fbpx

El amor en los tiempos de la Escuela

Luis Espinoza y Andrea Doria se conocieron hace algunos años en la Escuela de Edición de Lima. Hoy, comprometidos y junto a su pequeña Emilia, compartieron con nosotros una tarde en la que recordaron los momentos más felices que pasaron en la EEL. Por el Día de San Valentín, les dejamos esta entrevista que sella una bella historia de amor que nació en las aulas de la Escuela.

Por Marco Fernández

Ustedes se conocieron en la Escuela de Edición de Lima ¿Cómo se dio ese primer encuentro?

Luis Espinoza: ¿Quieres su versión o la mía? [risas]. Yo fui tu profesor.

Andrea Doria: No, mentira, no fue mi profesor. El curso final era el de proyectos, lo dictaba otro docente llamado Erick. No sé qué ocurrió, pero lo llamaron a Luis no para enseñar, sino para evaluar proyectos.

Luis Espinoza: Erick me invitó para evaluar los proyectos.

Andrea Doria: Así es. No era el profesor, simplemente fue a comentar los proyectos.

Luis Espinoza: Era profesor…

Andrea Doria: Pero no nuestro [risas].

De todas maneras, quieres decir que fuiste su profesor.

AD: Quiere la historia del profesor y la alumna, pero no le va a ligar. Ahí nos vimos, fueron como dos o tres veces.

LE: Cuatro fines de semanas. Yo me quedaba después de mi clase media hora más para evaluar los proyectos.

AD: Después vino fin de año, se dio el intercambio de libros de la Escuela y ojitos van y ojitos vienen.

LE: Alguien se despidió con un medio piquito.

Entonces, si fue en el truequetón de la Escuela, podría decirse que los unió los libros.

AD: Claro, no me tocó ni su libro, ni mi libro le tocó a él, pero había ojitos ahí. En verdad, yo le había echado el ojo desde antes, pero ahí fue cuando empezó todo. Lo agregué a Facebook y empezamos a conversar. No había Instagram en aquel entonces. Luego pasamos a mensajearnos por WhatsApp.

Si bien se conocieron en la EEL, donde nació el amor, ¿compartían muchas cosas en común, como la pasión editorial?

LE: Curiosamente, no. Yo era profesor de marketing editorial; si bien me gustan los libros, mi pasión es vender. No es que yo sea un lector ávido, más bien ella es la lectora ávida que tiene cincuenta mil libros en la casa. Yo tengo los libros tipo coffee table, como mis libritos de Tarantino, de Zelda, de videojuegos con portadas hermosas. He retomado el tema de la lectura, más que todo digital, pero Andrea es la apasionada por los libros.

AD: En verdad, cuando comenzamos más unían las películas que los libros.

LE: Nos unían bastantes cosas. De hecho, sí los libros, porque a mí me gustan mucho las novelas de terror, soy muy fanático de Edgar Allan Poe, Lovecraft y Stephen King. Justamente en ese tiempo estaba leyendo el último libro de Pablo de Santis de aquel entonces, El enigma de París, que ganó el Premio Planeta. Siempre comentábamos acerca de ese libro y sobre cómo escribía De Santis, por lo que, si bien hemos tenido ganchos literarios, más fue el tema de la música, la comida, series de televisión y películas lo que nos llevó a congeniar.

De algún modo comparten cosas en común, ¿alguna vez han trabajado juntos un proyecto?

AD: Una hija [risas]. La verdad, ninguno.

LE: En algún momento quisimos lanzar una editorial para niños, pero llegó la pandemia y todo se estancó.

AD: Nunca fue una idea de nosotros juntarnos para hacer algo. Yo tenía un trabajo, él tenía el suyo. Nos unían otras cosas. Nos conocimos en la Escuela y ese fue el punto de partida.

Digamos que fue el destino, entonces.

LE: En verdad, fue bastante suerte.

AD: Si no nos conocíamos ahí, no nos hubiéramos conocido en ningún otro lado.

LE: Yo llego a los libros porque conseguí un trabajo como jefe de marketing en una editorial. Ahí empieza mi afición por la edición, no es que yo lo haya buscado estar ahí, sino que se dio la oportunidad. En la Escuela conocí a Andrea y a todas las personas involucradas. Antes de eso no tenía ninguna experiencia editorial, no sabía cómo se hacían los libros, no sabía que Garamond era la fuente más recurrente para la impresión. Esas cosas las aprendí en el día a día. Si no hubiera sido por el trabajo en la Escuela, por esa oportunidad de enseñar, no habría tenido otro momento para conocer a Andrea.

AD: No teníamos amigos en común, ninguno. Si no hubiera sido por la Escuela, nunca nos hubiéramos conocido.

Andrea acaba de decir algo muy importante: «si no hubiera sido por la Escuela, nunca nos hubiéramos conocido». En cierta forma, es su evento canon.

AD: ¡Sí! Es más, inscribirme en la Escuela también fue una cuestión de suerte. Yo estaba en la playa y de pronto vi una publicidad en Facebook de que se iban a abrir cursos. No es que yo estuviera buscando estudiar eso, simplemente lo vi, me pareció interesante y me metí.

LE: En mi caso, una de las personas que estaba en la editorial era parte de la Escuela y me dijo que tenía un proyecto y que necesitaba a una persona que se encargara de las actividades de marketing. Acepté y me empapé del tema, porque si bien tenía una estrategia para ver temas de revistas y de editoriales, tuve que aprender cómo se hacen los libros, cómo se comercializan o cómo es la rentabilidad. Fue una experiencia muy bonita aprender la parte comercial del sector editorial, qué hace a un libro rentable, qué hace a un libro más atractivo para la compra, cómo puedo lograr que más gente visualice el contenido en una portada realmente genial. Gracias a ello he tenido la oportunidad de trabajar en varios proyectos muy buenos. Uno de los pocos que vieron la luz fue Libertad y prejuicio, de Yesenia Alves, que trata acerca de los prejuicios contra la comunidad LGTB acá en Perú. Me gustó bastante porque fue un proyecto que salió de la Escuela y se vio materializado. Fue bastante bonito que la autora me hiciese llegar el libro con una dedicatoria bonita por las enseñanzas de la Escuela.

Nunca imaginaron terminar juntos y con una hija.

LE: Todo fue tema de suerte. Yo llego a Comunica porque un amigo es amigo de un amigo y es amigo de otro amigo. Tuve que estudiar en la universidad que estudié para conocer a ese amigo para llegar a ese trabajo, sin el cual nunca hubiera llegado a la Escuela de Edición de Lima.

AD: Por eso te decía que, si no fuera por la Escuela, esto no hubiera sucedido.

Luis, dile algo bonito a Andrea.

LE: Qué tan cursi quieres que sea [risas]. Lo mejor que me pudo pasar en la Escuela fue Andrea. Fue una aventura muy bonita y mira, quedó materializada en nuestra hija.

Ahora tú, Andrea.

AD: Mi proyecto, por más bueno que fue, no salió, pero de ahí llegó el mejor proyecto de vida de ambos, lo cual agradezco infinitamente.

La Escuela los unió, que la Escuela los bendiga para siempre.

AD: ¡Así es! Una vez pasamos por el local antiguo de Miraflores (en Mariano Odicio) pero la casa estaba abandonada.

LE: Nos dio pena, pero ahí nos acordamos de que algún día tendremos que pedir esa casa para hacer la recepción de nuestro matrimonio, porque ahí fue donde nos conocimos. ¡Sería algo paja!

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn