fbpx

César Osorio: «La principal labor de un corrector es auxiliar al texto»

En la siguiente entrevista, ingresaremos a la trastienda de César Augusto Osorio, corrector egresado de las aulas del Centro de Desarrollo Editorial, quien comenta acerca de su vocación como lector, escritor y corrector, oficio sobre el cual ofrece algunas reflexiones.

Háblanos un poco acerca de tus lecturas y cómo surge tu vínculo con las letras

    Diría que todo empezó en la secundaria. Por fortuna, tuve a profesores que encendieron mi curiosidad sobre las incontables historias que pueden ofrecer los libros. A partir de los doce años fui muy receptivo con los conocimientos que impartían mis docentes de Literatura, Lenguaje y Razonamiento Verbal. Al contrario de lo que mis padres esperaban, terminé escogiendo las letras como mi forma de vincularme con la vida. Por otro lado, mi interés por la literatura no se limitaba al placer de las buenas historias, sino que necesitaba entender los procesos con que opera la ficción de los libros que tanto me gustaban. Fue esa inquietud intelectual la que me impulsó a leer más, a escribir mis primeros cuentos, también a estudiar Literatura.

    Sobre mis lecturas, fueron Julio Ramón Ribeyro y Gabriel García Márquez mis primeros grandes referentes cuando era adolescente. Sobre todo el primero, al que conocí gracias a una antología escolar de sus cuentos; él es el culpable de que la mayoría de mis escritos hayan sido relatos breves. De García Márquez adoré el estilo, el ritmo, el color de su narrativa desde mi primer acercamiento a su obra, mediante Relato de un náufrago. Con el paso del tiempo, descubrí a más escritores fantásticos como Natsume Soseki, Samuel Beckett, Camilo José Cela, Dostoievski, Hemingway, Borges, Mann, Kafka, Yourcenar.

    Respecto a la labor del corrector, ¿cuál crees que es su tarea principal?

    La principal labor de un corrector es auxiliar al texto. Con esto me refiero a que el corrector debe estar dispuesto a ayudar a un texto para liberarlo de posibles errores ortográficos, ortotipográficos, gramaticales, sintácticos, de formato. Ojo que hablo de ayudar a eliminar fallos, que a un corrector no le consta meterse con su material de trabajo como si fuera el autor (a menos que el cliente diga lo contrario, por supuesto). La pertinencia para intervenir siempre dependerá de factores como la tipología textual, los criterios normativos de la institución donde se trabaja, en ocasiones incluso de las exigencias específicas del cliente. En mi opinión, un corrector debería adaptarse a todos esos requerimientos de su contexto profesional para suprimir los diferentes errores o erratas en los textos donde opera.

    ¿Cuál consideras es la principal destreza de un corrector?

    Pienso que su principal destreza es la capacidad de adaptarse a cada situación. El lenguaje escrito admite un sinnúmero de posibilidades, las mismas que deslizan una infinita variedad de errores. Por más conocimientos teóricos que un corrector pueda albergar, es más importante saber responder a las circunstancias variopintas al corregir. Más de una vez hay casuísticas rebuscadas, soluciones inciertas o alternativas múltiples para resolver un error. Entonces, tener la cabeza para decidir bien en la corrección de textos es una virtud que se construye con la experiencia. Dicha virtud, por cierto, importa también porque sirve para sustentar la corrección con los demás colegas de profesión, con el cliente, con el equipo de trabajo.

    ¿Cómo surgió tu interés por incursionar en el tema de la corrección?

    Mi interés se despertó en el último año de mi carrera. Buscaba formas de diversificar mi perfil profesional, en especial para ampliar mis horizontes laborales. Me atraía bastante la idea de trabajar en el sector editorial, y la corrección de textos apareció como una vía espléndida para ingresar a dicho sector, aunque requería respaldar esa chance con una formación más dedicada en la materia. Pues no solo veía la conveniencia de una latente opción de trabajo, sino que me llamaba un genuino interés por perfeccionar mi capacidad de corregir escritos, así como de lograr una mejor escritura.

    Coméntanos un poco acerca de tu experiencia en el Curso Integral de Corrección de Estilo.

    Hallé información cuando estaba a pocos meses de egresar de la universidad. Me pareció un programa bastante conveniente para mis objetivos a corto y mediano plazo (nuevas oportunidades de empleo y extensión de mi perfil profesional), por lo que me inscribí con antelación. Debido a que las clases fueron virtuales y se impartían los fines de semana, disponía de una gran comodidad para ajustar mis horarios sin que hubiera cruces problemáticos. Logré trabajar y estudiar a la vez (lo cual no es nada fácil), haciendo posible seguir aprendiendo mientras iniciaba mi trayectoria laboral. En cuanto al curso en sí mismo, guardo un sincero respeto y una inmensa gratitud a los profesores con los que llevé clases a lo largo de los seis módulos del programa. Su conocimiento, experiencia y amabilidad me ayudaron muchísimo a encontrar mis limitaciones, subsanar varios fallos que cometía al corregir y a ser más consciente de lo complejo que es la labor de escribir bien. Aunque no se queda solo en esos aspectos, sino que, gracias a los maravillosos docentes del CICE, aprendí la fundamental lección de que la corrección de textos es una labor humana. Con esto me refiero a que no basta con saber arreglar fallos en los textos. Un buen corrector también maneja una comunicación transparente con los demás agentes alrededor de su oficio. Entiende las implicaciones éticas de sus decisiones con los escritos, así como su lugar dentro de la cadena editorial.

    ¿Cuál crees que es la principal fortaleza del CICE?

    En mi opinión, su principal fuerte es que brinda accesibilidad para la adecuada formación de correctores profesionales. Su oferta académica está bajo la dirección pedagógica de docentes altamente cualificados; por ello, la malla curricular se ha confeccionado atendiendo a una evolución progresiva de los saberes normativos, lingüísticos y prácticos de los alumnos. Además, las clases gozan de modalidades flexibles (la virtualidad es un punto a resaltar), y se mantienen actualizadas de acuerdo a las necesidades del mercado laboral. Por lo que el CICE abre las puertas a los profesionales interesados para que adquieran sólidas destrezas con que operar de mejor modo con los textos.

    Si tuvieses que dejar un consejo para quienes quieran sumarse a la labor de corrección, ¿cuál sería?

    les aconsejaría que piensen su futura especialidad como una especie de mediación entre el texto y el autor. Muchas veces los autores cometen fallos de todo tipo al escribir, lo cual no necesariamente signifique que ellos escriban “mal”. Nunca falta un descuido o un desliz producto de la costumbre, incluso en los escritos de autores con grandes dotes de redacción. Por lo que hay que conservar la modestia y no pretender que vamos a reconstruir siempre todo de pies a cabeza. En cambio, estamos ayudando a los autores, desde nuestro oficio, a que sus obras alcancen una mayor pulcritud. Tal vez ese detalle resulta inspirador: estar detrás de muchos textos maravillosos, sabiendo que de cierta forma les hemos marcado nuestro sello de calidad. O les hemos dado de alta, como quiera que se le mire.

    Katherine España: «El trabajo del corrector es fundamental para cualquier proceso editorial, por más pequeño que sea»

    Historiadora de profesión y correctora de textos egresada de la Escuela de Edición de Lima, Katherine amplía algunos conceptos sobre la corrección y cómo el Curso Integral de Corrección de Estilo influyó en su desempeño profesional.

    ¿Es un error pensar que la corrección es un proceso más intuitivo que profesional?

    La corrección de textos exige una formación académica para adquirir los conocimientos y las herramientas que nos permitan la intervención y mejora de un escrito. Sin embargo, en el campo laboral de la corrección encontramos de todo un poco: autodidactas, traductores, periodistas, entre otras profesiones que desempeñan esta labor. Esto no solo sucede en la corrección, sino también en la historia. La formación académica te da las bases para entender cada una de las partes que conforman nuestra lengua: ortografía, sintaxis, morfología, ortotipografía, entre otras. La intuición atiende a preferencias personales, mientras que la formación académica te da un criterio especializado para desarrollarte a nivel profesional. No pretendo ser la inquisidora de la lengua, pero sí demostrar la importancia de la capacitación, para quienes ejercemos este trabajo, con el fin de entregar textos que expresen de forma clara y concisa las ideas de su autor.

    En un rubro donde la autoedición empieza a cobrar cada vez mayor fuerza, ¿cuál es el papel que juega el corrector de textos?

    El trabajo del corrector es fundamental para cualquier proceso editorial, por más pequeño que sea y sin importar el tipo de contenido o el público al que va dirigido, pues es la forma más apropiada de cuidar la expresión exacta de nuestro idioma. La mayoría del contenido que predomina en la web presenta muchos calcos del inglés, en la forma que se construyen las oraciones; también, vemos traducciones realizadas con IA o de traductores no profesionales, quienes están más familiarizados con el inglés que con su propia lengua.

    Es cierto que estos préstamos lingüísticos nos dan alternativas, pero su uso incorrecto genera dificultades en la lectura y le resta sentido a lo que enuncia. El peligro es que la repetición de estas formas se normalice en el colectivo lector, hasta convertirse en uso común.

    ¿Cómo empezó tu interés por incursionar en el campo de la corrección de textos?

    Mi interés partió de la necesidad de escribir mejor para que mis textos sean claros en su planteamiento. Por eso, en el verano de 2019 decidí inscribirme en el Curso de Corrección de Textos I en la Escuela de Edición de Lima, el cual sembró en mi la semilla de la curiosidad por saber más de este apasionante mundo de la lengua.

    Coméntanos un poco acerca de tu experiencia en el Curso de Corrección de Estilo de la Escuela de Edición de Lima.

    Pertenezco a la V promoción del Curso de Corrección de Estilo que se dictó en 2020. Esta experiencia significó un gran reto para todos los que participamos, pues no permitimos que las circunstancias —la cuarentena a causa del covid-19— detuvieran nuestra formación.

    Fuimos un grupo grande compuesto por traductores, periodistas, estudiantes universitarios y docentes que, clase a clase, logramos desmitificar gran parte de los conocimientos adquiridos en las diferentes etapas de formación que siguen presentes en el sistema educativo no solo del Perú, sino de Latinoamérica.

    En tu opinión, ¿es posible llevar un curso de corrección de estilo de forma virtual?

    Por supuesto que es posible. Mi promoción fue la primera edición virtual de este curso y la experiencia fue tan interactiva y participativa como las clases dentro de un aula presencial. Cada uno de los profesores se esforzó por explicar el contenido en cada sesión con excelentes recursos audiovisuales que nos permitieron entender tanto la teoría como la práctica. Si lo estás considerando, ten presente que para hacerlo solo necesitas tus ganas de aprender y tener disciplina para estudiar a tu ritmo.

    Eres historiadora de profesión, ¿cómo ha influido el CICE en tu desempeño profesional?

    Mi labor como historiadora es interpretar los sucesos del pasado con los ojos del presente. No tarea fácil explicar con palabras sencillas eventos que ocurrieron hace 500 años y que están analizados con la mirada del presente. Para que esta información sea entendida por el lector, utilizamos varios recursos estilísticos: el cuidado con los tiempos verbales, la discriminación entre mayúsculas y minúsculas, el uso los circunstanciales, la presencia de los incisos para dar información adicional y hasta afinar los aspectos ortotipográficos de las citas. Mis estudios en la Escuela de Edición de Lima me han permitido desarrollarme mejor como escritora de artículos académicos, así como en la labor de correctora de tesis a nivel universitario.

    Y, en el caso de los docentes, ¿tienes alguna opinión respecto a su desempeño?

    El desempeño de todos los profesores fue excelente. En sus clases nos compartieron anécdotas de sus tiempos como estudiantes, explicaciones sobre las variaciones de las normas, sus experiencias en el campo laboral como docentes y como correctores profesionales. Incluso, pude conocer más sobre cómo nuestra labor ha logrado profesionalizarse en el Perú a través de los cursos que ofrece la Escuela de Edición de Lima.

    Tus impresiones finales sobre el CICE y tu formación como correctora de estilo.

    Además de mi labor como historiadora, los conocimientos que adquirí en el CICE me han permitido trabajar como correctora de contenido digital y colaborar activamente para que otros escritores mejores sus habilidades. En un futuro cercano, me gustaría desarrollar un seminario dirigido a los estudiantes de la Escuela de Historia de la Universidad Central de Venezuela, para enseñar las nociones básicas de la ortografía y gramática del español que todo egresado debe saber para desempeñarse en el área de la investigación histórica.

    Alejandra Bravo Espinoza: «Puedo afirmar con énfasis que la principal fortaleza del CICE es la calidad de sus docentes»

    Lingüista y correctora egresada de la Escuela de Edición de Lima, Alejandra Bravo nos comenta su experiencia en el oficio de la corrección, así como su paso por el Curso Integral de Corrección de Estilo, el cual culminó satisfactoriamente.

    Cómo lingüista, ¿cuál es tu punto de vista respecto a la labor del corrector de estilo?

    La carrera de Lingüística me ha brindado los conocimientos fundamentales de aspectos gramaticales, semánticos, sintácticos, morfológicos, fonológicos y fonéticos del estudio de la lengua. Gracias a esa base entré en contacto con el mundo de la corrección de estilo, en una editorial especializada en temas jurídicos, contables y gubernamentales, donde tuve la oportunidad de ascender y ser coordinadora de un pool de correctores, incluso tuve la propuesta de ser editora. Ahí comprendí la importante labor que desempeñan los correctores como guardianes del texto y de su autor, pero, sobre todo, en el cuidado del lector. Posteriormente, en el 2018, con ese mismo entusiasmo, ingresé a laborar como correctora en la Corte Suprema del Poder Judicial, donde mi enfoque tuvo un ligero cambio, pues la corrección no se orientaba en el marketing de los textos, sino en emplear un lenguaje claro, preciso, libre de frases largas y oscuras. En este poder del Estado —donde continúo hasta la fecha—, con mi desenvolvimiento y profesionalismo, he logrado ganarme el respeto y la admiración pese a no provenir de una carrera legal. Considero que mi formación lingüística ha aportado un valor significativo a mi labor como correctora de sentencias y resoluciones, lo que me ha permitido también dictar capacitaciones a nivel nacional sobre redacción jurídica.


    ¿Consideras que la corrección de estilo es un oficio reservado exclusivamente para profesionales de las letras?

    Existe la percepción equivocada de que cualquier persona que escriba con fluidez puede ejercer la corrección de estilo de manera profesional —y eso me pasa con los abogados—, pero está lejos de la realidad. En mi opinión, no se trata de un oficio exclusivo de profesionales de las letras, pero sí requiere una formación continua a través de cursos, talleres y diplomados, pues nos formamos cada día, con anécdotas y experiencias. Además —y no quiero dejarlo de lado—, un corrector, sumado a su amplio conocimiento de la gramática, debe ser un inquieto lector y tener una base humanística sólida. Es decir, debe saber de filosofía, historia, política, música, entre otras áreas.


    ¿Cuál crees que es el objetivo del profesional de la corrección de textos?

    El objetivo primordial es garantizar que el texto que se encuentra en sus manos sea perfectamente legible. Por ejemplo, en el ámbito jurídico me enfoco en asegurarme de que los escritos sean claros, precisos y, en la medida de lo posible, sencillos —aunque muchas veces la sencillez no sea la preocupación de los abogados—. Los textos deben ser comprensibles para todo el ciudadano común, sin necesidad de la interpretación de un especialista. Es así que, como amante de las letras, mi labor no se limita a embellecer los textos, sino garantizar que empleen un lenguaje claro y accesible.


    Cuéntanos un poco tu experiencia en la Escuela de Edición de Lima, tras haber llevado el Curso Integral de Corrección de Estilo (CICE)

    Como mencioné previamente, si bien es cierto mi formación lingüística fue de gran ayuda en mi labor como correctora, este oficio demanda una formación continua en cursos o diplomados de especialización, pues mi carrera no proporciona una preparación específica en corrección, idea errada que algunas personas tienen. En el 2019 por fin decidí llevar el Curso Integral de Corrección de Estilo. Inicialmente, asistí de manera presencial, pero, debido a la pandemia, completé el curso de modo virtual en el 2020 (el curso dura casi un año). Mi experiencia en las aulas me permitió compartir conocimientos con otros profesionales —como yo— interesados en el mundo de la corrección, lo cual resultó enriquecedor. La transición a la virtualidad no fue complicada, ya que manejo muy bien la tecnología. De hecho, fue bastante provechosa, pues ya no perdía tiempo en trasladarme y las clases se grababan para una consulta posterior. Los docentes que tuve a lo largo de esos meses destacaron por su profesionalismo; nos proporcionaron los materiales de la clase —que hasta ahora ojeo—, libros, videos, y aprovecharon los recursos tecnológicos para hacer las clases más interactivas.


    ¿Cuál crees que es la principal fortaleza del CICE?

    Puedo afirmar con énfasis que la principal fortaleza del CICE es la calidad de sus docentes que, incluso, desde que empezó la pandemia y con ella la virtualidad, continuaron dictando y se sumaron profesores extranjeros de diversos países del mundo. Ellos siempre estuvieron prestos a absolver mis dudas y se centraron en mis intereses profesionales.


    ¿Cómo influyó la formación en el curso en cuanto a tu labor profesional?

    Si bien es cierto, yo tenía una muy buena base como lingüista, pero llevar el Curso Integral de Corrección de Estilo me ayudó a detectar mis puntos débiles y perfeccionar mis habilidades en la corrección de manera más profesional. Gracias a la teoría, la retroalimentación personalizada de los docentes y el intercambio de conocimientos en clase, ahora me siento más segura cuando asesoro en temas de redacción, puedo proporcionar explicaciones más fundamentadas para cada corrección y hasta transmitir mis conocimientos a través de talleres.   


    ¿Qué opinión te merece nuestra plana docente?

    Los docentes son profesionales destacados que fomentan el aprendizaje continuo, con quienes, hasta la fecha, mantengo comunicación por temas académicos y de corrección. Gracias a sus consejos, a menudo consulto la RAE, el Panhispánico, la Fundéu, Castellano Actual, entre otros. Esto ha enriquecido mi trabajo como correctora.


    Déjanos saber tus impresiones finales sobre el curso y la Escuela de Edición de Lima.

    Cuando culminé el Curso Integral de Corrección de Estilo me llevé gratos recuerdos y un profundo aprendizaje. Es por ello que pensé que debía regresar por algún otro curso, y así fue. En el 2022, llevé también el Curso Integral de Edición de Publicaciones, debido a mi interés en el rubro editorial y con miras a una futura carrera como editora. Ambos cursos los culminé satisfactoriamente, y ahora puedo decir que tengo una sólida base en corrección y edición de textos para enfrentar nuevos retos.

    Recuerda que la XV edición del Curso Integral de Corrección de Estilo empieza este sábado 11 de noviembre. Separa tu vacante en el curso más completo del sector editorial (192 horas lectivas) con nuestros asesores, comunicándote al WhatsApp 968788289 o escribiéndonos al correo [email protected].

    Hoy es el Día Internacional del Corrector de Textos

    Cada 27 de octubre se conmemora esta fecha, a modo de homenaje para aquellos profesionales que intervienen y trabajan con textos. La Escuela de Edición de Lima y el Centro de Desarrollo Editorial y de Contenidos saluda a todos los correctores en su día.

    La Fundación Litterae instituyó el Día Internacional del Corrector de Textos en esta fecha debido a que coincide con el nacimiento del teólogo y filósofo holandés Erasmo de Róterdam, quien tradujo y corrigió textos en latín, echando mano de un lenguaje accesible.

    La labor del corrector es imprescindible dentro del proceso editorial. El objetivo de su trabajo es aplicar las normas ortográficas, gramaticales y ortotipográficas en un texto, con el fin de ofrecer un escrito de calidad, libre de erratas y listo para ser publicado. Por ello, esta tarea solo puede ser realizada por profesionales especializados en dicha materia.

    Esto engloba no solo a quienes provienen de carreras afines, tales como la literatura o la lingüística, sino también a todas aquellas personas que tomen la iniciativa de incursionar en este oficio con seriedad y responsabilidad. Si bien corren los tiempos de la inteligencia artificial y de los avances tecnológicos (muchos insertados en el campo de la corrección) nada podrá equiparar las destrezas y habilidades de un profesional formado durante años para llevar a cabo esta tarea.

    La Escuela de Edición de Lima y su compromiso con los correctores de textos

    En la Escuela de Edición de Lima, desde su fundación, le hemos dado suma importancia al desarrollo de las habilidades que se requieren para ser un buen corrector de textos, pues reconocemos que son pieza clave en todo proceso editorial. Por eso contamos con una serie de cursos que buscan el crecimiento profesional de los correctores.

    Entre ellos está el Curso Integral de Corrección de Estilo, el programa más completo que cuenta con 192 horas de duración —que se llevan a lo largo de un año y que está conformado por doce materias—. En este curso uno aprenderá todo lo necesario para empezar en este apasionante oficio.

    Las clases empiezan el sábado 11 de noviembre y serán de 9:00 a. m. a 1:00 p. m. Separa tu vacante con un asesor, escribiendo al siguiente enlace: http://wa.link/gb8ory. También puedes comunicarte al teléfono 968788289 o al correo [email protected].

    Juan Cajar: Una de las mejores decisiones que tomé en los últimos años fue matricularme en este curso

    Biólogo de nacionalidad panameña y corrector egresado del Curso Integral de Corrección de Estilo (CICE) de la Escuela de Edición de Lima, Juan Cajar nos cuenta su experiencia como estudiante y la forma en que nuestro programa influyó en su quehacer profesional.

    ¿Cómo inició tu vínculo con los libros y la redacción?

    Desde muy niño. Recuerdo que mi interés y aprecio hacia la lectura y los libros fue gracias a mi madre, quien me inculcó el respeto, gusto y cuidado por ellos. Mi afición por la redacción vino después, en medio de mis estudios primarios y secundarios. Mención aparte merece mi pasión por los crucigramas.

    ¿Qué te impulsó a incursionar en el mundo de la corrección de estilo?

    Mi interés por la corrección despertó gracias a un taller que cursé en Ciudad de Panamá, el cual llevaba por nombre «Escriba y publique sus libros».

    ¿Qué te pareció llevar el Curso Integral de Corrección de Estilo a distancia?

    Una de las mejores decisiones que tomé en los últimos años fue matricularme en este curso. No fue fácil, ya que las exigencias propias del plan de estudios, en algunos aspectos, resultaron ajenas a mi profesión cotidiana de biólogo, lo que no hizo sino incentivar más mi interés por el mismo. Los estudios a distancia son una opción, si bien una oportunidad de interactuar con académicos y compañeros estudiantes de otras culturas, pero con el mismo fin de desvelar la metodología y particularidades de esta satisfactoria profesión.

    ¿Qué opinión tienes respecto a la malla curricular estructurada para nuestros estudiantes?

    La malla curricular que estudiamos no es más que el producto de la experiencia, del excelente equipo de profesores y personal administrativo con que cuenta la Escuela de Edición de Lima, para formar a los futuros correctores de estilo.

    Muchos compañeros tuyos opinan que el vínculo con nuestros docentes traspasa la virtualidad, ¿has experimentado esto?

    Por supuesto. Creamos una amistad basada en el interés y pasión común por esta profesión con los docentes, quienes siempre han estado y están a la orden para absolver cualquier consulta y opinión en torno al ocasional debate que generan los diferentes puntos de vista en torno al oficio.

    ¿Cómo influyó lo aprendido en el curso en tu vida profesional?

    Puedo decir que en mi natal Ciudad de Panamá voy abriendo camino en el ámbito de la corrección, con la esperanza de aumentar mi participación en selectivos espacios en donde la gestión de un corrector de estilo sea necesaria.

    Déjanos saber tus impresiones finales sobre la Escuela de Edición de Lima y el Curso Integral de Corrección de Estilo…

    El Centro de Desarrollo Editorial y de Contenidos y la Escuela de Edición de Lima llenaron un gran vacío académico en lo que respecta a la formación de profesionales, tanto en el ámbito de la corrección como de otras disciplinas afines, las cuales también forman parte del plan curricular. Estoy seguro de que sus propósitos y gestiones serán acogidas por todos los países en los que falte un auténtico «corrector de estilo».

    Recuerda que la XV promoción del CICE empieza este sábado 11 de noviembre, en línea y en directo. Separa tu vacante comunicándote con nuestros asesores a los siguientes contactos:

    📞 Teléfono: +51 968 788 289

    📩 [email protected]

    📱 WhatsApp: 968 788 289

    Sobre el oficio y el perfil del corrector de textos

    Un corrector necesita ser un lector compulsivo y analítico. Y es que, sin esta condición, difícilmente llevará a cabo su labor. Katherine Pajuelo Lara, correctora de textos, traductora y docente de la Escuela de Edición de Lima y del Centro de Desarrollo Editorial y de Contenidos, amplía el tema sobre el perfil y el oficio del corrector de textos en este interesante artículo.

    El primer requisito de algunas instituciones (generalmente públicas) que buscan contratar un corrector de textos es ser egresado de lingüística, literatura o ciencias de la comunicación. Otras, más consideradas, suelen agregar al final: «o carreras afines». Aprovecho la ocasión para agradecer a esas instituciones, en nombre de todos aquellos que entramos en dicha categoría.

    El perfil de cualquier carrera se fundamenta en la voluntad y en la responsabilidad que asume quien vaya a ejercerla. Conozco de primera mano a egresados de administración y de ingeniería que escucharon el llamado de las letras, y habitan hoy el mundo de la edición y la corrección de textos; asistentes ejecutivas que decidieron estudiar corrección y una bióloga que se ha sentido atraída por nuestro oficio. Ahora bien, tampoco hay que caer en el positivismo a ultranza: puedo tener toda la voluntad de ser enfermera, pero si cada vez que veo sangre me desmayo, mi sentido de la responsabilidad indicará que sería mejor dedicarme a otra cosa.

    Cuando digo que cualquiera puede ser corrector, quiero decir que, si tienes las ganas y la decisión de asumir con responsabilidad la tarea, no importa de qué carrera vengas o si aún no la tienes. Lo importante es que te lo tomes en serio, que decidas estudiar y que el terreno firme donde construyas y desarrolles tu nueva carrera sea la lectura. ¿Cómo podría dedicarme a corregir un texto (solo para tener un ingresito extra) si no me comprometo con las letras? La lectura facilitará en gran medida tu proceso de convertirte en corrector.

    Si de la nada empiezas a estudiar gramática, por ejemplo, y te enfrentas a un análisis sintáctico, es probable que te sientas perdido o frustrado, y te preguntes por qué te metiste en este lío si tan tranquilo estabas. Aquello que ves complejo en un análisis sintáctico (con esos nombres desconocidos para muchos: sintagmas, complementos, agentes, perífrasis, adjuntos…) puede resultarte más interesante si lo comparas con algo que leíste, porque será inevitable, créeme, que te preguntes: «¿Cómo analizaría esta oración interminable de El otoño del patriarca?».

    ¿De qué sirve analizar una oración?, pues de mucho. Cuando te dan a corregir un texto y hay una oración o un párrafo que no entiendes, empezarás a analizarlos automáticamente, ubicas el verbo, luego el sujeto, hay algo que no te cuadra, ¿por qué si el sujeto está en singular, el verbo está en plural?; ¿antes de porque va coma?, ¿por qué a veces sí y otras no?; ¿este relativo de qué o de quién me habla? Estudiar gramática te ayuda a comprender la parte lógica de la estructura verbal. Luego, hay que estudiar también ortografía, pero ¿por qué hacerlo si Word ya viene con un editor en la pestaña Revisar? Porque sí y punto: hay que estudiar. Pasar el corrector de Word no te hace corrector profesional, con eso no está ni la cuarta parte hecha.

    Hay que ser minucioso y curioso, dudar, investigar, identificar mis referencias de primera mano. La duda mata, dicen, pero a los correctores nos fortalece. Gracias a ella aprendemos a buscar más rápido, dónde y cómo resolverla; sobre todo, gracias a la duda aprendemos. El trabajo del corrector pasa también por saber escuchar y mirar. ¿Esta expresión es adecuada para un texto escrito o es lo que se ha puesto de moda en el habla coloquial? ¿El gráfico o la tabla que aparece en un texto está relacionado con el tema que se trata? ¿Cómo se ve el texto? ¿Cómo están distribuidos sus párrafos? ¿Es coherente? ¿Qué hay de su cohesión?

    Se puede hacer un listado con las virtudes de un corrector de textos (de hecho, es lo que aparece en las ofertas de trabajo) y pueden incluir «ser proactivo» y (¿cómo es?, ¡ah, claro!) «que sepa trabajar bajo presión». Sin embargo, me quedo con dos requisitos indispensables: ser lector (pero saber leer, no solo leer por placer) y saber escribir. Capacitarse en un centro de estudios es siempre una gran opción, hoy la oferta de estudios es amplia. Pero, sobre todo, por si no lo dije antes, el requisito principal es saber leer.

    ¿De qué hablamos cuando hablamos de corrección de estilo?

    Al referirnos a la corrección de estilo, abarcamos una amplia gama de herramientas, conceptos y áreas de acción. Es necesario conocer estos aspectos del oficio para comprender cuál es la magnitud del trabajo que se realiza. Katherine Pajuelo, correctora de estilo, traductora y docente del Centro de Desarrollo Editorial y de Contenidos y la Escuela de Edición de Lima, responde a esta pregunta y nos comenta acerca de otros detalles propios del trabajo del corrector de textos así como el perfil que debe tener.

    1 ¿A qué hacemos referencia al mencionar «corrección de estilo»?

    Primero, es necesario definir los límites de la pregunta y asignarle un punto de partida: el texto escrito. Dicho esto, hacemos referencia a la «corrección de textos». Con esta respuesta terminaría el uso de la primera persona en plural y pasaría a la del singular, pues no soy la voz cantante de los correctores. Lo que viene ya es un tête à tête.

    Al hablar de «corrección» doy por entendido que se va a trabajar sobre algo que está mal hecho. Al decir que está mal hecho pareciera que el otro lo hizo sin ganas o de manera descuidada (aunque hay casos, ojo). Sin embargo, también me topo con textos bien escritos y solo necesitan un retoque. El corrector, en efecto, corrige errores, sean estos ortográficos, ortotipográficos, sintácticos o gramaticales. Lo que hace después con el texto es pulirlo, darle forma y dejarlo listo para que pueda cumplir su función: ser inteligible. En principio, esa sería la función. Una de las preguntas de arranque que se le debe hacer al autor sería cuál es su intención con el texto y qué quiere que haga yo como corrector.

    2 ¿Podría decirse que la corrección de estilo es exclusiva de un sector de profesionales provenientes del campo de las letras o la lingüística?

    No. Nada de exclusividad. Puede ser corrector quien se lo proponga. Una de mis compañeras de aula en la Fundación Litterae trabajaba atendiendo al público en una relojería de la Av. Corrientes y muchas otras eran secretarias, es decir, no necesariamente habían cursado letras. Los lingüistas no tienen por qué dedicar su vida a la corrección de textos ni tampoco los literatos. El año pasado, un maestrista de literatura me dijo que él no necesitaba escribir bien, que para eso estaban los correctores. Lo dejo ahí. Con esto no estoy diciendo que los estudios lingüísticos no sean necesarios, claro que lo son. No en vano, en Litterae, nos hicieron llevar dos años de gramática, uno de normativa y otro de latín. Pero esto no implica que solo los de letras sean los futuros correctores, te puedes convertir en el camino. Hay que estudiar, eso sí. Y hay que comprometerse con las letras, además.

    3. En tal sentido, ¿qué herramientas del trabajo de la corrección de estilo nos sirve para el quehacer profesional del día a día?

    En un curso integral de corrección se adquieren las herramientas que serán esenciales en la práctica profesional. Esto no quiere decir que se termina el curso y, listo, nos convertimos en correctores. El aprendizaje, como en toda profesión, es constante. Reitero, uno mismo se va formando. Con el tiempo y las lecturas, irás viendo dónde poner el ojo, «cómo detectar mentiras», diría Paul Ekman, o cómo identificar los «copipegas» de un autor apurado. Por último, dudarás. El día que dejes de dudar será que estás totalmente equivocado (acéptenme la exageración).

    4 ¿Cuál es el perfil del profesional de la corrección de estilo?

    Para mí (hago énfasis en que es mi opinión y no hablo en nombre de la comunidad de correctores), el profesional que se dedique a la corrección de estilo está obligado a ser lector; no queda de otra. Primero, porque se va a dedicar a leer el trabajo de terceros. Segundo, porque, según el tipo de texto que aborde, será necesario ver cómo trabajaremos esa gramática, esa ortografía o ese ortotipo. Es probable que nos enfrentemos a textos donde lo «incorrecto» sea precisamente lo «correcto».

    5. Sobre esta última acotación, respecto a lo «incorrecto» que termina siendo «correcto», ¿en qué casos se suscita?

    Por ejemplo, en obras literarias donde los nombres propios se escriben con inicial minúscula, como en la nouvelle de Filonús Gonzáles (2023), Un delicado temblor. En otros donde no encontramos punto y coma, o que después de una coma empiecen con mayúscula, como en El hombre duplicado de Saramago; que tengan párrafos extensos donde varias voces, sin rayas de diálogo que las identifique, hablan entre sí o piensan ensimismadas, como en El otoño del patriarca de don Gabriel García Márquez. Quién podría corregir literatura, ¿un literato? Después de la respuesta de aquel maestrista que dijo «no importa cómo escriba, después contrato un corrector», dudo que la respuesta sea que un literato sea idóneo para ello. Ni me quiero imaginar lo que habrá sido corregir la traducción al español de Yo he de amar una piedra, de Lobo Antunes, los desafío.

    6. Entonces, es un error pensar que solo basta con tener ciertos conocimientos afines al oficio.

    No basta conocer la ortografía, gramática y ortotipo del idioma; el corrector, a partir de la lectura, reconoce el texto como una unidad cohesiva y coherente. Si no lee, ¿cómo podría darse cuenta de los diferentes estilos que traen consigo los autores de literatura, académicos o administrativos? ¿Cómo podría asesorar en cómo expresar mejor una idea, en cómo lucir mejor el texto, en qué decir primero y qué después? El perfil del corrector se forma más allá del curso de corrección que el interesado siga. A decir verdad, parte del compromiso de cada futuro corrector, y ese compromiso comienza con la lectura.

    7. En su opinión, ¿cuál sería el objetivo principal de un corrector de estilo?

    El objetivo principal es entregar un texto limpio e inteligible. Para llegar a dicho objetivo, sería conveniente cumplir con unos pocos ideales como entrevistarse con el autor y conocer qué quiere transmitir, a quién, cómo se lo quiere decir y qué quiere conseguir. Después estaría investigar sobre el tema que se va a corregir y pedir material de referencia si es necesario. Por último, tener material de consulta lingüística confiable en internet y en físico, pues no cambiamos un texto partiendo del «no me gusta» o porque «lo prefiero así». Debemos ser capaces de justificar nuestros cambios.

    8 ¿Cuál es el proceso de la corrección de estilo? ¿Existe algún método o pauta a seguir?

    No creo que haya un método definitivo, cada corrector tendrá el suyo. Depende también del tipo de texto que tengamos que corregir. Por ejemplo, si tenemos un documento ya maquetado y hay que darle una última revisión, observo primero qué característica general tiene el texto. Si estuviera diseñado en columnas y con palabras cortadas con guion al final del renglón, encendería la alerta máxima y dirigiría mi atención a los extremos laterales de cada columna. He visto cómo cortaron «peruano» a final de línea: en la línea superior quedó «peru-», en la inferior, «ano», y no es lo recomendable.

    Considero que la corrección de estilo no es una receta de cocina, mejor dicho, podemos crear nuestra propia receta según los ingredientes que tengamos a la mano y los utensilios con los que contemos. Es decir, usaremos hornilla a gas, eléctrica, ¿fogón? El método dependerá definitivamente del texto que se trabaje, aquí tenemos para hablar largo y tendido.

    9 ¿Es lo mismo «editar un texto» que «corregir un texto»?

    Cuando corrijo, edito. Salvo que el autor o la casa editorial me indiquen lo contrario, mi trabajo trasciende lo ortográfico, ortotipográfico y gramatical. Creo que la corrección de textos es un trabajo integral. ¿Cómo podría preguntarle al cliente si solo quiere que le corrija ortografía o gramática? ¿Cómo podría preguntarle si también quiere incluir ortotipografía sin que se le queden los ojos en blanco? «Señor cliente, puede agrandar su combo con una revisada de ortotipo si gusta. Claro, tiene que pagar más». Imposible, es integral, es el todo. Por eso empecé diciendo que dependerá de las instrucciones previas.

    No tengo una lista de servicios: si quieres este servicio, tanto; si quieres esto otro, tanto… No podría trabajar así, ¿cómo podría frenar a mi cerebro y decirle que no mire o no preste atención a algo que está mal o que podría ir mejor? Yo no puedo, no soy tan robótica; estaría bueno, pero no puedo, tampoco lo recomiendo.

    10 ¿Qué libros recomendaría a quienes desean incursionar en la corrección de estilo?

    En las primeras respuestas, mencionaba que uno de los deberes de todo corrector es leer, esto implica que saber leer también; ser crítico con la lectura, no quedarse en el «me gusta» o «no me gusta». Una vez un joven sabio me dijo: «Sobre si te gusta o no, lo podemos conversar en un bar, aquí lo que importa es que te alejes del texto y tengas una percepción crítica». Saber leer y saber escribir van de la mano. Y es que, en el universo de las letras (cuyos agentes principales son el autor, corrector, lector), los correctores quedamos en el medio, en un lugar que nos exige saber de ambos oficios.

    Dicho esto, no voy a recomendar libros sobre corrección de estilo propiamente dicho, pero sí libros vinculados con la literatura que nos pueden orientar en nuestro oficio. Mencionaré apenas cinco, pero, en realidad, el que quiere incursionar en la corrección tiene que haber pasado ya por varios libros.

    Capítulo 112 de Rayuela, de Julio Cortázar (luego tiren la piedrita al casillero 99); Mientras escribo, de Stephen King; De qué hablo cuando hablo de escribir, de Haruki Murakami; Como una novela, de Daniel Pennac; El infinito en un junco, de Irene Vallejo, lectura recomendada para los amantes de los libros o para los que quieran hacer votos de amor con ellos. ¡Nos vemos en la Escuela!

    ¿Cuál es el perfil del corrector de estilo?

    Se suele pensar que la corrección de textos pasa por poseer conocimientos básicos sobre gramática y ortografía, así como un poco de destreza en lectura. Ha llegado el momento de derribar ciertos mitos.

    Un corrector, en principio, es un profesional con un método de trabajo establecido y dueño de destrezas específicas que lo encaminan a una sola tarea: la perfección en un escrito.

    El corrector es el responsable de mantener la uniformidad de las normas en un documento y preservar la concepción de la obra marcada por el autor y, de algún modo, por la editorial. Entonces, va más allá de colocar puntos, comas y tildes.

    El perfil del corrector

    Como todo trabajo, la corrección de textos exige un perfil para el profesional que se dedique a esta tarea. A continuación, te presentamos algunas.

    1. Competencia gramatical

    El corrector de textos debe conocer y manejar las normas gramaticales del español y aplicarlas con criterio y practicidad, de modo que faciliten la toma de decisiones ante cualquier eventualidad.

    2. Competencia léxica y morfológica

    Conocer la formación correcta de las palabras, así como los significados exactos de los términos, es una condición de vital importancia para el corrector.

    Por otro lado, un corrector de textos debe tener un conocimiento básico del léxico de la materia sobre la cual trabaja. No se trata de ser especialistas en todo, sino de ser responsables.

    3. Competencia ortográfica

    Está bien conocer acerca de las normas de acentuación y todo lo que implican las normas básicas de ortografía. Sin embargo, el corrector va más allá de eso.

    Mantenerse informado sobre las actualizaciones y disposiciones de la RAE también es parte del trabajo.

    4. Competencia tipográfica

    El corrector debe informarse respecto a los criterios que aplica el editor en cuanto a la composición de un texto, así como su interpretación tipográfica. Por ejemplo, el uso de negrita, cursiva, tamaño de letra, tipo de fuentes, distribución del texto, espacios, entre otros criterios.

    5. Sentido común

    Punto sencillo, pero pocas veces tomado en cuenta. El buen corrector mantiene una actitud dialogante con todos los miembros involucrados en el proyecto. Por otro lado, avoca su trabajo de acuerdo a las directrices dadas por el cliente y el criterio del editor.

    De nada vale conocer a fondo normas y reglas, si no se posee el sentido necesario para analizar y trabajar sobre un documento.

    Taller de Corrección de Textos: «Adquiere las competencias necesarias para la realización de una corrección de estilo inicial».

    Corrección de textos

    Este viernes 5 de marzo comienza el taller de Corrección de Textos en el Centro de Desarrollo Editorial y de Contenidos

    La corrección de textos implica un proceso de control y modificación de escritos con la finalidad de corregir errores de ortografía, gramática y estilo, de modo que se optimice la estructura, la pertinencia y la comprensión de dichos contenidos; por lo tanto, es una labor que requiere preparación y precisión.

    Escríbenos al WhatsApp: bit.ly/2KeDO6p, al correo [email protected] o contáctanos a través del siguiente formulario: bit.ly/3bK8h7n.

    Profesor: Helbert López

    Inicio: Viernes 5 de marzo de 2021

    Horario*: 19:00-22:00 (Bogotá) / 18:00-21:00 (CDMX) / *Consulta el horario según tu ciudad.

    Frecuencia: Solo viernes / Duración: 12 horas / Sesiones: 4 / Modalidad: Virtual en directo.

    Precio regular: US$ 65 / ⚠️ ¡Pregunta por nuestros descuentos! ⚠️

    Para conocer nuestras promociones o si tienes alguna consulta puedes escribirnos al WhatsApp: bit.ly/2KeDO6p, al correo [email protected] o a través del siguiente formulario: bit.ly/3q0tAVZ.