos usar la de Enrique Pezzoni, dudamos al leer su traducción porque esta ya tiene cuarenta o cincuenta años y por ahí ya no funciona hoy, pero era muy buena. Y no era muy fácil, porque ese libro tiene muchas complicaciones con el tema del lenguaje, pero lo supo solucionar de la mejor manera.

¿Cómo les fue el año pasado durante la pandemia?

El año pasado fue rarísimo, inesperado para todos. Por suerte nosotros pudimos acomodarnos bien, y pudimos trabajar cosas que veníamos trabajando. Los libros que habíamos publicado en el 2019, como El libro del verano y Una casa llena de gente siguieron funcionando muy bien, a pesar de los primeros meses de cuarentena que acá fue muy rígida y nos golpeó bastante. Con la apertura de las librerías, los libros volvieron a funcionar porque hubo un corrimiento de los lectores que empezaron a comprar bastantes libros, sobre todo en librerías independientes, que trabajaban por redes sociales, recomendaciones y estaban muy conectados para los pedidos por redes y WhatsApp. En ese sentido, nuestros libros fueron muy bien acompañados por los libreros. En junio de 2020 publicamos la primera novela de Maru Leonhard; no sabíamos cómo iba a funcionar en lo comercial, pero funcionó bárbaro, es una novela que sigue encontrando lectores. Y después, todos los libros siguieron bien. Publicamos el segundo libro de Tove Jansson, el de Vonnegut, ahora a principios de año el de Mariana Sández, entonces la verdad que se posicionaron muy bien y encontraron lectores, sobre todo gracias a los libreros que cumplen de la mejor manera recomendando y haciendo llegar los libros a los lectores o ayudándolos a elegir los libros que más les gustan; dentro de todo fue un buen año para nosotros. En cuanto a lo vital, fue igual de complicado que todos.

Algunas personas me han comentado que el encierro ha ayudado mucho a la lectura, porque la gente tenía mucho más tiempo libre.

Sí, paso algo interesante con eso. Yo creo que la pandemia en muchos sentidos nos hace pensar en cómo estábamos haciendo funcionar el mundo, en qué cosas nos ocupábamos y qué dejábamos de lado, y es un momento para pensar que hay cosas que no están tan buenas. En cuanto a la lectura, es verdad que muchas personas encontraron tiempo para leer, y es algo que la vida cotidiana, la velocidad, la cantidad de cosas, hace que uno lo vaya posponiendo. Si bien esto pasa hasta con los que nos gusta leer, una persona que no lo tiene tan presente lo encontró en la pandemia. Y otra cosa es que dejamos de lado esa cosa tan rígida de las novedades. Uno termina leyendo lo que acaba de salir y se olvida un poco de libros que han salido hace uno o dos años. En ese caso, el rol de los libreros que recomiendan, y que hubiera menos novedades, hizo que la gente buscara esos libros que van quedando atrás con la velocidad irracional que genera la economía y el mercado. Mientras que el cambio hecho desde las librerías comerciales hacia los libreros independientes también fue evidente. Si uno ve cómo actúa el lector en una librería, compra lo que ve. En las librerías comerciales, esto es lo que acaba de salir o lo que se vende mucho, y no siempre hay libreros a los que uno pueda consultar. Entonces salir de esa lógica de la exhibición y recibir la recomendación de alguien es fundamental. En las redes sociales también está pasando esto, hay cuentas de lectores que recomiendan y hacen reseñas. Ocurre a veces que un chico o una chica joven recomienda libros de alguna saga que le interesa, y en el medio mezcla un clásico, o un libro de hace cinco años que alguien más le recomendó. Ese es el verdadero tránsito por la literatura. Siempre me causaron gracia esas notas que hay en los diarios sobre las recomendaciones de “¿Qué hay para leer el próximo año?”, y uno se puede responder: toda la historia de la literatura hay para leer. Uno puede llegar en cualquier momento al Quijote o al Ulises o a libros contemporáneos, no hay buena época para leer esos libros. La única buena época es la que corresponde a cada uno.

Editorial Fitzcarraldo

De dimensiones pequeñas en comparación con los grandes conglomerados ingleses que la rodean, Fizcarraldo ya tiene a dos premios Nobel en su catálogo.

Uno de los logros más importantes para una editorial es tener una identidad que se reconozca con facilidad. Fitzcarraldo logra esto con muy pocos elementos ―es más, solo con dos colores―: azul para ficción, blanco para no ficción. Pero este no es el único mérito de esta pequeña editorial independiente. Jacques Testard, su director editorial, ha logrado llenar un espacio poco explorado en la industria de los libros en el Reino Unido. Y como si fuera poco, tiene a dos premios Nobel como parte de sus autores.

La idea de la editorial Fitzcarraldo inició el 2011, cuando Testard (París, 1984) fundó la revista literaria The White Review, que buscaba ser «un espacio para que la nueva generación se exprese sin las ataduras de la forma, tema o género». Luego de un tiempo de llevar esta publicación, se dio cuenta que muy pocas editoriales en el Reino Unido se animaban a tomar riesgos con literatura traducida. De esa manera, el 2014 inició editorial Fitzcarraldo, con la idea de publicar libros contemporáneos innovadores e imaginativos que aborden temas importantes para el mundo actual y expandan las posibilidades de las formas de escritura. «Fitzcarraldo nace de darme cuenta de que muchos de los libros y autores que nos interesaba publicar en The White Review no estaban publicados en el Reino Unido», afirma Testard en una entrevista[1].

El nombre de la editorial viene de la película del mismo nombre dirigida por Werner Herzog (1982). En ella, se cuenta la historia de un hombre que busca hacer una ópera en la selva. De acuerdo con Testard, armar una editorial se puede equiparar en excentricidad y aparente inutilidad a la empresa del protagonista de la película: «como arrastrar un barco de vapor de trescientas veinte toneladas para cruzar un cerro lodoso en la jungla del Amazonas».

Fitzcarraldo se hizo más conocida cuando Svetlana Alexiévich ganó el premio Nobel en 2015. Gracias a su instinto, Testard apostó por comprar sus derechos en inglés cuando todavía no era muy conocida. Esto parecería una coincidencia, pero luego ocurrió lo mismo con Olga Tocarczuk, ganadora del Nobel en 2018.

Sobre los huesos de los muertos (Fitzcarraldo Editions, 2018). Traducción de Antonia Lloyd-Jones.
Tiempo de segunda mano (Fitzcarraldo Editions, 2016). Traducción de Bela Shayevich.

Los autores hispanohablantes que conforman su catálogo son el español Agustín Fernández Mallo, el chileno Alejandro Zambra y los mexicanos Paul Preciado y Fernanda Melchor. Entre los autores angloparlantes están Claire-Louise Bennett, Kate Briggs, Brian Dillon y Keith Gessen.

La aparente falta de uniformidad es clave, dice Testard. El catálogo se siente contemporáneo, pero al mismo tiempo apuestan ser atemporales. «Me parece que estamos tratando de publicar libros que perduren, que encuentren a sus lectores con el tiempo, que puedan convertirse en futuros clásicos».


[1] https://www.letraslibres.com/mexico/cultura/fitzcarraldo-una-editorial-que-parece-publicar-desde-el-futuro

A diez años de la partida de Ernesto Sabato

Escribe Juan Molina

Con obras como El túnel y Abaddón, el exterminador, es uno de los exponentes principales de la novela psicológica en Latinoamérica. El día de hoy se cumplen diez años desde su muerte.

Ernesto Sabato es uno de los escritores más sobresalientes de la literatura latinoamericana del siglo XX. Ganó diversos galardones nacionales como el gran premio de la Sociedad Argentina de Escritores (1974) y distinciones literarias internacionales como el Premio Cervantes en 1984 o el Premio Jerusalén de 1989. También fue presidente de la Comisión Nacional Sobre la Desaparición de Personas durante el gobierno de Raúl Alfonsín; con ella, se encargó de investigar el paradero de las víctimas no halladas a causa de la dictadura militar.

La literatura no fue su primera profesión, pero lo atrapó mientras se preparaba como físico en París, donde estuvo rodeado de grandes representantes del surrealismo como Óscar Domínguez, Benjamin Péret, Roberto Matta Echaurren o Esteban Francés, con quienes creaba cadáveres exquisitos bajo la tenue luz de un bar durante sus veladas. Con motivo de la primera década de su fallecimiento, presentamos cuatro obras que debes leer sobre este importante autor argentino.

El túnel (Revista Sur, 1948)

La primera de sus novelas aborda la mente de un hombre consternado por la presencia de María Iribarne, a quien asesina. Sabato tocó la puerta de muchas editoriales antes de poder publicar esta obra que, incluso hoy, sigue siendo analizada desde el psicoanálisis, la filosofía y la sociología. La obra fue publicada gracias al apoyo del nobel Albert Camus.

Sobre héroes y tumbas (Compañía General Fabril Editora, 1961)

Esta novela se hubiera vuelto cenizas si no habría intervenido Matilde, la esposa de Ernesto. La novela contiene tres historias paralelas que sumergen al lector en los conflictos íntimos de sus personajes, quienes se desenvuelven entre una serie de crisis sociales que revelan la postura más filosófica del autor. La novela se publicó en 1961 e inmediatamente lo llevó al reconocimiento internacional, cuando el escritor tenía cincuenta años. El editor, Jacobo Muchnik, recibió un «diploma» de parte de Sábato donde se lee: «Por cuanto don Jacobo Muchnik tuvo el loco valor de aceptar Sobre héroes y tumbas sin leerlo, por tanto, Ernesto Sabato lo propone miembro de número de la sociedad de editores esquizofrénicos».

El escritor y sus fantasmas (Aguilar, 1963)

Es una de las más importantes obras ensayísticas de Sábato. En ella se reflexiona sobre el ejercicio de la escritura. A modo de prólogo, la obra inicia con una «Explicación», donde Sabato menciona: «¿por qué, cómo y para qué se escriben ficciones? Innumerables veces me he formulado yo mismo estas preguntas, o me las han formulado lectores y periodistas. Y en cada una de esas ocasiones he ido haciendo conciencia de esas oscuras motivaciones que llevan a un hombre a escribir seria y hasta angustiosamente». En esta obra se desarrolla, entre los muchos temas que toca, el concepto de novela total, necesario para comprender cabalmente la estética del Boom Latinoamericano.

Abaddón, el exterminador (Sudamericana, 1974)

Es la más experimental de sus novelas, en la que confluyen el análisis filosófico, la crítica literaria y la denuncia social. Dentro, se combinan magistralmente hechos autobiográficos y ficcionales escritos de forma fragmentaria; lo que refuerza el tópico principal de la obra: el caos reinante en la Argentina de los setenta producido por una serie de crisis socioeconómicas y políticas nacionales, y diversos conflictos internacionales como la Segunda Guerra Mundial o la guerra de Vietnam.