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Illinois aprueba ley contra la censura de libros

Dicho estado es el primero en Estados Unidos en rechazar la censura en bibliotecas, mediante una intervención legislativa.  El objetivo es fortalecer la libertad de expresión y la defensa del derecho a la lectura.

El gobernador de Illinois JB Pritzker promulgó la ley 2789 de la Cámara de Representantes, la cual otorga fondos públicos únicamente a los bibliotecarios que se adhieran a la declaración de derechos de la Asociación Estadounidense de Bibliotecas o que hayan adoptado una postura en contra de la prohibición de libros. De este modo, se busca dotar de a los bibliotecarios de la infraestructura necesaria para el fomento de la lectura pública, con el fin de contrarrestar la censura por parte de grupos de poder organizados.

En tanto, la ley suspenderá los subsidios correspondientes a aquellas instituciones que eliminen libros de sus respectivos catálogos por motivos personales, políticos o religiosos. La norma alcanza a las bibliotecas escolares y públicas. Por otro lado, según informó la Asociación Estadounidense de Bibliotecas, en Illinois se intentó eliminar 67 títulos en el año 2022. Los temas más solicitados por parte de los censores son los de corte LGTB.

Antecedentes lamentables

En 2022, se registraron peticiones para retirar alrededor de 2.571 libros de las bibliotecas estadounidenses. De hecho, Florida fue el promotor de estas medidas, luego de que el gobernador republicano Ron DeSantis aprobase diversas leyes que prohíben tratar temas como la sexualidad, la orientación sexual y la controversia racial.

Esto llevó a varias bibliotecas a depurar títulos afines a estos tópicos, pues las normas contemplan pena de cárcel para aquellos que las infrinjan. Por otra parte, en Texas la situación es más extrema, puesto que en el condado rural de Llano se pretende cerrar las bibliotecas para que los niños no tengan acceso a los libros que toquen temas «prohibidos». Asimismo, en Misuri también se endurecieron las leyes de censura en bibliotecas.

Bob Odenkirk lanza publicará nuevo libro para niños

El actor que encarnó al abogado Saul Goodman en la mítica serie Better Call Saul lanzará un poemario basado en versos que compuso junto a sus dos hijos.

Dicho trabajo se titula Zilot & Other Important Rhymes y contendrá ilustraciones de Erin Odenkirk, hija del actor. Se dice que los poemas surgieron cuando Bob, en lugar de leerles cuentos a sus hijos antes de acostarlos, escribía poesía junto con ellos.

Según declaró Odenkirk, «deseaba que fueran parte de esto, así que escribía una línea, ellos escribían una línea, luego la terminábamos juntos. O les dejaba comenzar el poema y luego tratábamos de encontrar una manera de superarlo».

Por otro lado, refirió que algunos de estos poemas son un poco infantiles y «muchos de ellos son un poco locos. Pero, los guardé porque algunos no eran solo galimatías. Algunos tenían ideas y pensé que había un gran pequeño libro de poemas en esto».

Fue así que, durante la pandemia del covid-19, Erin y Nate Odenkirk le preguntaron a su padre que había sido de esos poemas, a lo que este respondió que se pondrían a trabajar sobre ellos. El libro saldrá a la venta en los próximos meses.

Daniel Pennac obtiene importante premio literario en Francia

El escritor francés obtuvo el Gran Premio de Literatura de la Academia Francesa 2023, debido a su trayectoria y calidad de su obra. Conozcamos un poco más acerca del autor.

Su actividad en el campo literario empezó con la elaboración de libros para niños, sin embargo, el reconocimiento llegaría tras la publicación de la saga Malaussène, en la cual trabajó tras viajar a Brasil.

Dicha historia gira en torno a las aventuras de Benjamin Malaussène, cabeza de una familia que vive en el barrio parisino de Belleville. Dichas novelas persiguen temas como el romance, la amistad y el crimen, revestidos del estilo dinámico y coloquial del autor.

Por otro lado, Pennac es conocido también por su faceta de ensayista, siendo su ensayo más celebrado Como una novela, en la cual hace un breve recuento de los derechos que poseen los lectores.

Lanzan sello postal por los 35 años de «El alquimista»

La oficina de correos de Brasil emitió un sello postal dedicado a una de las novelas más celebradas del escritor Paulo Coelho, considerado como de los novelistas más célebres de dicho país y del mundo.

Dicho sello estará disponible en todos los países, en homenaje a la obra más importante del autor. Cabe mencionar que, desde su publicación en 1988, El alquimista ha sido traducida a ochenta lenguas y lleva más de 150 millones de ejemplares vendidos.

A la fecha, millares de lectores continúan acercándose a este relato, lo cual hace que se mantenga entre los libros más vendidos. Asimismo, forma parte de la cultura popular.

La novela surgió luego de que Coelho realizase un peregrinaje a Santiago de Compostela, en España. Según refiere el mismo autor, la historia trata acerca de lo imposible, los sueños y la lucha del ser humano por hacerlos realidad.

Feria del Libro de Kiev se lleva a cabo en medio de conflicto armado

El conocido Book Arsenal Festival de Ucrania inició ayer, 22 de junio, e irá hasta el día 25. Pese al conflicto entre dicho país y Rusia, el evento contará con invitados de diversos países.

La inauguración oficial de la feria estuvo a cargo del presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, quien a pesar de la difícil situación que atraviesa su país estuvo entre los asistentes comprando libros y departiendo con los libreros.

Entre los invitados más resaltantes están el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince, el narrador francés Emmanuel Ruben, entre otras personalidades del mundo artístico.

¿Por qué se llama Book Arsenal Festival?

Este festival, destinado a artistas y escritores, se lleva a cabo durante la primavera en la ciudad de Kiev. Su primera edición fue en el 2011, bajo la curaduría de Olha Zhuk, y fue propulsado por el Mystetskyi Arsenal National Art and Culture Museum Complex (en español Complejo del Museo Nacional de Arte y Cultura del Arsenal Mystetskyi).

Se estima que cerca de 150 editores ucranianos asisten cada año a dicha feria y, a la fecha, han asistido cerca de 500 escritores y artistas de diferentes disciplinas y nacionalidades.

Festivales en medio de la guerra

El Book Arsenal no es el único festival que se realiza bajo estas condiciones. En su edición del 2022, el Foro Anual del Libro de Leópolis, el festival literario más grande de Ucrania, se celebró en un refugio antiaéreo acondicionado en la Universidad Católica de Ucraniana.

Pese a la guerra y los constantes bombardeos por parte de Rusia, escritores de la talla de Margaret Atwood, Yuval Harari y el Premio Nobel de Literatura Abdulrazak Gurnah acudieron a dicho refugio, en el cual participaron de intensos debates sobre la guerra y la situación política de ambos países.

¿Cómo recuerdas al escritor Antonio Gálvez Ronceros?

Tras la partida de uno de los más grandes narradores peruanos, a modo de tributo, les preguntamos a algunos de los docentes de la Escuela de Edición de Lima y del Centro de Desarrollo Editorial y de Contenidos lo que significó para ellos la vida y obra de Antonio Gálvez Ronceros. Aquí sus respuestas.

Fue la llave que abre el alma y revela sus temores, inseguridades y más densas tinieblas. Con su incorregible forma de escribir pretendió, quizás, despejar esas tinieblas que impiden reconocer la luz de todo ser humano. — Katherine Pajuelo Lara (traductora, correctora y docente)

Con sus historias nos trajo un pedacito de su tierra, llena de pasiones, costumbres, ternura, odios y magia. Gálvez Ronceros fue un orfebre del lenguaje. Sus relatos, producto de la experiencia vivida, son una invitación para contemplar su prosa llena de humor, ironía y matices extraordinarios.  De esta manera, nuestro genial narrador y maestro universitario nos acercó, sin preciosismos ni sentimentalismos lugareños, a la visión del mundo del afrodescendiente y del campesino costeño, personajes que se muestran tal como son, con un realismo sincero y descarnado, fina ironía y momentos mágicos.  Conozcamos un poquito más del Perú y su gente, gracias a la obra narrativa de este genial artesano de la palabra. — Pedro Salazar Wilson (corrector y docente)

Así como, en pocas líneas, Juan Rulfo construyó un universo inagotable en Pedro Páramo y El llano en llamas, Antonio Gálvez Ronceros construyó una fuente inagotable de saber en Monólogo desde las tinieblas. A despecho de lo que Mariátegui mencionó sobre la «nula» herencia africana en Perú, este libro demuestra con maestría la hondura de la reflexión, desde la percepción de sus personajes y la perspectiva universal del sentir; un cuestionamiento desde la vida cotidiana y el humor de la misma como elemento crítico. Así, la oralidad interviene en la letra, y le permite susurrar y cantar, incluso, a los lectores que pueden acompañar de cerca a voces que piensan, se piensan, y manifiestan que el ser, esa ficción occidental, muchas veces excluyente, es un patrimonio para todo aquel que cuenta con la palabra y se testimonia con la libertad de la vida entre los vivientes. —César López (escritor y docente)

Descansa el maestro. Don Antonio Gálvez Ronceros ha legado al mundo que conoció un trabajo delicado de palabras finamente urdidas, estampas de hombres reunidos, perros abandonados y cómplices, protestas e injusticias vistas desde los ojos del poblador humilde y abatido. Don Antonio, paciente y minucioso, ha dedicado su vida al oficio literario, tanto en su labor de escritor como en sus largos años como docente. Don Antonio nos ha dejado una obra magnífica de talla superior. Por eso nunca dejaremos de agradecerle esa dedicación profesional de una vida plena. Debemos recordar, entre sus grandes obras de narrativa breve, títulos como Los ermitaños, Monólogo desde las tinieblas, Historias para reunir a los hombres y Perro con poeta en la taberna, la novela que publicó con el sello de nuestra escuela. Ahora descansa el maestro, no su palabra. — Luis Miguel Espejo (escritor, corrector y docente)

Conocí a Antonio Gálvez Ronceros como «papá de una amiga» (una gran amiga, por cierto). Siempre he pensado que al comienzo no le caía bien, quizás porque yo tenía 17 años. Nunca se lo pregunté. Un día, luego de haber empezado yo a hacer la revista Mesa Redonda, se me acercó y, según lo que ahora recuerdo, me dijo: «Mabel me enseñó tu revista… Quería saber si estuvieras dispuesto a publicar un breve relato mío ahí. Por favor, no te quiero comprometer. Es un cuento muy breve que nunca he publicado en ningún lado». ¡Vaya! Era increíble: primero que me hablara, luego, que el maestro Gálvez Ronceros me estuviese ofreciendo un cuento para una revista que era, casualmente, mi primer paso en el mundo editorial, el cual ignoraba casi por completo. Ese fue el punto de partida de una amistad, largas conversaciones, muchos vinos, un sinfín de consejos y varias mesas compartidas con su familia. Luego, ya más asentado en el oficio editorial, tuve la suerte de publicarle un par de libros. Y, como editor puedo decir que no hay mayor placer que publicar a un autor de quien su obra se admira y, si es tu amigo, el placer se multiplica. Se hará extrañar mucho. — Juan Miguel Marthans (editor y director de la Escuela de Edición de Lima)

El primer relato que leí de Antonio Gálvez Ronceros fue «Jutito». Estaba en primero de secundaria y creí, debo admitirlo, que era un cuento mal escrito. ¿Qué es eso de «compaire», «palaibra», «quiedo», «yo te vuagará» o «ta jorío»? Ya en la universidad, cayó en mis manos Los ermitaños, por recomendación de un profesor. Lo terminé en un par de horas, no dejé de reír y maravillarme con esos diálogos salerosos y cargados de sabiduría. Y es que, si algo comprendí aquel día, fue que Gálvez Ronceros había confeccionado un puente de comunicación efectivo entre lectores y el mundo de los campesinos costeños: con ese Perú profundo del cual muchos hablan, pero pocos comprenden. De pronto, recordé a ese jovencito de uniforme que hablaba del «cuento mal escrito» y quise darle un par de cocachos. La literatura de Gálvez Ronceros no solo queda en el mero humor o en la anécdota de un par de cuentos memorables, sino que es experimentación del lenguaje, técnica destilada hasta el último punto y devoción confesa por la escritura. Me queda una amarga sensación al pensar que el maestro tenía mucho que ofrecer todavía. Lo extrañaremos siempre. — Marco Fernández (editor adjunto del Centro de Desarrollo Editorial y de Contenidos)

Avaro. Un cuento de Antonio Gálvez Ronceros

En el 2005, Antonio Gálvez Ronceros cedió este cuento —por aquel entonces aún inédito— a la revista Mesa Redonda. «Avaro» fue publicado en el número 5 de esta revista. Compartimos este rescate como homenaje a uno de los grandes narradores que ha tenido el Perú.

Yendo en el atardecer por la zona más sombría de una plazuela, un ladrón joven y en extremo supersticioso se dio de súbito con un mendigo de inconcebibles andrajos que lo miraba entristecido desde un rostro arruinado por la vejez y el sufrimiento. Tomando el encuentro como la revelación de que una desgarrada pobreza lo aguardaba al término de su juventud, el ladrón se sintió tan turbado que en su desesperación por conjurar esa desdicha, le dio al mendigo una de las antiguas monedas de oro que hacía unos días había robado en casa de un coleccionista con fama de extravagante. El mendigo sólo vio el oro y se inundó de un incitante ardor que fue a aplacar deprisa en una miserable taberna. Pero el coleccionista, que se hallaba ahí disfrazado de menesteroso, soportando con fingido deleite el horror de la taberna y el atroz fogonazo de una copa, reconoció la moneda, hizo prender al mendigo y durante cinco años el inocente tuvo que soportar de sus carceleros la palabra ladrón.

Apostado con la mano extendida en la primera plazuela que encontró una mañana a su salida de la cárcel, el mendigo sintió y vio que alguien le deslizó una de las monedas de oro que se hallaban en circulación y de la que sólo se percató del oro y que por ser de oro soltó al instante como si fuera una brasa, mientras le gritaba a su ocasional benefactor ¡ladrón, ladrón, ladrón!… Los gritos convocaron a los transeúntes y a una pareja de gendarmes. Pero como se trataba de un benefactor honrado, el mendigo expió su difamante lengua con cincuenta días de cárcel.

Los aires de libertad condujeron esta vez al mendigo a una plazuela diferente, pues sospechaba que aquellas otras dos lo esperaban con una nueva emboscada. Y a pesar de que su permanencia ahora en esta plazuela eran ya horas que transcurrían vacías hasta del más insignificante níquel, dudó cuando la caridad vino a ponerle en la palma de la mano una de las usuales monedas de oro. «Si esta moneda fuera robada y yo intentara comprar algo con ella —pensó—, me creerían ladrón y perdería mi libertad. Si la rechazo y quien me la ha dado es una persona honrada, tal vez por muy amable que sea mi rechazo ella se sienta ofendida y yo pague la ofensa con la cárcel. Está visto, pues, que si quiero conservar mi libertad, debo recibir cuantas monedas de oro me ofrezcan sin que yo siquiera intente disfrutar de su poder».

Durante los últimos diez años de su existencia, mientras se arrastraba como un lisiado por las escalinatas de los templos estirando la mano trémula, estuvo recibiendo innumerables monedas del odioso color, que luego arrojaba entre gruñidos y escupitajos en los rincones de su cuartucho. Un día algunos de sus vecinos repararon en que no se le había visto en los últimos cinco días y, preocupados, derribaron su puerta. Lo encontraron muerto. Estaba tendido en un estrecho espacio central del suelo, espacio a punto de ser inundado por cerros de monedas de oro que parecían avanzar desde las paredes.

El pueblo entero, asombrado, otorgó a la memoria del mendigo la triste, despreciable e irrisoria fama de avaro.

En el 2005, Antonio Gálvez Ronceros cedió este cuento —por aquel entonces aún inédito— a la revista Mesa Redonda. «Avaro» fue publicado en el número 5 de esta revista. Compartimos este rescate como homenaje a uno de los grandes narradores que ha tenido el Perú.

Yendo en el atardecer por la zona más sombría de una plazuela, un ladrón joven y en extremo supersticioso se dio de súbito con un mendigo de inconcebibles andrajos que lo miraba entristecido desde un rostro arruinado por la vejez y el sufrimiento. Tomando el encuentro como la revelación de que una desgarrada pobreza lo aguardaba al término de su juventud, el ladrón se sintió tan turbado que en su desesperación por conjurar esa desdicha, le dio al mendigo una de las antiguas monedas de oro que hacía unos días había robado en casa de un coleccionista con fama de extravagante. El mendigo sólo vio el oro y se inundó de un incitante ardor que fue a aplacar deprisa en una miserable taberna. Pero el coleccionista, que se hallaba ahí disfrazado de menesteroso, soportando con fingido deleite el horror de la taberna y el atroz fogonazo de una copa, reconoció la moneda, hizo prender al mendigo y durante cinco años el inocente tuvo que soportar de sus carceleros la palabra ladrón.

Apostado con la mano extendida en la primera plazuela que encontró una mañana a su salida de la cárcel, el mendigo sintió y vio que alguien le deslizó una de las monedas de oro que se hallaban en circulación y de la que sólo se percató del oro y que por ser de oro soltó al instante como si fuera una brasa, mientras le gritaba a su ocasional benefactor ¡ladrón, ladrón, ladrón!… Los gritos convocaron a los transeúntes y a una pareja de gendarmes. Pero como se trataba de un benefactor honrado, el mendigo expió su difamante lengua con cincuenta días de cárcel.

Los aires de libertad condujeron esta vez al mendigo a una plazuela diferente, pues sospechaba que aquellas otras dos lo esperaban con una nueva emboscada. Y a pesar de que su permanencia ahora en esta plazuela eran ya horas que transcurrían vacías hasta del más insignificante níquel, dudó cuando la caridad vino a ponerle en la palma de la mano una de las usuales monedas de oro. «Si esta moneda fuera robada y yo intentara comprar algo con ella —pensó—, me creerían ladrón y perdería mi libertad. Si la rechazo y quien me la ha dado es una persona honrada, tal vez por muy amable que sea mi rechazo ella se sienta ofendida y yo pague la ofensa con la cárcel. Está visto, pues, que si quiero conservar mi libertad, debo recibir cuantas monedas de oro me ofrezcan sin que yo siquiera intente disfrutar de su poder».

Durante los últimos diez años de su existencia, mientras se arrastraba como un lisiado por las escalinatas de los templos estirando la mano trémula, estuvo recibiendo innumerables monedas del odioso color, que luego arrojaba entre gruñidos y escupitajos en los rincones de su cuartucho. Un día algunos de sus vecinos repararon en que no se le había visto en los últimos cinco días y, preocupados, derribaron su puerta. Lo encontraron muerto. Estaba tendido en un estrecho espacio central del suelo, espacio a punto de ser inundado por cerros de monedas de oro que parecían avanzar desde las paredes.

El pueblo entero, asombrado, otorgó a la memoria del mendigo la triste, despreciable e irrisoria fama de avaro.

Réquiem por Antonio Gálvez Ronceros

El escritor y educador peruano falleció a los 90 años, dejando un legado invaluable a la narrativa nacional. Es considerado por muchos intelectuales como uno de los grandes cuentistas de la literatura peruana de los últimos años.

«¿Pa que sirve un pescao así, tan atravesao de espina? A vece la mar e como algunos hombes: hace cosas solo poi joré» Cómo no recordar, con una sonrisa, aquellos fraseos de gente sencilla, pero de gran sabiduría.  

Cómo no recordar cuentos tan entrañables como «Jutito» o «El retrato de Joché» o la novela Perro con poeta en la taberna, piezas fundamentales de una obra construida a pulso de obrero.

Y es que si algo le debemos a Antonio Gálvez Ronceros es haber constituido un canon que servirá como faro de las nuevas generaciones de escritores. Y, sí, nos queda la amarga sensación de que aún tenía mucho por ofrecer (y enseñar).

Lector compulsivo y crítico, nutrió su vocación literaria desde joven con las obras de autores de la talla de Dostoievski y Jorge Isaacs. Sin embargo, apreciaba fervorosamente la obra del mexicano Juan Rulfo y la forma en que representaba el habla popular de los campesinos de México.

Conocer el Perú profundo, entre las campiñas y campos frescos de Chincha, también jugó un papel fundamental en la narrativa de Gálvez Ronceros, específicamente en la concepción de Los Ermitaños y Monólogo desde las tinieblas, sus colecciones de cuentos más celebradas.

Precisamente, tras la publicación en 1962 de Los ermitaños, la crítica resaltó la originalidad y calidad de los relatos, pues no solo ofrecían estructuras innovadoras y profundidad en su temática. El humor y la musicalidad conseguida a partir del habla de sus personajes configuraron un mundo particular: el de los campesinos de la costa peruana.

La consolidación de Gálvez Ronceros como narrador llegó en 1975, con la publicación de Monólogo desde las tinieblas, en el cual se aprecia un trabajo incansable del lenguaje y el perfeccionamiento de su técnica narrativa. Al igual que Oswaldo Reynoso, la experimentación y trabajo con el lenguaje fue una constante en su obra.

De esta forma, el autor logró introducir en el corpus literario peruano el habla común de los campesinos afrodescendientes. No necesitó hacer una parodia de ello.

A decir verdad, hubiese sido muy fácil ridiculizar el habla de las personas del campo. En cambio, Gálvez Ronceros tuvo el suficiente tino para dotarla de un valor estético y literario.

Hemos perdido a uno de los grandes. Nos vamos quedando solos, aunque su legado perdurará por generaciones, aún cuando el polvo de los tiempos sople sobre las tumbas.

¿De qué hablamos cuando hablamos de corrección de estilo?

Al referirnos a la corrección de estilo, abarcamos una amplia gama de herramientas, conceptos y áreas de acción. Es necesario conocer estos aspectos del oficio para comprender cuál es la magnitud del trabajo que se realiza. Katherine Pajuelo, correctora de estilo, traductora y docente del Centro de Desarrollo Editorial y de Contenidos y la Escuela de Edición de Lima, responde a esta pregunta y nos comenta acerca de otros detalles propios del trabajo del corrector de textos así como el perfil que debe tener.

1 ¿A qué hacemos referencia al mencionar «corrección de estilo»?

Primero, es necesario definir los límites de la pregunta y asignarle un punto de partida: el texto escrito. Dicho esto, hacemos referencia a la «corrección de textos». Con esta respuesta terminaría el uso de la primera persona en plural y pasaría a la del singular, pues no soy la voz cantante de los correctores. Lo que viene ya es un tête à tête.

Al hablar de «corrección» doy por entendido que se va a trabajar sobre algo que está mal hecho. Al decir que está mal hecho pareciera que el otro lo hizo sin ganas o de manera descuidada (aunque hay casos, ojo). Sin embargo, también me topo con textos bien escritos y solo necesitan un retoque. El corrector, en efecto, corrige errores, sean estos ortográficos, ortotipográficos, sintácticos o gramaticales. Lo que hace después con el texto es pulirlo, darle forma y dejarlo listo para que pueda cumplir su función: ser inteligible. En principio, esa sería la función. Una de las preguntas de arranque que se le debe hacer al autor sería cuál es su intención con el texto y qué quiere que haga yo como corrector.

2 ¿Podría decirse que la corrección de estilo es exclusiva de un sector de profesionales provenientes del campo de las letras o la lingüística?

No. Nada de exclusividad. Puede ser corrector quien se lo proponga. Una de mis compañeras de aula en la Fundación Litterae trabajaba atendiendo al público en una relojería de la Av. Corrientes y muchas otras eran secretarias, es decir, no necesariamente habían cursado letras. Los lingüistas no tienen por qué dedicar su vida a la corrección de textos ni tampoco los literatos. El año pasado, un maestrista de literatura me dijo que él no necesitaba escribir bien, que para eso estaban los correctores. Lo dejo ahí. Con esto no estoy diciendo que los estudios lingüísticos no sean necesarios, claro que lo son. No en vano, en Litterae, nos hicieron llevar dos años de gramática, uno de normativa y otro de latín. Pero esto no implica que solo los de letras sean los futuros correctores, te puedes convertir en el camino. Hay que estudiar, eso sí. Y hay que comprometerse con las letras, además.

3. En tal sentido, ¿qué herramientas del trabajo de la corrección de estilo nos sirve para el quehacer profesional del día a día?

En un curso integral de corrección se adquieren las herramientas que serán esenciales en la práctica profesional. Esto no quiere decir que se termina el curso y, listo, nos convertimos en correctores. El aprendizaje, como en toda profesión, es constante. Reitero, uno mismo se va formando. Con el tiempo y las lecturas, irás viendo dónde poner el ojo, «cómo detectar mentiras», diría Paul Ekman, o cómo identificar los «copipegas» de un autor apurado. Por último, dudarás. El día que dejes de dudar será que estás totalmente equivocado (acéptenme la exageración).

4 ¿Cuál es el perfil del profesional de la corrección de estilo?

Para mí (hago énfasis en que es mi opinión y no hablo en nombre de la comunidad de correctores), el profesional que se dedique a la corrección de estilo está obligado a ser lector; no queda de otra. Primero, porque se va a dedicar a leer el trabajo de terceros. Segundo, porque, según el tipo de texto que aborde, será necesario ver cómo trabajaremos esa gramática, esa ortografía o ese ortotipo. Es probable que nos enfrentemos a textos donde lo «incorrecto» sea precisamente lo «correcto».

5. Sobre esta última acotación, respecto a lo «incorrecto» que termina siendo «correcto», ¿en qué casos se suscita?

Por ejemplo, en obras literarias donde los nombres propios se escriben con inicial minúscula, como en la nouvelle de Filonús Gonzáles (2023), Un delicado temblor. En otros donde no encontramos punto y coma, o que después de una coma empiecen con mayúscula, como en El hombre duplicado de Saramago; que tengan párrafos extensos donde varias voces, sin rayas de diálogo que las identifique, hablan entre sí o piensan ensimismadas, como en El otoño del patriarca de don Gabriel García Márquez. Quién podría corregir literatura, ¿un literato? Después de la respuesta de aquel maestrista que dijo «no importa cómo escriba, después contrato un corrector», dudo que la respuesta sea que un literato sea idóneo para ello. Ni me quiero imaginar lo que habrá sido corregir la traducción al español de Yo he de amar una piedra, de Lobo Antunes, los desafío.

6. Entonces, es un error pensar que solo basta con tener ciertos conocimientos afines al oficio.

No basta conocer la ortografía, gramática y ortotipo del idioma; el corrector, a partir de la lectura, reconoce el texto como una unidad cohesiva y coherente. Si no lee, ¿cómo podría darse cuenta de los diferentes estilos que traen consigo los autores de literatura, académicos o administrativos? ¿Cómo podría asesorar en cómo expresar mejor una idea, en cómo lucir mejor el texto, en qué decir primero y qué después? El perfil del corrector se forma más allá del curso de corrección que el interesado siga. A decir verdad, parte del compromiso de cada futuro corrector, y ese compromiso comienza con la lectura.

7. En su opinión, ¿cuál sería el objetivo principal de un corrector de estilo?

El objetivo principal es entregar un texto limpio e inteligible. Para llegar a dicho objetivo, sería conveniente cumplir con unos pocos ideales como entrevistarse con el autor y conocer qué quiere transmitir, a quién, cómo se lo quiere decir y qué quiere conseguir. Después estaría investigar sobre el tema que se va a corregir y pedir material de referencia si es necesario. Por último, tener material de consulta lingüística confiable en internet y en físico, pues no cambiamos un texto partiendo del «no me gusta» o porque «lo prefiero así». Debemos ser capaces de justificar nuestros cambios.

8 ¿Cuál es el proceso de la corrección de estilo? ¿Existe algún método o pauta a seguir?

No creo que haya un método definitivo, cada corrector tendrá el suyo. Depende también del tipo de texto que tengamos que corregir. Por ejemplo, si tenemos un documento ya maquetado y hay que darle una última revisión, observo primero qué característica general tiene el texto. Si estuviera diseñado en columnas y con palabras cortadas con guion al final del renglón, encendería la alerta máxima y dirigiría mi atención a los extremos laterales de cada columna. He visto cómo cortaron «peruano» a final de línea: en la línea superior quedó «peru-», en la inferior, «ano», y no es lo recomendable.

Considero que la corrección de estilo no es una receta de cocina, mejor dicho, podemos crear nuestra propia receta según los ingredientes que tengamos a la mano y los utensilios con los que contemos. Es decir, usaremos hornilla a gas, eléctrica, ¿fogón? El método dependerá definitivamente del texto que se trabaje, aquí tenemos para hablar largo y tendido.

9 ¿Es lo mismo «editar un texto» que «corregir un texto»?

Cuando corrijo, edito. Salvo que el autor o la casa editorial me indiquen lo contrario, mi trabajo trasciende lo ortográfico, ortotipográfico y gramatical. Creo que la corrección de textos es un trabajo integral. ¿Cómo podría preguntarle al cliente si solo quiere que le corrija ortografía o gramática? ¿Cómo podría preguntarle si también quiere incluir ortotipografía sin que se le queden los ojos en blanco? «Señor cliente, puede agrandar su combo con una revisada de ortotipo si gusta. Claro, tiene que pagar más». Imposible, es integral, es el todo. Por eso empecé diciendo que dependerá de las instrucciones previas.

No tengo una lista de servicios: si quieres este servicio, tanto; si quieres esto otro, tanto… No podría trabajar así, ¿cómo podría frenar a mi cerebro y decirle que no mire o no preste atención a algo que está mal o que podría ir mejor? Yo no puedo, no soy tan robótica; estaría bueno, pero no puedo, tampoco lo recomiendo.

10 ¿Qué libros recomendaría a quienes desean incursionar en la corrección de estilo?

En las primeras respuestas, mencionaba que uno de los deberes de todo corrector es leer, esto implica que saber leer también; ser crítico con la lectura, no quedarse en el «me gusta» o «no me gusta». Una vez un joven sabio me dijo: «Sobre si te gusta o no, lo podemos conversar en un bar, aquí lo que importa es que te alejes del texto y tengas una percepción crítica». Saber leer y saber escribir van de la mano. Y es que, en el universo de las letras (cuyos agentes principales son el autor, corrector, lector), los correctores quedamos en el medio, en un lugar que nos exige saber de ambos oficios.

Dicho esto, no voy a recomendar libros sobre corrección de estilo propiamente dicho, pero sí libros vinculados con la literatura que nos pueden orientar en nuestro oficio. Mencionaré apenas cinco, pero, en realidad, el que quiere incursionar en la corrección tiene que haber pasado ya por varios libros.

Capítulo 112 de Rayuela, de Julio Cortázar (luego tiren la piedrita al casillero 99); Mientras escribo, de Stephen King; De qué hablo cuando hablo de escribir, de Haruki Murakami; Como una novela, de Daniel Pennac; El infinito en un junco, de Irene Vallejo, lectura recomendada para los amantes de los libros o para los que quieran hacer votos de amor con ellos. ¡Nos vemos en la Escuela!

Editores de Europa apoyan la aprobación de la legislación sobre inteligencia artificial

La norma busca establecer restricciones sobre la forma en que las empresas pueden hacer uso de la inteligencia artificial, debido a los impactos que podrían causar.

En tanto, la legislación alcanzaría también a los sistemas generadores de IA, como el caso de ChatGPT. En ese sentido, se requerirá que cualquier contenido producido por este sistema cuente con el debido etiquetado para constatar su origen.

Por otro lado, la ley prohíbe la publicación de resúmenes de datos que posean derechos de autor. Por ello, representantes de OpenAI, empresa que creó el sistema ChatGPT, manifestaron que podrían dejar de operar en Europa a causa de esta medida.

Sin embargo, la Federación de Editores Europeos (FEP) expresó su apoyo total a la legislación, la cual será debatida en el Parlamento Europeo.

A través de una nota de prensa, la federación indicó que «aunque la IA ofrece grandes oportunidades, incluso para la industria editorial, también plantea serias preocupaciones, en particular en el ámbito de los derechos de autor y la transparencia».

Otra de las preocupaciones de la FEP es que, debido a la configuración de la IA, los desarrolladores de contenidos no podrán saber si sus trabajos están siendo utilizados de forma indebida.

Por ello, enfatizaron que «los usuarios podrían ser inducidos al error, al pensar que el contenido generado por una IA es el trabajo creativo de un autor humano».