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Mejora tu comunicación escrita en el trabajo

Desde un divertido post en Facebook hasta un informe profesional pasan por un proceso de escritura. ¿Cómo hacer efectiva tu redacción en el trabajo? A continuación te dejamos algunos tips que te ayudarán a potenciarla y convertirla en tu mejor carta de presentación.

Organízate

A menudo escuchamos que todo texto parte de una organización previa. Esto es cierto, pero no se trata sencillamente de volcar ideas al azar en una hoja en blanco. En principio, debes identificar la idea principal. Por ejemplo, si te encargan la redacción de un comunicado en el que se anuncian nuevos horarios de entrada y salida en la empresa, deberás priorizar esta información y desarrollarla desde el inicio de tu escrito. Las ideas restantes, por otro lado, deben complementar a la principal para obtener un texto cohesionado y legible para todos tus públicos.

Claridad

Evita ser reiterativo y menos aún pienses que la sinonimia será tu mejor aliada en caso quieras repetir un concepto. Esto solo ocasionará una lectura pesada y distorsionará la intención de tu mensaje. Tampoco eches mano de adjetivos o palabras innecesarias. Lo importante es que la comunicación sea efectiva y que el público entienda lo que deseas transmitir.

Todo escrito debe ser funcional

Esto significa que no necesitas explicar en todo momento la idea central de tu mensaje: basta con que párrafo sea lo suficientemente explicativo para ello. Ahora bien, si debes aclarar algo, hazlo, pero solo cuando sea necesario. Todos los elementos del texto deben ser funcionales y llevar al lector a su comprensión inmediata.

Corrige (lo más importante)

Supongamos que estás a punto de entregar un informe sobre los balances del primer trimestre del año. El gerente recibe el documento y de pronto empieza a hacer gestos (frunce el ceño, acerca y aleja la hoja, te mira constantemente). Esa es una señal de alerta.

El margen de error en redacción es inevitable, pero existen formas para reducirlo. Una de estas es la corrección. Por ello, ni bien tengas el texto terminado revisa al detalle cada una de sus partes. Un truquito muy utilizado es la lectura en voz alta. Con ella saltan a la vista las erratas, la falta de tilde, las comas y puntos faltantes, la concordancia, entre otros pecadillos.

Repasa tu escrito todas las veces que sean necesarias. Si es posible, entrégale el texto a otra persona para que te brinde su punto de vista. El feedback que recibas será muy importante.

El futuro de los tokens no fungibles (NFT) en la protección de contenidos creativos

Los tokens no fungibles (NFT) son activos digitales únicos que prometen transformar la protección y comercialización de obras creativas en línea. Sin embargo, plantean desafíos legales y éticos. Dante Antonioli Delucchi, docente de la Escuela de Edición de Lima, amplía el tema en la siguiente nota.

Por Dante Antonioli Delucchi

Los tokens no fungibles (NFT) son unidades digitales únicas que representan la propiedad o la autenticidad de un activo digital específico, como una obra de arte, una novela, un video, una canción, un juego o incluso un tweet. A diferencia de las criptomonedas como Bitcoin o Ethereum, que son fungibles y pueden intercambiarse entre sí en igualdad de condiciones, los NFT son únicos e indivisibles, lo que significa que cada uno tiene un valor y una identidad propios.

Estos tokens se crean y almacenan en una cadena de bloques, generalmente en la blockchain de Ethereum, lo que garantiza su autenticidad y rastreabilidad. Los NFT han ganado popularidad en los últimos años como una forma de «tokenizar» y comercializar activos digitales, ofreciendo a los creadores la oportunidad de vender sus obras de manera segura y transparente en el mercado en línea.

Innovación disruptiva en el mundo digital

Los NFT han emergido como una innovación disruptiva en el mundo digital, prometiendo revolucionar la forma en que protegemos y comercializamos obras creativas en línea. Estas piezas únicas de código criptográfico han llevado la conversación sobre los derechos de autor y la propiedad intelectual a nuevas alturas, ofreciendo una solución aparentemente infalible para los desafíos de la piratería y la distribución no autorizada.

Certificación de autenticidad y propiedad exclusiva

En esencia, un NFT es como una firma digital que certifica la autenticidad y propiedad exclusiva de un activo digital, ya sea una obra de arte, una novela, un video, una canción o incluso un tweet. Al utilizar la tecnología blockchain, cada NFT está registrado en un libro de contabilidad público e inmutable, lo que garantiza su singularidad y rastreabilidad. Esto significa que los creadores pueden crear y vender obras digitales como si fueran obras de arte físicas, con la garantía de que su propiedad está asegurada y que pueden beneficiarse de cualquier transacción futura.

Protección de los Derechos de Autor

El potencial de los NFT para proteger los derechos de autor y garantizar una compensación justa para los creadores es innegable. Al ofrecer una forma segura y transparente de autenticar la propiedad de las obras digitales, los NFT pueden disuadir la piratería y el uso no autorizado, brindando a los creadores la confianza y la seguridad necesarias para compartir sus trabajos en línea. Además, al permitir que los artistas reciban regalías cada vez que se revende su obra, los NFT están democratizando el mundo de los contenidos creativos y garantizando un flujo constante de ingresos para los creadores a lo largo del tiempo.

Desafíos y preguntas aún sin respuesta

Sin embargo, a pesar de sus promesas, los NFT también plantean una serie de desafíos y preguntas sin respuesta en el panorama de los derechos de autor. La naturaleza descentralizada y poco regulada del mercado de NFT ha dado lugar a preocupaciones sobre la protección de la propiedad intelectual y la posibilidad de fraude y manipulación. Además, la pregunta de si la compra de un NFT otorga automáticamente los derechos de autor sobre la obra subyacente sigue siendo motivo de debate, lo que plantea la necesidad de una mayor claridad legal y jurídica en este espacio en constante evolución.

Necesidad de claridad legal y jurídica

A medida que los NFT continúan ganando popularidad y penetran en diferentes sectores de la economía creativa, es fundamental que abordemos estos desafíos de manera proactiva y colaborativa. Los legisladores, los reguladores y la comunidad creativa en su conjunto deben trabajar juntos para establecer estándares y prácticas éticas que protejan los derechos de autor y fomenten la innovación en el espacio de los NFT. Solo entonces podremos aprovechar todo el potencial de esta tecnología emocionante y asegurar un futuro vibrante para la creatividad digital.

En conclusión, los tokens no fungibles (NFT) representan una poderosa herramienta para proteger y comercializar obras creativas en el mundo digital. Aunque presentan desafíos, su potencial para democratizar el arte, la escritura o la música y garantizar la compensación justa de los creadores hace que valga la pena explorar y abordar sus implicaciones.

Consejos para redactar un anuncio laboral

La captación de talento y profesionales de alta calidad es una de las actividades fundamentales de una empresa. ¿Cómo se consigue? El primer paso es redactar un anuncio laboral atractivo. Aquí te dejamos algunos tips sobre como efectuarlo.

Las expresiones son importantes

Muchas empresas consideran indispensable consignar estas frases en sus anuncios laborales: «Disponibilidad inmediata», «se requiere con urgencia», «abstenerse quienes no presenten los requisitos respectivos».

A simple vista pareciera que se trata de un requerimiento inmediato, como ocurre en todo centro laboral. Sin embargo, es recomendable dejar de lado estas expresiones, ya que infunden desconfianza en el postulante, pues podría pensar que algo salió mal en la empresa y cunde el pánico por subsanar el impasse, o que existe una fuerte pugna por el puesto.

El enfoque

Toda empresa desea tener entre sus filas al mejor profesional. Si te han encargado redactar la convocatoria, asegúrate de destacar las capacidades específicas que el postulante debe emplear para el trabajo ofertado.

Para ellos es más importante sentir el impacto que causará en sus carreras el puesto al que aspiran que cumplir con exigencias y formalidades.

¿Cumples con todos los requisitos?

Este punto es semejante al segundo. Y es que muchos potenciales candidatos podrían verse desalentados, o sentirse poco cualificados, si es que en el anuncio se coloca una serie interminable de requisitos.

Lo importante es que la oferta sea atractiva y dirigida a captar a los mejores profesionales. Es mejor que nos ocupemos de las capacidades necesarias para el desempeño del trabajo, que de aquellas que solo dan ventaja a una candidatura.

Una buena descripción es de mucha utilidad

En lugar de solo mencionar las competencias necesarias del postulante, describe como se aplicarán en el puesto ofertado.

Supongamos que se requiere de un postulante que maneje el idioma inglés a nivel avanzado. Pues bien, en lugar de solo mencionarlo, explica en la convocatoria por qué se requiere de este conocimiento y en que situaciones debe aplicarlo.

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Luis Miguel Espejo: «Lo que necesita la educación y la producción de la industria del futuro es que las personas puedan pensar»

La lectura, ese hábito maravilloso y en constante cambio, es uno de los fenómenos más estudiados a lo largo de la historia. ¿Cuáles son sus beneficios? ¿Cómo se enfoca en las escuelas y ante los lectores del nuevo siglo? ¿Cómo se gesta el gusto por la lectura? Luis Miguel Espejo, docente de la Escuela de Edición de Lima, responde estas interrogantes en la siguiente entrevista.

Por Marco Fernández

Mucho se ha hablado, teorizado y emprendido en favor de la lectura. Pero vamos a la semilla, ¿cómo es que se despierta este hábito en los niños? ¿Dónde tiene su origen?

Los niños siempre tienen curiosidad por el mundo. Es natural en ellos preguntar por qué y también imitar, sea lo bueno o lo malo. Si en casa hay disponibilidad de material de lectura, revistas— lo que en mi época llamábamos “chistes”— o libros y, además, hay ejemplo de los adultos que leen, los niños pueden sentir esta atracción y curiosidad por esa acción. En realidad, el acto de leer en esa etapa se trata de un acompañamiento, ya sea leer un cuento antes de dormir o acompañarlos cuando tienen una tarea escolar y no entienden un texto. Es necesario comprender que hablamos de niños del siglo XX, pues a estas alturas también están leyendo en pantalla textos breves o en Youtube. Es decir, se están acostumbrando al consumo de información en movimiento.

Mencionaste una palabra muy importante: curiosidad. Digamos que esta característica lleva al niño explorar el libro y todas sus dimensiones. Pero, ¿qué pasa con ese niño que está creciendo y de pronto se topa con el libro equivocado? Como decía Daniel Pennac en su libro Como una novela, no hay libro malo sino malas experiencias que necesitan de una reconciliación.

Esto puede suceder en la niñez o en la adolescencia también. A veces uno tiene que leer ya sea por el colegio o por obligación. De pronto, el libro no cala, no entra, no corre. Recuerdo que en una conversación con Jorge Eslava saltó el tema del libro bueno, el libro malo, el lector bueno y el malo, y convenimos en lo que dices respecto a que no hay libro malo, sino un mal momento para leer. Cuando leí Rayuela tenía unos dieciocho años y me costó bastante. Pero volví a ella a los diecinueve, a los veintitrés, veinticinco, treinta y tantos y, cada vez que la leo la entiendo y disfruto mucho más. Lo mismo pasa con Moby Dick y un montón de clásicos. Una buena herramienta que pueden tener los padres y los mismos jóvenes al enfrentar una situación de este tipo es recordar, a modo de mantra: «A lo mejor no es el momento para este libro. Ya vendrá otro». Otra cosa en la que concordamos con Jorge en aquella conversación fue que, sino encuentras en las primeras páginas ese enganche para leer, no te obligues a hacerlo. Si no estás leyendo por placer, déjalo y busca otro libro. En esa búsqueda es posible que encuentres una joya insospechada. Lo importante es propiciar el ejercicio de la lectura porque activas rutas neuronales que no podrán efectuarse de otra manera. Además, el libro, a diferencia del periódico que se descarta y olvida al día siguiente de ser consumido, tiene la fascinante característica de la relectura, sobre todo si es que hablamos de literatura.

Ya que hablábamos de Pennac, recuerdo mucho los Derechos del Lector, donde dice que una persona tiene derecho a abandonar un libro si no le gusta. En los colegios, por lo general, la lectura es casi una imposición más que una actividad placentera.

La lectura por placer sería el ideal, sin embargo, es cierto que muchas veces se generan lecturas por obligación. Para poder dar un examen sobre la obra de Homero o los clásicos, necesariamente debes leerlos, no basta con ver un resumen. Y, ¡tienes que sufrir a Homero! El asunto es que, tanto Homero, como la Biblia o los clásicos son libros que fueron escritos para personas de una época específica. Lo mismo ocurre con los libros de ahora. No es fácil entrar sin acompañamiento a algunas lecturas como, sin ir tan lejos, Don Quijote de la Mancha. Me parece excelente que haya versiones adaptadas para jóvenes, pero sería oportuno que se pueda hacer una lectura del texto original de la primera y segunda parte con un acompañamiento bastante integral. No se trata solo de leer la novela, sino analizar que situación atravesaba España en aquel momento, por qué surgió ese libro, qué necesidad tenía Cervantes de acabar con las novelas de caballería, el nivel de analfabetismo en España, la alimentación de la gente, entre otros factores. Todo esto va configurando un entorno que facilita entender por qué hay ritmo en la lectura del Quijote, por qué usa algunas frases, por qué hay frases largas, las interacciones entre la narración, la historia y los personajes.  El contexto ayuda bastante a entrar en ese disfrute.

Es posible que estemos frente a una cadena de malas percepciones, de libros equivocados y momentos poco oportunos. De alguna manera, esto también influye en la percepción que un educador puede tener sobre la lectura. No se dice en voz alta, pero muchas veces los profesores no leen, entonces, ¿cómo podrían inculcar a sus estudiantes el placer y el disfrute de la lectura?

Otra vacuna que pueden inculcar los educadores y lectores adultos es que la literatura no habla consigo misma, sino que dialoga con otras literaturas. El Quijote hace referencia a las novelas de caballería. Hay superhéroes que salen de tragedias o mitos griegos. Incluso todas las telenovelas mexicanas clásicas provienen de unos cuantos de esos mitos: la lucha contra el destino, el chico que desea superar las barreras sociales, la chica que busca el amor y al final se casa y todo es color de rosa. Eso es un tópico tan antiguo como el agua hervida. Otra recomendación es leer más allá del texto, no quedarse solamente en el libro. De todas maneras, hay conexiones con otras tradiciones literarias. Por eso la literatura es uno de los pocos espacios donde los libros se reeditan tal cual. Si haces una buena traducción, sumada a una buena edición, tienes un buen libro asegurado.

Daniel Cassany menciona que más que leer, se trata de comprender. Tenemos tantas cifras en pruebas PISA y otras tantas cuestiones que nos arrojan que en el Perú no se lee mucho. Pero no solo se trata de la cifra dura, sino analizar por qué la gente no lee. Pienso que solo nos guiamos por los números para luego lamentarnos por lo que no se hace. Pero, la pregunta es al final quién arregla este problema.

Si intentásemos encontrar una solución al problema, tardaríamos por lo menos una o dos generaciones. Esto no se arregla con una ley ni con una práctica. Muchas de las cosas que faltan es información de buena calidad. Por ejemplo, estaba dictando una clase —solamente eran mujeres— y les dije a mis alumnas: «¿Cuándo fue la última vez que vieron a un hombre leyendo?». La misma pregunta me la realicé yo mismo y recordé a un hombre leyendo un libro en enero de este año. Eso puedes verlo en Buenos Aires, en Madrid, quizás en México, en un mundo de habla hispana me refiero. Pero acá en Perú eso es un poco difícil. La mayoría de los hombres aquí leen periódicos, pero si he visto a mujeres leyendo libros. Preguntarse el por qué es válido, pero se necesita data para corroborar. Sabemos que el sistema educativo está muy abandonado, manoseado y estancado. Yo siento que estamos yéndonos un poquito más hacia tiempos medievales con este abandono de la educación en general. A los chicos no se les está enseñando a pensar de forma crítica, sino que se insiste con la misma cantaleta de leer, memorizar y responder preguntas. Eso es un nivel muy básico. Lo que necesita la educación y la producción de la industria del futuro es que las personas puedan pensar. De hecho, más importante que solamente enseñar y paporretear respuestas es fomentar el pensamiento crítico en los estudiantes, es decir, enseñarles a debatir, a escuchar, a sopesar ideas, a obtener información y a discriminarla, y a formular conclusiones. Es un trabajo enorme, pero siento que no se está fomentando en las escuelas. Tengo dos hijos en edad escolar y me dejan la sensación de que están haciendo con ellos lo mismo que hacían conmigo en los años ochenta. ¿Cómo se soluciona esto? Por varios frentes. Por un lado, la disponibilidad y el acceso a los libros. Aquí en Perú todavía es caro comprar libros. Y no hablo de que se generen subvenciones, sino que se desarrolle una política integral que hiciese tanto del libro electrónico como del físico un objeto de acceso sencillo. De este modo, un estudiante de cualquier parte del Perú podría acceder a una biblioteca bien surtida, a plataformas que le permitan una lectura cómoda y completa de libros digitales. Necesitamos repensar y trabajar los temas educativos.

Martín Kohan, un escritor argentino, decía que la lectura necesita menos sermones y más actos concretos. ¿Cuál sería un acto de este tipo en torno a lectura y el fomento de esta?

Un acto concreto es que tengamos una proporción razonable entre lectores y creadores. Por ejemplo, alguna vez, cuando visité Islandia, me dijeron un dicho que data de hace muchos años: «Si un islandés no está leyendo un libro es porque está escribiéndolo». Fue sorprendente. La producción editorial en un idioma que solamente podían entender 230 000 islandeses en aquel momento superaba de lejos a la que tenía el Perú.

Algunos autores afirman que antes de ser escritor uno se forma como lector. Alguna vez escuché que, antes de formar en los talleres a escritores, se deben formar lectores que, en el futuro, devendrán en la actividad creativa.

Tú puedes tener un carpintero que, con unos clavos, un martillo y un par de sierras puede hacer algunas piezas básicas. Pero si a ese mismo carpintero le das varios tipos de martillos o diferentes tipos de madera, se conseguirá otro tipo de ebanistería, más fina o elaborada si él quiere. Cualquiera puede animarse a hacer creación en literatura, en lírica, en narrativa o en artes escénicas. Mientras más herramientas tengas, mucho mejor. Tú menú va a ser mucho más rico, mucho más grande y tu producción, por tanto, podría ser más variada o exploratoria. Entonces, mientras más tengas para elegir, mayores probabilidades tendrás para producir. Sería bueno encontrar formadores de lectores antes de, o durante los talleres de creación literaria.

Incluso, hay aspirantes a escritores que dicen que no leen porque «están buscando su propio estilo». Y, uno se pone a pensar a qué estilo se están refiriendo si no tienen un referente que pueda alimentar, justamente como usted lo menciona, esas técnicas, esos caminos exploratorios que podría tener sobre el proceso creativo.

En La tía Julia y el escribidor, el escribidor era este señor que hacía los guiones de radio para las radionovelas y que afirmaba que no leía nada para no contaminar su estilo. Si se fijan bien, el maestro Vargas Llosa presentaba el mismo estilo en todos los capítulos que le tocaban al escribidor. Entonces, todo el tiempo parecía el mismo personaje de nariz aguileña, frente amplia, actitud y serenidad en la mirada. El héroe de cada una de las radionovelas —porque cada capítulo que le tocaba al escribidor era una radionovela diferente e inconclusa— aparecía  como un personaje que era igual al propio escribidor. Un tipo de mediana estatura, con frente amplia, nariz aguileña y serenidad en el semblante. Se repetía lo mismo. Claro, tú puedes encontrar tu propio estilo. Pero, experimentar con otros estilos en algún momento dará alguna clave para forjar un estilo propio y realmente original. No por «descontaminarte» con otros escritores vas a estar protegido. Para nada. Y no hay problema si es que te salen cosas iguales. Esta famosa «cleptomnesia», en la que tú te robas algo sin darte cuenta de ello, al menos en el plano literario es natural. Es normal que si estás escribiendo algo y no recuerdas si leíste algo de Ricardo Palma o de Hemingway cuando estabas en la adolescencia, te salga una frase parecida a la de ellos. Alguien más se dará cuenta y dirá: «Oye, por acá se te ha escapado algo que tú ya tenías allá en tu arsenal y ha pasado inadvertido porque lo has escrito con tus propias manos».

Víctor Malumián: «La independencia editorial toma en cuenta, por sobre todas las cosas, el criterio de edición y el mercado»

La independencia es un valor muy disputado, ya sea por la libertad de decisiones por parte del editor o por la capacidad de publicar títulos de mayor preferencia. Sin embargo, la definición de este término es un poco más compleja de lo que se piensa. Víctor Malumián, cofundador de Ediciones Godot (Argentina), coautor del libro Independientes, ¿de qué? y docente de la Escuela de Edición de Lima, define la independencia del editor en la siguiente entrevista, tomando como punto de partida los elementos intervinientes en el proceso editorial.  

Nos compete en esta conversación definir la independencia editorial, que parece ser la panacea al que todo mundo aspira. Pero pareciera que, en el sector editorial, ser independiente es pertenecer a una casta reivindicadora y, en cierto modo, ser un «sangre pura» del medio.

El término para definir con mayor capital simbólico y agrupar a las editoriales pequeñas y medianas ha sido redefinido infinidad de veces. Se habla de editoriales «autogestivas», «a pulmón», «independientes», «pequeñas», «con pocos recursos». La discusión por el término es lo menos importante. Uno puede reivindicar un término u otro, pero a mí me interesa más la definición. Cuando escribimos el libro Independientes, ¿de qué? con Hernán López Winne, mi socio, lo que pensamos fue en una «zona», si no parecería que hay una regla que te mide y exactamente te dice que estás al 100 % o al 0 % de la independencia. De golpe, una editorial está orbitando en el centro y es comprada por un grupo y orbita un poco más lejos de la periferia. El primer punto para empezar a definir lo que entendemos por esta zona de independencia es más un modo de hacer que una variable en particular. Y por modo de hacer puedes englobar una cantidad de cosas: cómo te relacionas con las otras personas con las cuales trabajas, si elaboras contratos justos y equitativos, cómo es la forma en la que piensas tu catálogo; ¿lo asumes simplemente como una nuez que flota en el océano de las modas? Que seas pequeño no quiere decir que no puedas publicar en torno a una moda de mercado. Y eso tampoco te convierte en una persona maligna: simplemente estás tomando ese camino. Hay algo de independencia ahí que se pierde. La independencia editorial toma en cuenta, por sobre todas las cosas, el criterio de edición y el mercado.

En ocasiones se asume la independencia como un sacrificio de recursos, de energía, incluso de la propia visión del editor. Es decir, sacrificar muchas veces la salud económica y artística sobre el acto de publicar.

En cada país, por supuesto, es distinto. Por lo menos en Argentina, México y Chile, que los veo más de cerca, hay una discusión interna en torno a la profesionalización de la edición. Y, de nuevo, a mí no me interesa mucho el término, o si es que se utiliza «profesionalización» u otro. A mí lo que me interesa es el contenido. En la discusión significante/significado, me quedo con el contenido. Para mí, hacer las cosas cada vez un poco mejor y que sean rentables tiene sentido. Se puede ir en detrimento de la anchura física del libro, con tal de ahorrarse unos centavos y hacerlo mejor; ¿se puede hacer en detrimento de la corrección para no pagar a un corrector y ganar más plata? No. Todo eso me parece que atenta contra lo que estamos hablando. Ahora, la mirada opuesta es donde hay una negligencia al distribuir o cuando el catálogo no posee un balance entre un libro que tiene una pequeña apuesta de romper el círculo más duro de lectores o lectoras versus publicar lo único que se me ocurre, lo que me gusta a mí y que no tendrá ningún tipo de recorrido. Ahí debe haber un equilibrio en el cual convivan libros que tienen una mayor posibilidad de ventas con uno de menor posibilidad. Dentro de esto se abre como una minifisura de cierto automatismo estilístico. Es decir, si publico lo que a mí me gusta, probablemente les guste a quinientas o trescientas personas. Generalmente, detrás de una venta casi nula se esconde un problema de logística, de prensa o de comercialización. Es muy sacrificado, como probablemente lo sean otros rubros. El gran aporte de una editorial es su capital simbólico anclado en su catálogo. Hasta que no se construya una identidad de catálogo y haya una comunidad que palpita en torno a las novedades que publica ese catálogo será mucho más duro dar a conocer las novedades.

Tal vez el término no sea tan importante, como mencionas, y sabemos que puede ser hasta un despropósito definirlo. Pero, si tratásemos de acercarnos un poco a la definición de independencia, ¿cuál sería tu propuesta?

Es una zona delimitada por cinco o seis variables. La primera es cierta libertad en los criterios antes de publicar. Y eso se puede definir en la posibilidad que posee el editor, la editora o la persona que lleva adelante al sello de decir no a un tema con total libertad. A veces eso está cruzado por un montón de problemas. Por ejemplo, estás en la universidad y le tienes que decir que no a un profesor, obviamente no se puede. Si diriges la editorial de un partido político y, por determinados lineamientos u objetivos de esa editorial, deseas publicar a alguien que piensa lo contrario a la ideología que tiene ese partido político sin importar cuál sea, no podrías hacerlo. O a lo mejor eres de una editorial religiosa y claramente no vas a poder publicar textos ateos. Esa es la versión de las editoriales comercialmente activas. Vamos viendo como editoriales de determinado tamaño van dejando libre ese espacio porque la rentabilidad y la cantidad de ejemplares que se pueden vender en esa área temática no pagan los costos para mover la maquinaria. Entonces, en todo ese mundo —y podemos seguir definiéndolo y ampliando, pero creo que se entiende el norte—, en esa zona de acción hablamos de libertad de criterios para elegir qué quieres publicar y qué no. La segunda variable es que el norte esté en la calidad del lector o la lectora y no en la rentabilidad económica. El tercero, tranquilamente puede ser un estándar de diseño y de calidad. Muchas veces vemos determinados ejemplos de diseño o de colección que están mucho más anclados en la velocidad, el tiempo y demás, que en tomarse el tiempo de la respiración que necesita ese libro, esa tapa, esa maqueta, etc. Así podríamos seguir definiendo otros. Para mí es imposible decir: «La edición independiente es…». No es blanco y negro. Es más, una zona de grises. Hay cosas que se acercan más al negro o más al blanco.

En tu libro se menciona que la independencia «es una zona tensa donde hay varios actores en pugna por ella» ¿A qué se hace alusión esta premisa?

En el fondo, puedes tener dos lecturas. Por un lado, cuando viene toda esta discusión por la nomenclatura de la categoría, hay una lucha de fuerzas por apropiarse de este capital simbólico. Si hablamos entre los participantes del rubro, las multinacionales son malas y las independientes son buenas. Hay editores y editoras independientes que mejor es perderlos que encontrarlos. Hay editores dentro de las multinacionales que son grandes editores y viceversa. Hay una pugna por qué grupo logra conquistar y quedarse con el capital simbólico, poniendo esa categoría. Generalmente no coinciden entre los mismos grupos, un término u otro. Por otro lado, hay una discusión que es un poco más amplia, a dónde van a parar los lectores. En este sentido, seguramente hay un rango de lectoras y lectores que le compran tanto a la multinacional como a las independientes. Decirles, por ejemplo, “multis”, en realidad, engloba un montón de sellos editoriales donde se publica una vastedad de cosas que, para mí pueden ser malísimas o buenísimas. Ahora, también es cierto que lo que para mí estaba buenísimo, para otro puede ser soporífero y viceversa. Esa pugna por cómo se establecen estos sellos editoriales en torno a las lectoras y lectores no es ni simpática ni amena. Por algo, si miras la lista de las diez autoras y autores más vendidos, por lo menos en el caso argentino y ni qué decir del caso latinoamericano, nueve publicaron su primer libro y el segundo en una editorial pequeña y los siguientes en una de las grandes. Eso te está hablando de un montón de cuestiones y tensiones.

Derribemos algunos mitos sobre la independencia. Por ejemplo, «soy independiente porque publico lo que me venga en gana». ¿Cierto o falso?

Un punto es cierto. La independencia es un modo de hacer, por ende, no es un objetivo llegar ahí. Puedes autodenominarte como quieras y publicar lo que te da la gana. Pero si a los colaboradores que trabajan contigo no les ofreces un trato justo, me parece que estás por fuera de la lógica de independencia y de lo que busca. Porque hay allí una relación de poder, sobre la cual no estarías siendo crítico con tu postura dentro de esa relación. Yo no quiero hablar en nombre de la independencia, sabe Dios que eso es como un político que predica aquello de «La gente dice». Pero, por lo menos como lo entendemos nosotros, hay algo ahí de que ese tratamiento tiene que ser justo. No va tanto si publicas lo que se te da la gana o no, sino en la forma que te relacionas con el ecosistema del libro. Si algo tenemos claro todos es que, cuando hablamos de ecosistema, estamos todos interrelacionados. Volviendo a esta particularidad de «las multis son malas, los independientes somos buenos», ambas tienen muchas más conexiones de las que parecen. No solo en la puja por quien tiene a determinado autor o por los espacios de exhibición en las librerías, sino por un montón de cuestiones que tienen que ver con la macroeconomía de un país, el papel, las imprentas y un montón de cuestiones. Seguro, una editorial independiente y chiquita tiene más que ver con un productor artesanal de miel que con una gran multinacional. Pero también tiene cosas que ver ahí. No en vano están en el mismo rubro.

Segundo mito: «A mayor cantidad de libros en el catálogo, menor capacidad de independencia».

Eso de «capacidad de independencia» me hace pensar en los caballos de fuerza de un motor. Como si fuera algo muy medible. Puedes tomar el caso de alguna editorial española que era señera en lo que se consideraba la independencia, después fue comprada por un grupo y no se podría decir que en algún momento era 100 % independiente. Pero no porque tenía muchos títulos en su catálogo. No va por cuántos libros tienes en el catálogo, ni tampoco por la estructura. Porque si no, independiente sería todo lo que no es multinacional. Y no funciona así. Tenemos editoriales de autor muy pequeñas que trabajan bajo la lógica del negocio de una imprenta. Ganan plata cuando el libro está impreso, no cuando está vendido. Tampoco me parece que sea muy independiente eso. La persona que lleva adelante esa empresa te dirá: «Soy superindependiente, mis autores son independientes». No va por ese lado, sino por la forma en que uno se relaciona con el resto del ecosistema.

El último mito: «soy independiente porque jamás en la vida ni en cualquier plano de la existencia voy a permitir ser absorbido por las multinacionales, porque eso me limita y me hace pasar al lado ‘oscuro». Muchos puristas podrían decir que jamás en la vida virarán hacia el otro lado, porque estamos en esa delgada línea de los malos y los buenos.

Tiene sentido porque lamento decirte que son pocos los experimentos que se pueden hablar de independencia cuando son comprados por un gran grupo. Esa es una línea que no hay que cruzar. Ahora, lo de malo o bueno, yo me permito ponerle un montón de comillas. Es más compleja la realidad que una idea binaria. Por otra parte, ¿qué sucede si te compran? Lo interesante es que, si no hay tentación real de compra, lo de la independencia se convierte en una declaración muy tribunera, como para hacer un exabrupto. Para que esta sentencia, ya que estamos en este juego de mito o verdad, tenga sentido y vos te puedas inflar el pecho, golpeártelo y decir que llegaste a lo más alto de independencia, alguien debe desear comprarte. Si nadie te quiere comprar es muy fácil decir que no estás a la venta.

Hace un momento hablábamos del catálogo y cómo es que se manejan los contenidos dentro de las llamadas editoriales independientes. ¿En esta zona se sigue una línea rígida o se puede optar por seguir alguna tendencia o algún patrón imperante en el mercado?

Mientras el libro no desentone con el catálogo, la editora o el editor tiene toda la libertad de hacer lo que venga en gana. Si el libro que creaste, publicaste y tradujiste, si esa publicación pone en juego la sociedad como editor o editora, si se nota que pertenece al catálogo o dialoga con otros libros, no hay ningún problema. Puede abordar la temática que uno quiera. Hay ejemplos de editoriales donde el mismo editor o editora te dice: «Ningún lector o lectora puede leer todos los libros de mi editorial. Soy tan ecléctico para elegir que no hay problema». Sin ir muy lejos, el caso de Adelphi. Pero sí hay un tratamiento dentro de los temas que era muy Adelphi. Y así puedo pensar también en otras editoriales como Sigilo en Argentina; el tratamiento es muy Sigilo y, sin embargo, han sabido publicar libros de muy distinta índole. Lo que tiene haber por sobre todas las cosas es coherencia en el catálogo, que no se tuerza la apariencia del catálogo por un negocio o por los resultados económicos en última instancia, sino que uno tenga la capacidad de, quizás si hay un tema de moda y te interesa, abordarlo desde un lugar en el cual sigues siendo fiel a tu catálogo.

¿Independencia, zona de independencia es sinónimo de un trabajo editorial genuino?

Para mí, sí. También es cierto que todas las editoras y editores cuando empezamos editábamos cien veces peor de lo que hacemos ahora con más trayectoria. Tienes que ser muy genio para arrancar editando desde cero espectacularmente bien. Para mí, independencia es sinónimo de calidad. Por otro lado, yo miro lo que hicimos los primeros años de Godot y muchas cosas me parecen imperdonables. En eso debemos tener cierto nivel de autocrítica sobre lo que hacemos, pues, de lo contrario, no podremos mejorar ni avanzar. Dicho esto, creo que sí hay una voluntad de excelencia en la edición independiente. Tiene que ser rentable o al menos aspirar a ello, para que puedas vivir de y con la editorial. Pero en ese medio uno apunta hacia la excelencia. Tratas de que las cosas salgan lo mejor posible. Por eso te remarcaba algunas cuestiones como si el rendimiento en última instancia es solo lo económico, y te ves tentado de recortar un corrector o una correctora y dices: «Bueno, vemos cómo lo corregimos». Quizás ahí es donde está el peor error para recortar, porque si arrancaste una editorial independiente o una editorial pequeña para publicar lo mismo que ya está publicando una multinacional, eso es muy mal negocio. La multinacional tiene mucha más capacidad de logística, de prensa, de marketing y difusión para hacer lo mismo, por tanto, no tiene sentido. Si vas a hacer algo distinto, probablemente apuntes a un lector más refinado. Con más refinamiento no digo necesariamente la última literatura eslovena o un nicho muy particular que puede sonar grandilocuente. Quizás quieres hacer libros de empresas, pero con un toque distinto. A lo que me refiero con esto, es que se supone que debes ser obsesivo en este tema y querer crear algo que no exista en el mundo, aunque eso se puede discutir. Por lo menos tienes que estar convencido de que eso funcionará y que tu catálogo será único.

Recomendaciones para publicar tu primer libro con un final feliz

Autores decepcionados con las empresas con las que publicaron sus primeros libros, son algo común. Quizá las expectativas son muy altas para los autores, y por otro hay empresas de autopublicación que ofrecen demasiado por desembolsos ridículos. Por eso, hay que tener clara la diferencia entre una empresa de servicios editoriales (ESE) y una editorial tradicional; además hay que ser conscientes de qué se trata una autopublicación, sus riesgos y saber que el éxito no siempre está asegurado. Juan Miguel Marthans, director de la Escuela de Edición de Lima, nos brinda algunos consejos importantes a tener en cuenta.

Por Juan Miguel Marthans

Quizás al leer estas líneas percibas pesimismo, pero es todo lo contrario; es el deseo de que sepas qué esperar y minimizar riesgos. Todo sea para que ese primer libro tenga un final feliz.

Cuidado con quién trabajas.  Siempre es recomendable hacer una búsqueda de antecedentes y ver si la empresa —o la persona— está verdaderamente en posición de cumplir todo lo que te ofrece. Hay muchas empresas de servicios editoriales (ESE) que asumen compromisos que escapan totalmente de sus manos: como colocar a un autor nuevo en todas las librerías y todas las vitrinas, o bien una cobertura mediática en prensa. Una ESE lo más seguro es que tenga poca rotación de mercadería debido a que son autores nuevos, y la ESE no es dueña de los medios como para asumir la responsabilidad de cumplir con una amplia cobertura.

Abre los ojos y siempre duda de las opiniones favorables de una ESE. Si pagas, lo más seguro es que todas las ESE te dirán que tu obra es genial y marcará un antes y un después en la literatura mundial. Si así fuera, arriesgarían como una editorial tradicional. Pero no. Es evidente que tu libro necesitará muchos ajustes, y todo eso es parte del proceso. Más bien, confía en quienes tengan opiniones críticas a tu obra y te den soluciones reales, o bien te digan que lo vuelvas a intentar y que aún no es el momento para publicar tu trabajo. Y, sobre todo, desconfía de las palmaditas en la espalda que llegan acompañadas de un presupuesto sospechosamente económico.

Jamás termines de cancelar por un trabajo que no esté terminado o por salir. Se sabe de ESE que te ofrecen incluso descuentos por «pronto pago» o pagos anticipados. Una empresa que está desesperada por tener caja, lo más seguro es que quiera mover tu dinero para cumplir con compromisos ya demorados de otros autores. Y, así, tendrás que esperar a que lleguen nuevos autores a quienes les dirán lo mismo para que tu libro pueda salir.

Aunque parezcas desconfiado, siempre pide ver el tiraje de los libros. Es común encontrar empresas que hacen tiradas muy por debajo de lo pactado. Esto se pone en evidencia fácilmente, más ahora que hay imprentas que pueden hacer tiradas muy bajas. Si tiras quinientos, seguro te dirán algo así: «Te doy cien para ti y los otros cuatrocientos van a librerías y te voy reportando conforme se vendan». Luego te darás con la sorpresa de que solo está en tres librerías y dejaron cinco ejemplares en cada una.

Nunca aceptes un presupuesto demasiado bajo por parte de una ESE. De hacerlo, es posible que tu libro no salga nunca. El trabajo de producción de un libro no es barato. La mayoría de costos en el trabajo editorial son fijos, por lo que producir un libro nunca será económico. Editor, corrector, diseñador, maquetador… es un equipo grande, y cada uno tiene un presupuesto asignado más allá del tiraje que pactes. Si es económico es porque se están obviando algunos agentes o porque están necesitando caja para, en el mejor de los casos, liberar algún título pendiente.

Evita la imagen de coedición autor-editor. No existe tal cosa. La gente cobra y debe cobrar por su trabajo. Es lo normal. Decirle a un autor nuevo y desconocido y que vive en un país con un mercado cultural contraído que uno va a ganar un porcentaje por la venta del libro… ¿es creíble? ¿Cuántos libros debería venderse para cubrir la inversión de la ESE en edición, corrección, diseño, distribución, marketing, prensa, control de ventas, etc.? ¿Cien o quinientos? Lo único que pasará es que se generará un hueco en el presupuesto que será cubierto con el porcentaje del autor y con lo que se le está cobrando desde un inicio. Luego el autor dirá: «Me deben mis “regalías”».

Goza el momento. Trabajar tus primeros libros debería ser la suma de momentos agradables, de conversaciones, debates, aportes y sugerencias entre el autor y el —o los— responsable del texto. Si percibes indiferencia y un trabajo tan solo a nivel técnico, el texto no se mejorará. La indiferencia y la limitación a las tildes y uno que otro problema de puntuación, no basta para obtener el mejor resultado. Y esta indiferencia, es evidente, se dirigirá también al plano comercial. Lo más gratificante de las primeras publicaciones es pasarla bien y que el libro salga lo mejor posible y digno de tentar suerte con algunos lectores.

Reflexiona acerca de cuál es tu público objetivo. Si crees que el mercado va a responder a un autor nuevo que se está autopublicando, podría ser que funcione. Pero hay que ver cuál es el porcentaje de éxito en estos casos. Pensar que la gente te pedirá autógrafos o te esperará en el aeropuerto, no pasará. Te lo aseguro. Mover un primer libro es un proceso muy lento y que seguro irá de la mano de un segundo trabajo. Y si la ESE no te ha comentado eso, duda. A algunas personas que han escuchado eso argumentan casos de éxito de dos o tres nombres en un océano inabarcable de millones de personas autopublicadas en Amazon. Con ese pensamiento, no habrá final feliz. Los malentendidos estarán al acecho permanentemente.

Agradece a quienes sean sinceros contigo, a los amigos que te hayan leído y criticado, a los profesionales con los que has trabajado, a quienes te han abierto las puertas en algunos medios y en espacios de venta. Así no te guste lo que escuches, agradécelo. En este trabajo, un comentario negativo vale más que cien aplausos. Sé consciente de que tus amigos y familiares son el primer círculo donde circulará tu libro y quienes tendrán en sus manos una importante difusión de tu trabajo. Piensa en que los que no te conocen no tienen ningún interés en tu libro. Y esto me lleva a invitarte a hacerte esta pregunta: ¿Has ido a una librería y comprado motu proprio el libro de un desconocido? Si no lo has hecho, ¿por qué lo tendría que hacer otro por ti? Así que si conoces el caso de alguien que de manera espontánea haya comprado tu libro sin saber quién eres, agradécele más que a todos.

Dante Antonioli: «La protección de los derechos de autor empieza desde el momento de la creación»

Los derechos de autor configuran un elemento importante dentro del proceso editorial y el trabajo creativo. Pese a lo determinante que esto puede ser, suele ocurrir que este tema es dejado para los entendidos del ámbito legal, sin llegar a comprender que su interiorización y aplicación puede traer grandes beneficios, tanto el campo digital como en el tradicional. Dante Antonioli Delucchi, docente de la Escuela de Edición de Lima, amplía este importante tema en la siguiente entrevista.

Por Marco Fernández

El tema de derechos de autor puede parecer un poco denso, pero es necesario que todos aquellos que entramos al mundo editorial lo conozcamos; puesto que se trata de un punto de vital importante en este proceso.

Has dicho algo clarísimo. Se percibe como muy denso el tema, pero a lo largo de la conversación iremos aligerando esta densidad para que quede claro, además, la importancia de los caminos actuales que existen para acceder a los beneficios y la protección del derecho de autor.

¿Podría pensarse que justamente, por esta densidad que hablamos, profesor Dante, se puede dejar para los expertos los temas del derecho de autor?

La respuesta es un poco extensa, pero podríamos simplificarla a lo siguiente: cuando uno escucha la palabra «derecho de algo», piensa que es un terreno exclusivamente de los abogados. Pero cuando hablamos del derecho del consumidor o el derecho a la protección del medio ambiente, etc., ya no es tanto un tema de abogados. Entonces, cuando nos adentramos un poco en la teoría y vemos que es bastante sencillo de entender, en principio los derechos básicos, porque luego van derivándose en otras cosas, te das cuenta de que no es un tema exclusivamente legal. Lo más interesante es que ahora hay mucha información. Es cierto, y esto es uno de los reclamos principales, tanto de la gente que está involucrada en el tema del derecho como los usuarios, de que la adecuación del derecho de autor no va de la mano con el avance tecnológico. Esto es un poco el dolor de cabeza del momento. Algunos países intentan alinear su legislación a los avances de tecnologías, sobre todo en la disposición de la utilización de datos; pero, en esencia, todos estamos alertas a estos cambios. Más allá de la experiencia, vamos adecuándonos a esta mejora tecnológica versus la protección. ¿Cómo te imaginas empezar la edición de un contenido sin un contrato? Y esto está en el terreno de los derechos de autor, por ejemplo. Nadie empezaría a editar si no hay un compromiso, un contrato, un acuerdo verbal, que se puede traducir posteriormente a un documento físico o digital. Entonces, desde el nacimiento de una edición estamos hablando de derechos.

En este sentido, el de llevar a un lenguaje no especializado, es ahí donde está precisamente el desafío del propio editor: el de poder adentrarse a este ámbito legal que muchas veces lo espanta.

Si nosotros empezamos un curso de derechos de autor explicándoles a los estudiantes qué son los derechos morales y los derechos patrimoniales, ya empezamos espantándolos. Hay que entender, por ejemplo, que tras de un derecho moral está lo que en derecho se llama paternidad, y es lo primero que se aprende en el derecho de autor. Esto es quién hizo la obra, quién la escribió. Se le llama paternidad por el derecho romano, que ya es una complejidad más de escritura. Cuando lo desarrollamos, cuando explicamos qué significa que alguien es autor de algo y que la protección empieza desde el momento en que se escribe, ya el tema de derecho moral va cambiando hacia algo más rutinario, más fácil de identificar por parte del editor. En el caso de los otros derechos, los patrimoniales, que además son transmisibles, estamos hablando de cómo se explota este contenido a través de la venta, de la distribución, de la comercialización. Cuando empiezas a usar esos términos, el editor se siente más cómodo. La interacción del curso de Derecho de Autor que vengo dictando desde hace veintiún promociones en la EEL, me ha permitido llegar a un equilibrio donde, en principio, todo el mundo está como diciendo: «¡Uy! Esto qué aburrido, vamos a dormir un rato. ¿Qué nos van a hablar?». Por eso hay que llevar estos temas  a un lenguaje cotidiano para que empiecen, poco a poco a lo largo de los módulos, a identificarse con algo que es del día: la negociación misma, los alcances de un contrato y sus transformaciones, sobre todo. Yo diría que lo más fuerte es el cambio de los mecanismos de protección en los últimos tres o cuatro años. Allí es donde debemos prestar atención, porque el contrato físico para una sola geografía prácticamente ya no existe.

Enseñar justamente todas estas estrategias representa un desafío. Pero, vayamos a un caso concreto. El hecho de interiorizar todas estas pautas vinculadas al contrato, al derecho de autor, de todos estos términos que usted ha utilizado, ¿cuál sería lo más importante para un editor que recién está aprendiendo a identificar todas estas aristas del derecho de autor?

El punto de partida es que sepan que la protección de los derechos de autor empieza desde el momento de la creación. Eso es lo más importante.  No hay que hacer ningún trámite, ninguna gestión, no hay que inscribir la obra, sea cual sea: literatura, ciencia, conocimientos generales. Cualquier cosa que se escriba es protegida desde el momento en que se puso punto final al trabajo. También hay protección parcial, cuando un autor escribe un capítulo por año, por semestre, por mes. La protección se va acumulando desde el momento en que el autor plasma esta creación, sea por investigación o por inspiración. A veces, hay gente que escribe mucha literatura por inspiración sin investigación. Eso está protegido. Y todas las leyes del mundo, quiero subrayar del mundo, porque no todos los países tienen legislación de derechos de autor, dicen eso: «La obra está protegida desde el instante mismo de su creación —acto seguido dice— y no se requiere ningún tipo de trámite para que esté protegido». Es cierto, todos los países o muchos de ellos tienen una oficina, un área, una división o una institución encargada de la protección que se refiere más a los fines administrativos. Por ejemplo, yo me copio, disculpando el ejemplo, un poema tuyo y tú lo detectas, ¿cómo me reclamas? Primero, de repente, por un correo, por ahí me expones en redes sociales; pero la institución que está obligada a llamarme la atención a mí y procesarme administrativamente es el Indecopi, en el caso de Perú. Así como esta, también hay oficinas en otros países que se encargan de la protección administrativa; como a un reclamo, puedo tener un registro, una protección digital, algunos países optan por ello. En esencia, lo más importante es, en primer lugar, que la obra es protegida automáticamente desde su creación, y dos, no se necesita ningún trámite para protegerla. Eso es el punto de partida y de allí salen otro tipo de cosas.

Algunos confunden el hecho de la creación propia, es decir, desde que se pone punto final a la obra, con proteger ideas. En muchos casos he oído decir: “Yo le conté un proyecto a una persona y ella la concretó. Yo no la hice, pero pienso que me ha robado». Y ello, más aún, cuando sabemos que las ideas no se protegen.

Lo que se protege es la forma de llevar esa idea a cabo. La idea en sí, como las fórmulas matemáticas o las recetas de comida, no está protegida. Pero lo que sí está protegido es cómo conviertes toda esa información en un producto, como una obra o un contenido utilizable. Tú no puedes decir que tienes la idea de construir un contenido multiplataforma que se cuelgue de varias nubes simultáneamente y que sea transmitido vía satélite. Tú me lo cuentas y yo digo: «¡Qué bacán la idea!». Entonces me siento a ver cómo eso es posible y lo convierto en un producto, un contenido. Y, de pronto, tú volteas y dices: «Oye, pero eso se me ocurrió a mí». Las ideas no están protegidas. Hay obviamente mucha discusión al respecto. Pero ¿cómo registras una idea? A cualquiera se nos puede ocurrir cualquier cosa. La protección del derecho de autor, por definición, es a todas las obras o productos de la creatividad humana; o sea, en qué se convierte esa creatividad, esa idea, ese plan que se tiene para hacer algo. Ahí está bien claro y, además, empiezan las conexiones con la propiedad intelectual; derecho de autor, por un lado, propiedad intelectual por el otro. De repente, tu idea de llevar contenido a diferentes espacios virtuales implica el diseño de un software sofisticado y eso va por el lado de la propiedad intelectual. Ambas se mezclan. Las dos son protegidas por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) y todos los países están vigilando que eso se cumpla; algunos países están suscritos a ella. Perú es un socio tardío, pero hace más de treinta años que está dentro. Hay aproximadamente 180 países socios.

Si hablamos de cómo el derecho de autor ha ido adaptándose y cambiando en todos estos años, ¿cuáles han sido estos cambios? ¿Qué impactos ha generado en todo este tiempo?

La legislación del derecho de autor es la misma en los últimos 200 años aproximadamente. Pero yo diría que, en la década del setenta, con el impulso de las computadoras y los primeros trabajos sobre soporte digital, empezó a sufrir ciertas transformaciones. Y a partir del 2005, ya se incorporan los conceptos de libro digital, e-book en otras palabras; contenidos que se encriptan a través de archivos de música, porque la música forma parte del derecho de autor, igual que el cine o los videojuegos, etc. Hay dos posibilidades, diría yo, dos grandes focos de la propiedad intelectual y del derecho de autor en los últimos años. Uno es la inteligencia artificial, de la que se habla todos los días; lo segundo es el blockchain, la protección de datos a través de datos únicos que se comparten y la posibilidad de construir contratos e intercambio de archivos únicos mediante estas redes. Y aquí también entran en juego los tokens digitales, los tokens no fungibles donde se comercializa arte a través de contenidos encriptados. Estos son los dos grandes temas que ha estado legislando principalmente la comunidad europea, mas no el resto de los países. De hecho, la comunidad europea apunta a un mercado único digital, legislando con fuerza esto desde el 2021 y buscando un consumo más horizontal de la información; en este intercambio a través de herramientas confiables como el blockchain, se puede verificar que los contratos sean únicos, con los subsiguientes contratiempos y discusiones. Obviamente, la firma digital hace que el más antiguo valga primero. El tema de la supervisión, que no se comparta un contenido que no está autorizado; eso también es parte de la seguridad que te da un blockchain. Los tokens no fungibles también son únicos porque funcionan sobre la base del blockchain, y puede haber dos iguales, así como no hay dos bloques de datos iguales en esta tecnología. ¿Esto le ha permitido una mirada más segura al intercambio de información? Por su puesto.

El hecho de que la legislación actual y los derechos de autor no están equiparados con los avances digitales que se generan todos los días. Entonces, esto también es una preocupación grande para el mismo autor y, los editores también. Hay ciertas trabas o barreras digitales que los derechos de autor no pueden traspasar. Lo de la inteligencia artificial, si bien se ve como una oportunidad o un complemento muchas veces, también es ahora un gran desafío para autores, editores y quienes estén involucrados en el proceso editorial.

El asunto es este: los «puristas» —vamos a ponerlo entre comillas para que no suene peyorativo— se oponen al uso de la inteligencia artificial y que esta intervenga en el mercado editorial o en las tareas editoriales. Y los «adaptativos», aquellos que van viendo cómo se presentan las cosas, si se adecúan, se adaptan o se reinventan en algunos casos, dicen: «Ok. Esto es una herramienta y debe ser usado como tal». Imagínate que nosotros retrocedemos a 1979, cuando todavía no se había lanzado la primera versión de Photoshop y todo se hacía a mano. Inclusive la ilustración y también el tema de la fotografía se hacía a mano; de pronto, aparece Adobe, lanza Photoshop y los diseñadores gráficos salen a decir que se quedarán sin trabajo. Mentira. La herramienta principal de un diseñador gráfico y un ilustrador es el Photoshop y sus herramientas complementarias de retoque y de mejora. En la medida en que nosotros entendamos el concepto de «herramienta» alrededor de la inteligencia artificial, va a radicar su importancia. Pero hay otros tipos que dicen: «Aceptamos que la inteligencia artificial es una herramienta, nos adecuamos y utilizamos todos sus derivados». Me parece un poco limitado que la gente, cuando habla de inteligencia artificial, solo piense en el chat GPT. Y no es lo único en lo que se usa. Es cierto que aún hay mejoras por delante, pero dicen: “Ah ya, este trabajo universitario se hizo con el chat” Cuando sabemos que ahora también hay herramientas de inteligencia artificial que identifican los contenidos que se han trabajado en un chat de este tipo. Entonces se convierte como un parche o un protector. Más adelante saldrá un chat que no será detectable a través de los softwares de plagio. Entonces, punto número uno, debe quedar claro que es una herramienta y es un tema ético, es una gran discusión. Así como el derecho de autor es un tema ético. No copiar, no plagiar, no comprar libros piratas. Es un tema ético. Si bien la legislación lo prohíbe y lo sanciona en todo el mundo; sin ser exagerado, en todo el mundo hay ediciones piratas. En unos países más, en otros menos, pero hay. Desde que tú, por ejemplo, sacas una copia de un libro que te gusta y lo compartes en un salón de clases en cualquier país del mundo, estás cometiendo una infracción. Es un tema ético. Creo que lo más poderoso, y esto lo dije en uno de los últimos artículos que hice para la Escuela, si no enseñamos lo que está bien y lo que está mal, ¿qué es recomendable?, ¿qué es lo que debemos hacer?, ¿qué pasos debemos dar?, y ¿por qué caminos debemos ir? La gente no va a aprender porque una de las conclusiones más importantes de los principales autores de la OMPI, respecto a la piratería y el uso ilegal de los contenidos es “la gente no sabe”. Entonces, ¿quiénes tenemos la tarea de enseñar? Los que estamos al frente. Tú, yo, la Escuela, cualquier persona que esté al frente de este tipo de temas, que sabemos lo que está bien y lo que está mal, tenemos que enseñarlo. Espacios como este, por ejemplo, son útiles para eso.

Autoedición: oportunidades y desafíos

Si bien la autoedición ha generado oportunidades para quienes tengan algo que contar, también ha impuesto diversos retos que se deben resolver. Dante Antonioli Delucchi, docente de la Escuela de Edición de Lima, nos presenta en el siguiente artículo los desafíos y el panorama que ha configurado este fenómeno dentro del sector editorial.

Por Dante Antonioli Delucchi

La autoedición ha emergido como un fenómeno disruptivo en la industria editorial, transformando radicalmente la forma en que los autores comparten sus obras con el mundo. Antes, el proceso de publicación era, principalmente, tarea de las editoriales, las que ejercían un control significativo sobre qué libros llegaban al mercado y cuándo.

Los autores debían enfrentarse a procesos selectivos y a menudo largos para tener la oportunidad de ver sus obras publicadas. En cierta forma, la autoedición ha democratizado el proceso, permitiendo que cualquier persona con una historia que contar pueda convertirse en autor y llevar su obra directamente al público a través de mecanismos de muy fácil acceso.

Este cambio ha sido revolucionario en varios aspectos. En particular, ha eliminado las barreras tradicionales de entrada a la industria editorial, permitiendo que una diversidad de voces y géneros tenga la oportunidad de ser escuchada. Los autores independientes ya no están limitados por las decisiones de las editoriales y pueden ejercer un control total sobre la publicación y distribución de sus obras.

Autoedición y derechos de autor

Sin embargo, este incremento significativo en la cantidad de contenidos disponibles también ha generado nuevos desafíos, especialmente en términos de protección de los derechos de autor y la propiedad intelectual.

Con la autoedición, la responsabilidad de proteger y hacer valer los derechos patrimoniales del autor recae en los propios autores. Esto significa, además, que deben familiarizarse con los aspectos legales de la propiedad intelectual y tomar medidas proactivas para proteger sus obras de la piratería y las infracciones al derecho de autor.

Adicionalmente, la autoedición ha exacerbado el problema de la piratería digital. Con la facilidad con la que se pueden compartir y distribuir libros electrónicos en línea, los autores se enfrentan a un mayor riesgo de que sus obras sean copiadas y distribuidas sin su permiso. Esto no solo representa una pérdida financiera, sino que también socava la integridad de su trabajo y hasta puede dañar su reputación como creadores.

Para abordar estos desafíos, es fundamental que los autores estén bien informados y tomen medidas proactivas para proteger sus obras. Esto puede incluir el registro de derechos de autor, el conocimiento de los diversos tipos de licencias existentes, el uso de tecnologías de protección de contenido y la vigilancia activa de la piratería en línea.

Además, los autores deben informarse sobre los diferentes modelos de negocio disponibles en la autoedición y tomar decisiones informadas sobre cómo distribuir y comercializar sus obras.

Retos de la autoedición

Junto con el desarrollo de nuevos modelos de negocio y de formas de distribución, la autoedición también obliga a los autores a ser cuidadosos con la creación de sus contenidos y respetuosos de los contenidos de otros.

Evolución de los modelos de negocio

La autoedición ha transformado los modelos de negocio en la industria editorial al permitir que los autores tengan un mayor control sobre la comercialización y distribución de sus obras.

Esto ha llevado al surgimiento de nuevos enfoques, como la suscripción, donde los lectores pagan una tarifa periódica para acceder a un catálogo de libros autoeditados, y la venta directa al consumidor, que elimina intermediarios y permite a los autores mantener una mayor parte de los ingresos generados por la venta de sus libros.

Además, algunas plataformas de financiamiento colectivo han facilitado la financiación de proyectos editoriales, permitiendo a los autores obtener el apoyo directo de sus lectores para la creación y publicación de sus obras.

Globalización y acceso a mercados internacionales

La autoedición ha permitido que autores de todo el mundo lleguen a audiencias globales con plataformas que facilitan la distribución internacional de libros electrónicos, eliminando las barreras geográficas y permitiendo que los autores lleguen a lectores en diferentes países y regiones.

Sin embargo, este acceso global también plantea desafíos en términos de traducción, adaptación cultural y cumplimiento de las regulaciones legales y fiscales en los diferentes mercados.

Responsabilidad del autor y ética en la autoedición

A medida que la autoedición se vuelve más accesible, es importante que los autores asuman la responsabilidad de producir obras de alta calidad y actuar éticamente en todas las etapas del proceso editorial.

Esto incluye verificar la veracidad del contenido, evitar la infracción de derechos de autor de terceros y proporcionar información clara y precisa sobre la autoría y la fuente de las obras que son utilizadas.

Los autores también deben ser transparentes en sus prácticas de comercialización y promoción, evitando tácticas engañosas o manipuladoras que puedan perjudicar la confianza del lector.

En última instancia, la responsabilidad del autor y la ética en la autoedición son fundamentales para mantener la integridad y la credibilidad de la industria editorial en su conjunto.

De esta manera, si bien la autoedición ha democratizado el proceso de publicación y abierto nuevas oportunidades para los autores independientes, también ha planteado desafíos significativos en términos de protección de los derechos de autor y la propiedad intelectual, así como en la forma de comercializar sus contenidos.

Para tener éxito en este nuevo paisaje editorial, los autores deben estar preparados para asumir un papel más activo y, al mismo tiempo, aprovechar las nuevas posibilidades que ofrece la autoedición.

Pedro Canelo: « Si bien en internet todo es inmediatez, la crónica tiene un atractivo para generar públicos en el ámbito digital»

Periodista del diario El Comercio y docente en la Escuela de Edición de Lima, Pedro Canelo se prepara para iniciar el curso de Herramientas Periodísticas, en el cual abordará los distintos géneros periodísticos y otros puntos importantes en la formación de los redactores. Descubre los detalles en la siguiente entrevista.

¿En qué consiste el curso de Herramientas Periodísticas que dictarás en la Escuela de Edición de Lima?

Tiene una base en la redacción, como la mayoría de los cursos relacionados al periodismo escrito, en el sentido de dar un estímulo y refuerzo a aquellas personas que tienen dificultad para comunicarse con mayor propiedad en ese ámbito. Al utilizar el término “periodísticas” le da un margen distinto a la materia, pues la vincula con los géneros periodísticos como la crónica, la entrevista o el reportaje. También tiene que ver con los criterios periodísticos, cómo que es noticioso y que no lo es; en este mundo de redes sociales, por ejemplo, identificar lo que pertenece al mundo público y lo que es privado. A partir de la segunda y tercera clase nos concentraremos en los géneros periodísticos, qué es la crónica, qué es la entrevista, qué es la columna de opinión, que es el periodismo informativo —que es mucho más directo y concreto—, qué es el periodismo interpretativo — que tiene que ver con lo narrativo y la crónica—. Esa es la idea del curso: darles a los alumnos las herramientas necesarias por si es que alguno de ellos desea incursionar en el ámbito impreso o digital del periodismo.

El periodismo, de alguna manera, ¿influye en aquellos que tienen una inclinación más literaria? Digamos que las herramientas que usted menciona podrían propulsar ese gusto en el alumno.

Sí, sobre todo si hablamos de géneros como el reportaje o la crónica, que tienen una base más narrativa y de amplio desarrollo. La literatura de no ficción, relacionada con el nuevo periodismo, definitivamente dota de herramientas para una formación integral vinculada a lo netamente literario. El nuevo periodismo es casi primo hermano de la literatura y al hablar de ello me refiero específicamente a la crónica, que es uno de los temas de mayor desarrollo en el curso.

Y si hablamos de nuevo periodismo quiere decir que en el curso revisarán a diferentes autores de esta corriente.

De todas maneras. Cada profesor y profesora tiene su cartera de autores inevitables. Yo también los tengo, como Juan Villoro, Martín Caparrós, Gay Talese, Norman Mailer, Tom Wolfe, Leila Guerreiro, Jon Lee Anderson, entre otros, sin dejar de mencionar al pionero, Ryszard Kapuściński. Todos ellos serán parte del acompañamiento en las clases, sin ninguna duda.

¿A qué hacemos mención cuando nos referimos a «herramientas periodísticas»?

Significa darle al estudiante todas las capacidades para que conozcan y puedan explorar el periodismo escrito o la escritura dentro del periodismo. Una herramienta puede ser la aplicación de un criterio periodístico para escribir, la identificación de la noticia o el momento preciso para aplicar las normas del periodismo informativo o en qué momento apelar al periodismo interpretativo — la crónica, la columna de opinión—. Para mí es importante inculcar en los alumnos estas capacidades. Hablar de herramientas es referirme a capacidades. En esa mochila de herramientas encontrarán criterio periodístico, sentido de la noticia, conocimiento integral de los géneros periodísticos, identificación de los distintos tipos de periodismo, entre otras.

En su experiencia, profesor, ¿cuál es el género que más le apasiona?

Definitivamente la crónica. Es curioso porque yo tengo poco más de veinte años dedicado al periodismo y la crónica estuvo muy presente en mis inicios. Luego, exploré otros géneros, como la entrevista. Pasé cinco o seis años realizando diversas entrevistas y casi una década dedicado íntegramente a elaborar columnas de opinión. Hoy en día estoy volviendo al camino de la crónica, como una especie de retorno a mis inicios. Creo que, en este tiempo digital, en el que se gesta un periodismo muy inmediato, debemos reforzar en los nuevos periodistas la posibilidad de que escriban crónicas. Si bien en internet todo es inmediatez, la crónica tiene un atractivo para generar públicos en el ámbito digital.

Mencionó el tema digital. Eso me lleva a pensar, en tiempos de inteligencia artificial, ¿supone un complemento al trabajo periodístico o una amenaza?

Puede ser una herramienta de complemento en cuanto a búsqueda de información. Quizás nadie lo dice, pero cuando se habla con un poco de horror sobre la inteligencia artificial, cabría preguntarse quien no ha entrado a Wikipedia para ubicar algún dato. Suena políticamente incorrecto o poco intelectual decirlo, pero todos lo hemos hecho. Por ahí podría darse el uso, pero no creo que suponga la sustitución de la labor. De repente para algunos géneros, como la nota informativa. Un ChatGPT puede elaborar una información que diga «Dina Boluarte declaró que el gobernador de Ayacucho le prestó un reloj», pero lo que no podría hacer es una crónica de guerra vivencial en Ucrania, no puede hacer una buena crónica acerca de un mundial de fútbol, no puede elaborar una crónica del concierto del Grupo 5. Puede intentarlo, pero no podrá competir contra un profesional que tenga estas herramientas y la formación de periodismo literario. Es un complemento, pero sobre ello debemos fomentar géneros como la crónica, la columna de opinión y la misma entrevista. Quizás el ChatGPT puede reemplazar lo inmediato, pero lo demás no.

¿Para quienes está dirigido el curso de Herramientas Periodísticas que dictará en la Escuela de Edición de Lima?

Es un curso que tiene dos tipos de público. En primer lugar, para aquellos profesionales directamente interesados en el periodismo escrito, pero también para quienes están llevando un curso integral en la Escuela de Edición, donde los módulos son multidisciplinarios, según lo que revisé hace algún tiempo. Sin embargo, siento que mi curso será un complemento o una posibilidad de desarrollo para ampliar el espectro de las distintas posibilidades que se tiene para redactar un texto. Es un curso base para los directamente interesados y si son alumnos del curso integral, que a lo mejor no están muy motivados con ello, haré todo lo posible para que se interesen desde la primera clase.

Coordina tu participación en el curso dando clic aquí.

Paulo César Peña: «Con la prosa se generan muchas posibilidades expresivas»

En la siguiente entrevista, Paulo César Peña, docente de la Escuela de Edición de Lima, define algunos conceptos sobre la prosa y su empleo, y da algunos detalles sobre el curso de Prosa Literaria que dictará a partir del 14 de mayo.

Por Marco Fernández

¿A qué llamamos prosa?

La prosa es una forma de lenguaje emparentada con el discurso oral, en el sentido de que ambos surgen de manera lineal y espontánea, lo cual lo distingue del verso que es más bien fragmentario y recortado. Con la prosa se ha tratado de reproducir la forma de pensar y sentir. Normalmente está pensada como algo más utilitario y racional, sin embargo, hay ejemplos de literatura desde el siglo xx, en el que la prosa da cabida a la parte más emocional. Con la prosa se generan muchas posibilidades expresivas.

Si hablamos de un valor utilitario, ¿en qué casos se utiliza comúnmente la prosa?

Aunque no lo crean, hay prosa en los diarios, en un documento administrativo o en la publicidad.

Roberto Bolaño decía que su poesía era «muy prosaica», o Jack Kerouac decía que utilizaba mucho la prosa espontánea en su literatura. En ese sentido, podríamos decir que la prosa está inmersa en muchos géneros.

Ahí hay un paradigma que estuvo vigente hasta inicios del siglo xx, pero que sigue presente en muchos profesionales, que es asociar a la prosa con lo menos valioso. Durante mucho tiempo se le asignaron labores más funcionales, por eso decía que hay ejemplos que dejan ver que la prosa puede servir para muchas otras cosas, pero eso no niega que aún exista este concepto que le da una connotación peyorativa, como algo no elaborado o de menor valor. Depende de las circunstancias y el tipo de texto para ampliar las posibilidades expresivas.

¿Qué implica el empleo de la prosa literaria?

Las clasificaciones de prosa mencionan la categoría literaria como el perfil más creativo, sin embargo, los recursos que se emplean pueden ser apropiados para otros ámbitos. De hecho, en el curso que dictaré en la Escuela de Edición de Lima, una parte estará dedicada a la reflexión sobre los factores que convierten en literaria a una prosa. Ahí influye mucho el contexto, las convenciones o la comunidad a la cual se dirige el texto. El curso apunta a eso: a que los participantes puedan darse cuenta a qué público se dirige el texto, que posición adoptan como autores o como se aprovechan las posibilidades expresivas en las distintas dimensiones de la palabra, sea la sintaxis, el sonido o las referencias.

¿Cree usted que cualquier profesional, medianamente interesado en escribir, podría acceder al curso que dictará en la Escuela de Edición de Lima?

Claro que sí. De hecho, el empleo de la prosa exige una formación, un bagaje, revisar otros textos, pues no es algo que ocurra de la noche a la mañana. Pienso que el curso puede servir para todos aquellos profesionales que quieran sentir más confianza al momento de escribir, o para quien quiera profundizar en los recursos y técnicas. El curso abordará la parte teórica en la primera sesión, para luego centrarnos en ejemplos de prosa poética, prosa narrativa y prosa argumentativa en las tres sesiones restantes.

¿Qué es lo más importante del curso de Prosa Literaria?

Lo importante es que los estudiantes se den cuenta de que los recursos son relativos en el sentido de que, dependiendo del contexto, las circunstancias y el tipo de texto, se determinará en qué momento mantener una sintaxis más o formal o en qué momento jugar con ella y alterarla; o en qué momento no darles tanta prioridad a los sonidos, o en que otras situaciones destacar algún sonido o priorizar el ritmo. La idea es que, con las lecturas y revisiones que hagamos durante las sesiones, los estudiantes puedan identificar estos recursos y adaptarlos a su propia escritura.

Mencionaste que se revisarán a diversos autores. ¿A quienes tomarán cómo ejemplos?

Por ejemplo, en el caso de prosa poética, Baudelaire o Rimbaud, que son epígonos importantes en la escritura de poesía en prosa, pero también autores en nuestro idioma como Octavio Paz, Blanca Varela, Alejandra Pizarnik, Martín Adán, entre otros. En el caso de narrativa nos detendremos en autores peruanos y latinoamericanos, al igual que en el tema argumentativo.