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Hernán López Winnie: «Todos los stands los atienden editoras y editores. Cualquier persona que se acerque puede hacer preguntas sobre los libros que hay allí y tendrá respuestas muy certeras y muy claras sobre cómo se hizo».

A cargo de la organización de la Feria de Editores, Hernán cuenta todos los detalles de esta nueva edición, que vuelve a recibir al público de forma presencial en el Parque de la Estación de Buenos Aires.

La Feria de Editores (FED) empezó el 2013 como un espacio de encuentro directo entre editores, autores y lectores. Luego de haberse realizado en formato digital durante el 2020, este año, para su décima edición, regresa a la presencialidad en el Parque de la Estación de Buenos Aires. Será del 1 al 3 de octubre, entre las 14 y las 20 horas, con entrada libre. También contará con actividades virtuales por medio de sus redes sociales y una página para la venta de libros.

Hernán López Winnie, de Ediciones Godot, es uno de los organizadores de la FED. En esta entrevista comenta la importancia de poner a la editorial en contacto directo con los lectores. Asimismo, recuerda todas las lecciones ―buenas y malas― aprendidas por la pandemia y la crisis económica en Argentina; entre ellas, la importancia de la digitalización del catálogo para conectar a lectores y editores en lugares distantes.

El programa de la Feria de Editores se encuentra disponible en su página web y en sus redes sociales: Facebook, Instagram y Twitter.

¿Qué diferencia marca esta feria con las otras que son más tradicionales?

Hay una diferencia, quizás la más importante: cuando pensamos en la Feria de Editores, buscamos que todas las editoriales, sin importar el tamaño, puedan tener el mismo espacio. En la FED, ninguna editorial puede tener más de dos stands, y eso, de alguna manera, equilibra: una editorial súper grande tiene el mismo espacio que una más pequeña. Y si tiene más títulos en el catálogo no tiene más espacio, necesita acomodarse. Eso en la Feria del Libro no es así; de hecho, por eso los stands de Planeta y Penguin Random House (PRH) son descomunalmente grandes, hay una relación entre la plata que tenés y el espacio. El otro punto importante es que nosotros pensamos la FED como un espacio justamente para editoriales que no tienen lugar en la Feria del Libro, ya sea porque son muy pequeñas y es muy caro, quizá para tener un stand hay que juntarse entre ocho o diez editoriales; acá hay un lugar donde pueden exhibirse. Por último ―y de allí viene el nombre―, en la FED todos los stands son atendidos por editoras y editores. Cualquier persona que se acerque puede hacer preguntas sobre los libros que hay allí y tendrá respuestas muy certeras y muy claras sobre cómo se hizo. Es algo que en las ferias grandes no existe porque generalmente hay un empleado que no sabe de los procesos de cada uno de los libros. Acá ocurre totalmente lo contrario, la persona que esté atendiendo va a conocer cabalmente todo el catálogo que está ofreciendo en ese stand.

Entonces, no es personal contratado para la feria, sino son los mismos editores quienes atienden.

Exacto. Además, en todos, o casi todos, los proyectos que participan en la FED, justamente los editores y editoras atienden porque también son los dueños de las editoriales. Los directores editoriales de PRH o Planeta no son los dueños, claramente, entonces allí también hay una diferencia en el tipo de proyecto.

Por otro lado, una diferencia con otros años es que nosotros nunca la hemos hecho al aire libre porque nos parece una tortura el tema de andar pensando en el clima, y este año no podemos creer que la tengamos que hacer así. Nosotros teníamos en el esquema de siempre: hacerla bajo techo, no queremos andar pensando si llueve o si no llueve, esa   es otra de las grandes diferencias. Y conlleva un montón de otras cosas. Este año es al aire libre, en la calle, con el apoyo del Gobierno de la ciudad, también requiere un montón de protocolos, logística, ajustarse también a los tiempos que tengan ellos. Requiere toda una ingeniería que si la hubiéramos hecho en el formato que la hacemos siempre no tendríamos que pensar en eso, dependeríamos más de nosotros. Hacerla a la intemperie tiene un montón de factores externos que no podemos controlar y están allí.

Con este formato híbrido, ¿qué respuesta esperan en comparación con el año pasado?

Mantuvimos la parte digital, como lo hicimos el año pasado, porque salió medianamente bien y no teníamos idea de cómo iba a salir., se vendieron un montón de libros. Hoy hay una especie de efervescencia, muchas ganas de la gente de salir porque ya van casi dos años de pandemia y muchos meses de cierre total de casi todo. Ahora, de a pocos, se van liberando medianamente la posibilidad de abrir los negocios y salir. Me parece que la FED ya se constituyó en un evento importante del año, y que el año pasado no se haya hecho parece que también generó muchísimo más expectativa en la gente, y esperamos una gran acogida de la gente a la parte presencial. Pero también en  esta edición va a haber un sitio específico con ecommerce que este año lo va a manejar la librería Céspedes.  Hay mucha gente de otras provincias que el año pasado nos decían «yo estoy en Córdoba», «yo estoy en Mendoza», o en tal lado, y decidimos mantener eso porque, si bien la feria es de acá porque nosotros somos de acá, y el 90% de la gente que viene es de acá ―y eso lo tenemos muy medido porque mientras está llevándose la Feria hacemos encuestas a la gente que visita, y así se determinó que del 90 al 95% de la gente que visita es de Capital Federal―, hay mucha gente lectora de afuera que conoce la FED, que está en contacto con las editoriales, que compran los libros en su provincia, y tal vez les interesaría venir pero no pueden porque es caro o porque son solo tres días.  Por eso decidimos mantener la plataforma digital para la gente de las otras provincias, y allí están a la venta todos los libros de las editoriales que están en la FED.

La Feria de Editores del 2019 se realizó en el Centro Cultural Konex.

La pregunta inevitable: ¿de qué modo afectó la pandemia, junto con la crisis económica, al sector editorial?

Acá el sector del libro está muy golpeado, pero no solo por la pandemia, sino también por las políticas económicas del 2019 para acá, e incluso de antes. Pero en términos de la pandemia, hubo un movimiento político interesante por el cual, cuando empezaron a liberar un poco las restricciones al principio de todo, en abril, empezaron a habilitar el delivery para productos esenciales. Y hubo todo un movimiento político desde el sector de la cultura para que dentro de los productos esenciales también entrara el libro, y se logró. La verdad es que, dentro de la cantidad de comercios que cerraron, entre restaurantes, hoteles, que fueron los más afectados, e incluso librerías del centro, que la mayor parte de sus ventas venía de la gente que pasaba, más allá de eso, el libro entró como un producto esencial. Las librerías podían vender por delivery y algunas vendieron más porque ajustaron su modelo, pusieron «a tono» su sitio web, hicieron promociones a partir de cierto número de libros comprados, hacían los envíos ellos mismos, entonces allí sí hubo, dentro de todo, esa posibilidad. Por supuesto, las grandes cadenas no hicieron eso, pero las librerías más chicas tenían la posibilidad de entregar ellos mismos, así que se facilitó mucho sostenerse en un momento de cierre general. En resumen, sí, la pandemia afectó, pero pudo haber sido mucho peor, por decirlo de alguna manera.

¿Qué ventajas y desventajas podrías recabar de lo que paso?

La pandemia sirvió para fortalecer vínculos allí por donde uno sabía que tenía buen trato, ya sea con algún librero o librera. Por otro lado, también se dio los cierres y otros problemas de algunas librerías que no podían enfrentar algunos pagos, o las cadenas que dijeron «yo no pago hasta nuevo aviso». También, las librerías que no venían haciendo bien las cosas se reforzó para mal. Lo que estaba bien mejoró y lo que estaba mal empeoró.

Para los negocios independientes, si bien sufrieron mucho, sus ventas se hicieron más flexibles porque no tenían tanta competencia de las cadenas, que tienen más estratos para vender. Los independientes, tanto las editoriales como las librerías son solo ellos.

Sí, tiene sentido, porque al simplificarse la escala es más fácil para una librería más chica. Es también menos terrible, porque las grandes cadenas tienen muchos empleados, en momentos de crisis hubo mucha gente que simplemente o la echaron o le dijeron amablemente que renunciara. Pero creo que no hay que demonizar tanto, son cosas que pasan en todos los negocios, desde el más chico hasta el más grande. Hay más margen de maniobra en los más chicos porque los grandes tienen grandes costos de alquiler y muchos empleados.

Este  año, con varios factores en contra, han aparecido varios proyectos nuevos en el sector editorial. ¿Cuáles son los que más llaman tu atención y por qué?

Hay una editorial que se llama Chai, que empezó el 2019. Tienen un diseño muy particular, un trabajo muy interesante sobre la elección de los títulos, de la traducción. Más allá de lo nuevo que va surgiendo, hay un buen desarrollo de editoriales que no son súper nuevas, pero siguen construyendo y desarrollando sus catálogos a lo largo de los años, como por ejemplo Sigilo, o Barrett, una editorial española; no aparecieron este año, pero tienen cinco o seis años de hacer cosas interesantes.

Asimismo, para pensar en los proyectos hay que pensar también en la proyección que tienen hacia afuera del país. Porque está muy bueno que los libros circulen y todo, pero también es importante pensar en llegar a otros lados, ya sea a través de un distribuidor o de una editorial, buscar maneras de aliarse con gente para llegar a otros países me parece que como proyecto está buenísimo. Los costos de importación son bastante altos, así que siempre es bueno aliarse con algún sello de otro lado y pensar si te gustaría llegar allí, o incluso ver modelos con los propios distribuidores para imprimir localmente y ahorrarse los costos de transporte.

Finalmente, ¿podrías recomendar algunos títulos que se puedan hallar en la Feria?

Te nombro primero uno nuestro (Godot) que es Atlas de micronaciones. Es de un autor italiano que se llama Graziano Graziani, y trata de un recorrido de territorios pequeños, raros, a lo largo de todo el mundo, desde lugares imaginarios hasta islas o, por ejemplo, la famosa plataforma Sealand que está en Inglaterra y un tipo declaró como nación. La tapa tiene una sobrecubierta que cuando se despliega es un mapa. Después, se va a presentar un libro sobre Charly García que se llama Esta noche toca Charly, es como un compendio, un recorrido de todas las presentaciones donde tocó Charly a lo largo de su historia, es de la editorial Gourmet Musical. Hay también editoriales infantiles, como Pequeño Editor o Limonero, que no trabajan al libro infantil como las que le hablan al nene como si fuera tonto, sino tienen otra estética y otro pensamiento en torno a las temáticas, de cómo está escrito, y me parece que suma mucho a la hora de pensar la literatura infantil desde otro lugar. Esa también es la idea de la Feria, estar presentando determinadas temáticas desde lugares y propuestas diferentes.

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