Helbert López Calderón, docente responsable de Tipología Textual dentro del CIEE, despeja dudas acerca de la aproximación a la escritura desde la intención de cada uno de los tipos de texto que existen.
El Curso Integral de Expresión Escrita (CIEE) busca despertar y reforzar la habilidad de elaborar textos y tener mayor fluidez en la elaboración de todo tipo de escritos. Se centra en el desarrollo y la mejora de la capacidad comunicativa escrita aplicada en el día a día y en el manejo de la normativa de la lengua española.
Tipología Textual forma parte de la malla curricular de este programa, y en él se estudia la clasificación de los textos de acuerdo con la intención comunicativa que tenga. A partir de esta, se busca la familiarización con estos tipos de textos para poder elaborarlos y corregirlos. Helbert López, docente a cargo de este curso, explica acerca de este curso, y nos comenta de qué manera puede ayudar a tomar la redacción de una manera más cercana y con resultados más efectivos.
1. ¿Por qué se puede pensar que redactar un texto es complicado?
Todos tenemos la capacidad de comunicarnos —relativamente bien— de manera oral. Antiguamente las culturas se sostenían gracias a la oralidad. El conocimiento y la mitología eran, básicamente, orales. No obstante, desde el momento en que pasamos a la escritura, nos enfrentamos a algo que la oralidad no exige con demasiado rigor pero que la escritura sí: la normativa.
Desde ese punto de vista, las personas sienten que escribir es complicado, que la claridad de las ideas ya no depende tanto de la fuerza propia del mensaje sino de un cierto orden y de la capacidad para utilizar estructuras comunicativas complejas.
En la oralidad, las palabras fluyen una detrás de otra casi sin parar. En la escritura, uno puede pasar horas frente a una página en blanco sin saber por dónde comenzar.
2. ¿Qué se verá en su curso para hacer que esta tarea sea más asequible?
En el curso de Tipología Textual se enseña a reconocer las características de los textos para saber de qué tipo son. Para ello, no solo estudiaremos el cómo están clasificados, sino que entenderemos de dónde viene dicha clasificación y qué lugar ocupan los textos en el proceso de la comunicación.
Por tal razón, nuestro punto de partida es qué se debe entender por comunicación para luego estudiar qué es la intención comunicativa, de qué trata la situación comunicativa, qué registros lingüísticos requiere un acto comunicativo y qué criterios intervienen para definir el tipo de texto que queremos producir.
Finalmente, después de que se aprende a reconocer los diferentes tipos de texto, proponemos un pequeño método de análisis textual que nos permita involucrarnos con los mensajes y entender lo mejor posible su significado.
Una vez logrados estos propósitos, la tarea de redacción de un texto será más sencilla.
3. ¿Cómo ayuda saber los diferentes tipos de texto a redactar mejor?
Es cierto que una situación comunicativa textual maneja ciertas estructuras que a veces no son claramente visibles en los textos. Pero cuando se hacen visibles y las podemos identificar, lo más natural es imitar dichas estructuras. Por ejemplo, digamos que queremos escribir adivinanzas. Si ya tenemos plenamente identificados sus elementos, aparte de la estructura misma, mediante la imitación podremos seguir de manera precisa las reglas que exigen su construcción, de tal modo que nuestra adivinanza cumpla con los rasgos típicos del género lírico y, además, mantenga su función lúdica.