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Eduardo Flores: «Si se quiere hacer un club o cualquier organización, lo primero se tiene que pensar es a quién estará dirigido. Tenemos que ponernos en el lugar del lector moderno».

*Foto de portada: Eduardo Flores

El club de lectura «Clásico es leerte» nació como respuesta a la falta de espacios accesibles a la lectura. El punto de partida fue siempre pensar en el lector y en sus necesidades, por lo que los clásicos literarios fueron la mejor manera de conectar con las diversas personalidades. 

Entrevista de Gabriela Pretel

En los últimos años, las redes sociales han permitido la apertura de clubes de lectura enfocados a los diversos gustos de los lectores. En Perú, existe una variedad que va desde clubes enfocados a libros juveniles hasta literatura escrita por mujeres. Sin embargo, los clásicos literarios han permanecido en lo largo del tiempo no solo por la vigencia y relevancia de los temas que abordan, sino también por la accesibilidad al público. Conversamos con Eduardo Flores, director del club lectura «Clásico es leerte», quien nos platicó sobre la importancia de crear un espacio que promueva el hábito lector a partir de herramientas gratuitas y modernas.      

¿Cómo nació la idea de crear el club de lectura enfocado a los clásicos literarios?

Todo empezó con una motivación de encontrar otros lectores. En Perú, no hay una promoción por la lectura que se adapte a los tiempos de hoy. Si bien muchos lectores hemos estado haciendo esa actividad de manera personal, siempre es complicado encontrar otras personas. Poco a poco, la curiosidad por dialogar y discutir con otros sobre los libros, me permitió acercarme a eventos y conversatorios de lectura. Había ciertas necesidades que no estaban siendo cubiertas, ya sea por entes privados o el estado. Entonces, junto a un grupo de amigos decidimos formar un club de lectura.

Dentro de las ideas que iban surgiendo, desde un background de marketing, empezamos a ver lo que los lectores necesitaban. En un contexto literario y de lectura peruano, los libros no son baratos. Hay pocas bibliotecas y poca difusión de géneros literarios. Entonces, la pregunta central era ¿cómo llegar a un consenso con todas esas necesidades para atraer a los lectores en búsqueda de un espacio? La primera solución fue pensar en clásicos porque nos daban una herramienta muy sencilla para conectar con otros lectores. Terminó siendo una respuesta a la falta de estos espacios accesibles. Los clásicos nos daban una gran ventaja en la diversidad de géneros que no solo han demostrado pasar la prueba del tiempo, sino que también dan accesibilidad porque se les puede encontrar en diversas editoriales y formatos, tanto físicos como digitales.

El punto de partida fue satisfacer estas necesidades y pensar en el lector. Si se quiere hacer un club o cualquier organización, lo primero que se tiene que pensar es a quién estará dirigido. Tenemos que ponernos en el lugar del lector moderno. Ahora, hay poco tiempo y existen otros canales de lectura. Si bien la palabra clásico está asociada a la palabra antiguo, el club ha ido expandiéndola. Puede haber clásicos modernos que no pasan los veinte o treinta años. Pero, en general, la característica que más resalta y atrae a las personas son las diversas posibilidades en la que se puede leer el libro.       

¿Cómo fue el primer encuentro con los lectores? 

El primer encuentro fue presencial. Sin embargo, hoy en día, estamos usando más las herramientas digitales. Había lectores que se conocían hace un tiempo. También, ayudaron las redes sociales. Muchos de ellos compartían sus lecturas. Pero el perfil de la gente que nos buscaba, no estaba tras un libro que estaba de moda. Hubo una conexión más. No solo se contentaban con dar un like, sino que deseaban participación. Comenzamos con Facebook e Instagram. Independientemente de la edad, todos los participantes estaban emocionados al pensar que existía gente que quería discutir o hablar de un libro con un grupo de personas con las que haya un intercambio de ideas.

Cuando nos juntamos la primera vez, nos sorprendió mucho que llegaran muchas personas. Cada vez, fue creciendo más. Fue positivo el feedback. Las personas estaban entusiasmadas porque sentían que algo les faltaba como lectores y que lo podían encontrar en el club. A partir de entonces, fuimos creciendo y fortaleciéndonos. Actualmente, tenemos tres años. Hasta ahora recuerdo bien la primera reunión. Pero por motivos de la pandemia tuvimos que hacer la transición a la modalidad virtual. El lado positivo de esto es que pudimos recibir lectores de otras partes del Perú y de otros países. Todas las reuniones siempre han tenido alguna memoria en específico.  

Se dice que los jóvenes de ahora prefieren otros tipos de lectura. ¿Cuál es el público objetivo del club? 

Es una verdad a medias. Eso es lo que creen las librerías y el mercado. Es cierto que hay un público grande y se hace notar mucho, específicamente el que se encuentra entre los quince y veinticinco años. Un grupo al que se le asocia un tipo de libro. Hay dos públicos muy claros: el que están entre los dieciséis y veinticinco años, y de los veinticinco a los cuarenta. Sin embargo, hay mucha gente de esa edad que están interesadas en otras lecturas que no estén relacionadas a las que se comenta en redes o plataformas como Wattpad. Como no encuentran lo que están buscando en ese espacio, se asume que no quieren leer clásicos. Ambos públicos comparten muchas cosas en común, son lectores modernos: tienen poco tiempo y acceden a los libros de forma digital. La mayoría de personas que asisten a nuestras reuniones son jóvenes y, quizás, sea porque tienen más acceso a las herramientas digitales.  

Las redes sociales se han convertido en el espacio por excelencia de diversos clubes de lectura. ¿Cuál sienten que es el sello distintivo que ha permitido la vigencia de «Clásico es leerte»?

En estos tres años, hemos podido observar que las redes sociales han dado la posibilidad de abrir muchos clubes. Lo que ha permitido mantenernos es que lo hemos estado manejando desde la perspectiva del lector. Es fácil acceder a Facebook e Instagram, y crear un club. Pero, en realidad, hay un equipo de trabajo detrás. Desde una perspectiva cultural, hay tres pilares que ha permitido darnos éxito: el uso del formato electrónico, el domino público o accesibilidad, y el relato corto. Accesibilidad no es sinónimo de que algo sea gratis. Por el contrario, nosotros somos los que debemos adaptarnos a los lectores y poner las herramientas a su disposición. Una de las tareas principales en el club es armar el listado de las lecturas anuales. No solo es formar un consenso, sino abrir una línea que sea atrayente para todos, respetando los diferentes temas de interés. Luego, está acercar el libro a las personas. Este puede ser caro, pero siempre está el sentimiento de comunidad. Se buscan recursos para la adquisición del texto. Eso es lo que hace que los clubes que existen se mantengan vigentes.  

Respecto a otros países, ¿cómo observan el panorama de los clubes de lectura en Perú?  

Hay muchos formatos. El contexto de la lectura en el Perú es muy distinto al que se ve en países como España, Estados Unidos o Chile. Hemos visto muchos clubes de lectura que nos han llamado la atención, pero no tienen el formato que tenemos. Nos sorprendió no usen los formatos de accesibilidad, como el libro electrónico. Sin embargo, nuevamente, se debe tener en cuenta el contexto. En nuestro país, hay muy pocas bibliotecas. Además, los libros están entre los más caros de Latinoamérica. Si bien nuestra industria editorial está creciendo, no hay proyectos que hayan tenido el objetivo de impulsar la lectura pensando en el lector. En otros países, probablemente tienen estos aspectos más desarrollados. Los clubes que se forman tienden a tener un objetivo y perspectivas un poco diferentes. No están preocupados en cubrir esta accesibilidad. A pesar de ello, el panorama local es bastante prometedor y, con el tiempo, vamos a estar empatando con los demás clubes de lectura hispanohablantes.   

Finalmente, ¿cuáles son las nuevas lecturas que se vienen? 

En este mes, vamos a leer El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad junto a cuento de Julio Cortázar que se llama La noche boca arriba. Ambas lecturas tienen la temática de choque cultural. Durante el año, nosotros elaboramos el cronograma para que los lectores se vayan organizando. Próximamente, se vienen ensayos, La Divina Comedia, novelas de misterios, de crímenes como A sangre fría de Truman Capote. Además, vamos a leer uno de los clásicos más grandes que es Los miserables. Este se leerá a la par de las reuniones mensuales, en un lapso de ocho meses y se discutirá a fin de año. El cronograma está en nuestras redes sociales y las lecturas están conectadas a la temática propuesta de cada mes.

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