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Salman Rushdie nuevamente en escena

Tras haber sufrido un ataque el pasado 12 de agosto, Salman Rushdie ha vuelto a ser noticia al revelar un extracto de su próxima novela en The New Yorker. El libro llevará como título Victory City y será publicado por Penguin Random House. A través de su cuenta de Twitter, fue el propio escritor quien confirmó la publicación, la cual saldrá a la venta en febrero de 2023.

El 12 de agosto del presente año, el mundo literario quedó consternado cuando el escritor británico Salman Rushdie fue atacado mientras daba una conferencia en el condado de Chautauqua, una localidad al oeste del Estado de Nueva York. Como se recuerda, el autor sufrió un apuñalamiento en el cuello que lo llevó a un estado crítico. Este hecho llevó a que diversas figuras de la literatura expresaran su rechazo y destacaran la labor de Rushdie como defensor de la libertad de expresión.
Tras llevar aproximadamente cuatro meses desaparecido y alejado de los medios de comunicación, el autor ha vuelto a ser tendencia debido a que The New Yorker publicó un fragmento de su próxima novela. La revista había publicado un extracto que se llama «A Sackful of Seeds» (Un saco lleno de semillas), un texto que pertenece al decimoquinto libro de Salman Rushdie, el cual se titulará Victory City (Ciudad Victoria) y cuyo lanzamiento está previsto para principios de febrero, tanto en inglés como en español, por Penguin Random House. Por su parte, el escritor compartió en su cuenta de Twitter la portada de la obra.

Salman Rushdie compartió vía Twitter la portada de su próxima novela, Victory City. Fuente: DW

De acuerdo a la información que ha brindado la editorial, el libro narra la historia épica de una mujer en el siglo XIV en lo que ahora forma parte el territorio de la India. Asimismo, The New Yorker ha declarado que este extracto presentado se publicará en su edición impresa fechada para el 12 de diciembre.

El estado actual de Salman Rushdie

Tras el terrible ataque, el escritor tuvo que ser internado y tratado en un hospital de Estados Unidos. Sin embargo, las lesiones han dejado efectos negativos en el autor, debido a que sufrió un daño hepático y cortes en los nervios de un brazo. En el mes de octubre, su agente, Andrew Wylie, comunicó a los medios que Rushdie había perdido un ojo y la movilidad de una mano.    

Esteban Ascencio: «Creo que estar atados a esa posibilidad que nos da la literatura, de imaginar mundos posibles y mejores, es lo que nos da vida».

*Foto de portada: Juan Miguel Marthans

Esteban Ascencio es narrador y editor nacido en la Ciudad de México. Estudió Sociología en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales en la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha publicado los libros Me lo dijo Elena Poniatowska (1997), Memorias de un poeta: diálogo con Gonzalo Rojas (2002), Poesía y tango: encuentros con el poeta Horacio Salas (2003) y Los cántaros de la noche (2005). Actualmente, dirige Laberinto Ediciones. También se desempeña como docente en el Curso Integral de Edición de Publicaciones de la Escuela de Edición de Lima.  

Entrevista de: Gabriela Pretel

¿Cómo fueron tus inicios en el mundo editorial?

Datan del año 2004. Tuve una estancia de más de un año en Sudamérica. A mi regreso a México, vuelvo con unos libros. Con dos amigos creamos Laberinto Ediciones. De los dos que iniciaron conmigo, uno parte prácticamente a los dos meses; y el otro, poco después de seis meses. Vieron que la actividad editorial no les iba a ser rentable.

Los tres nos habíamos conocido en la universidad, cada uno de nosotros había incursionado en sus respectivos negocios. En ese entonces, me desempeñaba como vendedor de autopartes eléctricas para autos. Uno de ellos, era instalador de fibra óptica; el otro se dedicaba a la ventas de materiales para construcción. Nos habíamos juntado porque nos gustaban los libros. Pero, pronto descubro que, a pesar que les gustaba los libros, tenían más interés en ganar. En mi caso, noté que sí me satisfacía obtener beneficio, pero que deseaba editar un libro antes de llenarme el bolsillo de monedas. Antepuse la edición de los libros por las utilidades. Al comienzo, hicimos Memorias de un poeta, Poesía y tango. Encuentros con el poeta Horacio Salas y una traducción que me había dado el poeta Esteban Moore; era poesía de Charles Bukowski. Por esos días, en México, solo había un libro de poesía editada: Soy la orilla de un vaso que corta soy sangre. El libro se vendió rapidísimo.

Mis amigos y yo nos dimos cuenta que hay libros que se vendían. Eso nos motivó. Pero, ellos querían dedicarse únicamente a la venta. Después, me quedo a cargo de Laberinto Ediciones. Aposté por el libro, la lectura, la poesía, la narrativa y el ensayo. Hasta la fecha, me siento muy complacido y feliz de seguir editando.

Más allá de la pasión por los libros, ¿cuál crees que es el factor esencial que debe tener un editor? 

Creo que sí es esencial, pero también debe tener una especie de necesidad de hacer dinero. Un editor que no hace dinero dejaría de editar libros. En principio, lo vi como lector, difusor de la lectura y apasionado de los libros. Me parece que tengo rasgos de empresario y puedo hacer que una editorial funcione. Tanto es así que Laberinto Ediciones va a cumplir veinte años sin fallar a mis principios. Vende libros, de lo contrario no podría editar libros. Se debe procurar que la inversión regrese. Una característica principal que debe tener un editor es ser un apasionado de los libros. Sin perder de vista que debe haber necesariamente ganancia, si es que apreciamos el libro.  

Dentro del ámbito latinoamericano, ¿cómo observas la evolución de la industria editorial?

No digo que hoy no haya cosas interesantes. He visto a las trasnacionales reeditar a los clásicos: León Tolstoi, Fiódor Dostoievski, entre otros. Pero, hoy en día, nos olvidamos de la calidad literaria; únicamente importan las ganancias que deja. Antes había un cuidado por el libro. Actualmente, no solo ha disminuido el nivel de calidad del papel, sino también la manufactura. Los costos se han incrementado.

Ahora, ¿qué pasa con las independientes? Para mi, una empresa independiente es la que no recibe subsidio de ningún lado y que publica gracias a las ventas que van generando sus libros. A Laberinto Ediciones la veo como una empresa editorial, tiene ganancias y utilidades. Pero, me ha llevado casi veinte años sostener la editorial, que sigue al frente por ella misma. Se ha tratado de mantener al margen de toda relación comercial con la gente que da prioridad a un beneficio de por medio. No soy editorial independiente porque he vendido libros al Estado. También, dependo de las empresas que conforman toda la red de distribución, como las cadenas de librerías. Laberinto Ediciones está en todo el circuito a nivel nacional, como la ferias. Priorizamos todos los libros.    

La pandemia hizo que las personas se interesaran por los libros de no ficción. ¿Crees que todavía hay lugar para la literatura?

Creo que sí hay cabida para la ficción. Hay que leer poesía, cuento, minificción, novela, teatro, ensayo, ciencia. El lector es un lector. Puede ser de solo ficción y no está mal. Pero debe estar inmerso en todo lo que él sea, todo lo que implica su interés. No importa si es biología, matemática, gastronomía, ensayos sobre arte, una novela, un libro de cuento breve; por qué no Thomas Mann, Guerra y Paz de León Tolstoi, Juan Rulfo con Pedro Páramo. Sin la literatura creo que estaríamos más que incompletos. Si hay algo de lo que el hombre hoy puede sujetarse, es de la ficción. Estar atados a esa posibilidad que nos da la literatura, de imaginar mundos posibles y mejores, es lo que nos da vida; al menos a mí. De no tener estas oportunidades de escaparme, para no estar en el atropellamiento de todos los días, no sé qué sería de mí. Hoy vamos de prisa; voy en sentido contrario. Procuro leer lo que realmente me apasiona.

A pesar de las nuevas tecnologías, sigue estando la literatura. Sin embargo, espero no ver el ocaso. Soy de los románticos, de los que ve en libro una posibilidad de vida plena. Tal vez, estoy de acuerdo porque puede haber una posibilidad de que cambiemos. Me siento feliz con lo que leo. La base que tengo es la de ser lector, y voy orientando a aquellos posibles compañeros de literatura. Doy cursos en diferentes lugares de México y gracias a la Escuela de Edición de lima lo puedo hacer para otras latitudes. Para mí, esto es una satisfacción.

Fallece el autor «superventas» Dominique Lapierre

Este 2 de diciembre falleció el escritor y periodista francés Dominique Lapierre a los 91 años. Entre sus obras más reconocidas se encuentra La ciudad de la alegría, Mil soles, Era medianoche en Bhopal junto a Javier Moro, Más grandes que el amor y ¿Arde París?, una colaboración con Larry Collins. También, trabajó como reportero para la revista Paris Match entre 1954 y 1967.

Dominique Lapierre nació el 31 de julio de 1931, en el distrito de La Rochelle. Comenzó su carrera como periodista a la edad de 17 años, cuando el diario Le Monde publicó su primer artículo «Un dólar por cada 1.000 kilómetros». Gracias a este texto, pudo conseguir una beca para estudiar Economía Política en la Universidad La Fayette, en Estados Unidos. Al regresar a Francia, consiguió un trabajo como redactor para la revista Paris Match, dándose a conocer por sus reportajes y adoptando el apodo de «l’enfant terrible» del periodismo.

En 1954, mientras cumplía el servicio militar, conoció al cabo Larry Collins, quien más adelante se convertiría en un colaborador. Es así que, en 1964, publicaron la novela histórica ¿Arde París?, en el que se detalla las horas previas a la liberación de la capital francesa durante la Segunda Guerra Mundial. Más adelante, lanzarían Oh, Jerusalén (1971), un texto que se centra en el nacimiento del Estado de Israel por los judíos. Más adelante, escribieron Esta noche, la libertad (1975), que narra la caída del Imperio Británico en la India, y la separación de esta de Pakistán.

Un enamorado de la India

En la década de 1980, Dominique Lapierre decide irse a vivir a la India, país que marcaría su vida. Durante su estancia en Calcuta, escribió su libro más importante y reconocido: La ciudad de la alegría (1985). La novela cuenta la historia de los habitantes de un barrio de chabolas. Para su realización, el autor tuvo que investigar y documentar la vida de sus vecinos, quienes eran víctimas de la desigualdad social, el desempleo, la enfermedad y la miseria. Tras su publicación, la obra fue un éxito en ventas, siendo traducido a treinta idiomas. Además, en 1992, fue llevada al cine bajo la dirección de Roland Joffé. 

El escritor donó la mitad de los derechos de autor al barrio en el que se basa la novela. A lo largo de su vida continuó haciendo donaciones y colaboró con organizaciones indias, hasta el punto que él mismo decidió crear su propia fundación. Por ello, él y su esposa fundaron «Action pour les Enfants de Lépreux de Calcuta», que financia programas de salud y educación. Gracias a esta labor humanitaria, en el año 2008, recibió el Padma Bhushan, la máxima condecoración civil.

Los 60 años de «La naranja mecánica»: Un libro muy «joroschó»

La naranja mecánica es una novela del escritor británico Anthony Burgess, publicada en el año 1962 y llevada al cine por el director Stanley Kubrick en 1971. La obra forma parte de las novelas distópicas británicas, considerada sucesora de 1984 de George Orwell y Un mundo feliz de Aldous Huxley. Dividida en tres partes, con siete capítulos cada una, sufrió una censura en la edición estadounidense, la cual decidió eliminar el capítulo 21.

No hay duda que el nombre de La naranja mecánica resulta muy familiar para los cinéfilos. Gracias a la adaptación cinematográfica de Stanley Kubrick, el mundo pudo apreciar cómo la ultraviolencia y la música formaban una armonía estética a los ojos del espectador. Más allá de la polémica que generó en su época, la película sigue siendo considerada una obra de arte hasta la fecha. Sin embargo, muchas personas pasan por alto que la cinta está basada en la novela del mismo nombre. Publicada hace sesenta años, el libro fue escrito por Anthony Burgess, convirtiéndose en una de las novelas distópicas británicas más importantes debido a la crítica al individuo, a la sociedad y al Estado, que se desarrolla a lo largo del texto. Por ello, es necesario destacar la importancia del texto dentro de la literatura.

Portada de la edición por el 60° aniversario de La naranja mecánica, publicada por la editorial Minotauro. Fuente: Casa del Libro

La novela que hará explotar el «mosco»

La historia comienza con el adolescente Alex DeLarge y su pandilla haciendo disturbios en las calles de Londres, hasta que el protagonista es retenido por las autoridades y sometido a un tratamiento que lo rehabilite. Se trata de una obra que muestra a la violencia en todo su esplendor. De esta forma, Anthony Burgess ponía al lector ante una disyuntiva: si la violencia nacía de estas pandillas o de aquellos grupos de poder que buscaban modificar aquel comportamiento. El título en inglés A clockwork orange, traducido al español como La naranja mecánica, hace referencia a la naranja como un organismo vivo al que se intenta mecanizar, siendo una metáfora que hace referencia la juventud representada en la novela.  

Fotografía de Anthony Burgess, autor de La naranja mecánica. Fuente: Gatopardo

Sin embargo, la dificultad del libro radica en poder entender el léxico. Dentro del plano lingüístico, una de sus características principales es el lenguaje inventado por el mismo Anthony Burgess. Se trata del «nadsat», una jerga adolescente que mezcla palabras del idioma ruso y del inglés antiguo. Siendo un políglota que amaba la lengua en todas sus formas, el autor era consciente que la jerga lingüística estaba en constante cambio. Si usaba un lenguaje contemporáneo, la obra podía volverse anticuada. Por ello, el uso del «nadsat» fue pragmático debido a que buscaba que Alex, el narrador, tuviera una voz única que se mantuviera en el tiempo. Al mismo tiempo, reforzaba el carácter indiferente del personaje y de la juventud a las normas de la sociedad.

El polémico capítulo 21

Originalmente, la novela está divida en tres partes, con siete capítulos cada una. Sin embargo, el capítulo 21 no apareció en la primera edición estadounidense del libro. Esta versión es en la que Stanley Kubrick se basó para la adaptación fílmica. Este llevó llevo a que Anthony Burgess no estuviera satisfecho con el resultado, debido a que el capítulo final es fundamental para cerrar y darle sentido a la obra en general, especialmente a sus elementos como el «nadsat» y la esencia de la juventud.

Daniela Tarazona: La rebelde de la literatura

Durante la 36° Edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la escritora mexicana Daniela Tarazona recibió el Premio Sor Juana Inés de la Cruz gracias a su novela Isla partida. Durante la ceremonia, estuvo presente el rector de la Universidad de Guadalajara, Ricardo Villanueva, y el presidente de la FIL, Raúl Padilla López. Además, se dio a conocer que se decidió otorgarle el galardón por unanimidad del jurado.

El 30 de noviembre, se llevó a cabo la entrega de la 36° edición del Premio Sor Juana Inés de la Cruz a la escritora mexicana Daniela Tarazona gracias a su novela Isla partida, publicada en el 2021 por la editorial Almadía. En esta obra, la autora cuenta la historia de una mujer que padece un trastorno neurológico que es contada desde diferentes puntos, buscando salirse de lo lineal. De acuerdo a Sara Poot Herrera, uno de los miembros del jurado, «es una novela que pone en alto nivel la novela breve, donde conviven la poesía y sus significados».

Este galardón se otorga desde el año 1993, siendo la escritora nicaragüense Milagros Palma la primera en recibirlo. En el 2021, la ganadora resultó ser la escritora uruguaya Fernanda Trías por su novela Mugre rosa; mientras que, en el 2020, fue la argentina Camila Sosa Villada por su libro Las malas. Entre las autoras que también han sido reconocidas con este premio, destacan Almudena Grandes, Cristina Rivera Garza, Gioconda Belli y Elena Garro. Para Tarazona, figurar en esta lista es «un sueño cumplido».

¿Quién es Daniela Tarazona?

Daniela Tarazona es una narradora y ensayista nacida el 23 de junio de 1965, en Ciudad de México. Es licenciada en Literatura Latinoamericana por la Universidad Iberoamericana, realizando un trabajo sobre la novela La hora de la estrella de Clarice Lispector. Asimismo, cuenta con un posgrado en la Universidad de Salamanca. Ha sido jefa de redacción del suplemento Hoja por Hoja del periódico Reforma. También, colaboró en las revistas Luvina, Letras Libres, Crítica y Renacimiento, y de los suplementos Laberinto de Milenio Diario y El Ángel de Reforma.   

Dentro de su labor como escritora, destaca por su primera novela El animal sobre la piedra. Esta fue publicada por la editorial mexicana Almadía en el año 2008, y por la editorial argentina Entropía en el año 2011. La obra se caracteriza por presentar el tema del desarraigo y el desconsuelo de la muerte de uno de los padres. Su segunda novela, El beso de la liebre, fue publicada por la editorial Alfaguara en el 2012, resultando ser finalista en el Premio Las Américas en el 2013. Como ensayista realizó un trabajo sobre Clarice Lispector que fue publicado por Nostra Ediciones en el 2009. Por esta trayectoria fue reconocida como uno de los 25 secretos literarios de América Latina en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara del 2011.

Los 150 años de Clemente Palma: Precursor del cuento fantástico en el Perú

Este 3 de diciembre se cumplen 150 años del nacimiento del escritor y crítico peruano Clemente Palma. Fue narrador a inicios del siglo XX y se caracterizó por introducir nuevos temas en la literatura como lo fantástico, el terror, la ciencia ficción y lo psicológico. También, se desempeñó como director de la revista Variedades por veintitrés años.

Clemente Palma nació el 3 de diciembre de 1872 en Lima, Perú. Fue hijo del intelectual Ricardo Palma y medio hermano de Angélica Palma, escritora y una de las fundadoras del movimiento feminista peruano. Siendo su padre director de la Biblioteca Nacional, tuvo la oportunidad de leer las obras de diversos autores extranjeros, particularmente los rusos. Asimismo, en 1892 ingresó en la Biblioteca Nacional como curador, cargo que tuvo hasta 1901.

Fotografía de Clemente Palma. Fuente: RPP

Como periodista, comenzó trabajando en El Comercio en 1892. Después, dirigió varias revistas, como El Iris (1894), Prisma (1906-1908) y Variedades (1908-1931), y el diario La Crónica (1929). Paralelo a ello, incursionó en la creación literaria publicando algunos relatos, poemas y ensayos. Asimismo, ocupó el cargo de secretario general de la Sección Peruana de la Oficina de Cooperación Intelectual y de presidente del Ateneo de Lima. Además, fue miembro de la Academia Peruana de la Lengua y de la Sociedad Geográfica de Lima.

El padre del modernismo peruano

A lo largo de su trayectoria literaria, Clemente Palma ha sido considerado una figura clave en el desarrollo del cuento en el Perú. Al romper con la tradición literaria peruana, que hasta ese entonces estaba pegada al costumbrismo, introdujo temas nuevos en la literatura. Mayormente, las historias que presentó trataron sobre lo fantástico, lo psicológico, el terror y la ciencia ficción. Asimismo, sentía atracción por lo morboso y una tendencia en la creación de personajes anormales perversos. Así, fue posible apreciar una fuerte influencia de las obras de Edgar Allan Poe y del francés Guy de Maupassant, y en menor medida de los escritores rusos del siglo XIX.

A diferencia de otros cuentistas, Palma logró abrirse al mundo. En sus historias, se puede percibir un ambiente que se encuentra en los relatos europeo. En 1904, publicó la colección llamada Cuentos malévolos, la cual merece ser más conocida debido a que permite entender el desarrollo del cuento moderno en el continente. De esta forma, el escritor se convirtió en el primer divulgador del cuento gótico, de fantasía y de terror. En 2006, la Pontificia Universidad Católica del Perú reeditó su obra narrativa, incluyendo la novela de ciencia ficción XYZ, la cual es considerada por la crítica como una antecesora de La invención de Morel del escritor argentino Adolfo Bioy Casares.

Los 190 años de Louisa May Alcott: La escritora que quería ser un varón  

El 29 de noviembre se cumplen 190 años del nacimiento de una de las escritoras más reconocidas de la literatura: Louisa May Alcott. Más allá de su obra Mujercitas, la autora estuvo comprometida con el movimiento abolicionista y con el sufragismo. Asimismo, utilizó el pseudónimo de A. M. Barbard, con el que publicó una serie de novelas y relatos que trataban temas tabúes como el adulterio y el incesto.

Louisa May Alcott nació el 29 de noviembre de 1832 en Pensilvania, Estados Unidos. Hija de Abigail May, activista estadounidense, y de Amos Bronson Alcott, un pedagogo vinculado al abolicionismo, al sufragio femenino y a la reforma educacional. A pesar que su familia no gozaba de grandes recursos económicos, pudo estar en contacto con el mundo de las letras. Fue educada en el hogar por su padre, el cual recibía la visita de sus vecinos como Nathaniel Hawthorne, Henry David Thoreau, Theodore Parker, Margaret Fuller y Ralph Waldo Emerson.

Desde una edad temprana, tuvo que ayudar a su familia económicamente, por lo que trabajó como maestra, institutriz, costurera y escritora. Por la influencia de sus padres, Alcott fue activa en el plano social y político, alineándose en contra de la esclavitud y apoyando el voto de la mujer. Al fallecer su madre, tuvo que hacerse cargo del hogar. Así, entre los años 1862 y 1863, entra a trabajar como enfermera durante la Guerra de Secesión. Murió a los cincuenta y cinco años el 6 de marzo de 1888, tras sufrir un derrame cerebral.

Una novela para mujeres jóvenes

No es posible hablar de Louisa May Alcott sin mencionar a Mujercitas. Publicada originalmente en dos partes, la escritora se basó en las vivencias de su infancia, para contar la historia de una familia de Nueva Inglaterra de medios modestos, pero de perspectiva optimista. Los críticos destacaron la naturalidad y el realismo del relato a través de la vida de las hermanas Meg, Jo, Beth y Amy. Gracias a ello, la obra obtuvo un rotundo éxito, lo que catapultó a la fama a su escritora. Sin embargo, es necesario tener en mente cómo se gestó el texto y el legado que ha logrado mantener hasta nuestros días.  

En un principio, Alcott tuvo que escribir la obra por encargo de su editor, quien le solicitó que escribiera «una historia para chicas». Sin embargo, la escritora mostró resistencia porque no se sentía a gusto con el mundo que se había diseñado para las niñas. Prefería el de los varones. Tal como ella misma lo dijo, «nunca me gustaron las chicas ni conocí a muchas, excepto a mis hermanas; pero nuestras obras y experiencias raras pueden llegar a ser interesantes, aunque lo dudo».

A la fecha, Mujercitas es catalogada como una novela de iniciación. Miles de lectoras alrededor del mundo han llegado a identificarse con Jo March, contagiándose de esa rebeldía característica del personaje. Gracias a ello, Louisa May Alcott es considerada una escritora adelantada a su tiempo y su más grande creación es una obra atemporal. De esta forma, su vigencia ha logrado ser transmitida a las nuevas generaciones para que nazca en ellas el espíritu libre de la protagonista.   

La cocinita editorial

No es lo mismo editar que corregir, y este espacio propone demostrarlo. Aquí, a partir de algunos textos cortos inéditos de ficción y no ficción, nos ejercitaremos en la identificación de vicios retóricos y argumentativos dentro de cada párrafo. Todos están invitados a participar con sus publicaciones.

Escribe: Carlos Chávarry

Que quede constancia: este texto está tan bien planteado en forma y fondo, que a simple vista casi no parece requerir edición. Con todo, siempre hay posibilidades de mejora, y las vamos a encontrar en este análisis. La autora del relato, la cronista y reportera finlandesa Kukka Maria Ahokas, deja la valla en alto con esta publicación.

La versión original se puede encontrar aquí: https://bit.ly/3VCY4h0

Haz esto si olvidas todo

No se sorprendan, pero pensé que esta enfermedad no me afectaría.

Pensé que el me iba a faltar, que iba a tomar una curva y esquivarme.

No se sorprendan, pero pensé que la enfermedad estaba haciendo estragos en otros, no en mí.

Pero me chocó.

El comentario

Dado el nivel de fragmentación del texto —que por momentos sugiere un formato poético—, en adelante los cortes para agrupar las frases en bloques y analizar las ideas serán meramente subjetivos.

¿Qué es lo primero que salta a la vista? Que estamos ante una dosificación calculada de las palabras en cada oración para tener más impacto en el lector. Es una estrategia de economía narrativa requerida cada vez más en nuestro mundo digital. ¿Y funciona? Digamos que, en este caso, escribir de este modo no necesariamente asegura efectividad para el inicio del texto. ¿Por qué? Porque la estrategia de fragmentar las líneas que utiliza la narradora se hace muy visible —demasiado evidente— cuando no se justifican los saltos entre una y otra. Por ejemplo, la primera y la segunda oración bien podrían haber ido juntas. Uno se pregunta por qué la autora las separó. Es más, esta maniobra de aislamiento podría ser muy riesgosa para la totalidad del relato si cada frase no es muy potente en relación a la que le sucede o precede.

Lo anterior nos lleva a lo siguiente: como lector uno tiene dudas si la primera oración es la idea más rompedora para iniciar la historia. Ya sabemos que, si no se tiene preparada una buena entrada, es muy probable que el relato no cumpla con ese gancho necesario para captar la atención de inmediato. (Aquí, hagamos hincapié en que no necesitamos fijarnos mucho en el error de la construcción de la segunda línea, si consideramos que el castellano no es la lengua nativa de la autora. Al parecer, quiso decir algo así como «Pensé que ella —la enfermedad— no me atraparía, que daría un rodeo y me esquivaría». En adelante, algunas conjugaciones de verbos también podrían parecer errores, pero ya sabemos a qué se debe). 

Y entonces, ¿cómo podría haber sido ese comienzo? Quizá anunciando el problema central: que ya no tiene olfato y gusto, que todo lo que se lleva a la boca son solo elementos químicos, que perfectamente podría comer plástico. Después de ese anuncio, recién podría hablar de cómo se contagió de la enfermedad que la tiene así —de cómo se confió— y, luego, de los métodos a los que recurre para su recuperación.

Como se puede comprender, un buen inicio traza la estructura de todo lo que se relatará a continuación.

No se sorprendan si ya no me vean tomando café con amigos porque mi olfato desapareció, y el gusto también. Escuché que el virus se une al receptor ACE-2 y daña una parte del cerebro, lo que hace que el paciente se olvida una capa del mundo.

Después de eso, todo lo que me llevaba a la boca solo eran elementos químicos.

Podría morder plástico.

El comentario

No es necesario ahondar mucho en esta parte porque ya señalamos que pudo haber sido la introducción del texto. Algo a resaltar es el remate de la primera oración, cuando termina en «…daña una parte del cerebro, lo que hace que el paciente se olvide de una capa del mundo». Es un excelente cierre para ese bloque explicativo, porque primero ha dado una explicación científica —lo del receptor ACE-2—, y luego pasa a una imagen poética —la capa que recubre el mundo— que nos ayuda a entender mejor lo que se siente sufrir de anosmia.

Algunos sabores se distorsionaban, especialmente los huevos y los productos cárnicos. El pollo es una masa de tejido espeluznante y fibrosa, una sustancia gomosa. Los huevos saben a metal podrido. Si así empieza el veganismo, acepto mi destino.

Pero desafortunadamente, el café también sabe a clavos oxidados. Es mi bebida favorita, y me da mucha melancolía perderla.

Todavía puedo comer canchitas de maíz porque son crujientes. También puedo sentir la sensación de picante en mi boca, por lo cual echo ají en mi avena de la mañana. El receptor del dolor todavía estaba allí.

Aparte de estos, nada.

El recuerdo de los sabores se había ido de mi alcance.

Traté de esforzar mi memoria, pero los sabores se habían desvanecido, como si faltara una parte del cerebro, la que recuerda.

El comentario

La dosificación de los datos en este bloque es impecable por lo puntual y breve. No hay palabras sobrantes, no hay frases clichés, y los adjetivos son mínimos. Estamos ante un minimalismo que permite que el texto adquiera velocidad y fluidez. Nótese, además, que sus descripciones realmente dicen algo, tienen un significado, y no son referencias rebuscadas —el pollo convertido en un tejido gomoso, el café que saborea a óxido—, al punto de que uno prácticamente puede imaginar a la autora en escenas de frustración al momento de comer. También, ayuda mucho el toque de humor («si así empieza el veganismo, acepto mi destino») y, por supuesto, está el dato que sorprende, y que quizá —quizá— pudo ser mejor explotado: el hecho de que mezcla su avena de las mañanas con ají solo para sentir una sensación, aunque sea de dolor.

El bloque —limpio, claro, natural, directo— solo deja una duda. En el relato, ¿el personaje sufre de anosmia o parosmia? Porque mientras el primer trastorno se relaciona con la pérdida del gusto, el segundo tiene que ver con la distorsión sensorial de olores y sabores, a veces hasta llevar a percepciones desagradables. Ambas disfunciones se atribuyen a los contagios por covid-19.

El cuerpo humano se avería a velocidad sorprendente, pero solo lo notas cuando has perdido la salud. Miré con envidia a otras personas que comían con buen apetito, pero no parecían agradecidos, aunque estaban sanos.

Hoy en día, dado en cuenta que la comida es irrelevante para mí, podría convertirme en un gurú del ayuno o un artista del hambre como Franz Kafka y concentrarme sólo en asuntos espirituales.

Pero la falta de café me molestó.

Como persona de ciencia, me puse manos a la obra.

Compré limones frescos, clavo de olor, café de la calidad más fuerte conocida, canela, y aceite de eucalipto. Me paraba en la cocina por las mañanas, abría la tapa del frasco – uno por uno – y trataba de recordar. Según los mejores expertos, esto supuestamente podría despertar las vías neuronales, supuestamente recuerdos se podrían volver a su lugar.

Escuché el sonido familiar cuando la tapa del tarro de la canela se abrió. Lo puse justo en frente de mi nariz, pero ella no me obedecía. El recuerdo siempre volaba más lejos. Por un momento estuve a punto de atraparlo, pero se escurrió fuera de mi alcance, se desvaneció en una niebla.

Allí estaba en mi cocina, con el tarro de canela en la mano, recordando el pasado como los ancianos.

Así debe sentirse tener demencia.

El comentario

El inicio de este bloque, con referencias a los demás —y, por ende, al lector— («Miré con envidia a otras personas que comían con buen apetito, pero no parecían agradecidos, aunque estaban sanos»), propicia la complicidad con la situación de la narradora, sobre todo entre aquellos que en algún momento se han contagiado con el coronavirus y han sufrido la pérdida olfativa. Y entonces, luego de la descripción de situaciones y escenas de contexto, la autora expone el nudo del texto —por nudo entendamos el conflicto principal, el de más peso, el que exige una resolución definitiva para que la historia sea una historia—: sus intentos por recuperar el recuerdo de los olores. Y así llega a lo que, a nuestro criterio, quizá sea la mejor elección para concluir un texto: dejar un final abierto. ¿Y por qué? Por varias razones. En principio, porque así juega con el lector, lo introduce a la narración y lo reta a que elija lo que considere su mejor opción. Pero, por otro lado, evita darle un matiz sentimental a la resolución del conflicto. Si el intento de abrir frascos hubiera funcionado, el texto habría perdido relevancia y de pronto se hubiese convertido en una especie de consejo-que-debes-seguir-para-recuperar-los-sabores; y si el intento hubiera sido infructuoso, habría dejado una sensación de pérdida irrevocable e incluso de lástima o conmiseración. Y, finalmente, porque con un cierre abierto la autora se permite algo magistral y sorpresivo: dar un salto enorme, salir de la autoreferencialidad y finalizar de una manera inesperada e impredecible. «Así debe sentirse tener demencia» es pasar a otro de los grandes males de la humanidad, ese con el que uno se va olvidando de sí mismo y los recuerdos ya no tienen sentido: una enfermedad con repercusiones casi filosóficas.

Ese fue el último bloque a analizar. Los invitamos a que ingresen al texto completo (el link está al inicio de esta página) para que puedan leer la versión original sin pausas.

No olviden que siempre pueden enviar sus publicaciones de ficción y no ficción para someter sus primeros párrafos a este breve ejercicio de edición. El correo de recepción de sus textos es [email protected]. Pueden enviarlos con sus nombres propios o seudónimos. Nuevamente, están todos invitados a participar, sea cual sea la edad y profesión.

Muchas gracias por la confianza.

Revisa el ejercicio anterior: https://cdeyc.com/la-cocinita-1/

Almudena Grandes: La autora que escribió hasta el final

El 27 de noviembre se cumplió un año de la muerte de la escritora española Almudena Grandes. En sus obras, ahondó sobre la historia reciente de España, especialmente sobre la dictadura de Francisco Franco. Falleció escribiendo su última novela, Todo va a mejorar, la cual fue culminada por el poeta Luis García Moreno. A lo largo de su trayectoria fue reconocida con el Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska en el 2010 y con el Premio Nacional de Narrativa en el 2018.

El 27 de noviembre del 2021, el mundo literario perdió a una de las figuras más importantes de las letras hispanas contemporáneas: Almudena Grandes. A un año de su fallecimiento, la autora española es recordada por haberse dedicado a escribir hasta el último día de su vida. Al día de hoy, su legado se mantiene vivo en su obra y entre sus lectores. En sus libros, ahondó sobre la historia reciente de España, debido a que buscaba rescatar las huellas del pasado oculto durante la dictadura de Francisco Franco. De esta forma, podría explicar las claves de la sociedad española de finales del siglo XX e inicios del siglo XXI. Asimismo, la escritora tuvo una fuerte vinculación con el cine, lo que le permitió ser patrona de honor de la Fundación Academia de Cine. Además, seis de sus obras fueron llevadas a la pantalla grande.

El legado de Almudena Grandes

Almudena Grandes nació el 7 de mayo de 1960, en Madrid. Desde pequeña, manifestó su interés por dedicarse a la escritura; sin embargo, ingresó a la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid. Después de titularse, comenzó a trabajar en el mundo editorial, realizando textos para enciclopedia. También, incursionó en el cine, teniendo un papel en la película A contratiempo (1982) de Óscar Ladoire. A pesar de pertenecer a una familia de poetas aficionados, siempre tuvo una fuerte inclinación por lo narrativo, lo que le causó una gran pasión y frustración a la vez.

En 1989, publicó su primera obra, la novela erótica Las edades de Lulú, por la cual recibió el XI Premio La Sonrisa Vertical. Al año siguiente, fue llevada al cine por Bigas Luna, con guion coescrito junto a Almudena Grandes, por el que fueron nominados al Premio Goya en 1991 en la categoría de Mejor Guion Adaptado. El libro tuvo una gran aceptación por parte de la crítica y fue traducido a más de veinte idiomas. Otra de sus novelas que fue llevada a la pantalla grande fue Malena es un nombre de tango, la cual publicó en 1994. La adaptación cinematográfica fue realizada por Gerardo Herrero en 1996.

Sin embargo, no es posible hablar de Almudena Grandes sin mencionar Episodios de una guerra interminable, el cual fue un proyecto narrativo compuesto de seis novelas: Inés y la alegría (2010), El lector de Julio Verne (2012), Las tres bodas de Manolita (2014), Los pacientes del doctor García (2017), La madre de Frankenstein (2020) y Mariano en el Bidasoa, la cual no llegó a concluir. En estos textos, la autora narra momentos significativos de la resistencia antifranquista entre los años 1939 y 1964, en los que los personajes principales interactúan con figuras reales y escenarios históricos.

Homenajes póstumos

Antes de cumplirse el primer año de su deceso, la editorial Tusquets publicó la que sería le última novela de Almudena Grandes, Todo va a mejorar, la cual fue finalizada por Luis García Moreno. La autora ha sido nombrada como Hija Predilecta por el ayuntamiento de Madrid, su ciudad natal. Asimismo, la ministra de Transportes, Raquel Sánchez, anunció en marzo de este año que la estación de Atocha pasaría a llamarse Estación Puerta de Atocha Almudena Grandes.       

Muere Hans Magnus Enzensberger, el pensador polifacético del siglo XX

El 24 de noviembre murió el escritor, crítico cultural, traductor y editor alemán Hans Magnus Enzensberger. Fue considerado como uno de los representantes más importantes del pensamiento alemán de la posguerra. Alternó su trabajo como profesor con la literatura, el ensayo, el periodismo y la actividad editorial. En el 2002, recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.

La reciente muerte de Hans Magnus Enzensberger deja un gran vacío en el mundo de las letras. Fue uno de los más grandes intelectuales de Alemania. Por más de sesenta años, se dedicó a la difusión de obras reflexivas y poéticas al mundo literario internacional. Junto a figuras, como Günter Grass, Martin Wasler, Uwe Johnson y Heinrich Böll, fue uno de los autores más influyentes de la literatura de la posguerra. En 1957, se dio a conocer gracias a la publicación de su primer libro Defensa de lobos contra los corderos. Este consistía en un volumen delgado de poemas, en el que reveló una gran capacidad creativa del lenguaje, a través del uso de metáforas fuertes y alusiones burlonas. A partir de entonces, el escritor tomó renombre como intelectual y pensador político.

En el ámbito de las letras españolas, Enzensberger es conocido por su novela El corto verano de la anarquía. En este libro aborda la figura del anarquista español Buenaventura Durruti, reflejando su conocimiento sobre de la temática española, sobre todo de la Guerra Civil. Además, ha sido reconocido por sus trabajos sobre poetas de habla castellana como César Vallejo y Rafael Alberti, a quienes tradujo al alemán.

Una vida dedicada a la intelectualidad

Hans Magnus Enzensberger nació el 11 de noviembre de 1929, en el seno de una familia burguesa de Núremberg. En 1949, comenzó a cursas estudios de literatura, completando su formación en París. En 1955, obtuvo su doctorado en filosofía con una tesis sobre la poesía de Clemens Brentano. Durante ese periodo, publicó sus primeros textos y se convirtió en miembro del círculo de escritores llamado «Grupo 47», al cual perteneció entre los años 1965 y 1975. Una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, los participantes de este grupo se reunían para renovar la literatura alemana.

Al ser un hombre que se dejaba llevar por sus múltiples inquietudes, llegó a fundar y dirigir revistas y sellos editoriales. En 1980, decide crear la revista literaria TransAtlantik, con el escritor chileno Gastón Salvatore. Sin embargo, solo tuvo dos años de vida. En 1985, junto a Frans Greno, fundó la colección literaria Die Andere Bibliothek (La Otra Biblioteca), con la cual publicó clásicos y libros olvidados, así también como primeras ediciones de autores de otras culturas. Además, introdujo el reportaje literario en el mercado del libro alemán. Gracias a ello, descubrió al autor y periodista polaco Ryszard Kapuscinski, y tuvo una fuerte influencia en la carrera de escritores y poetas como Raoul Schrott, Irene Dische, Christoph Ransmayer y W.G. Sebald.